Emile Cioran decía que un libro que no provoca una herida, es un proyecto fallido. Ocurre lo mismo con el periodismo. Debe inducir algún tipo de cambio. El deber de un buen periodista es informar, informar desde la humildad, de manera que ayude a la humanidad a no perpetuar los mismos clichés, a ser menos arrogantes, y a tener una menor predisposición al odio y mayor a la comprensión.
Lo que escribimos debe servirnos para aumentar nuestro propio conocimiento, y también el del otro. Pero sobre todo debemos hacerlo desde la verdad, -indignados si es necesario-, pero jamás sintiéndonos superiores a nadie. Debemos conocer para comprender, y debemos comprender para tomar buenas decisiones y actuar. Aunque nos parezca incómodo, o políticamente incorrecto cuando de lo que hablamos es de temas delicados o dolorosos como son los abusos sexuales y explotación de menores por parte de miembros de algunas organizaciones humanitarias. Siempre he creído que no es un fenómeno generalizado, lo que no quita su enorme gravedad. Cuando Tagore se enfrentaba ante un grave problema que no había sabido predecir decía: “Leemos mal en el mundo y después decimos que nos engaña.”
Malawi-Josep Giralt
Las últimas noticias relacionadas con las orgias de personal de Oxfam-Gran Bretaña ponen la carne de gallina. Llevo más de veinte años trabajando en organizaciones no gubernamentales. He viajado durante mucho tiempo por América Latina, África y Asia. Lamentablemente no soy lo suficientemente ingenuo como para creer que estas aterradoras prácticas no pueden producirse dentro del mundo de las ONG. ¿Hay algo más obsceno que aprovecharse de la vulnerabilidad de los más débiles?. En realidad, no están junto a ellos para luchar por su dignidad? ¿Cómo pueden caer tan bajo? ¿Cómo consiguen dormir después de abusar de alguien tan indefenso y golpeado por la vida? Sin embargo, sigo creyendo que nadie se hace malvado de repente.
Tal y como menciona Rafael Vilasanjuan en su espléndido artículo “La ayuda y el sexo”: “No podemos evitar todas las conductas depravadas, pero desde la distancia intuyo al menos tres errores. El primero fue ocultar al público la evidencia conocida internamente y no tomar medidas drásticas, aunque salieran a la luz. El segundo, un error igual de grave, sería confundir a toda la organización por la conducta depravada de algunos trabajadores –afortunadamente se cuentan con las manos- y el temor a hacerlo público”.
Anantapur-Josep Giralt
Nadie puede defender lo indefendible. No creo que nadie tenga el valor de hacerlo. Se han de perfeccionar los códigos de conducta para evitar que se repitan casos, y también y no por ello menos importante, debemos reflexionar sobre qué nos está pasando y cuestionar de una vez por todas los mecanismos y consecuencias que ejerce el poder.
En definitiva, eso es de lo que estamos hablando. Sea este un poder económico, político o social. Solo desde una posición de dominio se pueden vulnerar los derechos y la dignidad de los más débiles. Como señala Vilasanjuan: “Deberíamos recordarles a todos los que quieren utilizar este escándalo sobre Intermón-Oxfam, que Gran Bretaña es el principal vendedor de armas a países como Arabia Saudí, que las utiliza sin control masacrando a población civil en Yemen. Sin desviar la gravedad de lo ocurrido. Si hay que recortar empecemos por ahí. ¿O es que esto no escandaliza?
Yo incluso iría más lejos. Y no se trata, una vez más de la mezquina estrategia del ventilador. ¿Somos acaso conscientes de que la mayor parte de los abusos sexuales a menores en el primer mundo están protagonizados por personas del entorno más inmediato de las víctimas? Todos los que abusan utilizan su posición de poder para lograr sus objetivos, estén estos donde estén. Según algunos jueces, existe "una desproporción entre las posiciones de abusadores y abusados, que determina una conducta de presión moral sobre la parte débil".
Insisto, no quiero infravalorar lo ocurrido. Sin embargo, no olvidemos que una investigación llevada a cabo por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades [Centers for Disease Control and Prevention (CDC) Atlanta, USA, estima que en su país aproximadamente uno de cada seis niños y una de cada cuatro niñas son abusados sexualmente. Aproximadamente, el 30% de los perpetradores de abuso sexual son miembros de la familia. Esta situación, ¿nos enfurece de la misma forma que la espantosa conducta de miembros de algunas organizaciones? ¿Pedimos aquellos que quieren tener hijos un código de conducta?, ¿Qué hacemos cuando el enemigo está en casa?
