Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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Data-collection

En 2013 se habló demasiado del fenómeno selfie, pero parece que la tendencia continuará en 2014. Su impacto es tan grande que no para de traer avances tecnológicos y cámaras frontales que se supera a sí mismas en cada nueva versión de los teléfonos inteligentes de casi todas las marcas. Lo importantes es que los selfies no se nos desmadren ni desproporcionen ahora que algunos académicos han considerado que se trata de un subgénero del autorretrato.

Pero lo que os quiero contar es el exhaustivo análisis que se ha hecho de los selfies. Estamos ante un estudio antropológico en toda regla. Lo firman los expertos en cultura digital Lev Manovich y Daniel Goddemeyer y lo han llamado Proyecto Selfciety y lo comenzaron a finales de 2013.

Su propósito es hacer una taxonomía de los selfies que se publican en Instagram en cinco ciudades del mundo (Bangkok, Berlín, Nueva York y Sao Paulo) y observar los patrones, las posturas y los gestos que se repiten aquí y allí. Al fin y al cabo no somos tan diferentes.

Los expertos preseleccionaron unas 20.000 fotos por cada ciudad y después de examinarlas cuidadosamente se quedaron con 640 selfies por cada una de ellas que fueron sometidas a un análisis de rostro de alto nivel con la ayuda del software Orbeus Inc. que tuvo en cuenta claves como la sonrisa, las gafas o la orientación de la cabeza. 

Aunque reconocen que les resulta difícil "cuantificar los patrones observados" tomaron nota de algunas impresiones preliminares: "¿Es posible que las chicas de Sao Paulo inclinen un poco más la cabeza a la hora de hacerse la foto? ¿Puede ser que las mujeres de Nueva York y Berlin luzcan mayores que el resto? ¿La gente cuando está enfadada reclina un poco más la cabeza? 

De momento estas son sus conclusiones

  • Se hacen menos selfies de los que creemos. Solo entre el 3% y 5% de las imágenes analizadas se correspondían con auténticos selfies. Abundaban mucho más las fotos de comidas, pies, monumentos y de otras personas. En el caso de Reino Unido, las fotos más populares son las de los gatos. Los usuarios británicos de Instagram comparten a diario más de 3.8 millones de fotos y vídeos de su gatos y solo suben 1.4 millones de selfies. Además, en ese país unos 350.000 dueños de esas mascotas les han abierto cuentas en las redes sociales. Todo, según una investigación de la operadora Three
  • Hay más selfies de mujeres que de hombres en todas las ciudades observadas, sobre todo en Moscú donde hay casi cinco veces más fotos de mujeres que de hombres en Instagram.
  • Los amantes de los selfies son muy jóvenes. La edad promedio es de 23 años. En Bagkok están los más pequeños (21 años) y en Nueva York, los mayores (25).
  • La sonrisas son más amplias en Bagkok y en San Paulo que en Moscú. 
  • Las mujeres experimentan con posturas más extremas que los hombres, especialmente en Sao Paulo, donde ¡Atención! ellas inclinan su cabeza 16,9 grados para tomarse la foto. En el resto de las ciudades el movimiento de cabeza no excede los 12 grados, y los hombres son mucho más conservadores, solo se inclinan ocho grados ante la cámara.  (En Antigurú no entendemos por qué es tan importante el grado de inclinación de la cabeza, pero los investigadores le dan mucha importancia. Habrá que investigar).

MonnaLisa

 

El analista de Slate Magazine que hizo la critica de este trabajo apunta que solo echa de menos una  quantificación de los selfies  hechos con la emblemática cara de pato (Duckfase), un término que ya ha sido definido por el Urban Dictionary como el arte de posar juntando los labios para aparentar tener unos pómulos más marcados y unos labios más gruesos. Algo similar a esta imagen. (Muy de 2013, dicen). 

