PALOMA ROMÁN MARUGÁN (*)
Cuatro estudiantes universitarias a favor de la huelga. INMA FLORES
La rutina nos tiene más o menos acostumbradas a que todos los años, poco antes de que comience la primavera, el 8 de marzo conmemore el Día Internacional de la Mujer. Lo malo de las repeticiones es que acaban teniendo un componente mecánico que termina adormeciendo las conciencias, con lo que la meta reivindicativa propuesta en esos días señalados pierde eficacia y, a veces, hasta sentido.
En esta ocasión, este 8 de marzo de 2018, sin embargo, intenta ir más allá; con el eco de una iniciativa a nivel global, pretende que el día dedicado a las mujeres se recuerde de forma más gráfica, porque las mujeres van a faltar; está convocada una huelga de cuidados, de consumo, laboral y educativa, para que se pueda comprobar fehacientemente que, sin el concurso de las mujeres, el mundo se para.
Si realmente hubiese una ausencia absoluta por parte de las mujeres de sus quehaceres, trabajos, deberes, compromisos, etc, o como queramos denominar las obligaciones de todo tipo y condición que marcan nuestro día a día, el resultado sería francamente espectacular; cerremos los ojos, y probemos a imaginarlo.
Conscientes y realistas, vamos no obstante a poner nuestro grano de arena en esta huelga, y claro está que se va a notar. Con la ayuda de todas y de todos aquellos que también apoyan el paro porque lo comprenden, lo alientan y, por tanto, se sienten corresponsables de la situación y de su posible transformación; gracias por estar ahí y de ese modo.
La amplitud de esferas donde las mujeres resultan vitales para el sostenimiento de la vida social es de tal magnitud que no se puede ni intentar una enumeración exhaustiva de su alcance y de su contenido. Pero en este punto me gustaría detenerme, en el espacio universitario, donde supuestamente la carrera por la igualdad debía estar más avanzada que en otros ámbitos. Sin embargo, esto no es así; el manifiesto firmado por más de mil doscientas mujeres profesoras e investigadoras universitarias es un documento claro de compromiso con la lucha aún pendiente en pos de la igualdad en un lugar donde pareciese que no hacía falta ni dar estas explicaciones, ni mucho menos aún constatar las situaciones que en ese texto se evidencian.
Brecha salarial, obstáculos mayores para desarrollar una carrera profesional -larga y compleja-, precariedad en el empleo, menor reconocimiento de méritos, mayor invisibilidad, menor financiación de proyectos de investigación; una organización de carácter jerárquico, donde únicamente el 21 % de mujeres pertenecen al escalón más alto, el catedralicio; y contando únicamente con tres rectoras en las universidades públicas. Donde aún hay que recordar que los planes de igualdad requieren de una puesta en marcha efectiva y donde se producen y reproducen situaciones indeseables, que bajo el aspecto que tomen en cada situación (acoso, sexismo, etc) siguen traduciendo la misma piedra de toque: el abuso de posición por aquellos que se sienten más fuertes frente a otras personas, y a quien por tanto no consideran iguales.
Actividad docente
También hay que añadir que poco se puede hacer por mejorar las cosas, cuando no hay un reconocimiento efectivo de la perspectiva de género en la actividad docente; me refiero a su inclusión no sólo como una mirada transversal en los contenidos de las asignaturas, sino también que se incluyan más contenidos específicos en las enseñanzas regladas y propias; de ese modo, seguro que se conseguiría la concesión de importancia a estas materias, que ahora no tienen, porque no son básicas, ni obligatorias, por lo que su desconsideración es patente.
Ampliando algo más el foco, y a la luz reivindicativa de la fecha, también es digna de mención la ausencia casi generalizada, excepto en pocos casos, de mujeres expertas en debates y conferencias sobre temas de su especialización; lo habitual es que todo lo que haya que decir, discutir y concluir esté formulado por hombres; en ese sentido es de aplaudir una iniciativa de la Oficina del Parlamento Europeo en España comprometiéndose y animando a otras instituciones a no volver a organizar seminarios, debates y conferencias sobre sus temas de interés en que todos los intervinientes fuesen hombres.
Volviendo al plano general, hay que comprometerse por una lucha que aún no ha concluido en pos de una igualdad que no acaba de llegar. Desde un punto de vista global, las organizaciones feministas recuerdan que hay que señalarlo en todo lugar y de las formas más diversas porque el mundo es plural y las mujeres formamos parte de todos los mapas.
Siguiendo a AWID –Association for Women’s Rights Development-, tenemos entre manos un tema muy importante; tanto que estamos hablando de derechos humanos y de su necesaria extensión a los seres humanos correspondientes. Y por tanto, también recordamos su consigna: 8 de marzo mujeres en acción; visibilidad de este compromiso desde los pueblos pequeños hasta las organizaciones internacionales de derechos humanos; manifestándonos en la calle, educando en nuestras comunidades, o simplemente en la lucha por la supervivencia.
(*) Paloma Román Marugán es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense
Hay 1 Comentarios
Desde mi punto de vista, y así lo indico en mi blog, señalar la importancia del azar. Nadie puede, cuando va a nacer, si desea ser hombre o mujer. Es algo sobre lo que nadie tiene control: es el azar. A nadie se puede castigar por algo que escapa a su control.
Un saludo
Publicado por: Juliana Luisa | 11/03/2018 19:26:10