El desvío forzado del avión del presidente de la República de Bolivia Evo Morales, a Viena, podría convertirse en un caso interesante del Derecho internacional. Siempre, claro está, que el gobierno boliviano ponga a un equipo de abogados de todo el mundo a trabajar sin pérdida de tiempo en la elaboración de una demanda contra aquellos países que impidieron el acceso del avión presidencial a su espacio aéreo. En primer lugar, Portugal; en segundo lugar, Francia; e Italia.
El caso de España merece un tratamiento diferente.
Pero sabemos algunas cosas esenciales. Morales, preguntado antes de salir de Moscú, si su país podría dar asilo a Edward Snowden, perseguido por haber revelado el sistema de escuchas, el Gran Hermano, que a nivel nacional e internacional, ejecuta el gobierno de Obama, responde: "Sí, ¿por qué no?". Su avión de regreso a La Paz debe pasar por Francia y hacer una escala técnica en Portugal. Ya antes de partir de Moscú, la Agencia Central de Inteligencia(CIA) difunde, a raíz de las declaraciones citadas de Morales, que Snowden viajaba de polizón protegido en el avión.
Otra de esas cosas esenciales es que, por boca del ministro José Manuel García-Margallo, conocemos que la iniciativa partió de la Administración de Obama, quién le dio, a España y los otros países europeos implicados, información sensible. "Nos dijeron que Snowden iba en el avión", declara García-Margallo. "Nos dijeron". ¿Quién? El Departamento de Estado. Lo sabremos después, cuando la portavoz, Jen Psaki, declara el miércoles 3 de julio: "Hemos estado en contacto con varios países en los que existía la posibilidad de que Snowden aterrizara o viajara a través de estos países". No nombra a los países, ni dice cuándo ni qué decisiones se adoptan.
Los teléfonos del Departamento de Estado comenzaron a echar humo en sus comunicaciones con al menos cuatro países europeos: Portugal, Francia, Italia y España. No hubo contactos a nivel de ministros. Pero sí, en el caso de España, con la secretaría de Estado de Exteriores.
La información: Snowden está dentro del avión de Evo Morales. Portugal se echa atrás "por razones técnicas" antes de que el avión presidencial despegara de Moscú. El canciller boliviano, David Choqueuanda, que al parecer se encontraba en Panamá, pidió ayuda al ministro García-Margallo, quien aceptó sustituir a Portugal y permitir una escala técnica para repostar en Las Palmas. Eso sí, solicita que se le diga por carta que Edward Snowden no iba en el avión. El canciller boliviano envía la carta con fecha martes 2 de julio.
El avión del presidente boliviano, pues, tenía nuevo plan de vuelo. Pasaría por el cielo de Francia y se dirigiría a Canarias. Pero el nuevo plan se torcería, nunca mejor dicho, cuando el avión presidencial despegó de Moscú, por cierto desde un aeropuerto distinto, a una distancia de 50 kilómetros, de aquél en el que se encuentra Snowden. La Francia socialista de Francois Hollande no autorizaba el acceso del avión a su espacio aéreo.
Por tanto,la autorización de España ya no tenía ninguna utilidad práctica. No iba a ser usada. Porque el avión no podría llegar a Las Palmas. Todo el invento se había venido abajo. El avión fue forzado, así las cosas, a aterrizar en el aeropuerto de Viena, Austria.
Hubiera sido una torpeza de García-Margallo anular el expediente por el que se autorizaba la escala técnica. Y esa torpeza no la cometió.
Ya estamos en Viena. El equipo de Evo Morales rehace el plan de vuelo. Si Portugal ha roto el primero, Francia lo ha hecho con el segundo. La tercera va la vencida. Pero Italia se niega a dar acceso en su espacio aéreo.
El canciller boliviano se comunica desde Panamá con su homólogo español para que persuada a Laurent Fabius, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, de que conceda el permiso. García-Margallo le pide entonces que le vuelva a asegurar por carta que Snowden no está en el avión. Según García-Margallo, el canciller boliviano le dice que se puede registrar el avión y comprobarlo. Todo esto de palabra.
García-Margallo se va a deslizar por esta cáscara de plátano. Llama al flamante embajador español en Viena, su ex director de gabinete, Alberto Carnero, y le dice que se presente ante Morales en el aeropuerto, ya que, según el canciller boliviano, se puede subir al avión y confirmar que Snowden no viaja en él.
Pero he aquí que dos miembros del Gobierno austríaco declaran a los periodistas en el aeropuerto que Snowden no está en la aeronave presidencial. Karl-Heinz Grundböck, portavoz del ministerio del Interior, tras reunirse con Morales, afirma que si bien no hay bases legales para registrar el avión, ha tenido lugar una "inspección voluntaria" por el personal del aeropuerto y se ha verificado que Snowden no viaja en el avión.
A su vez, el vicecanciller austríaco, Michael Spindelegger, que ha acogido a Evo Morales, afirma en el aeropuerto que "un colega ha echado una mirada a bordo y no viaja ninguna persona que no sea de nacionalidad boliviana".
