Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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Beers2

Los obsesos del autocontrol y amantes de paranoias varias nunca han estado mejor. En el mundo se impone con fuerza, se considera cool y está de moda ser un selftracker. Es decir, rastrear nuestros hábitos y comportamientos, desde el pulso cardíaco y resto de constantes vitales hasta en qué nos gastamos el dinero, para analizar la vida desde el punto de vista matemático, y hacerla un poco mejor, al menos desde el punto de vista matemático. 

Si usted fuera un selftracker en ejercicio podría, en una típica charla de pretensiones filosóficas sobre su vida, sacar su teléfono o su pulsera Nike+ Fuel Band (geeks de España, paciencia que este año la tendremos en nuestras tiendas, dicen) y refutar con datos objetivos todo aquello de que se le acuse y no se avenga con su verdadero estilo de vida.

Será el fin de los juicios basados en falsas percepciones ajenas. Dispondrá de cifras exactas sobre toda su vida: cuántas vueltas da en la cama antes de despertar, cuántos pasos da cada día, cuándo se acelera su pulso cardíaco (por ejemplo, ante la presencia de quién, cuántos emails ha enviado en una semana, ¡Atención!, el número exacto de  palabras que ha intercambiado con su pareja en un año y, efectivamente, cuántas cervezas se ha bebido en la última semana. 

El selftracker estrella es Nicholas Feltron que es además uno de los 50 diseñadores más influyentes de Estados Unidos y publica los gráficos de las cifras anuales de su vida en The New York Times y The Wired. Así supimos que en 2008 bebió 408 cervezas con sus amigos. Y, francamente nos parecen pocas

Si usted quiere saber cuántas veces su corazón se contrae y cuántas vuelve a su sitio, su lugar en el mundo es la web Quantified Self, allí encontrará casi 8000 de los suyos, habitantes de 50 ciudades del mundo. Gente que se autocontrola y comparte sin pudor los datos de su vida con la humanidad. Allí donde antes se fardaba de cosas intangibles (alguna conquista dudosa, un éxito profesional difícil de verificar) en esta web podrá hacerlo con datos objetivos y sobre asuntos en los que realmente le va la vida: la mejora de sus pulsaciones cardíacas, la reducción del tiempo que necesita para solucionar un problema más o menos complejo o la reducción drástica de las horas que pasa enredando en Internet sin hacer nada concreto.

"Conózcase a sí mismo a través de los números" es su máxima, y su líder espiritual es el profesor Larry Smarr, director del Calit (California Institute for Telecommunication Technology). A los 63 años, este señor se autodiagnosticó la enfermedad de Crohn, gracias a las mediciones que llevaba haciendo durante años de su propio intestino. Cuando vio que las cifras se alteraban consiguió detectar la enfermedad antes de que aparecieran los síntomas. Los que asistieron a la reunión The Uploaded Life celebrada en la Universidad de Stanford, pudieron apreciar las vísceras del profesor en una proyección en 3D y en tiempo real, mientras él mismo señalaba con un puntero la zona inflamada de su colon. 

Es el sueño de todo hipocondríaco.

Pero no se sienta aliviado ni alejado de estas prácticas. El razonamiento del profesor Smarr es tan pragmático que mañana usted y yo podríamos convertirnos a esta corriente. Lo que dice el profesor es que "es absurdo que estemos recopiando datos sobre cualquier cosa, menos de nuestra salud". Y tiene razón, lo es. Además, sepa que en España el 51% de los propietarios de un smartphone lo usa mientras practica ejercicio físico, y de ellos, el 43% está rastreando su ritmo cardíaco, las calorías consumidas y los pasos andados. Así que nunca diga de esta agua no beberé, sobre todo no lo haga en materia de tendencias y tecnología. 

Para la mayoría de los selftrackers, el teléfono es la gran herramienta de autorrastreo,  pero existe una constelación de start ups en California, como Fitbit, Zeo y Basis, que se dedican a fabricar dispositivos para medirlo todo, con tres condiciones: que sean wireless, cada vez más pequeños y livianos,  y que puedan adherirse al cuerpo como si fueran un órgano más, con bandas ligeras pero seguras que se ajusten alrededor del brazo, la muñeca, el pecho o el abdomen. Leves pero eficaces

El profesor Larry Smarr representa la vanguardia más radical de los primeros selftrackers que se vieron en este mundo. A saber: geeks, tecnoadictos, fanáticos del fitness y enfermos crónicos que vivían con un un chip adosado a su cuerpo para medir sus constantes vitales. La democratización de los smartphones y las aplicaciones de autorrastreo están a punto de convertir la otrora extravagancia en un acto cotidiano.

El éxito en Estados Unidos de la pulsera Nike+ Fuelband, que registra todos los movimientos del día y los resume en una barra de leds que marca el estado energético de cada quien, es un buen ejemplo de lo predispuestos que estamos a empezarnos a medir.  Cuenta nuestra mente cartesiana, el ingeniero Juan Pablo Puerta que en los bares de San Francisco todo el mundo usa la pulsera de silicona. “Es difícil hablar con alguien que la lleve y resistir la tentación de mirar la barra para comprobar qué día ha tenido, desde el punto de vista energético”. 