 

 

También considera Slate que un registro de las Sparrow Face, un modo de posar mucho más de 2014 (dicen), hubiera sido interesante para completar el trabajo. La Sparrow Face (cara de gorrión) es todavía más complicada de conseguir de modo natural, pero se consigue abriendo mucho los ojos  y colocando la boca como si fuera uno a piar, tal y como lo haría un gorrión (dicen). Algo como esto:

Sparrow2
  


El proyecto Selfciety aún no está terminado, por lo que no hemos de perder las esperanzas de que se incorporen estas dos maneras de posar y otras que vendrán en lo que queda de 2014. Lo cual sin dudas aportará  un conocimiento de alto valor para la humanidad. Con lo que han averiguado hasta ahora quedan escritos varios ensayos muy sesudos sobre el alcance antropológico del selfie que los interesados podrán consultar (en Inglés) aquí y aquí

Google quiere salvarte de sus propias gafas

Por: | 25 de febrero de 2014

Simpson

A Google le preocupa y mucho qué será de la vida social de sus usuarios cuando este año lleguen al mercado sus gafas. Las Glass pondrán ante nuestra vista un mundo tan alucinante que no estaremos al parecer muy interesados en percibir la realidad pedestre que nos rodea. 

Existe el peligro de que si decide ahorrar para adquirir las gafas (valen unos 1.200 euros)  usted vaya por el mundo embobado mirando hacia arriba sin orden ni concierto. Claro que estará usted disfrutando de un universo de percepción y belleza que el resto ignora, pero de eso precisamente es de lo quiere salvarlo Google, de la opinión que el resto de la humanidad tendrá de usted, querido early adopter

Sepa que en San Francisco donde ya hay gente que va por la vida con sus Google glass (algunos desarrolladores escogidos por la compañía), ya existe el insulto perfecto: los Glassholes (sonora combinación de glass/gafas y asshole/estúpido. Presumimos que los primeros Glassholes han sido los propios empleados de la compañía, la cuestión es que el propio Google ha publicado unas reglas básicas de urbanidad para usar sus gafas sin convertirte en un antisocial o en un estúpido. La lista se compone de Cosas que Sí y Cosas que No. 

En Antigurú nos vamos a centrar en lo negativo porque nos gusta el escarnio y hacer leña del árbol caído. Pero si usted quiere revisar las recomendaciones completas de Google puede hacerlo aquí.(en inglés) 

1. Las gafas han sido diseñadas para acceder a ráfagas cortas de información y tener interacciones breves que permitan volver rápidamente a hacer lo que estabas haciendo o lo que te gusta. Si te sorprendes a ti mismo embelesado mirando demasiado tiempo a través de la lente, imagina lo raro que puedes lucir para los que te rodean. (Una persona con gafas atontada mirando hacia arriba. Eso y no otra cosa es lo que uno parece). El consejo de Google es claro: "No leas Guerra y Paz con las gafas. Algunas cosas se disfrutan mejor en pantalla grande"

2. No uses las gafas cuando hagas deporte de alto impacto. "Son una pieza de alta tecnología, así que hay que tener un poco de sentido común. Para la práctica de esquí acuático o de la lucha libre no parece buena idea ponerse las gafas". 

3. Si llevas las gafas no esperes que la gente haga como que eso no está pasando. Asúmelo, te van a preguntar lo mismo una y mil veces. "Intenta ser paciente y explica que las gafas también tienen otras aplicaciones. Por ejemplo, llamar por teléfono, consultar el email o un mapa, hacer fotos". Google recomienda que te inventes tu propia etiqueta para cada ocasión. "Si te preocupa que alguien te interrumpa durante una cena romántica para hacerte una pregunta sobre las gafas, simplemente quítatelas, o guárdalas en el bolso".

De verdad, me resisto a creer que alguien vaya a "una cena romántica" con las Google glass, pero en fin, si ellos lo dicen será porque está pasando, seguramente allí en el área de la bahía de San Francisco que es donde siempre pasan ese tipo de cosas. 

4. No seas mal educado y/o repulsivo (es decir, un Glasshole). Google recomienda que se respete a los demás y si hacen preguntas sobre las gafas, aunque sean tonterías, no se sea petulante ni grosero. A Google también se le nota bastante que aspira a que los primeros usuarios de sus gafas hagan una labor pedagógica o una misión civilizadora ante el resto de la humanidad que aún no conoce sus gafas.  (Más sencillo, si a alguien le molestan las preguntas sobre las gafas que no se las ponga. Es el precio de ser un "early adopter" )

5. Google recuerda que las reglas que funcionan para los teléfonos móviles son las mismas para sus gafas. Es decir, donde se mande a apagar el teléfono hay que desconectar las gafas. 

