Luis Prados

Sobre el autor

es corresponsal en México, Centroamérica y el Caribe. Desde febrero de 2007 ha sido redactor jefe de la sección de Internacional de El PAÍS. Ahora empieza una nueva etapa.

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Esta mexicana no se rinde

Por: | 25 de enero de 2011

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Esta mujer no se rinde. Esta mujer no sonríe. Esta mujer no exhibe el porte altivo de aquel narcotraficante apodado La Barbie ni de su amigo El JJ, detenidos por la Policía Federal y presentados ante la opinión pública vestidos con la misma ropa cara de marca, como si ese fuera el uniforme del éxito rápido y seguro, la vieja y poderosa atracción del “vive rápido, muere joven y haz un cadáver bonito”. A esta mujer ninguna autoridad competente le ha preparado un luminoso escenario como hizo hace tan solo unos días con El JJ, presentado junto a su guapísima novia, una reina de la belleza colombiana, y delante de un pequeño pero muy poderoso arsenal de armas nuevas y relucientes. Ni tampoco los principales medios de comunicación mexicanos le han concedido a esta mujer –y sí a La Barbie, y sí a EL JJ-- espacios en horarios de máxima audiencia, entrevistas con periodistas famosos. Esta mujer –María Santos Gorrostieta—no tiene nada que ver con ellos. Aunque sí con sus balas.

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Sonrisas de ley

Por: | 17 de enero de 2011

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El payaso del pelo azul se llama Trompetilla. Y el otro, Bombón Dulcito. Aunque en realidad se trata de Alejandro Khaon y Tomás Lumbreras, respectivamente, policías de San Nicolás de los Garza, un municipio a las afueras de Monterrey, en la actualidad una de las ciudades más violentas del muy violento Estado de Nuevo León. El caso es que Trompetilla y Bombón Dulcito se dedican a ir por las escuelas advirtiendo a los chavales del peligro del pandillerismo, las drogas y el crimen organizado. Pero, el pasado martes, seguramente a la hora del recreo, los agentes Alejandro y Tomás sorprendieron a la pareja de la fotografía metiendo sus manos en bolsillo ajeno y, sin desmaquillarse ni quitarse las pelucas, les echaron el guante. Fíjense en el estupendo retrato de la agencia Reuters. La tristeza de los malandros. La alegría de los policías. En este México que se despierta cada mañana con una tremenda resaca de sangre –más de 15.000 muertos en 2010, más de 500 en lo que va de 2011-, la imagen puede ser el mejor reclamo turístico de un país que pese a todo no pierde ni la alegría ni la esperanza de que algún día no demasiado lejano las guerras sólo sean de pasteles.

Y, para no perder el tono optimista –que ya vendrá la realidad con las rebajas-, una recomendación musical. Aunque últimamente el tableteo de los fusiles de alto poder apenas permite escuchar otra cosa, el grupo estadounidense Beirut supo atrapar en su álbum March of the Zapotec toda la tradición musical de Oaxaca. Grabaron el disco en el sur de México, con intérpretes locales. Este vídeo –con la versión de La Llorona- es solo una pequeña joya de un cofre muy completo. Que lo disfruten.

 

El País

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