La caravana de Zapatero

Blog de Anabel Díez

Anabel Díez

SOBRE EL AUTOR

Redactora de la sección de España encargada de la información del PSOE

marzo 2008

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07 marzo, 2008 - 02:19 - EL PAÍS

14 años después en Sant Jordi

No es razón de ser de un blog hablar de los mítines, porque ya hay canales suficientes para que se sepa qué ha ocurrido en estos actos de familia o de tribu, como se quiera llamar. Pero hoy, en el Palau Sant Jordi, el fenómeno político ha sido de una envergadura que trasciende las palabras que unos y otros han dicho. Aunque el protagonista debía haber sido José Luis Rodríguez Zapatero, en realidad la escena la ha llenado Felipe González. Desde hacía 14 años, con él mismo como protagonista, no se había vuelto a pronunciar el número mítico de 30.000. Al margen de que pudieran ser algo menos o algo más, lo cierto es que los periodistas que han visto muchos acontecimientos en este mismo lugar aseguran sin titubeo que no habían visto nada igual en los últimos años. Sólo los que sí estuvieron en 1993 encontraron una similitud, aunque la mayoría cree que el llenazo de hoy era algo mayor que en aquel 1993. Yo estuve en ese mitin, y aunque lo recuerdo igualmente espectacular y apabullante creo que no falto a la verdad si afirmo que hoy las riadas de personas que subían por Montjuic eran más apretadas. Desde luego, quien no había visto nunca nada igual era José Luis Rodríguez Zapatero. Quizá por el cansancio, quizá por verse aclamado por tantos miles de personas y después de escuchar la vehemencia de Felipe González en defensa de sus cuatro años de gobierno, se le notaba la emoción a borbotones. Junto a él su esposa, Sonsoles Espinosa, la mujer de Felipe González, Carmen Romero, que no suele prodigarse en actos públicos, y ex ministros de Felipe González como José Borrell y Narcís Serra, que quisieron dar con su presencia un espaldarazo a Zapatero. Todos ellos han sido referentes políticos de Zapatero, y ahora estaban en el Palau, apoyándole con su presencia. Se ha convertido en un clásico que Zapatero ganó a José Bono el Congreso por los votos de los socialistas catalanes, y ahora el resultado electoral dependerá mucho del comportamiento de Cataluña. Quizá por eso comentó anoche que nunca olvidará lo que hoy ha vivido.

05 marzo, 2008 - 22:00 - EL PAÍS

El presidente con la caravana

“¡Vaya caravana, sois muchísimos!” Esta fue la primera expresión a modo de saludo que hizo el presidente del Gobierno al encontrarse con casi 60 personas en un salón del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Hoy se ha producido, por fin, el primero y último encuentro con el candidato socialista. La verdad es que en los primeros minutos se le notó con la guardia alta. No es de extrañar, decenas de periodistas con el cuaderno y el bolígrafo desenfundado no invitaban precisamente a la charla sosegada y mucho menos a la confidencia. Menos mal que tras media docena de observaciones ligeras por nuestra parte fueron relajando el ambiente. No es que Zapatero estuviera tenso, sino que simplemente respondía casi de la misma manera que lo hubiera hecho en una conferencia de prensa. Cuando se enteró que apuntábamos pero no se estaba grabando, todo fue mucho mejor porque se soltó y fue sincero. No nos bailó el agua cuando se le dijo si sería posible que en un futuro debate electoral no hubiera un moderador sino varios periodistas haciendo preguntas. Pues no, lo dijo con toda claridad, a riesgo de caernos antipático. Zapatero cree que el debate es de los candidatos y cuantos menos intermediarios mejor. También reconoció, palmariamente, que en el primero estuvo mucho más nervioso que en el segundo. En la primera edición tuvo momentos de agobio porque no conseguía ajustar el mensaje que quería lanzar con los dos minutos previstos para cada respuesta. En el segundo ya iba muy preparado y los tiempos no se le resistieron. En la pausa de seis minutos la situación fue tensa y fría con Rajoy. Y aquí terminan las consideraciones de tipo personal; después todo fue política. Sí nos pareció sincera su preocupación porque esa victoria en el debate pudiera producir el espejismo de que ha ganado las elecciones del próximo domingo. Por eso horas después casi gritó en Badajoz que las elecciones se ganan con votos. Lo dijo un Zapatero ostensiblemente más delgado que hace un mes. Como un profesional que no se permite la queja, consideró normal que cada noche duerma algo menos de seis horas.

