Déjenme que les haga una pregunta: ¿se debe publicar la fotografía de una mujer colgada de un puente de Monterrey, desnuda de cintura para arriba, con un mensaje de sus asesinos pintado en la espalda?
Sí. ¿Por qué? No. ¿Por qué? Depende. ¿De qué…?
Cuartoscuro, una muy buena revista de fotografía que se edita en México DF cada dos meses, cuesta 30 pesos (1,8 euros) y ya cuenta con 18 años de vida, dedica su último número a un debate recurrente en México desde que arreció la violencia asociada al narcotráfico. ¿Deben publicarse las fotografías de los ajusticiados medio desnudos, de las cabezas sin cuerpo colocadas en la acera, de los jóvenes cuerpos apilados en la morgue siempre repleta de Ciudad Juárez, de los niños que acaban de quedarse huérfanos abrazados a jóvenes abuelas que a su vez se abrazan a grises ataúdes de cinc? ¿Qué debe hacer un fotógrafo cuando llega a un rancho de Tamaulipas y se encuentra los cuerpos sin vida de 72 migrantes asesinados quién sabe por quién ni por qué? ¿Hacer clic? ¿O tal vez cerrar los ojos, guardar la cámara, darse la vuelta?