Animales de datos. Eso somos y seremos. Cada día más. Algunas revistas de tendencias les han buscado un nombre más atractivo. En lugar de selftrackers (autorrastreadores), una etiqueta que no acaba de venderse muy bien, los llaman datasexuales

No sabemos si Juan Pablo Puerta, nuestro guía espiritual de cada viernes lo es. Solo nos ha confesado que como propósito de año nuevo de 2012 se propuso "medir cada acto de su vida". Así se quedó ojiplático con el dinero que se dejaba cada año en Amazon.com, que duerme seis horas y 20 minutos (él creía que dormía muchísimo más), y que cada día se mueve muchísimo mientras duerme durante veinte minutos, en torno a las seis de la mañana, justo cuando se levanta su mujer. 

A continuación cuenta cómo lo hace: 

En el momento que llevamos un móvil encendido encima, generamos una cantidad de datos que generan un perfil muy específico de quienes somos. Cosas cómo por dónde vamos y con quién(dos móviles que caminan juntos), a qué hora nos despertamos, cuál es nuestro domicilio exacto y cuál nuestro lugar de trabajo, cuánto tiempo pasamos currando y cuánto en el bar ... son datos que rutinariamente se analizan y se utilizan para adaptar servicios a nuestras preferencias de localización, edad y modelo de teléfono.

La idea del Quantified self es recolectar esta información, visualizarla y buscar posibles mejoras en nuestros hábitos. Algún que otro software empieza a hacerlo por nosotros mismos (Google Now me avisa automáticamente de lo que debo visitar cuando estoy de viaje, y me informa cuándo un paquete de Amazon ha llegado a casa solo con leer mi dirección y acceder él solito al sistema de tracking de Correos.

La tecnlogía empieza a ser tan barata y ubicua, que en Estados Unidos ya hay inhaladores para asmáticos con GPS que ayudan a los enfermos a determinar dónde y a qué horas tienen más ataques. Productos cómo Quantimodo nos dan todas las herramientas con la promesa de “perfeccionar nuestros niveles de felicidad”.

Personalmente, desde que tuve un Iphone 1, tengo un pequeño programa que en intervalos de pocos segundos manda mis coordenadas a un servidor central. Una de las primeras conclusiones que saqué, es que casi siempre (80% del tiempo) estoy en zona de cobertura gratis wifi, lo que me hizo decidir quitar mi plan de voz en el móvil y usar solo un plan de datos y voz por ip (ojo, esto es inmensamente más fácil de hacer en EEUU) con el ahorro sustancial que eso me supone mes a mes. Además, empecé a medir mis horas de sueño usando el wakemate (ya difunto), que me avisaba de cuántas horas dormía y cuántas estaba en vigilia. La app me despertaba a la hora en la que (teóricamente) tenía el sueño más ligero. Así he conseguido controlar mi odio a los despertadores.

Empecé a usar last.fm para identificar lo que escuchaba automáticamente, goodreads para lo que leía, Nike fuelband para los kilometros que corría y mint.com para el dinero que gastaba. Pensé que de esa forma podría encontrar ineficiencias (vicios, patrones, molestias) en mi vida y arreglarlas.

Pensé que me asomaría a la ventana de una vida llena de variedad para encontrar que, al final, desgraciadamente cada día que vivimos es horriblemente parecido al anterior. Habrá que buscar una tecnología para solucionar eso.

"Tener menos de veinte pestañas abiertas en Firefox es de cobardes"*

Por: | 22 de abril de 2013

Www.workplusplace.com
                                                                                
Condenados a la interrupción. Así vivimos, y más vale que lo acepte cuanto antes. Hoy lunes en cuanto se ponga a trabajar será interrumpido una vez, y luego otra, y su jornada de trabajo consistirá en distraerse y volver a concentrarse varias veces al día.

Es fácil culpar a Internet, al móvil y a todas las redes sociales que conocemos y a las que aún están por llegar del estado de la cuestión. Y es totalmente justo: El 57% de las interrupciones en el trabajo provienen de los medios electrónicos y las redes sociales, incluyendo la mensajería instantánea (Whatsapp, Imessage, etc.), Google, Facebook, Youtube, Twitter, las interminables búsquedas on line, que se encadenan entre sí como todos sabemos, y los saltos de una ventana a otra del navegador (trabajamos como promedio con ocho ventanas abiertas al mismo tiempo).

Sin embargo, el 43% restante de lo que nos desconcentra  corresponde a llamadas telefónicas, charlas con los compañeros (salir a fumar da mucho de sí) y reuniones más o menos útiles, o más o menos productivas. Más del 45% de los encuestados dijo que lo máximo que conseguía trabajar sin ser interrumpido eran 15 minutos. ¿Le suena? 

Vistoenlasredes.com
                                                                                               www.vistoenlasredes.com

Estos datos provienen de una encuesta realizada en Estados Unidos. Esto quiere decir que hemos hecho una pequeña trampa porque no podemos asegurar que sean extrapolables a España (los blogs poco serios como éste intentan manipular a sus lectores de esta manera). Sin embargo, las cifras me suenan cercanas y familiares, además las he mostrado a alguna gente y a nadie le ha parecido que algo así no pudiera pasar en España. 

La encuesta fue realizada en marzo de 2012 por uSamp, una compañía que estudia las tendencias del mercado laboral de Estados Unidos.

Dicho estudio también revela el ritmo y la frecuencia de las interrupciones. El 45% de los empleados dijeron que perdían al menos una hora diaria en todo tipo de distracciones.  Por ejemplo, cuando iban a una reunión de trabajo, la mayoría reconocía que se  llevaba el móvil, y allí se entretenía de vez en cuando contestando un email (48%), respondiendo una llamada (35%), chateando (28%), actualizando su estado en alguna red social (12%), o tuiteando (9%). 

