"En las fiestas patrióticas también los espectadores forman parte de los comediantes". Friedrich Nietzsche
"Ganamos justicia más rápidamente si hacemos justicia a la parte contraria". M. Gandhi
Me encontré una y otra vez dándome cabezazos contra la pared. ¿Cómo puede existir gente a la que el dolor ajeno le resbale como si llevase puesto permanentemente un impermeable? ¿porqué la brutalidad de los que ostentan el poder es habitualmente amparada por el sistema?
Son la derecha de oro e ignorancia. Mi ex suegro, el banquero tenía una casa-castillo con piscina, cancha de tenis y capilla. En el salón habia una escalinata con dos gigantescos colmillos de márfil y un enorme elefante de ébano comprado en algún resort de África. Una ostentosa biblioteca de nogal oscuro cubría el salon de punta a punta; best-sellers de Vízcaino Casas, Alfonso Ussía, César Vidal y Pío Moa daban al lugar un aspecto todavía mucho más siniestro. En el dormitorio principal dos camas separadas y en el cabezal de la madre un sinfín de tallas de madera, representaciones y cruces con la imagen de Jesucristo retorciéndose de dolor y aburrimiento. En definitiva, el obscurantismo y mal gusto como categoría estética.
En un lateral del jardín y tras unos tupidos y simétricos setos se encontraba la caseta del perro. Un schnauzer negro que sufrió la brutalidad y abandono de sus amos hasta el último minuto de su dolorida existencia. La garita del animal estaba cercada por una verja altísima para que no tuviese ni la más mínima posibilidad de escaparse.
Como a nadie le importaba su cuidado, la mierda iba amontonándose en la jaula hasta la náusea. El hedor que se desprendía en aquella zona hubiese provocado las arcadas del hombre más curtido del mayor vertedero de México. Cada vez que yo visitaba aquella finca (cuando no se encontraban sus propietarios) mi ex mujer y yo nos arremangábamos y nos poníamos guantes de goma y con escobas, paletas y detergente dejábamos aquel lugar irreconocible. Y así hasta la siguiente visita.
Si me dieran un euro por todas las veces que sentí el impulso de arragar por el pescuezo al banquero -con el mismo collar de descarga eléctrica que él había comprado para adiestrarlo- hoy tendría la fortuna de los Trump y Amancio Ortega juntos.
En El Desencanto, los hermanos Panero reprochan a su madre que diese muerte -en su presencia- a una camada de cachorros ahogándolos en el río. Ella replica que antes de meterlos en el agua tuvo la consideración de hacer unos pequeños agujeritos en la caja pensado que así dulzificaba sus últimos minutos de vida. ¿Hasta que punto puede influir la frialdad de una madre provinciana y burguesa en la interpretación que puedan tener esos niños del mundo? ¿A quién puede sorprender el resultado de semejante influencia?.
Uno de los grandes méritos del docudrama de Chávarri es que la cámara haya dado todo el protagonismo a la oralidad desatada de los Panero. Nos encontarmos ante un discurso-testimonio lleno de ruido y furia, digno de una tragedia de Shakespeare. Es la familia prototipo del franquismo mostrando sin pudor toda su decadencia.
No puedo dejar de preguntarme si la brutalidad, el fanatismo y la doble moral con la que tuvieron que convivir son consecuencia de un país habituado a guerras civiles, garrulismo y dictaduras. A tantos siglos de misal y sable. Según los datos obtenidos por investigadores británicos y franceses, "España, en 1900, alcanzaba apenas el nivel ya superado por Inglaterra o Francia en 1675: 45 por 100 de hombres alfabetizados”. Es decir, culturalmente había en España en 1900 un atraso de más de dos siglos.
La modernidad de la que tanto se presumió en la España post transición no ha sido más que un pacto para la desmemoria. El estado español se adueñó de una de las máximas más conocidas de Goethe y prefirió apostar por la injusticia, por miedo al desorden. En la cuneta dejó a su suerte a infinidad de ciudadanos –la mayoría ya han fallecido- sin que pudiesen cerrar bien sus heridas. Como decía Camus: “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo.” Posiblemente esta sea una de las causas por las que el eterno problema de las dos Españas no se ha resuelto todavía. Después de casí medio siglo, la herida sigue abierta.
