Luis Prados

Sobre el autor

es corresponsal en México, Centroamérica y el Caribe. Desde febrero de 2007 ha sido redactor jefe de la sección de Internacional de El PAÍS. Ahora empieza una nueva etapa.

Eskup

Mariano y el Nuevo Mundo

Por: | 25 de noviembre de 2011

Rajoy
A punto de ser volatilizados todos por la crisis económica europea era lógico que la política exterior estuviese ausente en la campaña electoral española, al fin y al cabo tampoco ha existido nada digno de tal nombre en la última década. También es lógico que salir de la tormenta sea la prioridad del futuro Gobierno de Mariano Rajoy, pero sería deseable y, llegado un momento incluso urgente, desarrollar una diplomacia pragmática, selectiva, coherente y sostenida a largo plazo hacia América Latina.

América Latina es hoy un "extremo Occidente" como le gusta llamarla al experto José Juan Ruiz en el que 150 millones de personas han ingresado en la clase media en los últimos 10 años, donde crecen empresas multinacionales, las llamadas multilatinas, que se expanden por todo el globo y un continente que pide paso en las instituciones mundiales como se ha visto, por poner dos ejemplos, en los casos de Brasil llamando a la puerta del Consejo de Seguridad de la ONU o del presidente del Banco Central de México, Agustín Carstens, compitiendo por la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI).

El fracaso de la reciente Cumbre Iberoamericana de Asunción y la próxima reunión de Cádiz en 2012 debería servir para que España sentara las bases de una nueva estrategia menos retórica, menos paternalista, menos ideológica y más de igual a igual con las nuevas democracias latinoamericanas.

Para empezar el enfoque debería ser mucho más selectivo y evitar el espejismo de tratar de impulsar una política continental. América Latina son más de 20 países con más de 20 circunstancias políticas diferentes, en las que es muy difícil encontrar debates comunes entre Tijuana y Tierra de Fuego como los que recorren a la unificada Europa. Adoptar prioridades caso por caso podría ser más útil.

Tampoco parece muy práctico ante el reto y la oportunidad que representan países como Brasil, México, Colombia, Argentina, Chile o Perú empecinarse en querellas, que ya han probado una y otra vez en el pasado su esterilidad, con regímenes como los de Venezuela o Cuba, que como se decía en lenguaje franquista durante la agonía del dictador solo esperan "el fatal desenlace biológico" de sus líderes.

Ni probablemente sea un problema en los años por venir restringir o no la inmigración. Rajoy, a quien le gustan las frases del tipo "hay que hacer lo que hay que hacer" y "aquí caben los que caben", quizá debería empezar a pensar en la nueva emigración española hacia América, hoy un goteo entre las clases medias que mañana puede ser un torrente. En este sentido, pese a los avances en los últimos 20 años de los bancos, empresas, instituciones culturales y agencias de cooperación españolas en América Latina, aún falta mucho por hacer en formación técnica, científica y profesional de jóvenes, en intercambios académicos y viajes, en becas para latinoamericanos en España y para españoles en América, un sueño muy difícil de alcanzar hoy para un muchacho de Ciudad de México, Managua o Medellín pero también dentro de nada para uno de Getafe o de Dos Hermanas.

Numerosos analistas han recordado en los últimos meses cómo América Latina sorteó su crisis y subrayado que algunas de sus recetas entrañan lecciones para Europa. No sé si en términos técnicos tienen razón, pero desgraciadamente en este continente hace falta aún mucha Europa con su Estado de derecho, su Estado de bienestar y su modelo de integración regional. Pero la Europa actual defrauda también en este hemisferio y América Latina mira cada vez más al Pacífico y a China.

España cuenta frente a todos sus competidores con un valor estratégico único: el idioma. Sería imperdonable que la falta de ideas y las palabras vacías nos hicieran perder otra década. Al fin y al cabo en qué otro lugar del mundo puede ocurrir como me pasó ayer en Ciudad de México que el taxista, al enterarse de que era español, me pidierra permiso para mostrarme el libro que estaba leyendo, nada menos que la Historia de los heterodoxos españoles, de Menéndez Pelayo, en una vieja edición de Porrúa, y me preguntara a renglón seguido: ¨¿Qué quiere decir heterodoxos?"