Lo que sí sabemos de España es el horario al que nos conectamos a Twitter. Según el Estudio sobre el uso de Twitter en 2012 (Asociación Española de la Economía Digital), el 43,9%  de los usuarios se conecta desde el trabajo, (la hora de comer es la franja horaria menos frecuentada). Otra investigación de la agencia Branchats dice que Twitter está más concurrido y activo entre las 13.00 y las 18.00, con un pico de actividad a las 11.00 de la mañana. 

También se sabe, por un informe de la compañía Shoppydoo, que muchas compras on line se realizan en horario laboral. Dicha empresa reporta un repunte de las visitas a su comparador de precios (www.encuentraprecios.es) entre las 8.00 y las 14.00 horas (46,62%) y la hora de máximo tráfico es las 11.00. Estos datos se extrajeron del tráfico de datos de la empresa, que en los primeros meses de 2012 registró 32.930.929 de visitas. Lo mismo sucede en Francia , en Italia y –¡paren rotativas!- en Alemania. 

Aquí le dejamos la píramide las jerarquías de las distracciones digitales, diseñada por David McCandles en 2009. Y entonces, seguramente, todo era mucho mejor. Tenga en cuenta que cada nivel de distracción anula al anterior. 

Distractionpyramide.InformationisBeautiful,net
No es la intención de este blog llamar a la disciplina laboral, solo insistir en que usted, a veces por sus intereses en la red, por la dinámica de su trabajo o por la incontinencia verbal de sus compañeros, hoy será interrumpido muchas veces al día. Y mañana también. 

Si no lo lleva bien, sepa que esa intolerancia a la distracción quizás sea una muestra de escasa adaptación evolutiva. Pues, aunque en una época algunas empresas coquetearon con la idea de prohibir el uso de redes sociales como Facebook, la mayoría ha acabado tirando la toalla. Casi todos llevamos encima un teléfono con conexión a Internet, verdad?

Además, siempre nos quedará Google, y quién se atreve a estas alturas a prohibir el uso del buscador más popular. En determinadas profesiones equivaldría a convertir a todos los empleados en inútiles o en seres improductivos que tendrían que volver a Las Páginas Amarillas y a la consulta de los tomos de la Enciclopedia Británica. 

Y como todo lo anterior parece poco probable, la estrategia es otra. A saber: Asumir que vivimos en la era de la interrupción e intentar concentrarnos otra vez en lo nuestro lo antes posible. Parece obvio pero hay que entrenar esta capacidad. Algunas empresas en Estados Unidos y Japón ya han contratado a profesionales para ejercitar la concentración y la atención de sus empleados. Dicen que el próximo desafío intelectual es la batalla por la atención.

Sepa que ya existe como disciplina de estudio la Ciencia de la Distracción, y aquí puede consultar los detalles en la Wikipedia (en inglés). 

De momento, le recomendamos que hoy no se enfade cuando le interrumpan. Es lo que hay, y el cabreo solo le servirá para retrasar más tiempo la vuelta a la concentración que tenía cuando recibió el último Whatsapp. Y ese es el objetivo: Volver a concentrarse cuanto antes. Dése por interrumpido. Llámese a sí homo interruptus (porque eso es lo que es) y el Lunes le parecerá, incluso, un buen día. 

* "Tener menos de veinte pestañas abiertas en Firefox es de cobardes" es un grupo de Facebook con 19.286 Likes. 

Las 1001 interpretaciones de un "Me gusta"

Por: | 17 de abril de 2013

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                                                                                                 www.PageonePage.com

 

La llegada de la tecla Me gusta a Facebook ha multiplicado la ambigüedad de nuestras vidas (antes de Febrero de 2009 nos hacíamos fan alegremente de todo sin grandes consecuencias). La palabra gustar ya es aséptica y confusa en sí misma. Mucho más si se pone, tecla mediante, y sin que medie palabra escrita alguna. 

Hemos empleado grandes cantidades de energía mental y tiempo (plural no mayestático) en averiguar los significados que puede tener un Me gusta, o varios (algunos llegan en tromba). Más enigmáticos aún resultan los que son dosificados a cuentagotas por personajes a los que insistimos en darle espacio en nuestras vidas. Los Me gusta de un(a) ex amnésico estimulan la más rica polisemia, mientras los consecutivos de un ex entregado solo sirven para constatar nuestras más profundas convicciones: Los Likes no son gratuitos y quieren decir cosas.

Facebook es muy parco en su definición oficial del botón "Me gusta". Solo apunta que es "un modo de hacer un comentario positivo (feedback, dice la definición original) o conectar con cosas o personas que te interesan sin tener que dejar nada por escrito.

También existe la posibilidad de rizar el rizo y dejar claro que "Te gusta que al otro le guste X". Por ejemplo, en un alarde de empatía puedes decir que Te gusta que otra persona esté escuchando una canción en Spotify o que Te gusta que le guste un artículo del periódico. Y lo puedes decir sin parar sin que sientas que te estás implicando demasiado. En definitiva es un Me gusta

"La tecla Me gusta cubre un amplio territorio que puede abarca desde lo que no te interesa demasiado hasta aquello a lo que le tienes cariño, y también lo que realmente te apasiona. Sin gradaciones, es un botón verdaderamente fácil de pulsar por impulso", dice Victor Pineiro, de la agencia Big Spaceship. 