Los hermanos Panero, Michi, Juan Luis y Leopoldo fueron víctimas de un régimen donde por supuesto eran más importante las prohibiciones que la escuela y donde reinó durante cuarenta años la corrupción, el miedo y el patrioterismo más casposo. Ellos se resarcieron convirtiéndose en emblema propicio de la Transición española, llegando a formar parte de una emblemática generación pasada de drogas y literatura, que perdió por el camino cualquier atisbo de respeto a las jerarquías y a todo lo que simbolizará el orden y los convencionalismos. ¿Quiénes serían hoy los hermanos Panero si hubiesen crecido en la “desarrollada” España del socialismo de diseño de los años ochenta?
A la hora de valorar el presente nunca está de más echar una ojeada a nuestro pasado para comprenderlo. Aquellos niños bien que airearon las cloacas del sistema y que simbolizaron el asesinato freudiano de la dictadura, poco hubiesen imaginado que todo aquello que condenaron - y que les causó tanto sufrimiento- permanece hoy inmutable en nuestro país enmascarado bajo el nombre de democracia.
No pienso odiar a mi ex suegro, a pesar de todo el daño que nos causó. Sin embargo, no puedo evitar relacionarlo con la parte más oscura y cutre de esa España que se niega a desaparecer. La nueva democracia iba a traernos una apertura cultural al mundo y a nosotros mismos y, sin embargo, nos encontramos ante la mayor crisis social y educativa de los últimos tiempos. Nos hemos convertido en vulgares espectadores de telebasura y en ciudadanos alienados (parapeteados en las redes sociales) que permanecemos impasibles ante la “indemnización en diferido” más perversa, surrealista y caótica de toda nuestra historia.
El gobierno actual ha decidido, como siempre, salvaguardar la patria protegiendo a las entidades financieras. La elección es la de asegurar la estabilidad de los mercados, absorbiendo los recursos de la mayoría de los ciudadanos a través de los recortes y aumento de impuestos. Cuando todavía a alguien le quedan fuerzas para indignarse y protestar (con todos los mecanismos del estado en contra), tienen el coraje, de responder llamándote nazi sin el menor atisbo de vergüenza. Lo que toca ahora es “comunicar” desde las pantallas de plasma, sin tener siquiera ese derecho fundamental que es preguntar. ¿Qué diría el visionario de George Orwell a todo esto?. Por consiguiente, lo que corresponde es gobernar para los mercados eliminando la participación política de la ciudadanía. En definitiva, neoliberalismo de procesión y mantilla en estado puro y sin objeciones. Realmente, ¿estamos tan lejos del desencanto de los Panero?
LA MEDITACIÓN IDIOTA A LA HORA DE ACOSTARSE SOLO DE JUAN LUIS PANERO
Si has dicho, y repetido en tantas ocasiones,
que tu único amor es una maleta, por qué te quejas y protestas mientras mira el techo de tu cama solitaria.
Víctima, juez, y al final verdugo,
aún puedes sentir que te estremeces porque alguien te quiere,
pero tú elegiste, en cierto modo, ese destino,
Y ahora debes pagar el precio.
Tú que pronunciaste “te quiero”, tantas veces,
Para reírte luego de tu propia frase,
¿qué esperas? ¿a quién pides en vano?
Si cuando encuentras a alguien que comparte tus días,
Tus noches más terribles, tu suma de fracasos,
Te da miedo decirle “sigamos juntos siempre”
Aunque sea una frase, aunque no te la creas,
¿qué final es el tuyo? ¿qué es lo que aguardas?
Y si también te quejas de las grotescas farsas
que a menudo, inútiles construyes
con frívolas historias, palabras mercenarias,
¿qué pretendes?¿qué piensas de la vida?
La vida no es un juego, debiste comprenderlo,
Y si hay algo muy claro es que has envejecido.
Confórmate y aguanta, y no pidas milagros,
Que el vodka te acompañe al silencio y al sueño.
A los pies de tu cama, como una perra en celo,
La muerte, servicial, te da las buenas noches.
“The poet behind the madness” entrevista a Leopoldo María Panero en Las Palmas de Gran Canaria.
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