Amores Imaginarios

Sobre el blog

El componente humano primordial debería ser el del reconocimiento del otro. Sin los demás no podríamos existir. Por lo tanto, disfrutemos de “otros mundos” y que esa diferencia –en vez de aislarnos- sea el camino para conseguir un mundo más justo, menos convencional y más libre. En este blog rendimos homenaje a algunas de las más significativas creaciones humanas que han marcado nuestra existencia: libros, películas, autores, canciones, etc. y que han estimulado nuestra (mi) necesidad de pensar, sentir y gozar. Al mismo tiempo, es un espacio que indaga sobre la realidad humana e intenta contribuir a la reflexión y al aprendizaje.

Sobre el autor

Josep Giralt Josep Giralt. Trabajó en Canal Plus, en el Congreso de los Diputados y como fotoperiodista en América Latina, África y Asia. Coautor del libro Sentir Etiopía, (RBA), compatibiliza su trabajo como periodista en una Fundación con el de colaborador en tertulias de actualidad en Ràdio Barcelona-Cadena Ser. Anteriormente dirigió durante cuatro años el espacio Películas incómodas en Com Ràdio. Ha publicado artículos y entrevistas en El País, Avui, y El Mundo, entre otros. Su frase: "No sirvo ni para seguir ni para conducir", de Nietzsche; su película: Rocco y sus hermanos, de Visconti. Sus libros: Los ensayos, de Montaigne y Conversaciones, de Cioran.

¿La solidaridad del error y el extravío?

Por: | 19 de diciembre de 2013

Nunca pensé que en un período tan corto de tiempo se pudiesen sentir tantas sacudidas emocionales que cuestionaran el sentido de la existencia humana. En mi primer viaje a África aprendí que el camino a la deriva, o al desmoronamiento se puede producir en cuestión de segundos. Acababa de leer “Ebano” de Kapucinsky. Me impresionó de tal forma, que decidí llevarme otro de sus libros: “los cínicos no sirven para este oficio.” Leyéndolo evidencié que pasar por la vida de puntillas es una acción vacía y sin sentido, que para comprender nuestra humanidad, para sentir, explorar y descubrir precisamos de los demás. Cada noche me emocionaba con las reflexiones de su libro, sin imaginar que estaba a punto de experimentarlas en primera persona. Como me hubiese gustado tener entonces su experiencia, inteligencia y capacidad de análisis.

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Región del Tigray, Etiopía 2002 

Aún hoy y después de tanto tiempo, siento el peso de mi culpabilidad. De nada me sirven los pretextos para tranquilizar mi conciencia. Afortunadamente las personas no somos cosas, sino procesos. Cada cual crece a distinta manera y diferente velocidad.

Mi trabajo consistía en acompañar a un grupo de compañeros periodistas a Etiopía para que conociesen los proyectos de Action Aid. Regresando a la capital, se nos hizo tarde y tuvimos que pernoctar en una especie de motel, ubicado en Maichew a 665 kilómetros al norte de Addis Abeba.  Nunca he vuelto a pisar un lugar tan sórdido. Ni en la Ciudad de la basura de México he visto tanta mugre y miseria. El aire de aquel lugar era pesado y los olores nauseabundos. Me asignaron una lúgubre habitación de color ocre marchito sin apenas ventilación. Recuerdo que hacía un frío paralizante y que no entendía como las ratas podían pasearse por encima de nuestras mantas con tanta energía. ¿Es posible que a estas bestias no les afecte ni el frío? Aquel antro se fue llenando poco a poco de camioneros vociferando y de prostitutas. Se respiraba un aíre decadente digno de una película de Peter Glenville de los 60. 

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Maychew, Tigray 2002 / Fotografía de Josep Giralt

 

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El Poeta y el Sonido que emitían los Pájaros

Por: | 03 de diciembre de 2013

Debemos intentar dejar de ser tan escépticos. No por una singular elevación espiritual, sino por pura supervivencia. Cuestionarlo todo, mantener una conciencia crítica permanente puede resultar incómodo y sobre todo estéril. Cioran decía que la lucidez completa es la nada. Debe existir un punto final incluso para la conciencia.

He tenido la suerte de conocer algunas personas que han conseguido emocionarme y al mismo tiempo sacudirme desde su creatividad y pensamientos y que gracias a su particular mirada, me han hecho plantear infinidad de cuestiones por las que yo habría pasado de puntillas. A todas ellas les debo que me hayan proporcionado conocimientos y contenido. Es así como la cultura, y la relativa libertad que ella supone, llena nuestra existencia, de lo contrario no seríamos más que tierra baldía.  ¿Podemos llegar a imaginarnos como sería nuestro mundo si finalmente esta desapareciera? ¿Por qué este despreció categórico del poder hacía la ética y las humanidades?

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Manuel Rivas  

La primera noticia que me llegó desde la India sobre el método de trabajo del escritor Manuel Rivas, es que iba preguntando a los campesinos por el sonido que emitían los pájaros. El poeta había viajado al país asiático para entrevistar algunas personas que habían formado parte de la vida del cooperante Vicente Ferrer. El fin no era otro que obtener información de primera mano para su nuevo libro. Rivas recorrió numerosas comunidades rurales haciendo infinidad de preguntas y anotando en una pequeña libreta cualquier detalle que pudiese servirle de inspiración. En sus hojas se podían ver anotaciones, reflexiones y dibujos que reflejan su inagotable sed de conocimientos. ¿A qué hora cantan los pájaros en Anantapur?, fue una de las preguntas que más impresionó a su compañero de viaje el fotógrafo López-Soto. Ninguno de nosotros sabía entonces que aquella información la utilizaría en el capítulo que abre su último libro: “Son las dos aves, macho y hembra, que parecen marcar la pauta del tiempo para que no se nos escape de las manos. Chiluka, gorinka, macho y hembra, están también en Bathalapalli. En cada una de las piedras que rodean la tumba, traídas de distintos lugares de la India. Vuelan de piedra en piedra. Y de allí a los árboles que rodean la tumba de Ferrer. Son un regalo. Han venido por su cuenta”.

 

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El País

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