¿Por qué darle tanto predicamento a un Me gusta? Eso han intentado averiguar algunos investigadores como el profesor de Psicología Larry Rosen de la Universidad Estatal de California. Para él los Me gusta de Facebook son un ejemplo de lo que esos nuevos profesionales que se hacen llamar Ciberpsicólogos definen como empatía virtual.

Todos sabemos que la empatía, llamémosle analógica, es la habilidad de entender al otro y ponerse en sus zapatos. ¿Acaso es posible cubrir todo eso con un Me gusta? Lo que sorprende a los observadores de nuestros comportamientos virtuales es lo bien que nos hace sentir un Like, a pesar de su naturaleza intangible. 

Larry Rosen en su laboratorio averiguó quienes le daban con más fruición a la tecla, y la respuesta fue que casi todos los usuarios de Facebook la usamos mucho más que una vez al día. A saber:  Un 52% de los adolescentes (nacidos en los años 90), un 45% de los jóvenes  menores de 30 años, un 32% de la llamada Generación X (nacida entre los años 70 y 80) y un 24% de los Baby Boomers (nacidos entre 1940 y 1960). 

Otro trabajo, liderado por Alexander Spradlin, se dedicó a comparar los efectos de la empatía virtual con la que hemos conocido toda la vida. Como era de esperar, la empatía cara a cara era seis veces más eficaz que la virtual para hacer sentir a alguien acompañado. Sin embargo, los investigadores se sorprendieron de cómo a pesar de ello, nos encanta que nos llenen de Me gustas . "Parecería no solo que la gente siente que gusta, sino que, además, se siente amada", dijeron los autores, que destacaron que la gente que era virtualmente sociable y repartía Me gustas a diestro y siniestro era también la que solía hacerlo en la vida real. 

De todas maneras, expertos como la Dr. Moira Burke, investigadora de datos de Facebook, advierten que darle al Me gusta es el modo más vago de interactuar, y que lo realmente incrementa el capital social y reduce la sensación de soledad de un usuario es la "comunicación compuesta", es decir la combinación de Me gustas, comentarios y mensajes privados. 

En los inicios de Facebook, a lo que yo llamaría la edad de la inocencia, todos nos hicimos fan de cientos de grupos solo por su nombre (ahora computan como Me gustas). La agudeza de sus autores merecía una legión de fanáticos irredentos, lo que éramos entonces. Seguramente los lectores recordarán los tiempos maravillosos de las "Señoras que ...". De aquella época he encontrado dos grupos inspiradísimos que tratan del asunto que hoy nos ocupa. Veamos: 

  • Por una opción al lado de Me gusta que diga "Se me enamora el alma"
  • Por la sustitución del "Me gusta" por "Me lo tiro"

Así éramos de felices e indocumentados.

Pero luego se dijo que los grupos más populares de Facebook estaban a la venta con sus Me gusta incluidos (se decían que cada uno costaba tres céntimos). Mito, leyenda urbana o globo sonda que nos sirvió para bajar a la realidad. 

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CONSULTORIO ANTIGURÚ: La vida necesita un Ctrl+Z

Por: | 12 de abril de 2013

  Keepcalmposters

Un Ctrl+Z, una tecla "Delete", un "Donde dije digo digo Diego". Alguna fórmula para deshacer lo hecho, y desandar lo andado. No digo para disculparse o pedir perdón, sino para hacer como que aquello que no nos gusta nunca pasó.

Desde que la historia de nuestra vida la escribe Google, esta carencia es mucho más evidente. Google crea nuestra identidad según sus indexaciones, ordena y posiciona tu vida, según sus algoritmos, no según la realidad, y menos según nuestros deseos y conveniencias

Un ejemplo: tengo un amigo de experiencia digital nula pero con una vida social agitada (que incluye matrimonio feliz y dos niños) cuya primera entrada en Google es su perfil de Badoo. Cuando se lo mostré -obligándole a ejercer el narcisista pero imprescindible ejercicio del Egosearch (buscarse uno mismo en Google)- no daba crédito. Creía que sus experimentos sociales de apareamiento eran secretos (ni siquiera había configurado las opciones de privacidad).

Otro conocido tuvo la mala suerte de que su nombre entrara en una supuesta trama de corrupción de corto recorrido en los medios de comunicación. Ahora, la primera referencia sobre él, según Google, es esa mala historia. 

Sería ideal que pudiéramos crearnos una identidad digital que nos fuera favorable. Pero a veces la vida se tuerce, Google indexa determinadas informaciones y ... la suerte está echada. No hay nada que hacer Porque hoy en día somos lo que dice Google. Cualquiera que quiera saber quién soy yo, meterá mi nombre en el buscador. Lo mismo haré yo con usted. Si voy a una entrevista de trabajo, aunque envíe un curriculum impecable es casi seguro que el Departamento de Recursos Humanos googleará mi nombre y alguien se formará una imagen de mí antes de haber cruzado palabra conmigo. 

No sé si es justo, pero es así. Muy conocido es el caso de la batalla judicial entre Google y el propietario del camping de Los Alfaques, que pedía al buscador que privilegiará otra información gráfica sobre el sitio distinta a la del terrible accidente de 1978. Este post de Enrique Dans explica los detalles de la resolución del conflicto y las opiniones del autor sobre los intentos de pretender reescribir la historia. 

No puedo evitar buscarme a mí misma en Google con cierta frecuencia para ver qué tal luce mi vida, según Google. Es una práctica neurótica, lo sé, pero teniendo en cuenta el predicamento de Google y su omnipresencia, se la recomiendo a todo el mundo. Si sales mal parado, lo mínimo es que estés enterado. 

