Sobre el autor

, Buenos Aires, 1949. Ha trabajado, por este orden, en redacciones de televisión, revistas semanales y diarios en Argentina; trabaja, desde hace 36 años en Madrid, en diarios, revistas, radio y televisión. Ha escrito ocho libros.

Las materias de Analítica son
las de un viejo proverbio latino:
"Nada humano me es ajeno"...

Sobre el blog

El periodismo para seguir siéndolo debe ser Periodismo Analítico... O no será. El viejo adagio según el cual los periodistas son como mínimo tan buenos como sus fuentes requiere una actualización. Necesitamos, según dice el profesor norteamericano Mitchell Stephens, periodistas con cinco cualidades: Informados, Inteligentes, Interesantes, Industriosos, y, sobre todo, Perspicaces.

Periodismo analítico

Libros

Queríamos tanto a Luis
Terminada la investigación judicial, el relato más completo de la relación entre Luis Bárcenas y el presidente del PP y del Gobierno de España, Mariano Rajoy.

El caso Bárcenas (Editorial Espasa, 2013)
El autor sigue los rastros del tesorero nacional del Partido Popular desde su imputación en la trama corrupta de Francisco Correa.

Sed de Poder .La verdadera historia de Mario Conde (Espasa, 2012)
La crisis de Bankia y del sistema financiero español es una ocasión para revisitar la historia del ex presidente del Banco Español de Crédito (Banesto), destituido junto con su consejo de administración a finales de noviembre de 1993.

Indecentes. Crónica de un atraco perfecto (Espasa, 2012)
El relato, a partir de entrevistas e información inédita, hace un viaje hacia la gestación y estallido de una crisis que dará lugar a la Gran Depresión que afecta a la economía y la sociedad española.

Yo, Augusto (Aguilar, 2003)
Tras obtener, en abril de 2000, el Premio Ortega y Gasset de periodismo por su cobertura del caso Pinochet en las páginas de EL PAÍS, el autor publica este libro en coincidencia con el XXX aniversario del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

El Farol. La primera condena de Mario Conde (Temas de Hoy, 1997)
El 20 de marzo de 1997, la Audiencia Nacional condena a Mario Conde a seis años por los delitos de apropiación indebida y falsedad en documento mercantil. El delito: el pago de una factura de 600 millones de pesetas (3,07 millones de euros) en 1990 a una sociedad domiciliada en Antillas Holandesas.

Vendetta (Plaza & Janés, 1996)
He aquí la violenta historia de dos financieros: Mario Conde y Javier de la Rosa. Practican el chantaje con un doble objetivo: añadir dinero a sus capitales fuera de España y neutralizar la acción de la justicia mediante presión sobre las instituciones.

Banqueros de rapiña. Crónica secreta de Mario Conde (Plaza & Janés, 1994)
Título premonitorio. La rapiña. Este libro analiza la crisis de Banesto, las maniobras para conseguir salvar la entidad mediante un acuerdo de ampliación de capital, la mayor de la banca española hasta entonces.

José María Ruiz-Mateos. El último magnate (Plaza & Janés, 1985)
Una radiografía del imperio oficial y clandestino, del magnate de Jerez.

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Dos hombres ¿y un destino?

Por: Ernesto Ekaizer | 27 dic 2015

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   ¿Y si las elecciones del 20-D fueran para las dos columnas del bipartidismo, el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español, un ensayo?

   Y si una vez realizado el ensayo final con los resultados conocidos ¿el estreno de la obra se hace con otros dos protagonistas?

   En otros términos, ¿y si ambos partidos deciden acudir a nuevas elecciones eligiendo previamente en sus respectivos congresos dos nuevos candidatos?

  Tanto Rajoy como Sánchez han obtenido unos resultados históricamente decepcionantes para ambos partidos. El PP, aunque se resiste a hacerlo, tendrá, tarde o temprano, que asumir el resultado del "Rajoy en el país de las maravillas", a saber, las cuantiosas pérdidas en las elecciones europeas, municipales y autonómicas, las andaluzas, catalanas y las generales.

  El PSOE ha visto como después de caer al abismo en 2011 el partido y volver a sufrir fuertes pérdidas en las europeas, sigue hundiéndose, incapaz de recuperar el más mínimo afecto de sus antiguos votantes, ni concitarlo en sus feudos tradicionales, durante cuatro años de gestión gubernamental del PP que han sido castigados por la mezcla explosiva de crisis y corrupción.

   El pasado lunes 21, con los resultados todavía calientes, los candidatos de ambos partidos han tenido un comportamiento simétrico.

  Durante la mañana, Pedro Sánchez anunció por sorpresa en la reunión de su comisión ejecutiva federal que se presentará nuevamente a la elección de secretario general del partido al tiempo que el congreso ordinario, previsto para finales de febrero de 2016, se aplazaba hasta la primavera.

  Al analizar los resultados ante los medios de comunicación, Sánchez los calificó de "históricos". Pero no dijo por qué lo eran.

  Es decir: por ser los peores de la historia del PSOE. 

  Por la tarde, Rajoy felicitó en la reunión de su comisión ejecutiva a su equipo de campaña: "Hemos ido de menos a más. No era nada fácil. Tomamos buena nota de su voto e intentaremos defenderlo porque es nuestra obligación. La situación era complicada y hemos conseguido remontar".

  Como quiera que José María Aznar, tras apoyar el intento de formar gobierno cual brindis al sol, recordase la necesidad de celebrar, por Estatutos, un congreso "porque nadie puede dudar ya de que la evolución del PP, hasta llegar a estas elecciones, requiere una reflexión profunda", Rajoy replicó: "Me presentaré al Congreso del PP, me veo con fuerzas y ánimo".

   La diferencia entre ambos partidos es que mientras Aznar expresa una opinión, que puede contar con mayor o menor simpatía, en el partido Socialista tanto la secretaría general como la candidatura de Sánchez fue concebida como una prueba piloto.

  Y la hacedora de esa prueba piloto tiene nombre: la secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta de la Junta de Andalucía.

  Los barones o presidentes de comunidades autónomas, todos ahora en posiciones de poder, por un lado, y la secretaria general del PSOE andaluz, por el otro, coinciden en un punto central: la prueba piloto no ha funcionado.

   No solo por los resultados.

  Con anterioridad, en la reunión del Comité Federal abocado a la aprobación de las listas electorales, ninguno de los secretarios territoriales del partido quiso hablar, tal era el malestar generalizado. La manera autoritaria de confección de esas listas se sumó a los agravios que acumulaban y cuyas señales Sánchez y su dirección ignoraron olímpicamente. Muchos de esos secretarios consideraban que existían rasgos de usurpación cuando no abuso de poder por parte del secretario general.

   Y el responsable a ojos de todos ellos, Pedro Sánchez, no solo no reconoce, la noche electoral o al día siguiente, que los resultados han sido muy malos para un partido que desde la oposición debía haber capitalizado el descontento ciudadano, sino que su primer reflejo condicionado ha sido blindarse mediante el aplazamiento del congreso hasta la primavera y el anuncio de que volverá a presentarse.

   Un autogolpe.

