DANIEL LEGUINA (*)
Migrantes del 'Aquarius' a su llegada al puerto de Valencia. KENNY KARPOV / AFP
Los datos son claros y preocupantes: 68,5 millones de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares en 2017 -2,9 millones más que en 2016-, según el último informe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), titulado ‘Tendencias globales’. En detalle, el documento aclara que al término del pasado año había 25,4 millones de refugiados -20 millones auspiciados por ACNUR y 5,4 por la Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo-, 40 millones de desplazados internos y 3,1 millones de solicitantes de asilo.
Hoy se celebra el Día Mundial del Refugiado, y todo indica que estos baremos aumentarán en los próximos años, avivados por la escalada de conflictos armados, hambrunas, terrorismo y persecuciones. De los 25,4 millones de refugiados, más de la mitad son niños y más de dos tercios llevan más de cinco años viviendo como refugiados.
La distribución de estos menores es, empero, desigual. El África subsahariana es la región que cuenta con una mayor proporción, con más del 60%, mientras que en Bosnia y Herzegovina los niños sólo alcanzan el 6%. En todo el continente africano los menores representan el 51% de los refugiados, el 50% en Asia-Pacífico, el 29% en Europa y el 20% en América. Por sexos, el 51% de los refugiados en África son mujeres, mientras que en Oriente Próximo y Norte de África llegan al 50%. En Europa alcanzan el 39%, el 48% en Asia Pacífico y el 47% en América.
Un año más, Siria encabeza la lista de refugiados, con 6,3 millones y un 14% más que en 2016. Le siguen Afganistán, con 2,6 millones, y Sudán de Sur, que en sólo un año ha aumentado en un millón, llegando a los 2,4. El éxodo masivo de ‘rohingyas’ por la represión estatal ha colocado a Birmania entre los diez primeros países, con 1,2 millones de refugiados. Entre los estados de acogida, Turquía sigue en cabeza con 3,5 millones- de los que 3,4 son sirios-, seguido de Pakistán y Uganda con 1,4 millones cada uno; Líbano con casi un millón de sirios; e Irán con 979.000 afganos.
En España, la odisea del ‘Aquarius’ ha marcado los primeros días del Gobierno de Pedro Sánchez. Sin duda, acoger a los 630 migrantes del barco es un importante gesto humanitario tras la negativa italiana. Los líderes mundiales deben dar prioridad a salvar vidas, y hasta que esto no se convierta en un acuerdo común entre los estados el asunto estará lejos de poder arreglarse. Con documentos de viaje o sin ellos, las personas que huyen de situaciones de persecución o guerra tienen que ser autorizadas a cruzar fronteras, por mar o tierra.
El asilo es un derecho y los Gobiernos han de establecer sistemas sólidos de atención a los refugiados, tratar sus solicitudes con justicia, reasentar a los más vulnerables y atender sus necesidades básicas, como educación y sanidad. Perseguir y enjuiciar a las redes de traficantes que explotan a los refugiados es un asunto capital. En este sentido, Amnistía Internacional recuerda que estas mafias asesinan a los migrantes cuando sus familias no pueden pagar el rescate.
Las soluciones a este rompecabezas no serían complicadas de conseguir si los gobernantes demostraran coraje político y antepusieran la solidaridad y la compasión a los intereses mezquinos de algunos líderes, como el xenófobo italiano Matteo Salvini o el estadounidense Donald Trump, que basan su discurso del miedo en argumentos vacíos como que la llegada de refugiados aumenta la criminalidad y dispara la conflictividad social. Las encuestas, año tras año, dicen lo contrario: la realidad es que los inmigrantes cometen menos crímenes per cápita que los nativos.
(*) Daniel Leguina es responsable de Comunicación de la Fundación Alternativas
Hay 1 Comentarios
¡Viva Salvini!
Publicado por: Rafa | 13/07/2018 12:22:40