Amores Imaginarios

Sobre el blog

El componente humano primordial debería ser el del reconocimiento del otro. Sin los demás no podríamos existir. Por lo tanto, disfrutemos de “otros mundos” y que esa diferencia –en vez de aislarnos- sea el camino para conseguir un mundo más justo, menos convencional y más libre. En este blog rendimos homenaje a algunas de las más significativas creaciones humanas que han marcado nuestra existencia: libros, películas, autores, canciones, etc. y que han estimulado nuestra (mi) necesidad de pensar, sentir y gozar. Al mismo tiempo, es un espacio que indaga sobre la realidad humana e intenta contribuir a la reflexión y al aprendizaje.

Sobre el autor

Josep Giralt Josep Giralt. Trabajó en Canal Plus, en el Congreso de los Diputados y como fotoperiodista en América Latina, África y Asia. Coautor del libro Sentir Etiopía, (RBA), compatibiliza su trabajo como periodista en una Fundación con el de colaborador en tertulias de actualidad en Ràdio Barcelona-Cadena Ser. Anteriormente dirigió durante cuatro años el espacio Películas incómodas en Com Ràdio. Ha publicado artículos y entrevistas en El País, Avui, y El Mundo, entre otros. Su frase: "No sirvo ni para seguir ni para conducir", de Nietzsche; su película: Rocco y sus hermanos, de Visconti. Sus libros: Los ensayos, de Montaigne y Conversaciones, de Cioran.

Del narcisismo y su fracaso

Por: | 24 de octubre de 2014

El sistema nos bombardea a todas horas y desde todos los frentes posibles con la idea del éxito. “Ser” significa ya muy poca cosa, de lo que se trata ahora es de “tener”. Somos básicamente lo que producimos y consumimos. 

No puedo dejar de pensar que buena parte de los males de nuestra época se deben al hecho de que hay mucha gente que está dispuesta a obedecer, sin plantearse siquiera si aquellos a los que obedece la están utilizando. El ser humano necesita conocer y disfrutar conociendo para poder decidir. Es justo lo contrario de lo que nos está pasando. Sometidos a nuestros trabajos y obligaciones, han conseguido que no tengamos tiempo ni para plantearnos por dónde empezar a consolidar nuestra existencia.

Nueva Delhi

Nueva Delhi-Josep Giralt

No estamos trabajando para “crecer”, estamos sobreviviendo para producir. Y eso, quienes tenemos la inmensa suerte de contar con un salario. Sin embargo, y pese a la supuesta recuperación económica, cada día hay más personas viviendo con mensualidades míseras, e incluso sin recibir retribución alguna a cambio. De estas últimas la mayoría trabaja con la esperanza de que algún día cambie su suerte, y lleguen a ser contratadas por la entidad que les está exprimiendo.  

Forges

¿Cómo alguien puede justificar un sistema que es incapaz de proteger a su ciudadanía? Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de julio de 2014, unos 1.500 millones de personas, un tercio de la población global, viven en situación de pobreza en todo el mundo o están bajo riesgo de padecerla. Según datos de la Alianza Española contra la pobreza, “85 personas manejan la misma riqueza que 3.500 millones”. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo un porcentaje tan inferior de ricos ha conseguido silenciar las necesidades de millones de personas? 

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La dictadura del sometimiento

Por: | 16 de octubre de 2014

 Deberíamos estar inmunizados contra la mezquindad y contra aquellos que hacen ostentación de poder y se aprovechan de él pulverizando al prójimo. Llevo años preguntándome cómo es posible que no sucedan más conflictos o que no haya una revuelta social definitiva. Estoy convencido de que no estalla una revolución porque desde el inicio de la crisis (con su consiguiente retroceso de derechos laborales y sociales), los damnificados no tenemos otra alternativa que demandar nuestras reivindicaciones en solitario. Además, porque la opresión con sus diversos mecanismos, (pobreza, miseria, violencia, etc.) se ha encargado de extirpar los sueños y anhelos de resistencia de millones de personas que viven sumidas en el silencio.  

Sin embargo, siempre me ha sorprendido la ingenuidad de los que ejercen el poder de forma absolutista. ¿De verdad piensan que las personas que viven amedrentadas y sometidas no aprovecharán la más mínima oportunidad para salir de este aletargamiento?

Delincuente

Anantapur-Josep Giralt

Recuerdo una jefa, que contrató a una asistenta latinoamericana a la que tenía absolutamente atemorizada. Igual la mandaba a comprar al supermercado (cargada como una burra), que tenía que hacer centenares de fotocopias para los apuntes de sus niños, o la enviaba a buscar una farmacia de guardia para comprar un chupete para la hija de una amiga. Obviamente se consideraba la más solidaria del planeta. Pero la verdad es que a aquella pobre mujer le temblaban las piernas cada vez que oía gritar su nombre por los pasillos. Ya se sabe que una mala palabra a tiempo puede humillar sin que uno se manche las manos. Otra cosa que la definía excepcionalmente bien era su manera de infravalorarla o ridiculizarla frente a los demás; con una fina ironía despótica. Tal y como decía Albert Einstein: “Hay dos cosas infinitas el universo y la estupidez humana y del universo no estoy seguro”.  En definitiva, un día pillé a la asistenta escupiendo con inquina en el café de la mañana. Nos miramos fijamente, pero no me atreví a intercambiar ni una  sola palabra.  

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El bochorno de la pobreza

Por: | 08 de octubre de 2014

Millones de personas en nuestro planeta no han podido disfrutar jamás de un libro, o una película. No han contado con los recursos que pueden convertir la cultura en un asidero al que agarrarse, ni tan solo comprenden la importancia de lo que estamos hablando. Sin embargo, no conozco mayor vacuna contra la derrota. Adentrarse en el dolor de los demás a menudo sirve para comprender y analizar el propio. Abrir un libro o permanecer ensimismado ante una pantalla de cine, no ayuda a pagar las facturas, pero puede tener el mismo efecto que sintió Alicia al cruzar el espejo. A menudo necesitamos de las experiencias de los demás para encontrar las herramientas que nos ayuden a abrir puertas.

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Anantapur-Josep Giralt

Tendemos a pasar la vida mirándonos el ombligo y haciéndonos cada vez más pequeños. Creemos que todo el mundo gira a nuestro alrededor, sintiendo solo aquello que comprendemos. Queremos un mundo distinto, pero apenas alcanzamos a ponernos en la piel de los que se han quedado fuera del cuadro. Seguramente pensamos que bastante tenemos con conservar nuestro empleo y con no perder nuestra casa. Un verdadero lujo si lo comparamos con la mayoría de las infraviviendas en las que sobreviven millones de familias diseminadas por todo el mundo. Sin duda, no tenemos capacidad para soportar mucho más. Estamos pasando por momentos difíciles. A pesar de la recuperación de la que nos hablan algunos políticos, nuestra situación sigue siendo de una precariedad insultante. En realidad la mayoría estamos pendientes de un hilo. En la actualidad, pasar de la pobreza a la pobreza absoluta es tan solo una cuestión de suerte. Este capitalismo brutal, a menudo mafioso, deja indefensa a la parte más vulnerable de la sociedad.

Matar de hambre

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El País

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