Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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¿Incontinencia verbal, yo?

Por: | 28 de agosto de 2013

Incontinencia
                                                                                                        Gloria Rodríguez

 

Cualquiera puede irse de lengua en Facebook. Hablar más de la cuenta de la vida de otros, pero lo normal es que lo haga de la suya propia. Que cuente sus problemas de tránsito intestinal o los de su niño, la épica doméstica para poner la funda del edredón, que publique un mensaje trasnochado de su ex o la foto de las cuatro botellas de vino vacías que yacen sobre la mesa de su cocina. 

 Antropólogos, sociólogos y psicólogos no acaban de entender por qué somos más indiscretos que nunca en el escaparate global, y tejen abundantes teorías al respecto. Y como siempre queda muy elegante citar a algún filósofo o académico para explicar nuestras conductas asilvestradas en Internet, aquí van algunas de las más recientes: 

Teoría N.1

 Sherry Turkle, profesora del MIT y autora del best seller Alone Together cree que "estamos perdiendo el saludable sentido de la compartimentación de la información". Ese que nos enseñaba que no podíamos decir las mismas cosas en todos los sitios, que cada público requería unos códigos y un lenguaje y que no se hablaba igual con todos, ni se contaba lo mismo a todo el mundo. Esta pérdida del pudor para hablar de nuestras miserias la explicaron el año pasado unos investigadores de la Universidad de Harvard con su hallazgo de que "compartir nuestros pensamientos y sentimientos íntimos activa el sistema de recompensa neuroquímico del cerebro, en una medida mayor que contar las actitudes de otras personas". 

Teoría N.2

Elizabeth Bernstein, socióloga y columnista del Wall Street Journal piensa que la pérdida de aprecio por nuestra privacidad no podría explicarse solamente por la proliferacion de reality shows en todas las televisiones del mundo, sino también porque hablar de nosotros mismos es un modo de controlar la ansiedad. Este esfuerzo se conoce como autorregulación y funciona, según la socióloga, de esta manera: Cuando estamos hablando con alguien consumimos mucha energía en intentar lograr dejar una buena impresión en el otro. "Tratamos de parecer más inteligentes e interesantes pero ese esfuerzo supone que el cerebro pierda capacidad para filtrar el tipo de información que vamos soltando y a quién"

Teoría N.3

Para el profesor Russel W. Belk, de la Escuela de Negocios de la York University en Toronto y autor del trabajo El yo extendido en el mundo digital, nuestra presencia y comportamiento en redes sociales como Pinterest, Instagram y Youtube están creando una idea más compleja de quiénes somos. "Estamos construyendo nuestra identidad de un modo que nunca antes habíamos probado". "Cuando publicamos algo sobre nosotros no tenemos a nadie enfrente para que nos responda, esto nos hace ser más desinhibidos. "Nos sentimos casi invisibles cuando escribimos un comentario que irónicamente podrá ser visto  potencialmente por mucha gente".

El profesor Belk cree que las prácticas del confesionario católico o del diván del psicoanálisis han migrado a Internet. Por su parte, las redes sociales con sus continuas preguntas "¿Qué está pasando?" "¿Qué estás pensando?" etc. no hacen más que incitarnos a que contemos cada vez más detalles sobre nuestra vida.  La reacción de amigos, familiares y desconocidos nos critican o nos validan en nuestras posturas, y terminan por apuntalar nuestra identidad. Pero eso no es nada nuevo, en el mundo real la identidad se construye entre todos, entre uno mismo, los amigos y los enemigos. 

Teoría N.4

Según este experto, otro ingrediente del exhibicionismo online es la tensión entre la privacidad y la posibilidad de ser famoso o popular. Dos conceptos que en estos tiempos parecen excluyentes. Para mucha gente el anhelo de ser popular es de lejos mucho más fuerte que el de ser respetado. Un estudio de 2010 que examinó la imagen que se construían en Facebook un grupo de estudiantes verificó que no estaban preocupados porque personas desconocidas pudieran ver sus perfiles, lo único que querían era que todo el mundo pensara que tenían una personalidad "cool". 