 

El precio del mañana

Por: | 18 de noviembre de 2011

ELPRECio
Los avances en ingeniería genética han logrado detener el envejecimiento a los 25 años. El tiempo es la nueva moneda. Los pobres viven literalmente al día. Se delatan porque caminan deprisa, comen deprisa, aman deprisa. Los ricos llegan a acumular siglos, viven cientos de años. Los niños nacen con un reloj de 13 cifras en el antebrazo, que se activará al cumplir los 25. El aspecto que se tenga en ese momento quedará para siempre. Suegras, cuñadas, esposas, hijas, hermanas aparentan la misma edad. El tiempo se transfiere, se paga, se presta, se regala, se roba con un simple apretón de antebrazos, como un rudo saludo de legionarios romanos. Por eso los ricos se lo tapan con un guante largo, para evitar ser asaltados. Un peaje de carretera puede costar dos meses de vida, un regalo generoso consistirá en una década, una partida de póker pondrá en juego miles de años. Pero los precios suben constantemente y se paga con la vida. Muchos pobres mueren desplomados en las calles, algunos ricos quieren morir cansados de sí mismos y del mundo.

Esta es la base de la película El precio del mañana del director estadounidense Andrew Niccol, recién estrenada en Ciudad de México. Niccol desperdicia una buena idea con un romance banal y adolescente de los protagonistas y no sabe sacarle partido ni a los dilemas morales ni a la confusión social y sexual que contiene su argumento. Los cuatro gatos que estábamos en la sala -la entrada es cara, 63 pesos, casi cuatro euros- salimos decepcionados. 

Ni mucho menos desarrolla sus implicaciones políticas. Por ejemplo, en este hemisferio está claro que el gran millonario sería Fidel Castro, que tras sobrevivir a nueve presidentes de Estados Unidos y a la Unión Soviética se encamina también a superar a su amigo Hugo Chávez. ¿Cuanto tiempo compraría el presidente mexicano Felipe Calderón por despedirse de su mandato con el Chapo Guzmán, el jefe del cartel de Sinaloa, entre rejas? ¿Qué daría Cristina Fernández de Kirchner por conservar su físico de los 25 años? ¿Intercambiarán décadas Raúl Castro y Ratzinger cuando el Papa visite Cuba en primavera?

Las dictaduras se contarían como eras geológicas, arrugas y canas no marcarían el desgaste de poder, la fatiga de los electores sería insoportable, líderes legendarios podrían volver al poder para intentar salvar a sus patrias una y otra vez, el rencor que dejan las guerras no tendría fin, algunos comentaristas estrella de los medios pontificarían sin interrupción...la renovación sería muy díficil, el progreso muy lento.

La película de Niccol tampoco sirve como parábola de la crisis económica que atraviesa Occidente pero ¿no es el precio del mañana lo que inquieta estos días a todos los ciudadanos de la Europa del sur? ¿Será América Latina quien tenga que prestar tiempo al Viejo Continente?

 

Managua sin GPS

Por: | 09 de noviembre de 2011

Managua
Empieza a ser una costumbre lo de llegar de noche a una ciudad desconocida. Recién aterrizado en Managua el taxista aparca al rato en la cuneta de la carretera y señala mi hotel. Le pregunto si estoy lejos del centro y me responde sin ganas: "Está usted en el centro". Bueno, pienso, de día todo se verá más claro. No es el caso. Miro por la ventana de mi habitación, en la primera planta, ya que al parecer debo ser penalizado por ser fumador, y veo la misma carretera de anoche que se extiende hacia el sur, la carretera a Masaya, la arteria principal de la capital de Nicaragua. Efectivamente estoy en el mero centro. Quién lo diría.

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