6. "Permanecer apartado en una esquina con tus gafas, mirando fijamente a alguien mientras lo grabas no te va a ayudar precisamente a hacer amigos", dice Google, y añade: "Al menos pide permiso antes de hacer fotos y vídeos de los demás". ¡Y que sea Google el que lo tenga que decir!

Se espera que las gafas de Google estén entre nosotros en algún momento de este año, 2014. Y la verdad no están las cosas para seguir evadiendo la realidad. Yo ahí lo dejo

Zuckerberg, ¡Prohibido cruzar los datos de Facebook y de Whatsapp!

Por: | 20 de febrero de 2014

Colgado

                                                                                               © Gloria Rodríguez

Facebook, Instagram y WhatsApp son del mismo dueño. Y esto es un drama. Quiere decir que nuestra vida social, toda ella con sus fotos, y sus conversaciones, las más triviales y las más profundas, son patrimonio de nuestro vecino favorito de Palo Alto que compra cookies a las girlscouts en la puerta del supermercado Trader Joe’s

Finalmente ha conseguido el monopolio de la vida social que transcurre en Internet. Le faltarían Twitter y LinkedIn pero ahí se hace más vida profesional que privada a mi humilde entender. Snapchat de momento se le resiste, y esto quiere decir que se le escapa una parte del mundo adolescente, pero a la otra ya la tiene pillada en Instagram. Espero sinceramente que no esté interesado en los portales para encontrar pareja.

Sus ingenieros harán maravillas con nuestras chácharas virtuales que parece que no van a ninguna parte, pero un día nos presentarán una versión de nosotros mismos que no seremos capaces de reconocer. 

Como decía ayer en Twitter @pedroblancoa: "Ya veréis cuando Facebook haga vuestra película de WhatsApp ...". 

Solo con lo que nos hemos movido en Facebook, un sitio que mucha gente tiene ya abandonado, los ingenieros de Zuckerberg afirmaron hace un tiempo estar en condiciones de predecir el final de una relación de pareja

Lo consiguieron examinando una base de datos de 1,3 millones de usuarios que decían estar en una relación (*). Miraron con lupa el círculos social de cada uno de los miembros de la pareja para analizar su nivel de "dispersión".

Si una pareja tenía muchos amigos comunes que a su vez estaban conectados entre sí, Facebook consideraba que su futuro era incierto. Pero si los amigos comunes no se conocían demasiado y estaban poco conectados, el algoritmo pronosticaba una larga vida a la pareja. Lars Backstrom, ingeniero senior de Facebook y Jon Kleinberg, investigador de la Cornell University bautizaron su tesis como la Teoría de la Dispersión. Aquí la pueden consultar (en inglés). 

Las parejas con alto índice de dispersión tenían amigos en común en Facebook pero que no estaban muy relacionados, las que presentaban un bajo nivel de dispersión compartían muchos amigos en la red social, que a su vez estaban muy conectados, e interactuaban con frecuencia.

Para Facebook, que da por hecho que la vida social solo trascurre en sus predios, si una pareja comparte el mismo circulo social (en Facebook) tienen menos probabilidades de hacer vida independiente y la relación será asfixiante y terminará.

Consideremos que cuando dispongan de la valiosa información que corre por WhatAapp estas predicciones de Facebook se convertirán en el Oráculo de Tebas. 

Para información de los lectores de este blog, Facebook también ha hecho pública su capacidad de predecir cuándo dos usuarios se están enamorando, y puede hacerlo hasta 100 día antes de que la relación se haga efectiva (y todo esto sin disponer del tráfico de emojis de WhatsApp, que ahora es todo suyo).

Su experto en data, Carlos Diuk explica en el blog corporativo que unos cien días antes de que la relación sea real (Para Facebook esto sucede en el momento en que uno anuncia que  está en una relación ... Por cierto ¡cuánto te queda por aprender, Facebook!) es posible saberlo todo. 

Según los expertos de data de Facebook, cien días antes se inicia un lento pero perseverante cortejo que se hace evidente con  un incremento del intercambio de post, likes y todo tipo de interacciones entre esas dos personas. El pico máximo de mensajes se alcanza doce días antes de que la relación se haga pública

Una vez que la relación es oficial, los post en los respectivos muros caen de un modo abrupto, "presuntamente" -dicen los expertos- "porque la pareja pasa más tiempo junta, está feliz, el cortejo ha terminado y la interacción on line ha pasado al mundo real". No obstante, Facebook también apunta que aunque se publica menos, los post son más "sentimentales y felices", sobre todo el día 1 después de comenzada la relación.