 Y lo que parece más grave, en esta lectura del blindaje, a horcajadas de esos resultados intenta Sánchez su investidura tras el previsible fracaso de los intentos de Rajoy por alcanzarla. 

 Los llamados barones y Susana Diaz han salido al cruce de este ejercicio de prestidigitación. Por los resultados obtenidos y por la gestión de los mismos. 

   Pero el problema de fondo es que España ha quedado a merced de dos coaliciones imposibles.

  Si Rajoy, como parece, no consigue sacar adelante la suya, resulta muy difícil que Sánchez corra mejor suerte. Y no solo por la falta de apoyo de Podemos. Ni siquiera contando con la desesperación de un partido que, como Ciudadanos, querrá evitar a toda costa la celebración de nuevas elecciones para no correr el riesgo de sufrir un castigo bíblico a raíz de la gran decepción de sus votantes en las horas siguientes al 20-D.

   Aquí parece que la investidura lo es todo.

  Tanto para Rajoy como para Sánchez se presenta como  el equivalente a acudir a las aguas del Jordán con la intención de lavar los errores por los cuales sus votantes les han reprendido el 20-D .

   Pero la pregunta es otra: ¿cómo se gobierna este país?

   Y en el fondo, lo que hay que resolver para dar una respuesta decisiva, ya que los resultados son los que son, es la fecha de las nuevas elecciones. Más pronto o más tarde.

   Las piezas del puzle estaban dispuestas en el PSOE. Fracasada la prueba piloto de Sánchez, la celebración del congreso ordinario a finales de febrero, permitiría consagrar al nuevo líder a tiempo, según los plazos que consumirá el fracaso de las sesiones de investidura, para participar en la nueva contienda electoral.

  Porque las primarias a secretario general ya están a tiro de piedra. En la segunda quincena de enero debería empezar la campaña para conseguir avales con vistas a una competencia de cara al congreso a celebrar hacia finales de febrero. 

  El anuncio de Sánchez de aplazar dicho congreso ha sido encender un reguero de pólvora que se extendió esta semana por las principales federaciones del partido. Sánchez ha venido a decir: aplazamos porque tengo que ocuparme de mi investidura.

   Pero esta prórroga solo puede decidirla el comité federal, el máximo órgano del partido entre congreso y congreso (artículo número 1 del reglamento), que tiene la facultad de determinar la política de alianzas (7 i), convocar primarias (7 v) y convocar el congreso federal (artículo 7 w). Por tanto, el anuncio de aplazar la celebración no puede prosperar más que si el comité federal así lo aprueba. De lo contrario, la decisión de hacerlo por parte de la ejecutiva se convierte en papel mojado.

  El bipartidismo, a la luz de esta descripción, tiene una nueva oportunidad.

  Tras el ensayo del 20-D, puede replantearse, por así decir, el estreno, el verdadero estreno de la obra, en el mes de marzo o abril en nuevos comicios. Con dos nuevos actores o actrices en sustitución de los papeles estelares de Rajoy y Sánchez.

   En el PSOE no es ningún secreto quién es la aspirante.

  La actuación tan abierta que exhibe Susana Díaz estos días ha llevado a muchos dirigentes de la cúpula del partido a preguntarse qué habrán hablado y pactado Pedro Sánchez y y la secretaria del PSOE andaluz, quien le aupó a la secretaría general, en aquellos días de mediados de julio de 2014.

   Pero, en todo caso, mientras en el PP habrá que ver cuál es el futuro de la candidatura de Rajoy tras un fracaso de su investidura, en el PSOE el choque de trenes en las primarias que se avecinan parece ya imparable, más allá del consenso que se pueda alcanzar en las próximas horas sobre lo que se puede y no se puede hacer.

   

  

   

 

 

  

     

 

Maldita, agria y pírrica victoria

Por: Ernesto Ekaizer | 21 dic 2015

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      ¿De donde viene el título?

      Acabo de ser entrevistado por el canal de televisión de la BBC. Y casi espontáneamente, al responder sobre lo que había pasado en las elecciones del 20-D, he dicho:

      -It´s a bloody, sour and pyrrhic victory of Mariano Rajoy the prime minister...

     Pregunté después si se había entendido lo que intentaba transmitir. Me contestaron:

    -That´s the sort of language our British audience can relate to. Bloody marvellous

     "Este es el tipo de lenguaje que llega a nuestra audiencia. De p...madre".

    Y me ha parecido que en español las tres palabras definen lo que estaba más o menos previsto y lo que finalmente ocurrió. Una pírrica victoria, por el daño y las cuantiosas pérdidas que produce, es maldita y y es agria.

    Rajoy no puede asegurarse su investidura. No llega a la cifra mágica de 176 escaños, la mayoría absoluta que se requiere en primera votación. 

      Y la mayoría simple en segunda votación requiere la deserción del PSOE del campo del no, bajo la fórmula de la abstención.

     Por tanto, el destino de Rajoy está en manos del PSOE.

     Del partido que por boca de su secretario general, Pedro Sánchez, le acusó de no ser decente por su conducta personal en el caso Bárcenas y de manipular las estadísticas de prestaciones de desempleo y otras sobre la evolución de la situación económica y social, en el debate que partió en dos la campaña electoral, en un antes y un después.

   Si Rajoy no puede formar gobierno y sufre el síndrome, mira por dónde, de Artur Mas, Sánchez podría ser convocado para intentarlo. Pero sus probabilidades son  escasas, por no decir nulas.

   Porque las imaginarias condiciones de Pablo Iglesias  y de Podemos (69 escaños) -que en rigor no parece interesado en pactar- chocan frontalmente con las posiciones del PSOE, como es el caso del referéndum vinculante para Cataluña. Esta concesión del PSOE podría atraer a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), (9 escaños), y a Democracia y Libertad (el partido de Mas), 8 escaños. Sumarían 175. Y ya puestos se podría añadir al Partido Nacionalista Vasco (PNV), Unidad Popular-Izquierda Unida, Bildu y Coalición Canaria.

    Pero el aforismo de Talleyrand viene a cuento. Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.

    Es difícil aceptar que en política no hay situaciones sin salida.

    Ya estamos en la situación italiana de la que hablaba Felipe González. Y como no es posible importar políticos italianos habrá que aprender a gestionar esta situación.

   Los socialistas podrían verse tentados a invocar su responsabilidad de Estado para abrir una negociación sobre su eventual abstención si el PP sustituye a Rajoy por otro candidato, un mirlo blanco no contaminado con los escándalos de corrupción.

  Es la fórmula riojana usada por Ciudadanos para apoyar, mediante su abstención en segunda votación, al PP tras aceptar el partido la exigencia de apartar a Pedro Sanz como candidato a la presidencia.  

   El PSOE podría estimar que la gobernabilidad de España merece esa abstención si el PP está dispuesto a pagar el precio exigido, la cabeza de Rajoy, algo que, razonan algunos dirigentes, le permitiría justificar su decisión de facilitar la formación de un nuevo gobierno del PP. Sería, se dice, una operación tan espectacular que podría compensar lo que podría ser visto como una gran coalición de facto.

