“Out of sight, out of mind”. La sabiduría popular es como los frutos de un árbol. Los refranes son el resultado del conocimiento de la vida, pero no tienen la categoría de las “locuciones o frases hechas” pensadas por intelectuales y eruditos. Los refranes son la vida misma en formato breve, conciso y rotundo. “Ojos que no ven corazón que no siente”.
Tengo una conciencia muy moldeable, dúctil. Me invento mis propios subterfugios para poder mirarme a la cara. Me gustaría retroceder y empezar de nuevo. No avanzo. Me ocurre que cuando veo a gente complaciente, o luciendo su palmito contenta de haberse conocido, me digo a mí mismo, ¿de qué estarán tan satisfechos? Pienso que al final, en nuestros días, en esta sociedad líquida en la vivimos, todo valor humano se resume en el éxito. He llegado a la conclusión de que la derrota es lo único que nos humaniza, pletóricos damos miedo. ¿Podríamos soportarnos al ver cómo somos realmente?
Estando la otra mañana en una reunión de trabajo, me mandaron un whatsapp para comunicarme que un compañero de la residencia donde vive mi hermana con parálisis cerebral había fallecido: “Os queríamos comunicar que Dani Carrascosa ha muerto. Estaba enfermo desde hace tiempo. Durante los últimos años ha ingresado en el hospital en numerosas ocasiones. Desgraciadamente nos ha dejado”. Leí el mensaje y me quedé helado. No pude evitar pensar en mi hermana y en el miedo atroz que tengo a su muerte. Pero no fue eso lo que me ha provocado una enorme quiebra interna, sino el arrepentimiento que siento, cuando pienso en el desapego que manifesté a Dani durante años. No supe ver que respecto a los afectos, no hay más que presente.
Hay muchas formas de querer, y muchas maneras de manifestarlo. No hubo ni un solo día en el que no me cruzase con Dani, en que no me preguntase por Raquel, por mi hermana mayor Anna o por mi madre. Se acordaba de todos los nombres, y del tiempo que hacía que no las veía. Yo me acostumbre a su presencia como una cosa natural. Él estaba siempre pendiente de mis pasos, y yo siempre procurando alejarme de la residencia cuanto antes.
Han pasado más de veinte años, y todavía no he conseguido visitar a mi hermana sin que algo se me rompa por dentro. Son muchas las horas de angustia, tristeza e incertidumbre. No por mí, sino por ella. ¿Qué nos espera?. Todo lo que yo le he reprochado a la sociedad respecto a su relación con Helvia no lo he aplicado con Dani. Me he sentido incapaz de sentarme a su lado y escucharle.
Siempre con prisas, siempre sufriendo por no tener suficiente tiempo. Siempre conteniendo las lágrimas para que no te vean, para que no te cuestionen, para no ser mencionado.
Y de repente, esa persona que era una de las almas del centro desaparece. Y uno se queda pensando, ¿Y si los demás tuviesen el mismo comportamiento esquivo que he tenido con Dani, pero con Helvia? No hay nada que mi hermana pequeña soporte peor que la indiferencia. Cualquier muestra de cariño puede hacer que su día tenga otro significado. Ella sabe que las cosas se hacen por amor o no sirven.
La verdad no es amiga. No estoy satisfecho del poco tiempo que le dediqué a Dani, y dice muy poco de mí mismo y del género humano. Al final acabamos siendo como náufragos, porque nos arrojamos al agua con insensatez, ya que queremos llegar a una orilla imaginaria. Queremos llegar a un lugar donde el sufrimiento no nos sacuda. No llegamos a comprender que a menudo el dolor es más grande que la propia vida. Y mientras uno está pendiente de calmar sus miedos y lidiar con el sufrimiento, personas como Dani Carrascosa o Helvia van implorando por el mundo que se les quiera.
El hombre solo no existe. El yo existe por el tú, como diría Martin Buber. El yo solitario es una abstracción. El hombre que explora su propio corazón explora así el corazón de sus semejantes, y a la inversa: el conocimiento de nosotros mismos pasa por los demás. Hablar de Dani, es hacerlo de todos nosotros.
El sábado cuando fuimos hacer nuestra visita semanal para hacer compañía a Helvia, a la hora de despedirme me invadió una tristeza enorme. ¿Qué sería de todos nosotros sin los afectos? ¿Cómo agradecerle a Dani todo su cariño? ¿Quién es el necio que ha dicho que todos somos sustituibles?.
Nunca he asistido a ningún sepelio de los compañeros de mi hermana. Acudí al entierro de Dani, luchando contra mis propios demonios, porque me sentía con la obligación de disculparme. Le agradeceré eternamente su compañía todos estos años.
Durante la ceremonia una chica vestida de negro interpretó “Hijo de la Luna”. Tras las enormes cristaleras parecía que los árboles se despedían de Dani meciéndose al son de la música.
Sigo viéndole, y me lo imagino sentado en su silla en la puerta de entrada, diciéndose a sí mismo, “¿Cuándo me dará el amor como el sol?”. Estas palabras de Miguel Hernández me retumban en la conciencia, y llegó a la conclusión de que en la vida lo más poderoso, es también lo más delicado. ¿Cómo puede abrirse un corazón sin romperse?
Tener sobre la conciencia la carga de nuestras propias decisiones, sentir sobre los hombros el peso de nuestros propios juicios, y decirnos qué nos corresponde hacer. Pensar, cada uno en la soledad de nuestra conciencia, dónde hemos fracasado y cuáles son nuestras derrotas.
Faulkner decía que “El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado”. No habrá día en que yo regrese a Alella, y que no escuche a Dani pronunciar mi nombre en voz alta por los pasillos. Igual que no existe el día en que no se me aparezca la imagen de mi hermana Helvia esperando un nuevo y cálido abrazo. De una vez por todas tendré que aprender a vivir con ello.