Las fronteras de la deshumanización

Por: | 03 de noviembre de 2014

 Nuestra época, como toda época de crisis exige un análisis en profundidad. Indagar y conocer mejor el fondo de la condición humana, con el ánimo de encontrar respuestas debería servirnos para comprender mejor el mundo que nos ha tocado vivir. Es necesario reflexionar sobre lo que nos duele. 

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Mozambique-Josep Giralt

Difícil tarea. A estas alturas no tengo demasiada confianza en que la lucidez que pueda otorgarnos el saber, sea el camino para alcanzar la felicidad, más bien todo lo contrario. A menudo pienso que el daño más grave causado por los seres humanos es la mezquindad y sus derivados. Resultado de la falta de sentimientos, reflexión y empatía. De no ser así, no se entendería todo lo que nos está ocurriendo: ¿Cómo vamos a resolver el problema de la pobreza extrema? ¿Cómo explicar a aquellos que todavía dudan, de que no somos nosotros los que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? ¿Cómo sensibilizar al poder para que comprenda que nadie se va de su tierra o salta una valla por simple capricho? ¿Cómo explicarles, sin que se sientan amenazados, que deberían respetarse los sentimientos y cultura de otros pueblos?

Nunca ha dejado de sorprenderme el comportamiento de aquellos que se perpetúan en el poder. Deberían saber que sin justicia social no hay futuro posible en el mundo. El que no sea consciente, no entiende nada de lo que pasa. Sin libertad no vale la pena vivir, todo se corrompe y degrada. ¿Por qué no son capaces de ponerse por un minuto en la piel de aquellos que no han contado con sus mismas oportunidades? ¿Cómo pueden ser tan inhumanos para ni siquiera pensar que, de haber nacido en otras circunstancias, estarían dejándose la vida para intentar cambiar su destino y el de sus familias? ¿Qué más se necesita para remover sus conciencias?

Time

En definitiva, no entiendo qué tipo de personas son las que dirigen nuestro destino. Y he llegado a la conclusión de que lo único que desean de nosotros son nuestros votos, nada más. Quienes deberían proteger a los más desfavorecidos andan pendientes sólo de cuidar sus propios intereses. El sistema orquestado a su medida ya se encarga de protegerlos. De todos modos, estoy convencido de que el camino no es el rencor, ni el odio, sino la justicia. La historia de la humanidad es una imponente lista de estupideces y maldades. Creo, que a pesar de todo el daño causado, nuestro deber principal es luchar, pese a todo, contra toda estupidez y maldad. Desde la inteligencia y la bondad.

Estoy cansado, saturado y entristecido con el tema del conflicto territorial entre el Estado Español y Catalunya. No pretendo, (ni sabría hacerlo) dar una clase de historia a nadie. Tampoco quiero insistir sobre los agravios cometidos por los diferentes Gobiernos de España (que no es lo mismo que sus ciudadanos) a Catalunya. Ni tan siquiera pretendo recordar cómo los líderes políticos y medios de comunicación han ido intoxicando, a una ciudadanía que se ha dejado influir y confundir a base de estereotipos y de tópicos simplistas y ofensivos. Soy catalán, igual que podría ser chileno. Es una cuestión puramente circunstancial. 

España Catalunya

No obstante, todo y reconociendo el daño causado por el desprecio, la ignorancia y la soberbia, de una clase política que no ha sabido anexionar y proteger otras culturas, -igual de históricas que la española-, al conjunto de su territorio, no puedo dejar de sentirme cada día más alejado de todo nacionalismo. He llegado a esta conclusión, después de comprobar no sin cierto sufrimiento, que todos ellos, adolecen de las mismas actitudes reaccionarias y excluyentes: “O eres de lo míos, o estás contra mí. Prohibido disentir”. Por mucha razón que uno crea que puede llegar a tener, ésta se acaba perdiendo, cuando haces sentir terriblemente pequeños a quienes no comparten las mismas ideas. No debería haber nada, ni nadie que pudiese pasar por encima de la libertad de conciencia individual. No podré ser nunca un patriota de bandera. Mi única patria posible es la infancia.