Aquí el gráfico que hacen los ingenieros de Facebook con nuestros escarceos sentimentales. 

FacebookGraphic

Desde mi tribuna Antigurú solo me queda advertir a las autoridades competentes de que el día que a los expertos de data de Zuckerberg se les ocurra cruzar los datos de Facebook y WhatsApp ocurrirán cataclismos, se deshelarán los glaciares y desaparecerán varias especies

Cruzo los dedos. 

(*) Para no dejarse engañar por “las falsas relaciones” que ya ellos saben que se publican en Facebook solo tuvieron en cuenta aquellas relaciones que celebraban públicamente su aniversario.

 

Trolls just wanna have fun!

Por: | 18 de febrero de 2014

 

Trolls1

                                                                                            © Gloria Rodríguez

Es una verdad establecida que no serás nadie en Internet hasta que no tengas un troll bien colocado. Uno insistente, agresivo y con incontinencia verbal. Nunca sabrás quién es pero él parecerá controlar cada movimiento de tu vida. Se diría que no tiene otra cosa mejor que hacer. Pero sí, tiene más trabajo. Casi nadie es suficientemente importante para tener un troll en exclusiva. Los trolls reparten su energía entre varias personas y trabajan horas extra. 

Varios estudios han examinado los efectos de la entrada de un troll en un foro o debate de cualquier naturaleza. Empiezan a trolear y, a fuerza de insultos y de incitar a la discordia, consiguen polarizar a la audiencia que no tarda en enzarzarse en una discusión que pone punto final a cualquier intento de discusión medianamente reflexiva.

La psicología lleva tiempo preguntándose quiénes son estos individuos. Si acaso son personas normales, con su trabajo y su familia que se transforman bajo lo que algunos expertos han dado en llamar el Efecto Internet. Esta teoría afirma que algunos usuarios  entran en una especie de delirio de grandeza, fuerza y poder cada vez que se conectan a la red. Una vez desconectados vuelven a ser quien eran. Así, sin aparente solución de continuidad.

El efecto Internet explicaría también que alguien que es comprador compulsivo on line no lo sea fuera de la red, o que un ludópata digital nunca haya pisado un casino en su vida analógica. Está descrito en la incipiente literatura médica que se escribe sobre nuestros comportamientos digitales. Elias Aboujaode, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford es uno de sus defensores. Según explica en su libro Virtually you (Norton&Company, 2010), a más horas vividas en el ciberespacio menos vulnerables seríamos al efecto Internet.  

Si hacemos caso a esta teoría, cuando nos sentamos frente al ordenador nos ponemos el disfraz de la personalidad on line, (e-personality, la llama el psiquiatra Elias Aboujaoude). Este personaje respondón y desinhibido está dominado por cinco fuerzas psicológicas, A saber:

  • Grandiosidad: El sentimiento de que cuando estamos conectados el cielo es el único límite que hay sobre nuestras cabezas.
  • Narcisismo: Tendemos a pensar en nosotros mismos como si fuéramos el centro de gravedad del universo digital.
  • Oscuridad: La Red alimenta nuestro lado más morboso.
  • Regresión: Todos nos comportamos como adolescentes.
  • Impulsividad: Nos abandonamos a merced de nuestros impulsos.

Según el psiquiatra estadounidense, todos estamos expuestos en algún grado a sufrir transformaciones cada vez que nos conectamos a Internet.

Pero un estudio más reciente explica el fenómeno de los trolls de un modo menos sofisticado. Viene a decir en pocas palabras que los trolls son malas personas y punto. Con rasgos "maquiavélicos, sádicos, narcisistas y psicópatas". Su título parafrasea aquella canción de Cyndi Lauper: Girls just wanna have fun (El estudio se llama Trolls just wanna have fun, Los trolls solo quieren divertirse)

El trabajo, firmado por Erin Buckels y un equipo de la Universidad de Manitoba consiguió identificar a un 5,6% de posibles trolls entre toda la población estudiada. Lo hicieron de un modo simple, preguntando qué era lo que más disfrutaban de Internet. El 5,6% calificado como candidato a troll marcó, entre varias opciones como "hablar con otros", "debatir asuntos de interés", "hacer amigos", etc. , la de que disfrutaba “ejerciendo de troll” y "troleando". Así, por lo claro. 