  ¿Aceptaría el PP?

  ¿O de perdidos al río?

  A saber, ¿ir a nuevas elecciones...sustituyendo a Rajoy por un nuevo candidato?

    

  

           

     

Al final, ¿voto útil?

Por: Ernesto Ekaizer | 20 dic 2015

                            
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      El volumen de indecisos y voto oculto es la sombra, como aquella que acompañaba a Peter Pan, que ha perseguido a los partidos políticos que compiten en estas elecciones. Y quizá en el momento decisivo, en el juicio final, en el cuarto oscuro, el tema de los índecisos ceda el testigo a un viejo protagonista de nuestro sistema electoral: el voto útil.

      El voto indeciso y el voto oculto puede, desde esta perspectiva, conocer una metamorfosis o cambio de forma que determina el desenlace de la elección.

     En este 20-D, el desenlace no contempla la mayoría aplastante de un partido, el Partido Popular. Eso, según todos los indicios que maneja el propio interesado, está descartado.

    El desenlace, para el PP, es sumar en el palamento la mayoría absoluta de 176 para salirse con la investidura de Mariano Rajoy y volver a gobernar este país.

    Para ello el PP ha trabajado sobre el voto útil. Albert Rivera, que siente en las últimas horas en el cuello el aliento de Rajoy, ha terminado su campaña con un grito contra el voto útil, prometiendo que llegado el momento no va a destrozar las posibilidades de que gobierne el partido con mayoría de votos.

   Ha venido a decir: los que pensábais votarme hasta ahora no vaciléis, que por mi no será que el PP vaya a dejar de gobernar. Votadme que no desperdiciáis el voto.

    ¿A quien le funciona mejor el voto útil? ¿A quien le puede reportar en las últimas horas el par de puntos que necesita asegurar?

    La respuesta es simple: hasta ahora al PP.

    El PSOE no logra imponer la idea del voto útil desde hace años. Ha recurrido hasta a los doberman en 1996 para lograrlo. Pero no ha funcionado. Ni ese intento extremo ni la alianza precipitada a última hora con Izquierda Unida en el 2000.

    En el vía crucis del bipartidismo, la cuestión es cuál de los dos pilares se fracturará más.

    El movimiento de los indignados, el 15-M, después de proceso de gestación de años, rompe precisamente en mayo de 2011, con un año de vigencia del programa de ajuste y recorte de derechos del gobierno del PSOE de Rodríguez Zapatero, el plan que sale adelante en el Congreso de los Diputados el 12 de mayo de 2010. Y este movimiento se revitaliza durante el gobierno del PP de Rajoy.

    Por tanto, el voto útil aplicado a aquellos votantes del PP que quieren la renovación del partido y que por ello estaban por depositar el voto a favor de Ciudadanos tiene teóricamente más pegada ante el riesgo de una mayoría de izquierda (PSOE, Podemos, Izquierda Unida), con aliados de otras fuerzas también contrarias al PP (Amaiur, el PNV, Democracia y Libertad, ERC)

   Podemos, por tanto, puede canalizar el castigo a una de las columnas del bipartidismo, el PSOE, con mayor fuerza que Ciudadanos a la otra, el PP. Aunque en este caso, el partido en el Gobierno, sufre, lógicamente, pérdidas que no capitaliza Ciudadanos.

   La conclusión: al final...¿es el voto útil, estúpido?

  Pero, hay que insistir, el número mágico a sumar es 176. 

 

     

¿Profecía autocumplida?

Por: Ernesto Ekaizer | 19 dic 2015

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    La campaña electoral del 20-D ha terminado. La sensación es que mañana los ciudadanos, muy cabreados con el reparto desigual de los costes de la Gran Recesión, una recuperación desigual y la corrupción sistémica, procederán primero a votar masivamente, con niveles de participación como los exhibidos en las grandes encrucijadas electorales (en una horquilla del 75%-80%) y, segundo, castigarán el sistema del bipartidismo que encarnan el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

  Ambas formaciones, que ya han sufrido la desafección de sus votantes en las elecciones europeas, autonómicas y municipales, volverán a pasar por este trance en las elecciones generales de mañana.

  La pregunta que una de las campañas más mediocres de la democracia, pese a los avances tecnológicos, a las redes sociales y al papel central de la televisión, no ha logrado despejar tras quince días reglamentarios, y quizá varios años de agitación permanente, es la magnitud del castigo que sufrirá el bipartidismo a manos de los llamados partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos.

   Una tasa de participación como la apuntada llevaría mañana a las urnas a 28 millones de ciudadanos en números redondos. De los se dice que hay un porcentaje muy elevado de indecisos. Y quizá una cantidad nada desdeñable de voto oculto. Es decir: ciudadanos que no quieren revelar a quién votarán. Lo cierto es que esta vez la indecisión está en el ambiente. Se toca.

  Los sondeos reservados de los partidos, habida cuenta de que la publicación de encuestas está prohibida a partir del pasado lunes, han servido para ir adaptando los mensajes de cada uno de ellos. Para introducir los cambios dirigidos a mejorar la posición respectiva de cada uno de ellos. Pero estos sondeos carecen esta vez de fiabilidad. Porque la presencia de dos fuerzas sin antecedentes en unas elecciones generales borra de la ecuación el recuerdo del voto y por tanto elimina una variable importante del análisis a la hora de hacer la "cocina".

  El Partido Popular ha llegado al final con un candidato, Mariano Rajoy, que opta a la reelección como presidente de Gobierno habiendo rehuido los debates y elegido la repetición pavloviana de un abanico de cifras y conceptos dirigidas a crear el reflejo condicionado en el elector propio y ajeno.

  Recuerda al personaje de la novela del escritor de origen polaco emigrado a Estados Unidos Jerzy Kosinsky publicada en 1971. En Being there (Estar ahí), traducida como Desde el jardín, apenas 110 páginas, el autor narra la historia de Chance (llevada al cine con Peter Sellers en el papel del protagonista, en la imagen de abajo).

  Es el jardinero de un hombre rico que al fallecer este se queda sin empleo. Una familia adinerada del establishment norteamericano le acoge a raíz de un incidente de tráfico. Entronizado en sociedad, sus explicaciones sobre las estaciones y el crecimiento de las plantas son jaleadas como las respuestas más sensatas en relación con los problemas sociales y económicos. No lee periódicos, solo mira la televisión. Le presentan al presidente de EE.UU., quien le pregunta:

  -Y usted, ¿qué opina de la mala época por la que atraviesa la gente?

  Chance se estremeció. Sintió como si le hubieran arrancado de pronto las raíces de su pensamiento la tierra húmeda y las hubiesen lanzado, hechas una maraña, al aire inhóspito. Finalmente, dijo:

-En todo jardín hay una época de crecimiento. Existen la primavera y el verano, pero también el otoño y el invierno, a los que suceden nuevamente la primavera y el otoño. Mientras no se hayan seccionado las raíces todo está bien y seguirá estando bien.

    El poder fáctico quiere convertirle en el candidato a presidente de los Estados Unidos.