Vea en el v'ideo "Tu  vida es miserable y Google lo sabe" las elucubraciones que puede hacer el buscador de buscadores. (Vídeo recomenado por sus creadores @jPasteurv y @lsmntr). 

 


He encargado a la mente cartesiana que cada viernes escribe en este blog, el ingeniero Juan Pablo Puerta que busque cómo hacer un Ctrl+Z en Google. Concretamente, le he dado la misión de hacer desaparecer la mala historia de un amigo que como su primera referencia en Google. La mente cartesiana dice que es complicado y que solo ha encontrado una manera de hacerlo. Veamos: 

"¿Cómo eliminar resultados de Google que no nos benefician ? No hay un modo claro de hacerlo. Google se ve a sí mismo como un ente apolítico y moral, ideológicamente en los espectros más claros del libertarianismo americano que tanto ha influido en la historia primitiva de Internet (esa adoración absoluta por la libertad de expresión que tanto nos choca en Europa).

La manera en que Google ordena nuestros resultados de búsqueda se basa en algoritmos que determinan la relación entre el término que buscamos y el contenido de las páginas que nos muestran y el buscador solo está dispuesto a eliminar resultados en caso de contenido ilegal o difusión de información personal.

La única manera conocida de eliminar contenido que nos moleste es hacer un SEO inverso. Y adelanto que no soy muy fan de este término. 

El SEO (search engine optimization) es una tecnica a medio camino entre la ingeniería de datos y la magia negra para conseguir que Google te indexe mejor, consiste en hacer cosas simples y de sentido común, como usar titulos claros o poner en negritas los términos que se quieren potenciar. El SEO inverso sería abusar de esas técnicas para que Google piense que eres un spammer y te quite de los resultados. Es decir,  ‪intentar “subir” el ranking en las Google de una manera tan burda que Google termine bloqueando esa página por descrédito". 


‪
Los expertos en marketing emplean las estrategias de posicionamiento de SEO inverso para limpiar la imagen de las marcas. Cuando hay muchos comentarios negativos sobre un producto inundan Internet y las redes sociales de información positiva sobre ese mismo producto, con el objetivo de desplazar el contenido negativo de las primeras entradas de Google. ‬‬

Pues es lo mismo pero aplicado a su persona. En definitiva, queridos lectores, a estas alturas todos deberíamos comportarnos como guardianes de nuestra Reputación Digital y Relaciones Públicas. Nadie lo va a ser por nosotros. 

"Desde aquí se lo digo que es viernes, hágase un Egosearch YA!! A ver qué puede arreglar. Suerte con eso y con todo lo demás!

 

"Aquí se regalan troyanos", palabra de wifi

Por: | 09 de abril de 2013

Hello-my-name-is-wifi

Si su red wifi aún conserva el nombre que le puso por defecto (y aburrimiento) el operario de la compañía de turno, –algo que suele sonar así como WLAND 00_76, o Jazztel_71-, sepa que está perdiendo la oportunidad de lanzar un mensaje al mundo. Sin ir más lejos, ese insulto que su vecino lleva un tiempo ganándose. Le aseguro que usar el nombre de la wifi es una manera sutil y eficaz de hacerlo. Una práctica que además no suele tener grandes consecuencias. Ya se sabe que en determinadas circunstancias (por ejemplo, su vecino chupando sistemáticamente de su wifi) no hay manera de que la gente se sienta aludida. 

El propietario de una wifi contaba recientemente que una noche nombró su red “HackeaEstoSiPuedes”. A la mañana siguiente, alguien le había cambiado el nombre por un “ChallengedAccepted” (Desafío aceptado). Renombrar el wifi es como lanzar al mar un mensaje en una botella. Nunca sabes quién lo va a recibir. 

Hace un tiempo publiqué un reportaje en El País Semanal (Mi wifi se llama Pepita) contando todo esto como una tendencia de grandes ciudades habitadas por modernos habitantes desinhibidos, excentricidades que solo pasaban en sitios como Manhattan y Sidney. Ahora compruebo con satisfacción que, aunque la mayoría de las redes que me rodean (vivo en Madrid) siguen teniendo nombres anodinos, algunos usuarios comienzan a sacar partido al nombre de su wifi. 

Solo en un hilo de Foro Coches alguien que pedía sugerencias para nombrar su wifi consiguió recopilar estas joyas: 

  • Liberad a wifi
  • Infectando ordenadores desde 1989
  • De aquí no se chupa
  • Sgae
  • No te toco ni por wifi
  • Troyanos gratis
  • Penis enlargement here
  • Insert Coin
  • A pedales
  • Qué buena está la vecina del 5º
  • Cambio wifi por sexo
  • Si quieres entrar envía CONTRASEÑA al 4455

 

  • 2 escopetas tengo...
  • La mate por un yogurt
  • Casa MercadonaMan
  • Me descargo porno las 24h
  • tu ordenador infectado en 3, 2, 1...
  • No me toques los Wireless
  • TE_OIGO_RONCAR
  • Cambio wifi por cerveza
  • Chicos guapos en el 3ºA 
  • Tarifa plana Falete
  • urdangarin mon amoure
  • ola k wifi

Considerando la popularidad del wireless en España -según los últimos datos, es usado entre tres y seis veces más que el 3G, y es la opción preferida por el 97% de los propietarios de un smartphone para conectarse a Internet-, existe un potencial enorme de comunicación desaprovechado. 