Los autores creen que sus datos confirman que los trolls son una minoría de los usuarios de Internet.

El siguiente paso fue examinar y comparar el comportamiento de estos individuos con tablas que medían estos cuatro rasgos de la conducta: Psicopatía, Maquiavelismo Narcisismo y Sadismo, y vieron que, excepto el rasgo narcisista, el resto de los atributos se manifestaba casi todo el tiempo cuando estos personajes se paseaban por Internet.

Según los autores, los trolls son, sobre todo, sádicos. Por ejemplo, todos contestaron afirmativamente a estos supuestos: "Me gusta trolear a la gente en los foros", "Me divierte molestar a los otros en los juegos en red" o "Mientras más pura y bella es una cosa más satisfacción siento en estropearla". 

Aunque los rasgos maquiavélicos y psicópatas estaban presentes de algún modo en las personalidades que se consideraron trolls en el estudio, el sadismo era el rasgo predominante. Y no tienen otra intención, aseguran los autores, que buscar diversión. Es decir, que la teoría de no alimentar al troll es correcta. Si uno responde al ataque troll solo estará poniendo más diversión en su juego.

"Ambos, los trolls y los sádicos, sienten un disfrute con la angustia ajena, y lo que buscan es pasárselo bien ...   Internet es su patio de recreo", escriben los autores.

Por San Valentín quiero tus contraseñas ... ¡Todas!

Por: | 13 de febrero de 2014

ValentinDay

                                                                                                © Gloria Rodríguez

Todo no van a ser corazones y chocolates. En el día del amor no hay mayor prueba de confianza y compromiso que abrirme tu vida. Esto es, desvelarme tus contraseñas: la de Facebook, la del teléfono, la del email ... ¡todas! "Para que entre los dos no haya telón ni abismos", que diría Mario Benedetti en el en uno de sus poemas más vilipendiados por estas fechas, Táctica y Estrategia.

Para hacerlo todo más fácil podrías usar siempre la misma contraseña para todos tus aparatitos electrónicos y redes sociales. Esa y no otra es la prueba de amor definitiva

No estoy viviendo por encima de mis posibilidades, como ya deben estar pensando muchos lectores. Simplemente aspiro a lo mismo que el 67% de las parejas estadounidenses que viven juntas o mantienen una relación de las consideradas "serias". Vamos, de esas que van a algún sitio, tienen futuro y avanzan. Según la última encuesta del Pew Research Center el 67% ¡ojo! 67% de ese tipo de parejas han intercambiado sus contraseñas porque están "confortable" (cómodas) así. Es cierto que no lo han hecho con todas las contraseñas, pero al menos sí con una de ellas, casi siempre la de Facebook

Otras parejas han ido un poco más allá (un 11%) y han creado una cuenta de Facebook conjunta. Usted, querido lector, las habrá visto, son esas en las que se escoge como foto de perfil una imagen de la pareja con las cabezas bien juntitas y en las siempre se habla en plural. 

Según la misma encuesta, un nada despreciable 37% de las parejas estables también comparte sus claves secretas de correo electrónico. No imagino mayor muestra de amor, y no espero menos para mi en este San Valentín. 

Según explican desde el Pew Research Center, el intensivo uso que hacen las parejas de herramientas tecnológicas como el Ipad y el ordenador casi siempre termina aquí, compartiendo las contraseñas por razones prácticas y de comodidad. 

Un 25% de las parejas entrevistadas aseguró que se guasapean o envían SMS a sus parejas mientras ambos están en casa (en la misma), y un 9% reconoce que algunas de sus broncas más complejas, las que parecían no tener una salida verbal han terminado solucionándose con un mensaje (imaginamos que con el emoji del guiño, ese gran solucionador de la vida digital).

A pesar de todo ello, dicen en la encuesta que la tecnología es una fuente de tensión en la pareja. Casi un cuarto de los entrevistados dijo que en varios momentos les molestaba que su pareja estuviera tan abducida por su teléfono.

Pero volvamos al regalo que quiero conseguir mañana, Día de San Valentín: la contraseña. No solo la quieren los poseedores de una pareja estable. Los solteros aspiran a lo mismo. Lo reveló hace un tiempo la web de citas Match. com. Para sus usuarios la transparencia digital era un "must". Es decir una condición sine qua non, algo que tenía que ser sí o sí.