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     Hasta el duelo del lunes 14 entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy la campaña tuvo un carácter chispeante, parecía una burbuja: la alegría de la novedad de los debates a tres y a cuatro, de los enfrentamientos dialécticos menos encorsetados y de la reacción de los ciudadanos en las redes sociales. De la campaña virtual.

   Pero esa noche la campaña sufrió un cambio. A cuenta de la corrupción, pero también de la crisis económica y social, los llamados recortes del Estado de bienestar, el cuerpo a cuerpo entre Sánchez y Rajoy registró una reacción incontrolada del presidente del Gobierno. Ya la había exhibido el 24 de febrero en el debate del estado de la nación cuando a raíz de la corrupción echó, de palabra, al líder socialista del hemiciclo y le encareció que no volviera por allí. En especial la corrupción volvió a sacar de quicio, ante 9,6 millones de espectadores, a Rajoy. 

     Sánchez cuestionó la conducta de Rajoy ante la corrupción de su partido y concluyó que no era decente, lo que provocó  la salida de los labios de Rajoy de tres epítetos sobre esa afirmación: ruin, mezquina, miserable.

   La respuesta de la troika de la buena educación –PP, Podemos y Ciudadanos- fue unánime. Acusó al candidato socialista de una presunta ruptura de las reglas del juego, de la cortesía y corrección, calificó como insulto lo que había dicho Sánchez.

    El tema de la decencia no fue el único pero tapó algunas de las irrealidades que había repetido Rajoy, quien insistió, una y otra vez de manera pavloviana, en cifras parciales que pretenden amortiguar recortes en prestaciones sociales que, mira por donde, él mismo había anunciado en las Cortes. Y el líder socialista las rebatió.

    La manera en que Rajoy presenta a España responde a un pasaje de Alicia a través del espejo.

     -Aquí tienes una gloria-dijo Zanco Panco

     -No sé qué quiere decir una “gloria” –dijo Alicia.

     -Por supuesto que no lo sabes a menos que y te lo diga. He querido decir “aquí tienes un argumento bien apabullante”-sonrió Zanco Panco

     -¡Pero “gloria” no significa “argumento bien apabullante”!-repuso Alicia.

     -Cuando yo utilizo una palabra esa palabra significa exactamente lo que yo decido que signifique ni más ni menos –dijo Zanco Panco.

     -La cuestión es si puedes hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes-dijo Alicia.

     -La cuestión es, simplemente, quién manda aquí.

    Este mensaje quedó fracturado en el cara a cara del lunes 14.

    Si ello ha granjeado o no votos al PSOE o,  como vaticinó Rajoy al responderle, Pedro Sánchez perderá las elecciones, eso es harina de otro costal. 

    El atentado -puñetazo- contra  Rajoy limitó la dinámica abierta esa noche porque frenó y prácticamente cerró la campaña.

   Pero los mensajes contradictorios posteriores del PP parecen haber acusado el golpe. Mientras Rajoy no ha querido condenar el escándalo de las comisiones millonarias del diputado Pedro Gómez de la Serna, los dirigentes del PP han exigido la dimisión del candidato número 2 por Segovia. Y mientras los que dirigen la campaña han filtrado ya sobre el filo del final que el PP contemplaría con buenos ojos una gran coalición con el PSOE sin Sánchez, el candidato Rajoy lo ha negado.

    La campaña del PP ha terminado dislocada. Porque los sondeos reservados, aunque poco fiables, no han arrojado la recuperación esperada y por el duelo Sánchez Rajoy. En este contexto, gente como Jorge Moragas, director de la campaña, ha intentado salvar la campaña de las limitaciones propias del candidato.

    En la recta final, asistimos a una mayoría ajustada del PP, a una consolidación del PSOE en segunda posición, al ascenso de Podemos y al declive de Ciudadanos.

    El anuncio de Albert Rivera, casi como conclusión de la campaña, de abstenerse para que gobierne la lista más votada ha sonado a epitafio… respecto a su aspiración de ganar las elecciones, ser la segunda e, incluso, la tercera fuerza política. En cuanto a Podemos y a Pablo Iglesias, está por ver, también, la magnitud de su remontada.

   En todo caso, hay cosas que quizá se puedan considerar improbables.

  La primera es el desenlace de las elecciones con un efecto Cameron en mayo pasado, es decir, una gran recuperación de votos por parte del PP  aunque, a diferencia del partido Conservador en el Reino Unido, muy lejos mayoría absoluta. Para llegar a la barrera del 30% el PP tendría que obtener, con 28 millones de votantes, 8,4 millones.

  Segundo, parece también improbable que Podemos consiga alcanzar un 20% o 5,6 millones de votos y desbancar al PSOE de la segunda posición; y last but not least, que Ciudadanos termine como tercera fuerza por delante de Podemos.

   Si la profecía se autocumple y el bipartidismo sufre un shock importante, ¿habrá al menos, usando la jerga bancaria, un año de carencia? Es decir, ¿los ya aprobados presupuestos generales de 2016 otorgan un margen para las maniobras y experimentación política?

   A bote pronto parecería que existe este margen. Pero la verdad es que la Comisión Europea ya ha avisado, por adelantado, que España tendrá que proponer nuevos recortes, como mínimo, de 5.000 millones de euros para cuadrar las cuentas.

   En todo caso, si la fragilidad de la victoria el 20-D se confirma, sobre la política española se cierne el fantasma de un gobierno breve, digamos de media legislatura, y la convocatoria de nuevas elecciones. 

   

    

  

Precariedad gubernamental

Por: Ernesto Ekaizer | 18 dic 2015

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    La campaña se agota y el partido del Gobierno y su líder ya no ocultan que vamos terminando como empezamos: con el espectro de la precariedad. La precariedad laboral generalizada ahora amenaza con trasladarse a la precariedad gubernamental.

    La hipótesis de trabajo bajo la cual habían comenzado estas dos semanas de agitación política parece convertirse en hecho al cabo de las mismas.

   Aunque los partidos hacen sus sondeos reservados -la legislación vigente prohibe publicar encuestas desde el pasado lunes- lo que queda del día en materia de tendencias, el tracking público vaya, lo cuenta a diario El Periòdic d'Andorra. Y la posible victoria del PP sigue siendo, según el sondeo del martes y miércoles, publicado el jueves, día 17, a las 12 horas, corta. Tan corta que la suma de PP, que gana con un 26,5% y entre 108 y 112 diputados, y Ciudadanos, en caída, con 15,9% y entre 59 y 64 escaños, ya no garantizan, juntos, la mayoría absoluta. Mientras, el PSOE, aguanta con 21%, y entre 83-87 escaños, con Podemos pisándole los talones, alcanzando un 20,4%, 71-75 diputados.

   Ni siquiera los inquilinos de La Moncloa rehúyen hablar del fantasma. Y se describen abiertamente, las combinaciones posibles: PP-Ciudadanos, PP-PSOE sin Sánchez....

     Hemos apuntado aquí que ha habido un antes y un después en estos quince días.