Tanto las víctimas sobre el terreno en el que trabajan las organizaciones no gubernamentales, como las de los países ricos sufren para siempre las consecuencias de estos delitos: intranquilidad de por vida que se manifiesta en episodios de depresión y ansiedad, por no hablar de los que no pueden vivir bajo el peso de las circunstancias y se quitan la vida. Muerte provocada por una paulatina pérdida de autoestima, hipersensibilidad, incapacidad para olvidar lo vivido y bloqueo emocional.
Otras consecuencias son el miedo a la afectividad, miedo a la figura masculina y en algunos casos alteración del desarrollo de la sexualidad. Hace muchos años conocí a una mujer de la alta sociedad que me dejaba como detalle mis pasteles favoritos en la puerta de casa. Durante tiempo sufrió de un bloqueo emocional y de una indolencia que me disgustaba. Un día me confeso que era violada por una de sus hermanos sistemáticamente. Eso sí, la familia tenía un palco en el Liceo y eran venerados por medio Barcelona. Es un caso similar al que nos cuenta Dalmau en una de las mejores biografías que he leído nunca “Los Goytisolo”. En el libro se revela cómo el abuelo abusaba de Juan Goytisolo. Era un secreto a voces, que jamás se atrevió nadie a mencionar en voz alta. Le dejaron a solas con aquel hombre enfermo, hasta que tuvo la posibilidad de volar para no regresar nunca más. Aquel suceso condicionó su existencia.
Me entristece pensar en el desastre que estos hechos pueden suponer para intermón-Oxfam, o para otras organizaciones. El trabajo que realizan sobre el terreno es imprescindible. Supongo que como todos, aprenderán de los errores de gestión y comunicación que se hayan cometido. Sin embargo, deberíamos evaluar con la misma vara de medir a todos aquellos que abusan de su poder con los más débiles. Y deberíamos empezar por nosotros mismos, y con nuestra forma de enfrentarnos a unos hechos de los que prácticamente no queremos hablar. Es un tema muy incómodo, que genera mucho rechazo, también por parte de los propios profesionales.
No puedo dejar de preguntarme, ¿dónde habrán aprendido el abuso de poder y salvajismo aquellos miembros de las ONG que han sido descubiertos? ¿Dónde aprendieron a ser malas personas? ¿en África?, ¿durante el terremoto de Haití? ¿En una guerra? ¿No se trataba en realidad de salvar vidas? Las malas prácticas, el incalificable error que han cometido no lo aprendieron de sus víctimas. Lo asimilaron en nuestro mundo. En nuestras casas, con nuestras familias, amigos, universidad o trabajo. No los disculpa, pero de algún modo nos condena a todos.
Deberíamos evaluar con la misma vara de medir a todos aquellos que abusan de su poder con los más débiles.
“El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio”. Italo Calvino, el final de “Las ciudades invisibles”.
No podemos caer en la simple condena sin antes examinarnos. Debemos hacernos preguntas antes los enigmas y complejidades del ser humano. Condenemos la maldad, e intentemos acabar con ella, aunque sea desde dentro. Todo se reduce siempre al poder.
“Los poderosos tienen los mismos guardianes y cerrojos. Políticos de cualquier ideología, delincuentes de guante blanco, mafiosos, capitanes de empresa, banqueros, divos del espectáculo, cardenales y papas de Roma, a todos los iguala un mismo guardaespaldas cuyo criterio es indispensable para aprender la última filosofía: cómo ser libre detrás de una puerta blindada". Manuel Vicent dixit.
No podemos caer en la simple condena sin antes examinarnos.
Las ONG son cada vez más necesarias, y no solo por la calidad profesional y humana de la mayoría de su plantilla. Parte de los mejores especialistas y amigos que me he encontrado en mi trayectoria profesional han sido y son miembros de la Fundación Vicente Ferrer, Médicos sin Fronteras, Manos Unidas, Ayuda en Acción, Fundació Barça, e Intermón –Oxfam. Son necesarios para abrir esas puertas blindadas de las que habla Manuel Vicent. Han conseguido cambiar millones de vidas logrando un extraordinario impacto social, aportando futuro a sus destinatarios, trabajando muy duramente. No se merecen que ahora sean recordados por unos hechos que a la mayoría de sus integrantes les repugna y entristece.
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