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El móvil debería ser declarado un objeto de uso personal e instransferible como el cepillo de dientes. Teniendo en cuenta que llevamos más de media vida ahí dentro, y que a algunos, y me incluyo, nos causan más trastorno si nos roban el teléfono que la cartera.
Buena parte de lo que llamamos intimidad transcurre teléfono mediante. Todo el mundo lo sabe, lo tolera y lo estimula. O eso creía yo hasta que leí el último estudio de Match.com realizado entre 5000 solteros de Estados Unidos (Singles of America 3). Resulta que la mayoría de ellos, un 72% de las mujeres y un 53% de los hombres, no volvería a tener una cita con alguien que fuera "reservado o sigiloso" con sus mensajes de texto. No tolerarían salir con alguien que no fuera "transparente", digitalmente hablando y que no mostrara las tripas de su teléfono en la primera cita.
"La transparencia digital es un must", dice el estudio. Y un "must" es algo que no se discute.
Los ilustres solteros de Estados Unidos, siempre según Match.com, no tendrían una segunda cita con quien que no les permitiera usar su teléfono o lo mantuviera protegido con una contraseña. Tampoco con alguien que fuera "misterioso" con los emails que recibe, respondiera "con excesiva discreción" las llamadas, o mantuviera cerrado a cal y canto su muro de Facebook.Todas estas circunstancias eran interpretadas como "ofensivas" tanto para los hombres como para las mujeres, aunque nosotras en el estudio aparecíamos como más suspicaces y desconfiadas. Hay que decir, en cualquier caso, que la diferencia entre sexos era mínima.
También sabemos, gracias a Solteros en América que los solteros son grandes espías, sobre todo los que se mueven entre los 20 y 30 años. Según Match.com rastrean habitualmente el Facebook de su potencial ligue y también el de su ex (29%), revisan sus SMS (26%) y, si pueden, les leen el email (18%). Una conducta que se pasa a la vida real donde se revisan bolsillos, cajones y armarios. No sabemos por qué, pero los solteros de entre 30 y 40 años prefieren espiar el botiquín y el mueble del baño. Suponemos que buscan otra cosa, algo más sustancial y analógico que un mensaje de texto.
Pero, lo que me parece tierno es que la mitad de los solteros más jóvenes esté dispuesta a compartir sus contraseñas con su pareja "en un punto determinado de la relación". Un sentimiento que disminuye de modo drástico a medida que sube la media de edad. A los 30 años, ya solo lo haría el 40% de los encuestados; a los 40, el 37%; y a los 50, un tímido 29%. Mientras el 56% de los casados dijo drásticamente que NO compartiría contraseñas con su cónyuge.
En resumen, quien esté buscando pareja en un sitio on line debe comportarse como quien está siendo espiado, porque, probablemente, así sea. Hay que dar por hecho que antes de la primera cita, usted va a ser googleado. Y desde aquí solo podemos recomendarle que haga lo mismo. Su perfil de Facebook será examinado a pie juntillas. Pero lo mismo le ocurriría antes de ir a una entrevista de trabajo.
Por lo visto, la antigua obsesión por la privacidad ha muerto. Ahora se llevan las transparencias. Que su móvil, su ordenador y usted mismo sean como un libro abierto. Así lo cree, al menos, el periodista Dan Slater, autor del libro Love in the Time of Algorithms, que sostiene que es un síntoma de que la gente no quiere sorpresas, quiere saber lo bueno o lo malo cuanto antes. Ya.
En opinión de Slater es por eso que las webs de citas on line de nueva creación, como Zoosk y LikeIt incorporan la opción de asociar el perfil al muro de Facebook, de este modo, los misterios serán desvelados cuanto antes. Por otro lado está LinkedIn y su idea de crear un sitio de búsqueda de pareja asociado al curriculum y al nivel profesional. Más claro, agua ... usted verá. Este es el lugar, Hitch.me. De paso, le recordamos que hitch me significa algo así como Atrápame. Sospecho que aquí la competencia será dura.
Pero si usted prefiere ser un clásico y proteger su teléfono como una fortaleza, asegúrese de no apuntarse a una página de citas on line. Al menos, no en Estados Unidos. Aquí ya se sabe, lo de la transparencia lo llevamos de aquella manera, y el cepillo de dientes sigue siendo un objeto sagrado.