   Hasta el lunes, a las 23.06, presenciamos el espectáculo de los debates a tres, sin Mariano Rajoy, o a cuatro, también sin Rajoy. Pero a la hora señalada, Pedro Sánchez, acusó a cuenta de su actitud personal -sms a Luis Bárcenas, entre otras conductas- frente a los casos de corrupción-especialmente, la contabilidad B del PP-  al candidato del PP de no ser decente.

    Y unos minutos después, a las 23.11 el clímax se prolongaba cuando unió la política del PP frente a crisis económica y social, por un lado, y la corrupción, por el otro, en una breve oración:

    -Usted lo que ha hecho es recortar todo menos la corrupción de su partido.

    Lo que podría llamarse la troika de la buena educación –PP, Ciudadanos y Podemos- acusó el golpe y confluyó en la denuncia del presunto insulto y la ruptura de las pretendidas reglas de juego por parte del candidato socialista.

    El momentum –el impulso como se suele definir en inglés- duró hasta el miércoles por la tarde, cuando el presidente del Gobierno y candidato del PP sufrió el atentado en Pontevedra bajo la forma del potente gancho de un joven de diecisiete años que, cosas de pueblo, ha resultado ser hijo de una prima de Elvira Fernández, esposa de Rajoy.

  A partir de ese momento, en ese después, la campaña ha dado un nuevo giro.

  Se ha frenado la dinámica abierta el lunes por la noche con el duelo televisivo que vieron 9,6 millones de personas y se ha abierto una nueva fase, de perplejidad y, si se quiere, comprensión/compasión, a raíz de la situación del presidente del Gobierno agredido. La preocupación en Bruselas con la imagen de Angela Merkel acariciando la mejilla todavía amoratada de Rajoy es la imagen de esta nueva etapa.

    La campaña, por tanto, sufrió un frenazo en seco.

    Todo lo que uno quiere o puede decir ahora está necesariamente limitado por el impacto que ha creado en la sociedad el puñetazo salvaje de Pontevedra.

     Además, a nadie se le escapa que esta nueva fase coincide con las últimas horas de la campaña, que suele concentrar los mensajes quizá más duros, definitivos.

     Si dibujáramos la campaña como una uve doble, tendríamos que empieza en el punto elevado con el debate a tres, al no aceptarse a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en lugar del presidente, en la sede de EL PAÍS, y luego el debate a cuatro en Atresmedia, que sí admite a la vicepresidenta.

    A partir de este punto elevado que forman estos debates, la campaña cae y vuelve a subir a la cima el lunes 14 con el duelo Rajoy-Sánchez. El momentum se mantiene el martes y parte del miércoles, hasta las escenas de la tarde en  Pontevedra. A partir de allí tenemos la caída.

    Una nueva subida hasta el punto más elevado que completaría la última línea de la uve doble parece ya muy difícil a raíz del entorno creado.

Carta abierta al ministro Guindos

Por: Ernesto Ekaizer | 17 dic 2015

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    Señor ministro de Economía y Competitividad,

   Le escribo en relación a la situación procesal de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde. Como ya sabrá, la señora Lagarde se sentará en el banquillo ante el Tribunal de Justicia de la República, institución que juzga a los ministros, acusada del delito de negligencia en el caso Tapie, la concesión en 2008 de una subvención de 407 millones de euros al empresario y exministro Bernard Tapie. Así lo ha dispuesto un tribunal de Francia.

   España es miembro del FMI desde el 15 de septiembre de 1958, cuando suscribió en Washington la adhesión al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. Fue entonces el sexagésimo sexto país.

   Hasta ahora Lagarde, ex ministra, había sido citada a declarar en la investigación del caso Tapie en calidad de testigo asistido (moin assisté). Si bien era objeto de la instrucción sumarial, no tenía calidad de imputada o inculpada (inculpation, más tarde mise en examen).

  El Ministerio de Economía provocó la dimisión de Magdalena Álvarez en una de las vicepresidencias del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en junio de 2014. Mientras el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, sostuvo que la imputación de Álvarez en el caso de los ERE de Andalucía no era indicio de culpabilidad, usted pidió en privado al presidente del BEI, Werner Hoyer, la cabeza de Álvarez con el argumento de su imputación primero y de la fianza por responsabilidades civiles que se le impuso, fianza anulada más tarde por la Audiencia de Sevilla.

   Es el día de hoy en el que Magdalena Álvarez todavía no ha sido objeto de un auto de apertura de juicio oral.

   En aquellos días, hice mención a la situación de Christine Lagarde, relativamente diferente a la de Álvarez por las figuras procesales francesa y epañola, y a las posibilidades de que también se sentara en el banquillo. Parecía lo más sensato considerar la apertura de juicio oral contra Álvarez como el momento de pedirle la dimisión. Es el momento procesal en el que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) suspende la actividad jurisdiccional de los jueces.

    Pero usted quería el puesto que ocupaba Magdalena Álvarez, por designación del gobierno Zapatero, para uno de sus hombres, Roman Escolano, entonces presidente del Instituto de Crédito Oficial (ICO). Y aireó el tema de la dimisión de Álvarez en la precampaña de las elecciones europeas de mayo de 2014.

   Ante la resistencia de Álvarez -tras prometerle un miembro de su equipo, Inigo Fernández de Mesa, ex director ejecutivo de Lehman Brothers y entonces secretario general del Tesoro, apoyos para otros posibles puestos en una comida celebrada en el restaurante Paradis de Madrid-, usted puso en marcha una operación que se revelaría eficaz.

   Acusó, a puertas cerradas en el BEI, a Álvarez de haber filtrado a este periódico, EL PAÍS, una información referida a una carta enviada al BEI por el gobierno español en la que se solicitaban aclaraciones de procedimiento para incorporar el asunto al orden del día de dicha institución.  Es decir, la acusaba de faltar a la confidencialidad. Ello habida cuenta de que los servicios del Ministerio ya habían filtrado informaciones idénticas a agencias informativas y medios de comunicación en la campaña para obtener su dimisión.

   Consiguió, pues, el anuncio de dimisión de Magdalena Álvarez el 25 de junio de 2014. El señor Escolano ocupó el puesto.

   Esta historia nos remite ahora el caso Lagarde.

   ¿Pedirá usted la renuncia de Christine Lagarde? Con el rasero que usted ha aplicado a Magdalena Álvarez, ahora que Lagarde se sentará en el banquillo por orden de un tribunal de Francia, ¿actuará usted y su gobierno cuando tienen las razones procesales, por así decir, claras, a saber se ha dictado una resolución equivalente a la de juicio oral en España?

    ¿Encargará a Fernando Jiménez Latorre, entonces secretario de Estado de Economía y copartícipe de su estrategia respecto de Álvarez, y ahora  director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) (en el grupo que España comparte en el organismo con Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Venezuela), que proponga la dimisión de Lagarde?

   ¿O confirmará lo que supimos en su día, a raíz de las malas artes utilizadas, de que en rigor usted quería la cabeza de Álvarez para darle el puesto a uno de sus amigos?

     Atentamente.

    

 

   

     

   

 

 

  

Fin del procés y... principio de lo mismo

Por: Ernesto Ekaizer | 16 dic 2015

                                

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Mas, con el dirigente y diputado de la CUP Antonio Baños.