En esas ciudades grandes de habitantes desinhibidos, pongamos que hablo de New York, el asunto se ha convertido en un arte cuyo estilo puede definirse por barrios. También se han acuñado  términos para definir los modus operandi para ir por la vida saltando de wifi en wifi.

El wardriving es la técnica de irse conectando a wifis ajenos desde un vehículo en movimiento, y el warwalking o warjogging consiste básicamente en la misma práctica, solo que en este caso se hace mientras caminamos o corremos. Y eso hacía precisamente Alexandra Janelli, una chica estadounidense que se ha denominado a sí misma la detective de las wifis en otoño de 2009 con su Iphone.

Desde un bar del East Village intentaba pillar una wifi, cuando su teléfono tropezó con una de nombre interesante: “AlcoholicsShutin” (Alcohólicos encerrados). Desde entonces se dedicó a buscar nombres extravagantes de redes. Una pasión que se tornó adictiva. Alexandra abrió un Tumblr  para registrar sus hallazgos (www.wtfwifi.com), que un buen día fue descubierto por The Huffington Post que la convirtió en una celebrity con reportajes en la revista The New Yorker. 

Para ella este tráfico de información es como “un submundo de la vida social” que aún está por descubrir. “La gente vive escondida detrás de su router”, dice Alexandra que propone una ruta de Manhattan a través de sus wifis para la que solo se necesitaría un smartphone o un ordenador. 

Alexandra asegura que puede coger un taxi con el Iphone en la mano y reconocer por qué barrio va sólo por la manera de nombrar las wifi domésticas. Según su teoría, mientras más joven es la población de un barrio más crípticos, raros, personales e irreverentes son los nombres. La detective de las wifis neoyorquinas ha recopilado en su blog redes de nombres tiernos y violentos, con insinuaciones sexuales o advertencias veladas del tipo BeNice2UrNeighbours /Se majo con tus vecinos.  

Wifi

Hay sociólogos que ya se han puesto a investigar esta práctica, entre ellos Karen Sternheimer de la University of Southern California. Ella opina que, al igual que con los espacios físicos, nos gusta marcar nuestro territorio digital y atacar a quien ose invadirlo.

Otros investigadores interpretan esta práctica como un modo más de luchar contra el anonimato de las grandes ciudades. “Cumple una función parecida a la de personalizar el tono del teléfono”,  explica David Rowe, de la Universidad de Western Sidney. “Tememos como nunca antes a la estandarización y esta puede nuestra pequeña rebelión”.

Diga lo que diga la academia, para la la mayoría de los propietarios de wifi bautizadas y re bautizadas cada vez que la ocasión lo exige, se ha convertido en una ventaja contar con un medio para enviar un mensaje al vecino, equivalente a la clásica nota por debajo de la puerta, desde un “anonimato relativo” que garantiza que el mensaje será recibido, al tiempo que permite al otro hacerse el sueco. Una fórmula perfecta para evitar conflictos. Es lo único que explica que la convivencia en Manhattan siga siendo relativamente pacífica a pesar de que entre los nombres más populares de las wifi están "YourKidsAreUgly" (Tus niños son feos) y "IcanHeardYouHavingSex" (Te oigo follar).

Desde este blog NO se recomienda la misma práctica en las comunidades locales de vecinos. 

POSDATA: 

Puede inspirarse aquí y también aquí para nombrar su wifi. Tómeselo en serio, es casi como bautizar a un hijo. 

En Internet puede encontrar muchos tutoriales sobre el procedimiento a seguir para renombrar su wireless. ¡Suerte!

 

Twitter: Pecados y estados del alma

Por: | 03 de abril de 2013

Imagen TUITShit
                                                                                             Tuitshit por R. Oliván

Si a Facebook se va a fardar de vida social, a Twitter se viene a lucir coeficiente intelectual (a mayor exposición a Twitter mayor riesgo de creerse un superdotado). Como todos sabemos, el tránsito de huevo a gurú es una auténtica travesía del desierto que conlleva el paso por, al menos, tres estados espirituales. 

A saber: 

 JUNIOR (Nivel “Mindundi”)

  • Eres un huevo
  • Tu nombre es largo, impronunciable y tiene números incluidos
  • Tuiteas fuera del horario laboral y en tus ratos de ocio
  • Consultas Wikipedia antes de tuitear
  • Pones enlaces sin usar el acortador de url, (de hecho no sabes que existe) y te comes los 140 caracteres.
  • Te retuiteas a ti mismo
  • Te siguen tu mejor amigo, su novia y dos huevos.
  • Sigues a Pau Gasol
  • Lees más que escribes

    INTERMEDIO (Nivel “Aún Mindundi")

  •  Adquieres un nombre de usuario legible y fácil de recordar
  •  Cambias el huevo por una autofoto frente al espejo
  • Haces un #FF (y de paso, te enteras de lo que es)
  • Se te calienta la boca y entras al trapo casi siempre
  • Tu actividad central en Twitter consiste en retuitear a todos
  • Descubres los acortadores de url y tu vida da un giro de 180 grados. Ahora tienes espacio para ti
  • Descubres a los contrapersonajes de Twitter  y, de paso, la ironía y el sarcasmo. Superas la literalidad, y dejas de sentirte aludido por los tuits de MASA ENFURECIDA
  • Creas tu primer hashtag con éxito igual a cero. Pero te creces ante la adversidad y sigues adelante.
  • Llamas a las personas del mundo real por su nombre de usuario en Twitter.
  • Sigues a Enrique Dans.
  • La almohadilla # y la arroba @ se apoderan de tu lenguaje escrito.
  • Estás sorprendido con tu creatividad. Lees tus tuits varias veces al día.

