Es difícil no volver a los mismos temas de siempre. Uno no puede salirse de uno mismo, aunque lo pretenda. El talento consiste en saberlo y sin embargo sorprender a cada momento. A mí principalmente me preocupan las mismas cuestiones que cuando era muy joven, pero ahora con otra perspectiva y con más incertidumbres. ¿No debería ser al revés?
Me miro al espejo y ya no me reconozco. Sin embargo, en mi interior sigo siendo el mismo. Pero, con cierto miedo a perder aquello que necesito para seguir adelante. Hace dos años desapareció una de las personas más importantes de mi vida y me da pánico volver a pasar por lo mismo. No hay día que no piense en ella. Ahora comprendo muy bien el significado de la frase “La ausencia es el peor de los males”. Con la desaparición de Chiqui se me escapo la infancia por la ventana y la certeza de que con su marcha ya no hay forma de recuperarla. En definitiva, creo que la infancia es la única patria que existe.
La semana pasada mi compañera Raquel perdió parte de la suya. Se fue a los 93 años Lala, la guardiana silenciosa de sus primeros años. Leyendo la carta que escribió para su funeral, no puedo dejar de pensar que los afectos son nuestro mayor patrimonio.