La línea que separa lo privado de lo público se está desintegrando. Y el objetivo es ser populares. Y sucede a cualquier edad. "Queremos ser interesantes, queremos que se nos recuerde, que la gente nos siga, pero antes tenemos que llamar su atención. Y ya hemos aprendido de los realities que caer lo más bajo posible es el modo más fácil y eficiente para que la mayoría de la gente repare en nuestra existencia", dice el profesor Belk. 

Posdata

Un último detalle, los investigadores señalan que a las personas que comparten poco o nada de su vida en las redes sociales no se las considera discretas, prudentes o sensatas. Son simplemente, aburridas. 

Ceci ne' pas une flamenca

Por: | 26 de agosto de 2013

Flamenca

Los emoji, primos sofisticados y japoneses de los emoticonos, nos ponen una y otra vez en estado de "lost in traslation". Dicen que el furor de los japoneses por hacer turismo en España y comprar bolsos de Loewe ha sido suficiente para que una bailarina flamenca entrara por derecho propio en el paquete que Apple compró en 2011 para incluirlo en sistema operativo IOS 5. Esto lo he leído en un blog y no he podido documentar y contrastar esta información, pero, quizás -solo quizás- tampoco se trate de una bailarina flamenca.

En esta página que recomiendo a todos los que necesiten conocer el significado real de un emoji, a este icono se le llama "dancer", en los blogs tecnológicos de Estados Unidos se le conoce como "lady dancing" y nosotros hemos decidido llamarle "la flamenca de Whatsapp". Eso es así. Del mismo modo, hemos bautizado a "la mierda con ojos" como tal, mientras los usuarios estadounidenses se conforman con llamar a ese útil icono "dog dirty" (caca de perro). Una denominación más simple, nada filósófica  y mucho menos útil y versátil que la nuestra. 

Mierdaconojos

Pero lo que nos ocupa en este post es averiguar las razones por las cuales estos iconos que provienen del lejano mundo de las adolescentes niponas y su cultura del teléfono móvil, y que surgieron en 1995 han sido ampliamente adoptados para solucionar conflictos propios del mundo adulto occidental. Nadie pondrá en duda los servicios que ha prestado el emoji del guiño para quedar bien o para atenuar el impacto de algún comentario que a última hora (y con el mensaje ya enviado) nos ha parecido arriesgado o de mal gusto. Desconfíe siempre de un guiño enviado en solitario y a toda prisa tras un mensaje. Encienda todas las alarmas. 

El ingeniero de datos Fred Benenson es el autor de Emoji Dick, una versión del clásico Moby Dick escrita solo con emojis. Aquí tenemos la primera línea de la novela de Herman Mel Ville:

-Pueden ustedes llamarme Ismael (según la traducción de Enrique Pezzoni). 

Moby

Según cuenta a la revista Slate Fred Benesson, los emojis fueron añadidos al sistema operativo IOS 5 con la intención de que los usuarios pudieran tener conversaciones más largas, pero en la realidad muchas veces sirven para crear situaciones absurdas. Hay múltiples iconos dedicados a la comida japonesa -las que conocemos y las que no-, y corazones de colores, cada uno con su significado para los japoneses, o iconos que demuestran ira, desconocidos hasta 2011 en el mundo occidental. Para Mimi Ito, antropóloga cultural de la Universidad de California, la masiva adopción de los emoji en culturas como la estadounidense está provocando "que se implante un modo de comunicación desarrollado para una realidad demográfica muy diferente"

Cuando los investigadores de Facebook decidieron estudiar los significados de los emojis antes de introducirlos, ellos también, en su red social, descubrieron que en la cultura asiática la expresión facial de un emoji no transmite siempre una emoción, y por eso necesitan apoyarse en eventos de la naturaleza. Por ejemplo, una cara entre nubarrones negros demuestra tristeza y una en medio de la playa, alegría. "En Estados Unidos las emociones en la cara cuentan la historia completa, no se necesita de más ambiente geográfico. En Japón que una cara tenga los ojos en forma de estrellas o en forma de puntos supone una gran diferencia en el significado de ambos iconos", apuntan en sus conclusiones los investigadores. Los expertos creen que los usuarios estadounidenses necesitarán unos diez años para enterarse del significado adecuado de los emoji

Aunque creo que nadie quiere enterarse de qué significa un emoji para un japonés. Lo divertido es otorgarle nuevos e improbables usos y parapetarnos detrás de ellos para solventar situaciones sociales incómodas.

