CLEMENTE ÁLVAREZ (*)
Una mujer rebusca botellas de plástico en un basurero de Costa del Marfil. / L. KOULA (EFE)
El Día Mundial del Medio Ambiente de este 5 de junio tiene como lema 'Un planeta #SinContaminación por plásticos' para incidir en el problema global en el que se ha convertido la dispersión descontrolada por todo el planeta de estos materiales inventados por los seres humanos. No es una llamada contra los plásticos en sí mismos, pues estos polímeros también tienen importantes ventajas ambientales (como sustitutos de productos animales, ahorro de recursos naturales, aumento de eficiencia energética en sectores como el transporte, conservación de alimentos…), sino contra la contaminación provocada por su uso inadecuado. ¿Qué se está haciendo tan mal con estos materiales? Para analizar este punto, resulta interesante repasar las estadísticas de la propia industria, a través del último informe de 2017 de PlasticsEurope, la organización que representa a los fabricantes en Europa.
Según este trabajo, en 2016 siguió aumentando la producción de plásticos, llegando a 335 millones de toneladas en el mundo y 60 millones de toneladas en Europa. Esto supone unos 45 kilos por cada persona en el planeta al año y subiendo. En el caso de Europa, los plásticos más demandados son, por este orden, el polipropileno (PP), el polietileno de baja densidad (LDPE), el polietileno de alta densidad (HDPE), el cloruro de polivinilo (PVC), el poliuretano reticulado (PUR) o el tereftalato de polietileno (PET). ¿Y para qué se están utilizando todos estos plásticos? Según los datos de PlasticsEurope, un 39,9% se usan para envases, un 19,7% para construcción y edificación, un 10% para automoción, un 6,2% para el sector eléctrico y electrónico, un 3,3% para la agricultura, y un 4,2% para el hogar, el ocio y los deportes.
¿Es realmente necesario producir todo ese plástico? En este Día Mundial del Medio Ambiente se está llamando la atención sobre todo contra los plásticos de un solo uso (en línea con la propuesta de la Comisión Europea de prohibir productos como pajitas, platos y cubiertos de plástico). No obstante, habría que detenerse más en ese 39,9% dedicado a los envases. Se supone que un envoltorio debería servir para proteger o alargar la vida de los alimentos, pero hoy hay muchos ejemplos en los supermercados en los que esto no se cumple u ocurre lo contrario. En las redes sociales se ha creado un hashtag (#desnudalafruta) para denunciar los casos más absurdos de la moda de empaquetar con plástico hasta la fruta que tiene cáscara propia, como sandías, piñas… incluso cocos. Alimentos que duran menos por quitarle su envoltorio natural y ponerle plástico.
Así pues, cada vez se produce más plástico y a menudo de forma innecesaria. Y lo que es peor: mucho acaba en un vertedero o en medio de la naturaleza. Según asegura la propia industria, de los 2,3 millones de toneladas de residuos plásticos post-consumo recogidos en 2016 en España, la mayoría acabaron en un vertedero.
(*) Clemente Álvarez es responsable de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas
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