Concretamente decían -y los datos provienen de Match.com Estados Unidos- que no tendrían una segunda cita con alguien que no les permitiera usar su teléfono o lo mantuviera celosamente protegido con una contraseña. Tampoco le darían una segunda oportunidad a quien mantuviera una actitud "misteriosa" respecto a sus emails o respondiera sus llamadas con excesiva discreción (sí, esas y esos que se tapan la boca para hablar y se esconden detrás de las puertas). Lo de mantener cerrado a cal y canto el muro de Facebook también les parecería razón suficiente para eliminar a un candidato

Todas estas circunstancias eran interpretadas como "ofensivas" tanto por los hombres como por las mujeres, aunque en el estudio las chicas se mostraban más suspicaces y desconfiadas. En cualquier caso, la diferencia entre sexos era mínima. 

El asunto de compartir cama, mesa, mantel, nevera y, por último, las claves secretas también fue explorado por Match.com, que analizó cómo iba cambiando la disposición a la entrega total (te lo doy todo hasta la contraseña) a medida que pasaban años de relación.

Según sus pesquisas, la mitad de los solteros más jóvenes dice estar dispuesta a compartir sus contraseñas con su pareja "en un punto determinado de la relación".

Esta determinación disminuye de modo drástico a medida que sube la media de edad. Cumplidos los 30 ya solo estaba dispuesto a hacerlo el 40% de los encuestados; al llegar a la cuarentena, el 37%; y a los 50, un tímido 29%. Por su parte, el 56% de los casados dijo drásticamente que NO compartiría contraseñas con su cónyuge. 

Así que si estás en los días dulces de una relación es tu momento de hacerte con las contraseñas. Esta oportunidad no volverá. Es ahora o nunca. Vive el presente y pídete para San Valentín el único regalo que te va a cambiar la vida: Todas sus contraseñas. Eso es amor y el resto, consumismo. 

 

Lista abierta de pecados de la vida móvil

Por: | 11 de febrero de 2014

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                                                                                                © Gloria Rodríguez

La mala educación siempre existió, nadie ha dado por abolidas las reglas de urbanidad pero con la llegada de los dispositivos móviles e interactivos, léase smartphones y tabletas, las antiguas normas de cortesía y convivencia se han relajado. Algunas han desaparecido o se consideran una conducta vintage o un comportamiento exótico.

Es un asunto universal. La revista TIME reblogeó un post de Techlicious llamado 5 Annoying Tech Habits that Need to Stop que enumeraba cinco acciones que antes se consideraban propias de personas mal educadas y que ahora, por obra y gracia de la tecnología, se toleran con gracia y soltura. 

Cierto que en los primeros años de vida digital estuviéramos extasiados con nuestros gadgtes, el wifi, Internet, las cámaras ... y la euforia de la vida móvil nos hizo perdonarlo todo, pero a estas alturas del partido ya es hora de empezar a quejarnos, o  de pensar que quizás a mi vecino de asiento en el autobús no le interesa la conversación que mantengo con mi madre mientras lo miro a los ojos, no por nada, sino porque lo tengo enfrente y es imposible mirar a otro lado.

El autor del post de Techlicious propone estos cinco malos hábitos tecnológicos como candidatos definitivos a la hoguera. Veamos:

1. Conversaciones en voz alta con público

Esta puede ocurrir en dos versiones, con el teléfono pegado a la oreja y chillando al modo clásico, o en su versión de alto ejecutivo estresado y paranoico, que no pega el móvil a su cerebro por si el cáncer y grita moviendo los brazos y la cabeza Ayer me he tropezado con este ejemplar en un supermercado. Este tipo de conversaciones no se detiene ni siquiera cuando la gente sube al autobús o entra en un ascensor. Conozco a una persona que escribe una novela con fragmentos de conversaciones telefónicas escuchadas al azar. Al menos servirán para hacer literatura.

2. Hacer fotos con una tableta

Según el autor, a pesar de los esfuerzos de Apple por hacerlo pasar como normal, nunca se debe hacer una foto con una tableta. "Parecerás un tonto", asegura. Su argumento es que las cámaras en las tabletas existen para darle dos usos: Skype y Facetime, y hacer fotografías no es uno de ellos. Es cierto que es mucho más intrusivo hacer una foto con una tableta, los teléfonos son más pequeños y discretos. Pero en este punto tengo dudas razonables. 