A no ser que te escribas whatsapps con un japonés, la otra parte no se enterará de que le has mandado el icono de la ira porque creías que era una flor, o un corazón amarillo, símbolo del amor eterno, cuando solo querías ir al cine. 

Todos los expertos explican el éxito de emoticonos, emojis y stickers por la dificultad que tenemos para transmitir verbalmente determinadas emociones. Hacerlo a través de dibujos es más gracioso, le quita solemnidad y peso al asunto y es mucho más rápido (aunque menos preciso). Como ventaja adicional nadie podrá echarte nada en cara. ¿Quién puede asegurar que mandar el emoji del anillo es una propuesta de matrimonio? "Un emoji es muchas veces una evasión, una 'no respuesta', pero una simpática y cercana", dicen. 

Para los estudiosos del tema, los emoji y todas sus variaciones son mucho más que iconos, y su gran atractivo es precisamente su indefinición. Es un modo de no quedarse callado cuando no hay nada que decir, es un alter ego para establecer una presencia virtual y una cercanía con otra persona sin un propósito específico. Usar emojis es como quedar para pasar un rato con un amigo sin tener nada concreto que hacer. 

La antropóloga Mimi Ito dice que mientras el email y el teléfono han quedado para trabajar o para dar noticias importantes (hay gente que se enfada si la invitan a una boda por Whatsapp o si un amigo comunica su divorcio por Gtalk), la comunicación móvil -casi siempre a través de chats en tiempo real y dado que siempre tenemos el teléfono en las manos- pretende compartir "un ambiente, un estado emocional" con varias personas. "La gente puede mandar un SMS con una noticia importante a dos o tres amigos, pero lo que busca es mantener una copresencia virtual con una docena de personas más o menos cercanas". 

En esta sensación de acompañamiento continuo y conversación infinita que proporcionan los chats móviles en tiempo real es donde los emojis triunfan. Si un email o un SMS buscan una respuesta concreta, en un chat se puede ser más vago. Es suficiente con estar ahí, con contestar de cualquier modo, con la flamenca, con la mierda con ojos o con un corazón amarillo, pero dar señales de vida. "Un emoji es como la sonrisa de un amigo desde el otro lado de la acera. No significa nada concreto pero significa todo", dice la investigadora. 

Según Ito, una de las razones del volumen exagerado de datos de los chats en tiempo real es porque se emplean para compartir todo: lo que estoy haciendo ahora, lo que estoy viendo, lo que estoy pensando. Es un intercambio continuo de asuntos graves y triviales, sobre todo triviales, para qué nos vamos a engañar. "El mensaje a transmitir es "Estoy aquí contigo, estamos conectados". "A la gente le gusta saber que no está sola en el mundo, que habita el mismo espacio que otros, y los emoticonos y emojis son muy buenos para transmitir esa sensación de compañía virtual". 

Emoticonos, emojis y stickers son la última gallina de los huevos de oro del negocio de Internet. Se espera que cada vez necesitemos más iconos porque cada vez nos adaptaremos más a este método aséptico y trivial de decirnos las cosas. Se multiplican las start up de mensajería cuyo modelo de negocio se basa en la venta de paquetes de stickers, entre ellas Path y Lango. Por su parte,  Line monetiza su plataforma ofreciendo nuevos y actualizados stickers de pago. Según The Wall Street Journal, la app gratis creada por el rapero Snoop Lion, Snoopify, vende cada semana unos 30.000 dólares solo en stickers digitales. Sus usuarios son capaces de gastar hasta 100 dólares en uno de ellos, concretamente en el sticker Golden Jay

Golden

Para los que quieran saber cuáles son los emojis más populares, se ha creado el experimento Emoji Tracker que informa en tiempo real de cuáles son los iconos que triunfan en un momento concreto en Twitter. En el momento en que escribía este post, el corazón rojo era imbatible (dicen los creadores de Emoji Tracker que siempre lo es), seguido por esta cara: 

Tearofjoy

Por cierto, ¿alguien sabe si suda, llora o se parte de la risa? 

Todos contra la manía de enseñar pierna en Instagram

Por: | 21 de agosto de 2013

Croacia

Cuando parecía que pasaría otro verano sin que nadie hiciera nada al respecto, la audiencia empieza a rebelarse contra la profusión de autorretratos de extremidades inferiores que invade el territorio de Internet por estas fechas.