El Roto

Hoy no sólo padecemos la crisis del sistema capitalista, sino de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la deificación de la técnica y la explotación del hombre. ¿A qué Estado le importa en la actualidad los problemas metafísicos del ser humano? ¿Por qué nadie discute de las principales opresiones que nos han llevado a un mundo donde reinan las desigualdades y el absolutismo económico? El mercado se ha erigido en poder. Déspota invisible, controla con sus órdenes la dictadura del hambre, la que ya no respeta ideologías ni banderas, y acaba por igual con hombres y mujeres. Un ejemplo palmario de la deshumanización que estamos viviendo. ¿Cómo se abordarán desde un nuevo Estado dichos problemas?  De seguir así, cualquier Estado que forme parte del sistema actual tiene la batalla del humanismo perdida.  

Mundo

Es indudable, que estamos recogiendo los frutos de una herida histórica que no se cerró bien y que los políticos de turno han enquistado deliberadamente con el único fin de sacarle rédito electoral. Nuestra lucha debería ser conjunta, y nuestra principal finalidad acabar con las desigualdades y con un sistema injusto que provoca el sufrimiento de millones de seres humanos en el Estado Español, en Catalunya y en el resto del mundo. Esa es la verdadera solidaridad. Ernesto Sábato, que era un hombre de una excepcional sensibilidad e inteligencia decía: “El hombre que explora su propio corazón explica así el corazón de sus semejantes, y a la inversa: La gran paradoja existencial es que tanto más el hombre ahonda en su propia alma, tanto más podrá llegar a la Universalidad”.

Dejar de ser ovejas

No podemos, ni debemos conformarnos con los que nos cuentan. No debemos dejarnos convencer por ningún interés espurio. Todos y cada uno de nosotros tenemos nuestras razones y sentimientos. Nuestra obligación moral es ponernos en la piel de los demás para intentar comprender. Cualquiera de nosotros es un conjunto de contradicciones. Todos somos, no digo algunos, sino todos, una mezcla de bondad, maldad, espíritu critico, ignorancia, generosidad y egoísmo, valentía y cobardía. El hombre solo no existe. Las personas nos construimos gracias a los demás. El problema metafísico central del ser humano es su condición efímera y mortal, su esencial transitoriedad. La vida y su contenido. Eso es lo que debería preocuparnos.

Insisto, es el triunfo del neocapitalismo el que ha dejado en la cuneta a millones de seres humanos. ¿Como pensamos acabar con la pobreza y la desigualdad fuera y dentro de nuestras fronteras, sino somos capaces de generar un sistema alternativo que ponga en el centro del desarrollo la dignidad humana? 

  Prensa

"Un buen periódico es una nación hablándose a sí misma."  Arthur Miller 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Amores Imaginarios

Sobre el blog

El componente humano primordial debería ser el del reconocimiento del otro. Sin los demás no podríamos existir. Por lo tanto, disfrutemos de “otros mundos” y que esa diferencia –en vez de aislarnos- sea el camino para conseguir un mundo más justo, menos convencional y más libre. En este blog rendimos homenaje a algunas de las más significativas creaciones humanas que han marcado nuestra existencia: libros, películas, autores, canciones, etc. y que han estimulado nuestra (mi) necesidad de pensar, sentir y gozar. Al mismo tiempo, es un espacio que indaga sobre la realidad humana e intenta contribuir a la reflexión y al aprendizaje.

Sobre el autor

Josep Giralt Josep Giralt. Trabajó en Canal Plus, en el Congreso de los Diputados y como fotoperiodista en América Latina, África y Asia. Coautor del libro Sentir Etiopía, (RBA), compatibiliza su trabajo como periodista en una Fundación con el de colaborador en tertulias de actualidad en Ràdio Barcelona-Cadena Ser. Anteriormente dirigió durante cuatro años el espacio Películas incómodas en Com Ràdio. Ha publicado artículos y entrevistas en El País, Avui, y El Mundo, entre otros. Su frase: "No sirvo ni para seguir ni para conducir", de Nietzsche; su película: Rocco y sus hermanos, de Visconti. Sus libros: Los ensayos, de Montaigne y Conversaciones, de Cioran.

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