3. Acaparar la banda ancha de una red wifi pública 

Las redes wireless de sitios como McDonald’s o Starbucks son patrimonio de la humanidad, y así deben ser tratadas. Todo el que suele viajar al extranjero y no lleva un teléfono de empresa sabe lo que significa encontrar un wifi gratuito en su camino. Pues es una falta de cortesía gigantesca usarla para ver en streaming el capítulo de una serie mientras te bebes tranquilamente un Tall Capuccino. La velocidad se reducirá a la mitad para el resto. 

4. Compartir fotos sin permiso de los implicados

Esto es obvio, y no merece comentarios

5. Enviar Whatsapps o SMS que pueden esperar durante una conversación cara a cara

Es una manera rápida de decir que te estás aburriendo y que preferirías estar en cualquier otro sitio. Ya puede uno buscar cualquier excusa, el otro mientras espera que termines es lo que está pensando. Hay otra versión todavía peor, cuando la conversación transcurre entre varias personas y se empiezan a Whatsapear dos de ellas, a veces sobre algún tema que se está discutiendo en grupo. ¡Ayy cómo somos! 

Antigurú también ha hecho su lista de pecados capitales. 

  • Caminar por las calles y las aceras mientras se consulta el teléfono 

    Es peligroso, no solo para ti que puedes chocar con una farola o ser atropellado, sino para el resto de la humanidad que puede chocar contigo. Hay cifras: Más de la mitad (53%) de los propietarios de un teléfono móvil han tenido un tropezón o un choque con una persona u objeto por caminar  mirando el teléfono, según una encuesta realizada por una operadora estadounidense de telefonía. Otro estudio de la Universidad Estatal de Ohio en Estados Unidos afirma que las personas heridas y atendidas en los servicios de urgencias y que reconocen que iban distraídas con el móvil se han duplicado desde 2005 hasta la fecha. Un asunto del que ya hablamos en Antigurú

  • Seguir mirando fotos en un teléfono si solo te han enseñado una

El móvil es un dispositivo personal e intransferible como el DNI. También sabemos que alberga bacterias, fluidos varios y secretos de estado. Si alguien te acerca su teléfono para enseñarte una foto, por favor abstente de seguir deslizando tu dedo por la pantalla para ver las siguientes. Estás metiendo las narices en su vida privada y cometes un abuso de confianza en toda regla. Si el propietario del teléfono quiere, te enseñará otras fotos, pero hasta entonces mantén las manos quietas, aunque te tengas que sentar encima de ellas.

  • Mirar a la pantalla ajena cuando llega una notificación, mirar a la pantalla ajena cuando su dueño está metiendo la contraseña. En general, mirar a la pantalla ajena  

Es la versión moderna de la vieja del visillo. ¿Qué se te ha perdido en la pantalla de al lado? 

  • Monopolizar el enchufe en los bares

Aceptamos que luches a brazo partido por quedarte con la mesa más cercana al enchufe, pero una vez que hayas cargado el teléfono déjalo libre que, te puedo asegurar, que más de uno estará esperando. Si el teléfono ya ha pasado el 60% de carga es deseable que cedas el enchufe al siguiente. Soy consciente de que esto último es más generosidad y altruismo que cortesía y vida real. 

  • Una vez iniciada una conversación dejar al otro colgado en Whatsapp 

En la vida analógica no hay dudas de que esto te daría problemas. Contesta "sí" , "no", "no sé", manda cualquier cosa, aunque sea la mierda con ojos, pero da señales de vida. 

  • Usar más emoticonos que palabras  en los mensajes 

La mayoría de nosotros somos animales racionales que dominamos un idioma bastante más preciso que el paquete de emojis que todos conocemos. Está bien tirar de muñecos para evitar exponernos en una situación incómoda o para tantear el terreno, pero cumplidos los quince años, deberíamos sentirnos más cómodos con las palabras. La cosa va de apoyar nuestro discurso en los emoticonos, no de convertirnos en los reyes de la ambigüedad. 

La lista es más larga. Estoy segura. Ponga usted, querido lector, sus pecados o los de sus amigos. Aquí lo perdonamos todos. 

