La pereza, ¿un efecto secundario de la vida digital?

Por: | 06 de febrero de 2014

 

Peces                                                                                                                     Peces de colores © Gloria Rodríguez

Recuerdo un capítulo de la primera temporada de Girls. Hannah amenaza a su jefe con ponerle una demanda por acoso sexual, y él, jefe bonachón y campechano donde los haya, le responde con una sonrisa: "No, Hannah, no puedes hacerlo, no tienes en el móvil una aplicación para poner demandas".

Parecería que hay una aplicación para cada cosa y que ya no tenemos que esforzarnos en aprender nada, basta con bajar la aplicación y que ella haga lo que tenga que hacer, que para eso existe.
Para qué gastar energía si ya está todo inventado. 

Hace unos días, cambiar la foto de perfil de Facebook, Twitter o Whatsapp por un fondo amarillo era el reclamo para formar parte de protesta virtual. Otro signo entre tantos del activismo de sofá. Con este fondo amarillo se supone que uno manifestaba su indignación contra varias leyes, la corrupción, el presidente de Gobierno y la Casa Real. Daba mucho de sí el cuadro amarillo. 

Por otra parte, recientemente he descubierto el concepto de lazy single (soltero vago). Esos que ya ni siquiera miran a su alrededor para evaluar el mercado, no les interesa conocer gente ni moverse del sofá. Sobreviven gracias aplicaciones de contactos con geolocalización y rangos de edades, en las cuales no es necesario currarse un perfil ni elegir una foto. Ya la aplicación pilla todo de Facebook. Hablamos de Tinder, claro. Y gracias a la pornografía en Internet. Además, se palpa un sentimiento generalizado, o podríamos llamarle también leyenda urbana, de que solo se liga en Internet. Y que la vida analógica y sus bares están para otras cosas. Léase, beber cervezas y ver el fútbol.

Internet y todas sus salidas secundarias nos han hecho la vida tan fácil, que nos ha instalado en la pereza y la pasividad. Si quieres encontrar una receta de cocina, tendrás un tutorial apto para el usuario más torpe. No vamos, yo la primera, a ningún sitio sin la ayuda del teléfono. Los taxistas, la mayoría, no son nadie sin un GPS ... Se supone que todo esto era positivo, pues iba a liberar el cerebro de información inútil, dejaríamos de ejecutar tareas y tendríamos tiempo y espacio para hacer cosas realmente importantes y creativas. Pero eso no está pasando. Será que somos la típica generación de tránsito. 

Jaron Lanier, informático y uno de los ideólogos más críticos de la cultura digital, muy nostálgico por cierto de los primeros tiempos de Internet publicó un artículo en The New York Times llamado Digital Passivity (Pasividad Digital) en el que explicaba cómo la llegada de los gadgtes cool (tabletas y smartphones) no habían hecho más que sumirnos en una actitud aún más pasiva. "La generalización del uso de las tabletas reforzó una nueva estructura de poder. A diferencia de un ordenador, en una tableta solo funcionan los programas y las aplicaciones aprobadas por una autoridad comercial central. Tú puedes controlar la información que entra a tu PC, mientras que los datos de tu tableta son frecuentemente administrados por otra entidad", escribe el también autor del libro Contra el rebaño digital (Debate, 2011). 

Para Lanier, amigo de las teorías conspiranoicas, nada de esto casual. Ni siquiera la frase de Steve Jobs cuando presentó la primera versión del Ipad: "Los ordenadores personales serán ahora como los camiones, herramientas para los chicos de la clase trabajadora pero no para la gente cool y ambiciosa que quiere tener una vida móvil". "La conclusión fue subir a un altar a los consumidores amantes del estatus y del ocio para influir así en su autodeterminación (...) Los consumidores, por su parte, priorizaron el brillo y la pereza, cedieron poder, y permitieron, por ejemplo, que les espiaran". Y continúa el escritor: "El único modo de persuadir a la gente para que ceda voluntariamente parcelas de libertad es ofrecerle a cambio (y antes) una ganga. (...) Los consumidores recibimos muchos servicios gratuitos (uso de buscadores, redes sociales, etc) porque hemos dado nuestro consentimiento (explícito o implícito) para ser espiados".

Su teoría es que los ciudadanos de la era de la información debemos aprender a ser algo más que consumidores

No es por amargarle el día a nadie, pero cada vez que cargamos con el GPS a cualquier sitio o preferimos que el teléfono se haga cargo de un problema antes de pensar un poco, estamos generando datos que serán usados, no lo dude, y que nos harán menos libres. Yo también he dicho aquello de: "Que me espíen, yo no tengo nada que ocultar". Pero probablemente sea otra manifestación de pereza

Aún así, Larnier no sabe a quien culpar por nuestra pereza/pasividad digital. Solo le sorprende que hayamos cedido tanto terreno en tan poco tiempo. 