04 marzo, 2008 - 22:27 - EL PAÍS

Más nervios que en el primer debate

Emtre bambalinas, detrás del escenario, y ajenos a ello Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, se vivían momentos de más tensión que en el primer debate. La mayor flexibilidad de Olga Viza provocó que en los equipos de Rajoy y de Zapatero se encendieran las alarmas ante la posibilidad de que el corsé se aflojara. Todo el mundo vio que en el primer debate el moderador, Manuel Campo Vidal, se limitó a dar paso a uno y a otro y si había interrupciones recordar que no era el turno de quien se atrevía a replicar, susurrar o apostillar. También todo el mundo comprobó que en este segundo cara a cara Zapatero incrementó su afán interruptor sin que la moderadora le dijera nada. Es verdad, que no había nada incorrecto ni tampoco tales interrupciones provocaban guirigay alguno. Pero algo ocurrió tras el descanso reglamentario de los cinco minutos. Nos dicen que hubo llamadas para reconducir la situación y que el corsé se apretara al máximo. En efecto, Olga Viza ya no fue condescendiente con las interrupciones y mucho menos con el tiempo. Nada estaba escrito sobre que las intervenciones debían de ser de dos minutos. No, podían pasarse 30 segundos y después en el cómputo total se equilibraría para quien hubiera tenido la palabra menos tiempo. Tampoco eso pudo pasar en la segunda parte porque la mano o la llamada misteriosa surgió efecto. Nadie se queja ni se quejará porque lo esencial era que en este país hubiera debates. Ahora bien, la rigidez y el temor de los periodistas de ser tachados de parciales convirtieron a estos dos fantásticos colegas en cronometradores. Vaya por delante que todos hubiéramos hecho lo mismo dadas las exigencias de los partidos políticos y la vigilancia de las empresas periodísticas. Tampoco se pudo ver las caras y las reacciones de uno y otro cuando se intercambiaban reproches. El pacto entre PP y PSOE entrañaba también esa censura a la gestualidad de sus líderes.

Nos han dicho que a Rajoy se le ponía un gesto de gran desagrado cuando Zapatero le interrumpía. Como anécdota quedará el montón de papeles tirados junto a la silla de Mariano Rajoy. El líder del PP según los iba utilizando los arrojaba al suelo. Con el tiro de cámara se hizo lo que se pudo para que ese plano de papeles por el suelo se viera lo menos posible. Tampoco la cámara enseñó a los ciudadanos los últimos minutos de uno y de otro y la frialdad de su despedida. Pero lo dicho, bienvenidos los debates, aunque sean con corsé.

02 marzo, 2008 - 16:10 - EL PAÍS

Sí, es verdad, no hemos visto a Zapatero

Es el momento de la confesión, aunque sea a la fuerza. En la edición de papel de este periódico mi compañero Pablo Ordaz descubrió ayer que los periodistas que vamos en la caravana del PSOE y del PP no hemos visto de cerca ni a Zapatero ni a Rajoy. Por tanto, ni lírica ni épica, vamos solos con los responsables de comunicación y jefes de prensa. Es el momento de confesar que las llamadas caravanas van por España, sobre todo en avión, repletas de periodistas pero sin ellos. Y hay que confesar que eso en la historia de la democracia, al menos en el PSOE, sólo ocurrió una vez. Fue en 1982 con Felipe González. Desde entonces los líderes políticos, insisto de los dos grandes partidos, son vistos por los periodistas como por el resto de los asistentes a los mítines. Les vemos en el escenario cuando empieza la función. Para ser justos, hay que reconocer que se suele producir un encuentro en toda la campaña. Esta vez todavía no se ha producido, pero no desesperamos; seguro que los colegas que sigan al líder del PP también albergan con fe ciega la esperanza de que podrán charlar con el líder de la oposición de un momento a otro.

Este mediodía en Zaragoza algunos de los periodistas que seguimos a Zapatero hace cuatro años, cuando aspiraba por primera vez a la presidencia del Gobierno, recordábamos el encuentro que tuvimos con él. En realidad fue un viaje en autobús de Madrid a Valladolid, paramos en una cafetería y nos hicimos una foto al borde de la carretera. Fue tal día como hoy de hace cuatro años. Era domingo y último día en el que se podían publicar encuestas. A diferencia de lo que ocurre en esta ocasión que todos le dan por vencedor, en la de entonces era todo lo contrario. Todas le daban por perdedor. Durante el viaje en autobús trató de convencernos de que estaban equivocadas y de que las urnas arrojarían un resultado favorable a las candidaturas del PSOE. “Voy a ganar”, decía sin aspavientos y con toda naturalidad. Si se produce el encuentro contaré cuál es su augurio en esta ocasión.

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