Se necesitaría un amplio estudio sociológico para entender las razones por las cuales necesitamos mostrar los pies en verano, y otro aún más amplio, para explicar por qué los muslos (delgados, rectos y morenos) con un trozo de mar al fondo se han convertido en la imagen suprema de la felicidad.

Lo único que podemos atestiguar desde este blog son hechos, y éstos indican que en cualquier grupo humano con acceso a plataformas como Instagram, Tumblr, Facebook o Twitter hay ciertas imágenes de que se repetirán cada verano. Y entre ellas veremos irremediablemente pies descalzos y muslos morenos en la playa. 

Pero cuando estábamos a punto de resignarnos a nuestra suerte aparece la contracorriente. Surge la campaña #noalpiestureo que clama por "un Instagram libre de pies". Según sus promotores, de la agencia Territorio Creativo, debemos devolver el monopolio de Instagram a los gatos.

Piestureo

Del otro lado del mundo otra rebelión se levanta contra la foto de muslos delgados y morenos con mar de fondo. Alguien que no ha tenido vacaciones este verano ha creado un Tumblr donde reduce los muslos perfectos y bronceados a un par de perrito y demuestra que, en esencia, son prácticamente lo mismo.

Todo está en esta maravillosa creación hot-dog-legs.tumblr.com que les recomiendo visitar y alimentar con las fotos que cada quien tenga en su timeline y que se ajusten al perfil. A saber: ¿Son piernas o son perritos? 

Al igual que en #noalpiestureo, la ambición de este Tumblr es máxima: que este sea el último verano de fotos como estas: 

Piernas

Marcar las siete diferencias entre la foto anterior y la siguiente tierna imagen de un hot dog ha sido el juego global de la última semana: 

Salchichas

Nos queda por averiguar por qué las fotos de los pies y las piernas irritan al personal de una lado al otro del globo terráqueo. En todos los manuales, tutoriales, artículos y reportajes sobre lo que no se debe hacer en Instagram aparece la prohibición de enseñar compulsivamente los pies en verano. (Vean este artículo en Mashable y este otro en Buzzfeed). Pero no ha funcionado, a juzgar por la omnipresencia de pies con pedicura y sin ella en todas las redes sociales. 

Según Gizmodo, la mejor fotos de pie de Instagram se ha hecho con zapatos y calcetines. La hizo el fotógrafo Joe McNally desde el edificio más alto del mundo, en Dubai. Esta foto fue hecha y tuiteada a 820 metros de altura. ¿Esto también nos pone de mal humor? 

Ku-xlarge
                                                                                                                   Joe McNally

¿Alguien tiene una teoría de por qué estamos hartos de fotos extremidades inferiores?

¿Podría explicarse esta repulsa global sólo por el evidente fenómeno de saturación? ¿Alguna teoría conspiranoia disponible? 

 

"Con escote y desparpajo nunca te faltará trabajo"

Por: | 06 de agosto de 2013

Gloria
                                                                                                           Gloria Rodríguez

"Con escote y desparpajo nunca te faltará trabajo" fue en su día un grupo de Facebook de relativo éxito al que nos apuntamos todas y todos sin pensarlo dos veces. Nunca se hizo un estudio de población del grupo, pero habría gente de diverso pelaje e ideología, supongo. Aún hay casi 14.000 personas apuntadas a ese grupo. Gente que también pertenecían a grupos como "Ir de bar en peor" (38.288) ò "Gente que parece normal y luego no bebe"(18.104). ¿Son todos alcohólicos y depravados?

¿Si alguno de sus miembros se viera envuelto en algún suceso o accidente y alguien se dedicara a fisgonear en sus redes sociales, lo dicho en cualquiera de estos grupos o la mera pertenencia a esa comunidad, serviría para dibujar un perfil ajustado de su personalidad? Francamente, diría que no. 

En Internet no somos exactamente quienes decimos ser, aun cuando demos la cara y tengamos un perfil con nuestro nombre y una foto reciente. Algunos son más desinhidos, libres y escandalosos. Otros son más agresivos y menos tímidos. Pero lo que se dice en una red social no debería ir a misa y mucho menos a un juzgado como prueba de nada, excepto si se trata de una amenaza de muerte. 