         SENIOR, TUITSTART, casi GURÚ (o eso te parece)

  • Se te sigue calentando la boca y entras al trapo casi siempre (pero solo con usuarios de tu categoría)
  • Sigues a Financial Times ,The Wall Street Journal y a The Nieman Lab
  • Le haces Unfollow a Enrique Dans
  • Consigues menciones y empiezas a sentar cátedra con gracia y soltura
  • Usas Klout y te preocupa eso que llaman “la gestión de la reputación digital”. (El adjetivo digital entra en tu vida con una fuerza inusitada).
  • Ya no haces Unfollow, simplemente bloqueas a los que te molestan y/o no están a tu altura.
  • Si un (a) fan te pide que le sigas para poder mandarte un Mensaje Directo (DM), prefieres hacer un alarde de generosidad y mandarle otro DM con tu email antes que devolver el Follow, (¿qué se habrá creído si no tiene ni 100 seguidores?)
  • Mantienes un sano equilibrio entre tus seguidores y las cuentas que sigues. Estas últimas deben ser siempre la tercera parte de tus followers.

Pronosticar cuánto te queda de travesía del desierto para ser alguien en Twitter, la más pretensiosa de todas las redes sociales, requiere un cálculo preciso de cuántos pecados te harán retroceder a la casilla de salida. Para saberlo debes probar el Tuitshit (no creemos imprescindible la traducción al castellano porque nuestros lectores son cultos y políglotas), un inocente juego de mesa creado por Raúl Oliván que dirige Zaragoza Activa y en sus ratos libres hace de creativo publicitario. ¡Ni el Trivial atesora tanta sabiduría! 

Se juega con un dado en este tablero, que resume cada uno de los pecados veniales y capitales de Twitter. Pero hasta que el lector llegue a casa y se ponga a ello, puede leer a continuación la Lista Antigurú de los pecados de Twitter:

 PECADOS

(La decisión de cuáles son capitales y cuáles veniales la dejamos al lector)

  • Spoilear” series (con o sin aviso).
  • Ser un huevo
  • Poner en la BIO que uno vive entre Madrid y Buenos Aires, solo porque una vez fuimos a Argentina, hace tres años, en el viaje de bodas.
  • Tuitear con faltas de ortografía (Escribir “haber” por “a ver” se considera pecado capital). 
  • Hacerse un autoretuit (o varios, es un pecado que casi nunca se comete una sola vez)
  • Robar tuits con nocturnidad y alevosía (borrar al usuario que recomienda un link y tuitearlo como propio)
  • Buscar a alguien en Twitter y seguirlo con el único fin de ponerlo a parir sistemáticamente. Así nace un troll
  • Automatizar todo: Facebook, Twitter, Instagram, y aburrir a todos en tiempo récord
  • Hacer menciones sin orden ni concierto solo por aparentar que uno está bien relacionado y tiene vida social
  • Dar los Buenos Días a los followers agradeciendo todo lo que uno ha llegado a ser gracias a ellos: “Sin vosotros la vida no sería lo mismo”
  • Borrar un tuit porque no era muy afortunado y hacer como que nunca existió
  • Pedir por el amor de Dios que “meneen” uno de tus temas
  • Publicar los resultados del Klout (de hecho, consultar el Klout más de dos veces al mes se considera una enfermedad terminal. Preguntar a otra persona la métrica del suyo debe ser causa inmediata de Unfollow)
  • Preguntar, como quien no quiere la cosa, si alguien te sigue
  • Ante la ausencia de respuesta, insistir: ¿Por qué no me sigue?
  • Aprenderse de memoria el número de seguidores (followers) para controlar si sube, baja 
  • Protestar y tener una pataleta (tuitearla puntúa doble) cuando te hacen un unFollow
  • Dar las gracias compulsivamente por todo.
  • Tuitear  amenazando con que harás un Unfollow
  • Comprar paquetes de seguidores como quien adquiere paquetes de acciones de una sociedad limitada 
  • Tomarse Twitter demasiado en serio, y creer que cada vez que tuiteas estás esculpiendo una cita sobre piedra.

El blog antigurú le invita a sequir engordando la lista de pecados en Twitter.

Seguro que nos hemos quedado cortos. 

Juega y encuentra tu sitio en Twitter. 

CONSULTORIO ANTIGURÚ: Silencio, se simula vida social (con novia)

Por: | 01 de abril de 2013

  Samuelsanchez

                                                                                                     Samuel Sánchez

 Fin de las vacaciones de Semana Santa.

Hasta una mirada inocente y antigurú como la de este blog podría detectar cómo nos la gastamos en las redes sociales en los días de libertad y asueto. Tengo amigos que aparecen etiquetados desde Alaska a La Patagonia, otros que cada día se han llenado de orgullo para anunciar que ellos sí están levantando el país mientras media España se consume en el atasco de turno. Los hay que posan morenos, semidesnudos, con sus gin tonics, sus entrecots, sus visitas al Teatro Clásico o al Museo de El Prado, su primer baño de la temporada en el Caribe, su procesión pasada por agua o su curso de esquí en Formigal. 

