LAURA MARTÍN MURILLO (*)
Trabajadores en una mina de carbón. / AFP
De repente un día un Gobierno anuncia algo razonable. Y nos alegra el día. Últimamente nos despertamos con sudor frío al oír las noticias que llegan de Estados Unidos, Reino Unido, Polonia, España...
Sin embargo, la semana pasada el Gobierno escocés anunció una batería de medidas en su nueva estrategia económica que plantea objetivos ambiciosos para áreas tan diversas como transporte y coche eléctrico, residuos y economía circular, energías renovables o industria manufacturera baja en carbono. La propuesta económica del gobierno escocés quiere ser ‘future-proofed’, a prueba de los desafíos del futuro y por eso la batería de medidas para una economía circular y la lucha contra el cambio climático son centrales en la misma.
En los últimos años, los escoceses han avanzado en el desarrollo de las energías renovables, tienen una gran capacidad eólica, también off-shore, y grandes posibilidades para desarrollar la energía mareomotriz. Este año se han conseguido récords importantísimos desde la industria eólica. Entre enero y junio de 2017 las turbinas produjeron suficiente electricidad para cubrir la demanda de un 124% de las necesidades del consumo doméstico. Esta misma semana la eólica offshore de este país ha ocupado la prensa energética del mundo demostrando que en subasta es más barata que la nuclear (incluso sin internalizar los costes ambientales).
Con tradición de explotación de pozos petrolíferos y gasísticos marítimos, no era difícil imaginar que ese saber tecnológico, organizacional y las capacidades de sus empresas y sus trabajadores podían ser trasladables a una industria eólica off-shore. En Escocia se trata de actuar desde la necesidad. El declive del petróleo y el gas, unido al declive previo de la manufactura, pone a muchas comunidades y a muchos trabajadores en peligro, a los que hay que dar nuevas oportunidades. Articular bien la transición es crucial. La estrategia económica presentada la semana pasada por el gobierno escocés resulta novedosa en muchos aspectos y resalta sobre todo por la inclusión de tres elementos clave para la transición ecológica de la economía.
El primer elemento tiene que ver con dar un verdadero impulso a los planes de residuo cero y economía circular. El Gobierno escocés pondrá en práctica un sistema de retorno de envases. Este sistema para el reciclaje de envases es el utilizado por los países escandinavos, Alemania y Holanda, que alcanzan tasas de reciclaje de envases superiores al 80%. No se ven envases en las playas o parajes de esos países, sin embargo cuenta con la oposición de fuertes lobbies industriales: la industria alimentaria y los distribuidores, y los supermercados, que bloquean su introducción en otros países.
Escocia anunció la semana pasada un sistema de depósito para botellas y latas desmarcándose del Reino Unido en el sistema de recogida de envases, pero además abrió la puerta a los impuestos sobre los plásticos de un solo uso. La producción y el consumo basado en el usar y tirar tiene que ser desterrado lo antes posible de nuestra cultura económica y medidas como estas se hacen necesarias de manera urgente.
El segundo elemento tiene que ver con la transición rápida hacia la descarbonización del transporte. El Gobierno escocés declara que quiere liderar el impulso del coche eléctrico y hace lo que resulta razonable cuando se quiere liderar, fijarse un objetivo ambicioso: por ello prohibirá los vehículos de gasolina y gasoil en 2032, dentro de quince años escasos. Tanto Reino Unido como Francia habían anunciado la prohibición a 2040.
El plan también incluye la aceleración de inversiones en infraestructuras de carga hasta 2022 y la creación de una autopista solar. Sin embargo, aunque la descarbonización de la economía necesita electrificar urgentemente el transporte, no servirá de mucho si no transformamos radicalmente la movilidad y por eso el anuncio de duplicar las inversiones para transporte activo, a pie y en bici, resulta particularmente apropiado.
El tercer elemento tiene que ver con cómo gestionar esta transformación. En el plan se incluye el compromiso para establecer una Comisión de Transición Justa que debe asesorar a los ministros sobre un ajuste desde la justicia social, que se proponga abordar desigualdades y pobreza en el camino hacia una economía eficiente en el uso de recursos. Para ello es importante promover un mercado laboral inclusivo y justo.
Nuevos empleos
Esta comisión tiene que servir para cumplir al desafío mencionado anteriormente de transformar la economía desde la dependencia del petróleo y gas del Mar del Norte y ayudar a sus trabajadores a encontrar nuevos empleos mediante la formación profesional en nuevas actividades. Ya existe un fondo para la recapacitación de trabajadores del petróleo (Fondo de Formación para la Transición) que ahora se trata de reforzar.
Pero además la transición justa de la economía necesitará el refuerzo de los sistemas de protección social y, por ello, otras partes del plan presentado, aunque no tengan que ver con la economía verde, referidas a las mejoras del sistema de seguridad social o al estudio sobre una renta básica garantizada, mejorarán la resiliencia social para lidiar con los cambios y facilitarán una transición más justa.
Hay otros elementos muy positivos en el plan que habrá que esperar a ver cómo se desarrollan, como por ejemplo proponerse contribuir a una reducción global de emisiones que no supere el 1,5 C de aumento medio de las temperaturas planetarias y discutir un nuevo plan nacional de emisiones que sea congruente con ese objetivo.
También se propone convertir cuatro de las ciudades más contaminadas del país en Zonas de Bajas Emisiones y entrará en estudio la creación de una empresa energética pública. Y luego hay cosas no tan positivas, como mantener la apuesta por la captura y secuestro de carbono, cuando es cada vez más compartido que además de riesgos medioambientales es una tecnología que no ha cumplido sus expectativas de desarrollo.
En cualquier caso, el plan puede ser mejorable, pero es un ejercicio completamente envidiable desde la perspectiva de España. Necesitamos muchos más gobiernos que declaren que quieren adaptar sus economías a prueba de los desafíos del mañana, que tal como están las cosas a nivel destrucción climática, son los desafíos de hoy.
(*) Laura Martín Murillo es experta en cambio climático y sostenibilidad
Hay 1 Comentarios
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Publicado por: history delete | 11/07/2018 9:48:15