El psiquiatra Elias Aboujaoude, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford tiene todo un libro escrito (Virtually you) para explicar lo que el llama la E-personality, una personalidad que nos fabricamos para movernos por Internet y que poco tiene que ver con nosotros.

La idea original de su teoría surgió el día que una colega, psiquiatra como él, le dejó su ordenador y él tuvo que pedirle la contraseña para entrar. Se trataba de una señora muy respetada en el mundo académico. Su nombre de usuario era DoctorSusan. Su contraseña DoctorBitch (Como doy por hecho que sois poliglotas, y si no los sois seguro que reconocéis esta palabra, me abstengo de traducir). Al Dr. Aboujaoude se le debieron agotar todas las teorías ya conocidas para explicar por qué su colega se había creado ese alterego para moverse en el mundo virtual. Dicen que la contraseña es lo menos trivial que hay en un ordenador

Su teoría es que en Internet somos más atrevidos, sexys y asertivos que en nuestras vidas reales. También más agresivos e impacientes y tenemos la lengua más suelta. Esta diferencia de comportamiento en un sitio y otro, explica que haya ludópatas on line que nunca hayan pisado un casino, y que algunos compradores compulsivos solo lo sean en Internet.

"Cuando determinados comportamientos en Internet traen problemas la reacción de los implicados es siempre la misma: se asombran porque creen que se estaban comportando del modo en que suelen hacerlo, habían perdido la noción del bien y del mal", explica el psiquiatra, que agrega en su libro: "Muchos de nosotros usamos activamente Internet para reconfigurar aspectos de nuestra vida y hacerlos lucir mejor de lo que son para intentar ser más populares o atractivos". Según el experto, a veces ni nos enteramos de que nos vamos tejiendo un disfraz

Otro experto que ha estudiado nuestro comportamiento on line y, concretamente, por qué somos tan bocazas con un teclado por medio, es el psicólogo John Suler de la Rider University. Suyo es el concepto de desinhibición on line. Una circunstancia propia del medio digital y favorecida, según Suler, por el anonimato, la invisibilidad, la pérdida de los límites entre los individuos y la ausencia de una jerarquía real en Internet. "Todo esto nos concede una especie de carta blanca que explica que nos entreguemos a determinadas conductas con total abandono". 

Diecn estos expertos que cuando nos ponemos a fardar por Internet estamos dominados por el Efecto Internet. "Algunos se conectan a la red y entran automaticamente en un delirio de grandeza, fuerza y poder. Una vez desconectados vuelven a ser quienes eran", dicen Elias Aboujaoude. ¿Es conveniente entonces que se juzgue a alguien por lo que ha dicho en una red social? 

Según el autor de Virtually you cada vez que nos conectamos a Internet nos ponemos el disfraz de la E personality (unos más que otros y todo depende de lo expuestos que estemos a Internet, a mayor exposición más conseguimos dominar nuestro lado oscuro).

Nuestro personaje on line es así a grandes rasgos: 

. Grandioso

. Narcisista

. Oscuro

. Infantil

. Impulsivo 

Si toma dos copas dirá que se ha bebido el bar. Si está triste dirá que está al borde del suicidio. Si no le caes bien dirá que te odia y te insultará con rabia ... y luego volverá a su vida normal.

De verdad. No hay que tomarnos tan en serio en las redes sociales. Estamos poseídos.  

 

Tu verano será peor gracias a Instagram

Por: | 01 de agosto de 2013

Piernas

Si creíamos que Facebook era el gran productor universal de envidia y mala sangre, Instagram ha llegado para ponernos a prueba. A estas alturas del verano su Instagram estará lleno de pedicuras naranjas, suchis, atardeceres y playas de ensueño. Lo sentimos. La vida dura y solo estamos a 1 de Agosto. 

La revista Slate ha alertado del peligro de Instagram para nuestra salud mental en este artículo que recomiendo encarecidamente, y que sugiere que Instagram, la plataforma de las fotos ideales, es incluso más depresiva que Facebook

Facebook te puede hacer creer que la vida de los otros es más interesante que la tuya y que, por contraste, eres un aburrido. Verse a uno mismo como un a un ser gris es complicado en cualquier estación del año, en verano es causa de tratamiento psiquiátrico.  