 ¿Se acuerdan de Cataluña?

Pues en el duelo entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, pese a las reiteradas exhortaciones a abordar la cuestión territorial, ninguno de los dos fue más allá de resumir lo que repiten desde hace tiempo. ¿Y por qué diantres es preciso hablar ahora de Cataluña? Veamos. 

Existe la posibilidad de que acudamos a lo que podría llamarse la gran desincronización. O, si se prefiere, a una situación surrealista.

El fracaso de Artur Mas para conseguir en primera y segunda votación su investidura como president de la Generalitat, la ausencia de Govern, la parálisis del Parlament y la intervención del Tribunal Constitucional, han dejado sin efecto la declaración del inicio de desconexión del 9 de noviembre de 2015. El denominado procés sufre un paréntesis que va para los cuarenta días si se parte de la fecha de la resolución anulada.

En paralelo, a partir del 20 de diciembre se puede abrir un paréntesis similar en Madrid si, como predicen los sondeos, el ganador, el Partido Popular, obtiene una mayoría frágil. Rajoy, por tanto, podría encontrarse en una situación similar a la de Mas en estos momentos, abriéndose una fase que podría, teóricamente, durar cuarenta o cincuenta días.

La desincronización consistiría en esto: la apertura del paréntesis político en España puede coincidir con el cierre del mismo en Cataluña si Mas consigue los dos votos de la CUP, Candidatura de Unidad Popular.

Si se desbloquea la investidura, como propone el dirigente de la CUP y ex diputado David Fernández, pongamos entre el 27 y el 31 de diciembre, Mas podría convocar al Parlament para los primeros días de enero, digamos antes de Reyes, aunque tiene de plazo hasta el sábado 9 de enero. En tal caso, se formaría el Govern y el motor del procés arrancaría de nuevo.

Mientras, en Madrid -siempre que se cumpla la previsión de mayoría frágil- tendríamos cierto vacío político. Se echarían cuentas y se negociarían pactos de gobernabilidad, Rajoy dixit. 

El Govern de Mas daría vida al Parlament y propondría enviar misiones a la Unión Europea y esperar a la formación del nuevo Gobierno en Madrid para proponer algún encuentro. "Tendremos que ir a hablar con ellos", explicó Mas a Josep Cuní el pasado 10 de diciembre.

Al tiempo, las comisiones del Parlament se constituyen y empiezan a trabajar en las leyes de hacienda, seguridad y proceso constituyente, todo ello, insistimos, con un Gobierno en funciones en Madrid y, eso sí, bajo la vigilancia del Tribunal Constitucional y la Audiencia Nacional.

A todo esto, si la previsión de mayoría insuficiente para gobernar en solitario se cumple, tendría lugar una situación distinta a la preexistente en la anterior legislatura: de un Gobierno basado en una mayoría de 186 escaños pasaríamos a un Gobierno más débil apuntalado por las fuerzas políticas que se avengan a ello, habida cuenta de que ninguna de ellas expresa disposición, antes de conocer los resultados del 20-D, a decir palabra sobre pactos.

Esta campaña discurre como si la pesadilla de Cataluña -la necesidad de definir qué hacer para persuadir al 47% del electorado que optó por fuerzas políticas independendistas- ya hubiese desaparecido. Pero como el monstruo del lago Ness, el soberanismo puede estar por levantar cabeza cuando en Madrid se vive una cierta acefalia política. Y  en esta campaña, pese a decir día sí, día no, que Cataluña es uno de los retos más importantes, es como si aquí no hubiera pasado nada. Ni pasará nada.

Pero los astros se están conjurando para que pase.

Por de pronto, las actuaciones judiciales -en relación a la financiación de Convergència Democrática de Catalunya y a la familia Pujol- van a conocer un nuevo impulso tras el 20-D, toda vez que la Audiencia Nacional ya tiene la competencia total de las causas y que el juez José de la Mata prepara nuevas diligencias.

Estas actuaciones pueden, ciertamente, cruzarse en el camino de la decisión de la CUP sobre la investidura de Mas.

En todo caso, estamos en unos momentos de calma...antes de la tormenta. 

Repetición de la jugada

Por: Ernesto Ekaizer | 15 dic 2015

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  La jugada más reciente que repitió anoche Pedro Sánchez ante Mariano Rajoy la había ensayado el candidato del PSOE en el debate sobre el estado de la nación el pasado 24 de febrero. Un Rajoy sobrecogido le despidió, al acabar el fuego cruzado, en estos términos, según quedó registrado en el Diario de Sesiones:

   -¡No vuelva usted aquí, a hacer ni a decir nada. Ha sido patético!

   Pues Sánchez ha vuelto.

  Y esta vez la construcción se ha inspirado en otra jugada algo más lejana. La que tuvo como protagonista a Alfredo Pérez Rubalcaba el sábado 13 de marzo de 2004. Rajoy ese mismo día, jornada de reflexión de las elecciones del 14-M, declaraba sobre el atentado del 11 de marzo: "Tengo la convicción moral de que ha sido ETA". Rubalcaba esa misma noche declaró:

     -Los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que no les mienta, un Gobierno que les diga siempre la verdad.

   El 24 de febrero, según ya hemos evocado en estos comentarios analíticos, ganó Sánchez, según el CIS, lo cual presuponía que Rajoy podía prepararse para no repetir a su vez el descontrol del cual hizo gala en el Congreso de los Diputados.

    Pues no.

    Tras evocar los sms de Rajoy a Bárcenas [enviados después de conocerse la primera cuenta suiza de 22 millones de euros y la publicación de la fotocopia de la contabilidad B de Luis Bárcenas en este periódico, el 31 de enero de 2013], la declaración de María Dolores de Cospedal sobre el despido diferido del extesorero del PP, la destrucción de los discos duros de los ordenadores requeridos por el juez Pablo Ruz y los pagos en negro de las obras de la sede de Génova 13, el candidato socialista concluyó:

   -Usted dijo que todo era falso, y a los días siguientes matizó diciendo que todo era falso salvo alguna cosa. Pero ahora todos los españoles sabemos que lo que dicen esos papeles es cierto...Le advierto: si usted sigue siendo presidente de Gobierno, el coste para la democracia y las instituciones será enorme porque el presidente de Gobierno tiene que ser una persona decente y usted no lo es.

    Rajoy picó. Debajo de su asiento, los talones del presidente temblaban intensamente, como quien dribla una pelota de baloncesto.

   Le espetó a Sánchez: 

    -Hasta aquí hemos llegado...yo soy un político honrado, como mínimo tanto como usted, jamás me  acusó nadie de "nada. No me dedico a la política por dinero. Usted perderá las elecciones, pero  no se recuperará nunca de la afirmación ruín, mezquina y deleznable que ha hecho. Ha sido una intervención miserable.

   Sánchez podía haber seguido, pero no lo hizo.