El embajador Carnero, va en busca de su primicia personal, a saber, si Snowden viaja o no en el avión, se reune con Morales y le sugiere subir al avión y tomar café a bordo. El presidente boliviano replica que su avión no puede ser registrado.
El hecho es que después de las afirmaciones de las autoridades austríacas, y probablemente, por información de sus servicios de inteligencia, el gobierno de Francia accede al nuevo plan de vuelo por el cuál el avión de Evo Morales entrará primero en el espacio aéreo francés para alcanzar el miércoles 3 de julio el aeropuerto de Las Palmas.
Da la impresión de que García-Margallo, basándose en las afirmaciones verbales del canciller boliviano, también conocidas, según el Ministerio de Asuntos Exteriores, por la embajadora de Bolivia en Madrid, María del Carmen Almendras, quisiese apuntarse una medalla internacional, la de aclarar el "enigma" creado por la CIA y el Departamento de Estado norteamericano, un enigma que había conseguido la sumisión de los países europeos a la ofensiva de la Administración de Obama para cazar a Edward Snowden.
Colaboran con esa cacería escasos días después de "protestar" por el espionaje masivo, tras conocerse, por Snowden, que la sede de la Unión Europea en Estados Unidos estaba trufada de micrófonos y que EE.UU ha espiado sistemáticamente centenares de millones de comunicaciones europeas.
Es posible que el canciller Choqueuanda no le transmitiera a Morales lo que había ofrecido, en medio de la desesperación, a su homólogo español. Pero, imáginese estimado lector, el siguiente cuadro aberrante. Además del desvío forzado del avión presidencial por deseo de la CIA y del Departamento de Estado, el embajador español sube al avión con el presidente de un país, esto es, jefe de Estado de la República de Bolivia, para verificar si lo que ha dicho, a saber, que Snowden no viaja en él, es cierto. Por más que García-Margalllo se ampare en lo que le dijo desde Panamá el canciller Choqueuanda, ¡es surrealista! Y todavía lo es más que la diplomacia española se hubiera prestado a este juego.
Alberto Carnero ha trabajado como asesor de política internacional con José María Aznar en La Moncloa. Y sabe, o debería saber, cómo se las gastan las administraciones norteamericanas. La de Bush, que inició el programa de espionaje masivo, y la de Obama que lo ha perfeccionado internacionalmente.
Lo sabe porque, entre otras muchas cosas, estaba Carnero presente el sábado 22 de febrero de 2003, tres semanas antes de la invasión de Irak, con Jose María Aznar y Javier Rúperez, entonces embajador de España en Washington, en el rancho del presidente Bush en Crawford, Tejas. En aquella reunión, cuya transcripción íntegra ofreció éste periódico a sus lectores el 25 de septiembre de 2007, Bush explica sus planes irreversibles de entrar en guerra contra Irak y asegura por enésima vez que Sadam Hussein posee armas de destrucción masiva.
Ahora, el arma de destrucción masiva era Edward Snowden. La información sensible, según el Departamento de Estado, era que el enemigo público número uno de la Administración de Obama tras la liquidación de Osama Bin Laden en Pakistán, esto es, Edward Snowden, iba en el avión. Que el joven que ya debería tener asilo seguro si en este planeta, sin visado para él, quedase algo de dignidad, se escondía debajo del poncho del presidente boliviano.
Más allá de las instrumentalizaciones políticas y del teatro, no hay antecedentes de una violación semejante en el derecho público internacional. A diferencia de los acuerdos de tráfico y navegación aérea, los accesos al espacio aéreo de aeronaves que transportan a jefes de Estado son objeto de acuerdos bilaterales entre naciones. Y el derecho consuetudinario internacional, esto es la jurisprudencia consagrada por la costumbre, ha convertido esos accesos en inviolables, en parte integrante de la soberanía de las naciones.
La operación a la que hemos asistido es inédita. Y las autoridades bolivianas deberían darse prisa para presentar una demanda ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, es decir, el tribunal de Naciones Unidas al que los estados miembros pueden someter sus demandas por la vía contenciosa.
Una de las bajas colaterales en este episodio ha sido la Secretaría General Iberoamericana. Tanta conferencia anual para esto ha confirmado, una vez más, su inoperancia realmente existente.
Hay 3 Comentarios
Los europeos son siempre racistas con los americanos originarios. Eso es obvio.
Publicado por: Kensy Kendy | 10/07/2013 7:14:37
esto solo demuestra que todos los organismos internacionales son inoperantes. son una utopia. que siguen cual corderos las ordenes del Imperio yanky. yo solo pregunto si eso le pasa a un avion de ellos. ya los paises implicados estarian invadidos. por poner en risgo la vida de ciudadanos norteamericanos. los otros que los...
Publicado por: orlando Lezama | 07/07/2013 22:23:49
El tratamiento que se le ha dado al Sr. Morales, me parece simplemente aberrante, esto no se hubiera hecho con un presidente europeo, sin embargo se les permite a los EEUU que sus aviones transporten por espacio aéreo o hagan escala en los aeropuertos europeos, cuando llevan presos a Guantánamo.
Publicado por: Francisco Mena | 07/07/2013 17:11:59