La caravana de Zapatero

Blog de Anabel Díez

Anabel Díez

SOBRE EL AUTOR

Redactora de la sección de España encargada de la información del PSOE

marzo 2008

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04 marzo, 2008 - 22:27

Más nervios que en el primer debate

Emtre bambalinas, detrás del escenario, y ajenos a ello Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, se vivían momentos de más tensión que en el primer debate. La mayor flexibilidad de Olga Viza provocó que en los equipos de Rajoy y de Zapatero se encendieran las alarmas ante la posibilidad de que el corsé se aflojara. Todo el mundo vio que en el primer debate el moderador, Manuel Campo Vidal, se limitó a dar paso a uno y a otro y si había interrupciones recordar que no era el turno de quien se atrevía a replicar, susurrar o apostillar. También todo el mundo comprobó que en este segundo cara a cara Zapatero incrementó su afán interruptor sin que la moderadora le dijera nada. Es verdad, que no había nada incorrecto ni tampoco tales interrupciones provocaban guirigay alguno. Pero algo ocurrió tras el descanso reglamentario de los cinco minutos. Nos dicen que hubo llamadas para reconducir la situación y que el corsé se apretara al máximo. En efecto, Olga Viza ya no fue condescendiente con las interrupciones y mucho menos con el tiempo. Nada estaba escrito sobre que las intervenciones debían de ser de dos minutos. No, podían pasarse 30 segundos y después en el cómputo total se equilibraría para quien hubiera tenido la palabra menos tiempo. Tampoco eso pudo pasar en la segunda parte porque la mano o la llamada misteriosa surgió efecto. Nadie se queja ni se quejará porque lo esencial era que en este país hubiera debates. Ahora bien, la rigidez y el temor de los periodistas de ser tachados de parciales convirtieron a estos dos fantásticos colegas en cronometradores. Vaya por delante que todos hubiéramos hecho lo mismo dadas las exigencias de los partidos políticos y la vigilancia de las empresas periodísticas. Tampoco se pudo ver las caras y las reacciones de uno y otro cuando se intercambiaban reproches. El pacto entre PP y PSOE entrañaba también esa censura a la gestualidad de sus líderes.

Nos han dicho que a Rajoy se le ponía un gesto de gran desagrado cuando Zapatero le interrumpía. Como anécdota quedará el montón de papeles tirados junto a la silla de Mariano Rajoy. El líder del PP según los iba utilizando los arrojaba al suelo. Con el tiro de cámara se hizo lo que se pudo para que ese plano de papeles por el suelo se viera lo menos posible. Tampoco la cámara enseñó a los ciudadanos los últimos minutos de uno y de otro y la frialdad de su despedida. Pero lo dicho, bienvenidos los debates, aunque sean con corsé.

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