   Por ejemplo: estaba en condiciones de recordar que en la contabilidad B de Bárcenas hay 35 apuntes a nombre de diferentes siglas que el extesorero identificó ante el juez Ruz como Mariano Rajoy. Son 322.231 euros. Y la rehabilitación de la planta séptima del edificio de Génova 13, la del presidente del partido, es decir, Rajoy, costó 505.000 euros, según los autos de los jueces Ruz y José de la Mata, pagados en negro como parte del millón y medio. Por esta contabilidad B, el PP es considerado responsable civil subsidiario en el caso Bárcenas. 

   O podía haber recordado que todos los secretarios generales del PP (Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes y María Dolores de Cospedal) declararon como testigos en la Audiencia Nacional. Todos menos uno. El secretario general Mariano Rajoy, antes de ser presidente. Es verdad que el juez Ruz no le envió las preguntas a La Moncloa. Pero Rajoy podía haberse ofrecido a contestar en calidad de testigo. No lo hizo.

    Pero no necesitó llegar tan lejos Sánchez para desestabilizar a Rajoy.

    La influencia de este enfrentamiento sobre la marcha de la campaña electoral y el desenlace de la es difícil de calibrar. Subirá la moral de una campaña socialista muy alicaída y debilitará la capitalización que venían exhibiendo Podemos y Ciudadanos, siempre a juzgar por los sondeos.

Un disparo, tres pájaros   

    El disparo de Sánchez sobre Rajoy alcanzó, adaptando la expresión popular, a otros dos pájaros.

   En el debate sobre el debate organizado por el programa Al Rojo Vivo (el más visto anoche después de los 9,6 millones cosechados por el duelo) tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera acusaron la herida. Alberto Garzón, candidato de Izquierda Unida, fue, como en los debates previos, excluido.

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   Iglesias, tras seguir el debate en Atresmedia (foto), explicó ya en cámara que ambos duelistas se habían faltado el respeto y que se habían revolcado en el fango. Pero sobre todo, el blanco de Iglesias fue Sánchez. Se puso a sí mismo como modelo de cortesía y buena educación.

   El candidato socialista, a juzgar por los comentarios puritanos del líder de Podemos, había quebrado el monopolio de la crítica al PP.

    La presencia de los dos contrincantes emergentes, excluidos del debate bipartidista, fue concebido por ellos como una oportunidad para argumentar sobre el duelo. Por eso suspendieron actividades previstas para la noche del lunes.

   Pero esa oportunidad también suponía riesgos, entre ellos el riesgo de verse reducidos a simples comentaristas u observadores.

   Rivera recordó que fue él quien había traído en el debate a cuatro de Atresmedia por qué razón Rajoy se había quedado en Doñana y su lugar fue ocupado por Soraya Sáenz de Santamaría, cuando blandió una portada periodística ante las cámaras con la contabilidad B de Bárcenas y aludió al pago de sobresueldos.

   El líder de Ciudadanos  apuntó que sería "elegante" y no iría a más. La vicepresidenta, airada, replicó que dejara a los demás decidir sobre su elegancia.

     Esta campaña va asumiendo a medida que avanza rasgos del teatro japonés tradicional, el drama kabuki, en el cual los actores emergentes se presentan con un maquillaje muy elaborado.

   El debate entre Sánchez y Rajoy ha sido sanguíneo al abordar los asuntos de corrupción y otras manipulaciones, a cara de perro, sin Max Factor.

 Y, mira por dónde, los candidatos emergentes parecían anoche, con su maquillaje, puro...establishment.  Descolocados. O no.

Una batalla no es la guerra      

   Hacer trastabillar al contrincante, como ha conseguido Sánchez, supone salir a su vez bien parado de un momento estelar, el espectáculo central de la campaña, ¿pero cambia radicalmente el sesgo de una campaña del PSOE que parecía agotada? ¿es mucho más que una habilidad dialéctica ante millones de espectadores? 

   La respuesta instantánea a ambos interrogantes es no.

   Pero a partir de hoy se podrá apreciar la tendencia.

   Una cosa ha quedado clara: los candidatos Sánchez y Rajoy eran anoche ellos mismos. Millones de  votantes han podido ver su doble cara. La que habían exhibido en los programas de Bertín Osborne y María Teresa Campos.

    Y la...¿real?

 

    

 

 

 

Waterloo

Por: Ernesto Ekaizer | 14 dic 2015

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   El duelo entre Mariano Rajoy y su retador Pedro Sánchez es importante. Sí, lo es ¿pero cuán relevante sigue siendo en la marejada política española? 

    Unos 9,2 millones de espectadores han seguido el pasado lunes, día 7 de diciembre, el debate a cuatro (con Soraya Sáenz de Santamaría) en Atresmedia. En las elecciones de 2011, el duelo entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Rajoy concitó la atención de  12.005.000 de personas y una cuota de pantalla del 54,2%, cifras parecidas a las del segundo combate entre José Luis Rodríguez Zapatero y Rajoy en 2008.

    En buena lógica, habida cuenta de que asumimos la existencia del 41,6 por ciento de indecisos contabilizados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para su encuesta realizada entre el 27 de octubre y el 16 de noviembre, los electores deberían interesarse por el debate de esta noche con el mismo o quizá mayor interés que el de 2011.

    En esta ocasión, además, una parte de estos votantes podrán conocer después de este debate estelar la opinión de los otros dos candidatos, Albert Rivera y Pablo Iglesias, que han sido convocados a un programa televisivo posterior, Al Rojo Vivo, para dar sus opiniones. Será un debate sobre el debate.

   Las encuestas se han movido mucho, es cierto. Pero no en un punto: el ganador, el primer partido en número de votos y escaños, sigue siendo el Partido Popular.

  Sin embargo, Rajoy exhibe ansiedad.

  ¿Por ejemplo?

   Lo hemos visto ayer mismo. El viernes pasado, tras obtener información sobre el deseo de Rajoy de que Gustavo Arístegui, embajador en la India, debía presentar su dimisión a lo largo del fin de semana, lancé varios tuits sobre el asunto. Tanto Aristegui como el diputado Pedro Gómez de la Serna son el blanco de una denuncia por el cobro de comisiones para empresas españolas en el exterior. 

    La posición de boquilla de Rajoy en el caso de Magdalena Álvarez, que ocupaba una de las vicepresidencias del Banco Europeo de Inversiones (BEI), era la de considerar que "una imputación no supone una declaración de culpabilidad". Ni Arístegui ni Gómez de la Serna están formalmente imputados/investigados. Rajoy ha dicho que ve la actividad privada de Gómez de la Serna como normal. "Yo le creo a Gómez de la Serna", dijo.

   Sin embargo, la otra cara de Rajoy la gestiona el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien ha hecho realidad los deseos de su jefe: acudir al debate de esta noche con el asunto Aristegui resuelto. El embajador ha anunciado ayer su dimisión "para no perjudicar al PP". En román paladino: para no perjudicar a Rajoy, o lo que es lo mismo, quitarle un argumento a Pedro Sánchez. 

  ¿Y Gómez de la Serna? Es el número dos en la lista del PP por Segovia. Va en las papeletas. Ha sido apartado de la campaña electoral, tras abrírsele a él y a Aristegui un expediente. Es probable que tampoco hubiera conseguido los votos para repetir con la competencia de Ciudadanos y de Podemos. Pero quizá, en línea con Aristegui, pueda anunciar que en caso de salir elegido no ocuparía el escaño. Esto es objeto de análisis en el PP.