Luego están los que se han esfumado sin dejar rastro. No se ha sabido nada de ellos esta Semana Santa, lo cual se interpreta como un signo inequívoco de hiperactividad social. "Ni tiempo he tenido ...". Eso es mucho mejor que actualizar tu estado y que Facebook haga notar que sigues como siempre en Madrid. Así lo ha visto el creador de @postureo

Postureo

Hay formas amateurs de simular tener una apretada agenda en las redes sociales. Truquillos de andar por casa que Thought Catalogs ha resumido en este post (en Inglés). Por ejemplo, según sus autores funciona muy bien cuando te invitan a un evento en Facebook, dar largas y contestar que QUIZÁS irás, aunque desde el minuto uno sepas que por supuesto vas. No tienes otro plan.  

Los mismos expertos aconsejan:

1. Ser de los primeros en irse de las fiestas (se infiere que tienes algo mejor que hacer)

2. No contestar inmediatamente un mensaje de texto o de Whatsapp

3. Borrar discretamente los post y las fotos que no hayan sido suficientemente comentados o no hayan conseguido más de diez "Me gusta". 

 ¿Qué es triste y patético? Lo es. Pero nada es perfecto. Y nosotros, mucho menos. 

Las redes sociales, como apunta la psicoanalista Mariela Michelena "están pensadas para crear lazos, en cambio son un perfecto escaparate de la exclusión. Por ejemplo, a través de Facebook contemplamos quién está con quién, quiénes quedaron a tomar un café sin nosotros, quiénes se fueron de fin de semana sin avisarnos, quiénes se intercambian fotos y comentarios sin nombrarnos. Vemos por un agujero la fiesta del otro, y sufrimos horriblemente, convencidos de que la verdadera felicidad estuvo en esa fiesta a la que nadie nos invitó". (Tomado del libro Me cuesta tanto olvidarte, La Esfera de los Libros)

Así que la defensa es permitida. Si lo que necesitas es una programación profesional y algorítmica para simular tu vida social, tienes a tus pies muchas start up dedicadas a crear falsos amigos que por un precio módico comentarán tus estados y te harán la ola si así lo deseas. Nuestra mente cartesiana, el ingeniero Juan Pablo Puerta, las conoce. Sabe, incluso cómo hacerse con una novia (o) o una ex novia (o) que comente y monte pollos en tu muro, convirtiéndote de una vez en un objeto de deseo. Es sabido que nada te hace ser más atractivo que ir en buena compañía. 

Os dejo con quien puede os puede ayudar a montar una vida de cóctel sin moverse del sofá, Juan Pablo Puerta

"La moneda de cambio social es esa foto nuestra que aparece cuando nos googleamos. Esa imagen de nosotros mismos es lo único que somos en el juego de espejos que son las redes sociales. Es nuestra influencia, la percepción que otros tienen de nosotros.

La odisea para alcanzar el Nirvana tecnológico -ese estado en que nuestra palabra será ley y nuestros seguidores se contarán por miles es tortuosa-, un camino lleno de lágrimas, engaños y callejones sin salida. Se podría decir, como en el poema de Kavafis, que deberíamos disfrutar el camino y dejar que se alargue lo más posible por lo que nos enseña, pero el buen poeta egipcio no tenía ni idea de lo durísimo que es abrir cada mañana el Facebook o el Instagram y ver lo bien que se lo montan nuestros ex-compañeros de Instituto, mientras nosotros seguimos en el mismo sitio.

 La falta de prestigio en las redes es especialmente acuciante en aquellos que han llegado tarde a la fiesta, o en los que decidieron que Twitter y compañía eran solo una moda pasajera y no invirtieron tiempo en construir y cultivar un perfil público que acumulara seguidores en un momento en que estos eran más fáciles de seducir, porque nuestra voz no se perdía en la marea humana en que se han convertido casi todas las redes.

Como en las inversiones monetarias, en las redes sociales se debe entrar cuando están baratas y salir, con cautela, cuando se está en lo más alto.

Dice la Biblia: "los últimos serán los primeros", y para ellos, los últimos en llegar a las redes sociales, es muy importante dar apariencia de control, normalidad y, sobre todo, de tener muchos seguidores. De ser alguien que no está empezando de cero.

Como para cada necesidad hay un negocio, en Internet hay multitud de sitios donde se pueden comprar o alquilar seguidores e interacciones sociales. Desde likes y comentarios hasta seguidores de Twitter. También visitas a vídeos caseros y fans para las fotos de Instagram.

Fiverr (un mercado conocido por tener usuarios que harán lo que le pidas por cinco dólares, unos tres euros de nada) tiene un rango de ofertas de seguidores por el precio de un café del Starbucks. Hay paquetes de 1.000, 5.000 y hasta 20.000 seguidores.

 Siguiendo el rastro, hay empresas en internet que alquilan “novias” para Facebook: señoras estupendas, perfiles que parecen auténticos, con amigos supuestamente reales que por una cantidad mínima permitirán que cambies, por fin, tu estado sentimental a “Estoy en una relación”. Por un precio más que justo  él o ella te aceptarán como pareja o animal de compañía, te escribirán mensajitos públicos en tu idioma (existe la opción de elegir el idioma), y le dará “Me gusta” a todo lo que escribas.

La empresa aclara que su servicio no es prostitución virtual, sino una estrategia para “aumentar la autoestima, dar celos a una ex y aumentar el capital social del usuario.

Las redes sociales imitan y replican la vida, también en lo más triste y patético. Ahí lo dejo".