Perroto

La psicoterapeuta Mariela Michelena en su libro Me cuesta tanto olvidarte apunta que Facebook es el escaparate de la exclusión donde te enteras de todas las fiestas maravillosas a las que no has sido invitado y te hundes en la miseria a no ser que tengas una autoestima a prueba de bomba. 

"Ojos que no ven Facebook que te lo cuenta", dice Michelena en su libro para explicar que mientras más tiempo dediquemos a mirar las fotos de otros, más riesgo tenemos de desarrollar cierto sentimiento de envidia (nada sana). 

Otros dos estudios sostienen la misma teoría. Uno de ellos de nombre totalmente explícito:"They are happier and having better lives than I am: The impact of using Facebook on Perceptions of other's life (Ellos son más felices y tienen una vida mejor que la mía:  El impacto de usar Facebook en la percepción de la vida de los otros) demostró que los que usaban Facebook con frecuencia (no necesariamente coinciden con los usuarios más activos, ya hemos dicho en este blog que hay mucho mirón) estaban convencidos de que "la vida era injusta" y que la vida de los otros era mejor que la suya.

Según el estudio, "la gente tiende a atribuir a los contenidos positivos publicados por otros la categoría de estado permanente cuando la mayoría de las veces se trata de situaciones circunstanciales". En otras palabras, la gente no está siempre en calas paradisíacas ni en restaurantes japoneses como tú no estás siempre apalancado en el sofá. (Esperemos)

Picotas

Pues la teoría de la redactora de Slate es que con Instagram todo será a peor y lo explica con varias razones que intento resumir aquí con el deseo de que vayáis a la fuente original en cuanto tengáis tiempo, y de paso echéis un vistazo a este otro artículo llamado La envidia en Facebook (Envy on Facebook). 

  • Instagram concentra lo peor de Facebook 
(en términos de crear agravios comparativos entre los usuarios)

Las tres conductas de riesgo que nos hacen sentir miserables en Facebook se potencian en Instagram. Es decir, peregrinar de un perfil a otro mirando fotos ajenas (en Instagram lo puedes hacer con mucho menos esfuerzo); tener como audiencia a un grupo amorfo de personas y muchos desconocidos (eso te ayuda a imaginar vidas ideales. No hay nada como conocer a la gente para bajarla del altar); y difusión de Likes de modo alocado y superficial. 

  • Instagram es exclusivamente visual. Es un espejo para verse uno mismo a través de las maravillosas fotos (filtradas, no lo olvidemos) de los demás. 

Una foto siempre es más explícita que un estado de Facebook. Y los filtros ayudan a idealizar la imagen. La gente no sube cualquier foto a Instagram, solo imágenes bonitas, originales, molonas, incluso algunos usuarios tienen un pretendido sentido artístico en su selección. Llevan un comisario de arte dentro cuando "curan" su foto del día porque quieren enseñar lo mejor que tienen. Tú haces lo mismo pero quizás alguna vez te dé por pensar que el resto de la humanidad vive permanentemente en un atardecer de Bali. Nada es feo en Instagram, son imágenes idealizadas de uno mismo. "Una foto es muy poderosa, crea una comparación social inmediata y produce sentimientos de inferioridad", dice a Slate Magazine Hanna Krasnova autora del estudio They are happier and having better lives than I am: The impact of using Facebook on Perceptions of other's life. Según Krasnova, entramos en "la espiral de envidia típica de las redes sociales. El autobombo trae más autobombo"

Surf

  • En Instagram es más fácil perder la noción del tiempo y la realidad

Todos dedicamos más tiempo a las fotos de Instagram que a las de otras redes sociales. Si somos perfeccionistas estamos perdidos. Rebuscamos hasta encontrar la foto perfecta, luego retocamos, recortamos, elegimos el filtro, cambiamos de idea y buscamos otro filtro. Es nuestra obra de arte del día. Todo el mundo lo hace pero, según los expertos, una vez que tenemos colgada nuestra pieza maestra y nos dedicamos a mirar las de otros (que han invertido la misma cantidad de tiempo y han falseado la realidad tanto como nosotros) la interpretamos literalmente y olvidamos que su vida también está mejorado por los filtros de Instagram

Ahora diréis que vosotros no, que sois sujetos sanos que nunca habéis sentido envidia en Instagram. Lo sé

El País

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