    Pero el giro copernicano de Rajoy ha sido evidente. Y cortarle la cabeza a Aristegui el fin de semana indica, como mínimo, que el candidato del PP no parece estar convencido de que las tiene todas consigo. Riesgos fuera.

   Una conducta similar a la exhibida en relación con el atentado contra el complejo de la embajada de España en Afganistán, donde se volvió a adivinar el síndrome de la gestión del 11-M en el negacionismo de que España había sido el blanco de los terroristas talibanes, conducta que fue rectificada el sábado.

    Pedro Sánchez ganó el debate sobre el estado de la nación el pasado 24 de febrero. Por la mínima, pero venció. Rajoy buscará el empate. No cometer los mismos errores.

    Sánchez intentará que la corrupción sea el Waterloo de Rajoy. Y Rajoy buscará que la herencia recibida y los datos de la legislatura, sin rascar, lo sean para Sánchez.

   

 

   

    

      

    

Revancha

Por: Ernesto Ekaizer | 13 dic 2015

 

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     Mariano Rajoy y Pedro Sánchez preparan en los ratos libres que les dejan los actos de campaña el debate de mañana, lunes 14. El debate del bipartidismo menguante.

   En cierto modo, habida cuenta de la influencia que puede tener un duelo a seis días de las elecciones, no es caprichoso calificarlo como una segunda vuelta. O en el caso de Rajoy una revancha.

   Porque la primera vuelta tuvo lugar el pasado 24 de febrero. Fue el debate anual sobre el estado de la nación.

   Un debate que ganó, según todos los sondeos serios, incluyendo el del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Pedro Sánchez.

   El talismán de su victoria fue el siguiente:

  "Sus logros y cómo pasará usted a la historia de España será por tres conceptos: primero, precariedad; segundo, impuestos y, tercero, Bárcenas, señor Rajoy, Bárcenas", dijo Sánchez.

    He aquí la transcripción completa del Diario de Sesiones.

   "Señorías, les voy a decir una cosa: el presidente del Gobierno me echa en cara casos de corrupción y yo le digo, señor presidente, que lecciones de usted sobre corrupción ninguna, yo soy un político limpio, ¡yo soy un político limpio, señor Rajoy! ¡Lo soy! ¡Lo soy!Tengo que reconocerle que a veces ustedes tienen toques de humor negro brillantes. Vamos a ver, señorías, ¿cómo y de dónde sacó Bárcenas la fortuna? A ver, señor Rajoy, pensemos usted y yo: Bárcenas era gerente del PP, luego tesorero del PP, manejaba las cuentas del PP, pagaba las obras de los locales del PP, compraba las sedes del PP, repartía los sobres para los altos cargos en la sede del PP, se dice incluso, señorías, que en cajas de puros; Bárcenas contrataba a las empresas que trabajaban para el PP y pagaba las campañas electorales del PP. Señor Rajoy, usted confiaba tanto en Bárcenas que le ascendió de gerente a tesorero y de tesorero a senador; y tenía tanta confianza en él que se mandaban cariñosos mensajes. Bárcenas, señor Rajoy, obtuvo la fortuna de las mismas fuentes con las que ustedes pagaron las obras en negro de la sede del Partido Popular. Bárcenas sacó su fortuna de las mismas fuentes y con idénticos métodos por los cuales la fiscalía ha pedido ocho años de cárcel por financiación irregular a la cúpula del Partido Popular en Valencia. Señor Rajoy, Bárcenas y el PP compartían fuentes porque Bárcenas y el PP eran lo mismo. Y ese es su gran problema, señor presidente, por eso usted jamás va a ser creíble en la lucha contra la corrupción, porque su nombre y su historia están indisolublemente ligados al nombre y a la historia de Bárcenas. Así que, señor Rajoy, lecciones de usted, ninguna, porque yo soy un político limpio. Por usted no pone la mano en el fuego ni la señora Aguirre, señor Rajoy, ni la señora Aguirre". 

  Desarmado, cautivo ya de su derrota, Rajoy atina, empero, a hundirse más.

  "Señoría, creo que se ha equivocado usted de discurso. Se lo digo con absoluta franqueza. No es lo propio de un partido que pretende ser alternativa de Gobierno, por muchas dificultades que tenga que superar ese partido, hacer una intervención como la que usted ha hecho aquí en el día de hoy. Se lo digo tal y como lo pienso. Incluso, se la podría haber construido yo, fíjese —se lo digo tal y como lo pienso—, criticándome a mí mismo, pero con un discurso más moderado, más equilibrado y más sensato. Incluso, se la podría haber construido yo, fíjese  —se lo digo tal y como lo pienso—, criticándome a mí mismo pero con un discurso más moderado, más equilibrado y más sensato".

   Y añadió: ¿Cómo me habla usted de corrupción cuando tiene diputados y senadores que han sido llamados por el Tribunal Supremo y no les ha pedido ninguna responsabilidad?", en referencia a los ex presidentes de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, por el caso de los ERE. 

  Rajoy, según los sondeos, solo ganó a Sánchez en "agresividad" y...."demagogia", la palabra que suele usar el presidente de gobierno para descalificar habitualmente a sus rivales.

  Bien.

  Según ha explicado Rajoy a María Teresa Campos, en su entrevista grabada para el programa Qué tiempo tan feliz, Telecinco, difundida ayer, "el debate por excelencia es el debate de mañana lunes".

   -Ahí, en los debates que han tenido lugar, no tenía que estar Sánchez...

   Sin embargo, Rajoy ha extraído de esos debates munición contra el líder socialista y ha colocado en los medios de comunicación el slogan de que Sánchez ya está fuera de combate, ha insinuado que ni siquiera será el número dos de las elecciones del 20-D. "Creo que va a haber sorpresa".

  "Es la liturgia", vino a explicar ayer Rajoy a Campos. "Tienes que lanzar algunas pullas". Pero, añadió "en general [el tono] es normal, educado y correcto".

   Los casos del diputado Pedro Gómez de la Serna y el embajador en la India Gustavo Aristegui -cobro de comisiones por gestiones- se han añadido en las últimas días a los múltiples hechos de un año que según el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, es el de "menor corrupción de los últimos cien años".

  También ha sido extraña la reacción de Rajoy al atentado de Kabul, negando, primero, que el objetivo fuera el complejo de la embajada de España, y rectificando ayer su versión inicial ante las evidencias.

   Estos serán asuntos que seguramente supondrán una actualización de lo que Sánchez ya utilizó en el debate sobre el estado de la nación. 

   Pero entonces, por aquellos días de febrero pasado, las causas en las que el Partido Popular está implicado (Gürtel, caso Bárcenas o contabilidad B del PP) estaban pendientes de los autos de conclusión del juez Pablo Ruz. Hoy los delitos por los cuales el PP es considerado partícipe a título lucrativo o responsable civil subsidiario ya están descritos en esos autos judiciales que abocan los casos a juicio oral en 2016 y 2017.

El País

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