El duelo entre los candidatos del bipartidismo ya no será, el próximo lunes día 14, lo que era. Rajoy y Sánchez están en faena en la preparación, pero si bien debatirán a solas, después de medirse, el turno será de Rivera e Iglesias; tendrán la oportunidad de dar, a continuación, su punto de vista sobre el debate.
Antonio García-Ferreras, director de La Sexta y director y presentador del programa de actualidad Al Rojo Vivo, ha dado, al acoger a los dos líderes emergentes, el golpe de gracia al duelo clásico. Forzará un debate cuatripartidista de facto. Virtual. Una cantidad no despreciable de espectadores se acostará la noche del lunes con las voces de los cuatro. No solo de los dos duelistas.
El duelo y el contraduelo.
El tema de los debates ha sido en estas elecciones el terreno de una virtual guerra de guerrillas que ha estropeado el esfuerzo del Partido Popular de mantener el esquema clásico. La guinda es la comparecencia de los dos líderes emergentes que pisan los talones a los dos líderes del bipartidismo.
Ya al comienzo de la segunda semana de campaña va consolidándose la sensación de que el CIS no iba de farol en su referencia a que hay un 41,6 por ciento de indecisos. ¿Quien no lo ha podido verificar en sus conversaciones cotidianas?
En un autobús de la línea 147, mientras rueda por el paseo de la Castellana, una señora de unos 45 años, me mira fijamente. Al levantar la vista de mi teléfono, me encuentro ante su cabeza inclinada hacia mi, y confirma que soy el periodista que ella imaginaba. Le cedo el asiento, se resiste, acepta.
-Sabe, veo las tertulias, me interesa la política…
-Ajá…
-Y…claro, no sé… No sé a quién voy a votar. Todavía no lo sé, estoy confundida…
-Señora, no es usted una excepción. Parece ser que hay un 41,6% de indecisos, gente que está en su misma situación…
-Bueno. Sé a quién no votaré. Al bipartidismo no le voy a dar mi voto. Pero, claro, no sé a quién de los otros.
La señora hace un mohín, preocupada. Y parece que, en efecto, el abanico de posibilidades ha dado lugar a esa confusión.
Pero una cosa parece evidente: la gente quiere marcha. Lo que le pide el cuerpo es castigar. Por eso, el contraduelo del lunes 14, tras el duelo clásico, va a agitar el avispero todavía más.
Mientras, mira por dónde, Rajoy, que había anunciado una enigmática sorpresa el 20-D, probablemente se haya encontrado con dos que no tenía en agenda. El equivalente a la october surprise, la sorpresa de octubre, que siempre aparece en vísperas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Las comisiones millonarias de un hombre de los suyos, el diputado, a quien él nombró en una presidencia de empresa pública, la Sociedad Estatal de Infraestructuras Penitenciarias, cuando fue ministro del Interior, y las cobradas por Gustavo Aristegui, embajador en la India, un personaje al que Rajoy guarda rencor por enredar contra su liderazgo en la recta final a la convención de Valencia de 2008.
El presidente ha reaccionado ahora de forma muy parecida a la de hace seis años largos cuando estalló el caso Gürtel, en febrero de 2009, creyendo la versión de los imputados, entre ellos el entonces tesorero Luis Bárcenas. Entonces faltaban tres semanas para las elecciones autonómicas gallegas del 1 de marzo de 2009.
Ahora declara Rajoy por la mañana que cree la explicación de Gómez de la Serna – un hombre clave en la operación de persuasión del juez Antonio Pedreira para que exculpara a Rosalía Iglesias y Luis Bárcenas, en 2011- pero su partido abre, por la noche, expediente al diputado y separa de la campaña electoral al candidato número dos a repetir por Segovia. De Aristegui, al que no quiere ver ni en pintura, no ha dicho palabra. Es un tema que le ha encomendado al ministro José Manuel García-Margallo.
No ha sido la única sorpresa. Porque nada más ponerse el disfraz apropiado para estas fechas, el de Santa Claus, y anunciar su receta sobre las personas en edad de jubilarse que quieran seguir trabajando – renuncia a la pensión a cambio de la exención en el pago del IRPF- ha salido el director de la Oficina Económica del Presidente, Álvaro Nadal, a explicar su desconocimiento olímpico de los tiempos en que se podría aplicar dicha medida.
Es lo que Rajoy llamaría, si la medida la anunciaran sus contrincantes… ¿cómo?
¡Una ocurrencia!
¡Bingo!