¡Buen Jueves!

Hay 15 Comentarios

Evidentemente, la autora es de letras.

La tecnología no es la causante de la pereza, de hecho esta lleva mas tiempo aquí que las tablets y PC´s, cierto es que ante quien conocía mejor una ciudad era un taxista, o un cartero, pero son muchos los casos en los que un articulo hace que se muevan masas o individuos a ver ese sitio o a manifestar sus ganas de vivir o su descontento, el que es vago lo seguirá siendo con o sin tecnología y los que no tienen tema de conversación, pues siempre están jugando a alguna cosa.

En todo momento, desde el principio de la humanidad, algunos temen los avances. Por ejemplo, en 1545, apenas 60 años después de la invención de la imprenta, algunos decían que demasiados libros pueden confundir y dañar el cerebro. O en 1775, que el cada vez más popular periódico puede representar el peligro de tener a muchos ciudadanos aislados mientras leen en silencio. En 1920, la radio causará la desaparición de las conversaciones al ser sustituidas por el tremebundo jazz. En 1950, la televisión «dañará la radio, las conversaciones, la lectura, y la vida familiar». ¿Cuál es la diferencia con la red? NINGUNA. Yo no he dejado de pensar porque tengo móvil o laptop o tablet (y trabajo en desarrollo de software, mi vida entera va en aparatos). Si tú quieres dejar de pensar, lo harás de todos modos, aunque no tengas nada que te "entretenga". No culpemos a la red de nuestra propio abandono. [Los datos que incluí viene de microsiervos: http://www.microsiervos.com/archivo/tecnologia/miedo-a-la-tecnologia-desde-1494.html ]

¿Desde cuándo el acceso al conocimiento nos vuelve más tontos?

Me gustó el artículo. Da mucho que pensar. Es verdad que internet y la era digital han traido muchas cosas buenas pero también tendrán efectos negativos que ahora no podemos preveer. No es que sea catastrofista pero por ejemplo a mi me preocupa el efecto en niños y adolescentes que, como mi hijo, solo habrán conocido esta era. Algunos empiezan a tener menos habilidades sociales, todo ha de ser immediato, les cuesta esperar, les cuesta decir cosas cara a cara porque se acostumbran a hacerlo on-line... Habrá que tratar de sacar lo bueno de la vida digital sin perder las cosas geniales que están en la vida real. Un abrazo.

Valiente estupidez de artículo ... ¡abajo la ciencia! ¡volvamos al medievo!

Lo digital, que tenía que liberarnos, esa ventana de aire fresco, que, ohh inocencia, cada día es una herramienta que nos esclaviza e idiotiza apartes iguales.

O no, porque en ocasiones te anima a salir, te anima y ayuda a buscar ofertas por las que merece moverse y salir de casa, nosotros os traemos muchas http://cort.as/7-u2

Llevas toda la razón, pero es que teniendo estos bombones al alcance en la red: http://xurl.es/0mhqs ¿quién se va a complicar la vida en salir a ligar con tías mucho más feas? El sofing es lo mejor

Es verdad que Intenet sirve de plataforma para todo tipo de reivindicaciones, pero también hay que tener mucho cuidado en cómo se utiliza esta herramienta, porque un error se propagaba muy rápido por la red.
http://goo.gl/oHwclx

Internet ha traído cosas buenas, de eso no cabe duda. Una de ellas es la roptura de barreras contra la censura de los gobiernos. Antes, estos podían salirse con la suya pero ahora todo se sabe. Lo malo, como bien apuntas, es el individualismo, la pereza, y la sobre exposición a estímulos que no dejan concentrarse al individuo. Yo apuntaría también a una infantilización. Hay demasiado ocio inútil, en vez de ocio bien llevado. Veo a mucha gente perdiendo el tiempo con jueguecitos de alinear piedrecitas, tirar pajaritos contra otros o ver series y series como si no hubiera un mañana. Ese ocio no es productivo para nuestra inteligencia o nuestra socialización. Son actos que, llevados como rutina, son más propios de personas con problemas. En fin, que esto no va a mejorar, si acaso asistiremos en los próximos años a una radicalización de los comportamientos.

A mí también me sorprende, a veces pienso que nuestro cerebro estaba esperando la llegada de la era digital desde hace mucho tiempo y ahora que ha llegado se siente muy cómodo en él. No lo desconectes.

Muy buena conclusión!!

http://areaestudiantis.com

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Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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