La pereza, ¿un efecto secundario de la vida digital?

Por: | 06 de febrero de 2014

 

Peces                                                                                                                     Peces de colores © Gloria Rodríguez

Recuerdo un capítulo de la primera temporada de Girls. Hannah amenaza a su jefe con ponerle una demanda por acoso sexual, y él, jefe bonachón y campechano donde los haya, le responde con una sonrisa: "No, Hannah, no puedes hacerlo, no tienes en el móvil una aplicación para poner demandas".

Parecería que hay una aplicación para cada cosa y que ya no tenemos que esforzarnos en aprender nada, basta con bajar la aplicación y que ella haga lo que tenga que hacer, que para eso existe.
Para qué gastar energía si ya está todo inventado. 

Hace unos días, cambiar la foto de perfil de Facebook, Twitter o Whatsapp por un fondo amarillo era el reclamo para formar parte de protesta virtual. Otro signo entre tantos del activismo de sofá. Con este fondo amarillo se supone que uno manifestaba su indignación contra varias leyes, la corrupción, el presidente de Gobierno y la Casa Real. Daba mucho de sí el cuadro amarillo. 

Por otra parte, recientemente he descubierto el concepto de lazy single (soltero vago). Esos que ya ni siquiera miran a su alrededor para evaluar el mercado, no les interesa conocer gente ni moverse del sofá. Sobreviven gracias aplicaciones de contactos con geolocalización y rangos de edades, en las cuales no es necesario currarse un perfil ni elegir una foto. Ya la aplicación pilla todo de Facebook. Hablamos de Tinder, claro. Y gracias a la pornografía en Internet. Además, se palpa un sentimiento generalizado, o podríamos llamarle también leyenda urbana, de que solo se liga en Internet. Y que la vida analógica y sus bares están para otras cosas. Léase, beber cervezas y ver el fútbol.

Internet y todas sus salidas secundarias nos han hecho la vida tan fácil, que nos ha instalado en la pereza y la pasividad. Si quieres encontrar una receta de cocina, tendrás un tutorial apto para el usuario más torpe. No vamos, yo la primera, a ningún sitio sin la ayuda del teléfono. Los taxistas, la mayoría, no son nadie sin un GPS ... Se supone que todo esto era positivo, pues iba a liberar el cerebro de información inútil, dejaríamos de ejecutar tareas y tendríamos tiempo y espacio para hacer cosas realmente importantes y creativas. Pero eso no está pasando. Será que somos la típica generación de tránsito. 

Jaron Lanier, informático y uno de los ideólogos más críticos de la cultura digital, muy nostálgico por cierto de los primeros tiempos de Internet publicó un artículo en The New York Times llamado Digital Passivity (Pasividad Digital) en el que explicaba cómo la llegada de los gadgtes cool (tabletas y smartphones) no habían hecho más que sumirnos en una actitud aún más pasiva. "La generalización del uso de las tabletas reforzó una nueva estructura de poder. A diferencia de un ordenador, en una tableta solo funcionan los programas y las aplicaciones aprobadas por una autoridad comercial central. Tú puedes controlar la información que entra a tu PC, mientras que los datos de tu tableta son frecuentemente administrados por otra entidad", escribe el también autor del libro Contra el rebaño digital (Debate, 2011). 

Para Lanier, amigo de las teorías conspiranoicas, nada de esto casual. Ni siquiera la frase de Steve Jobs cuando presentó la primera versión del Ipad: "Los ordenadores personales serán ahora como los camiones, herramientas para los chicos de la clase trabajadora pero no para la gente cool y ambiciosa que quiere tener una vida móvil". "La conclusión fue subir a un altar a los consumidores amantes del estatus y del ocio para influir así en su autodeterminación (...) Los consumidores, por su parte, priorizaron el brillo y la pereza, cedieron poder, y permitieron, por ejemplo, que les espiaran". Y continúa el escritor: "El único modo de persuadir a la gente para que ceda voluntariamente parcelas de libertad es ofrecerle a cambio (y antes) una ganga. (...) Los consumidores recibimos muchos servicios gratuitos (uso de buscadores, redes sociales, etc) porque hemos dado nuestro consentimiento (explícito o implícito) para ser espiados".

Su teoría es que los ciudadanos de la era de la información debemos aprender a ser algo más que consumidores

No es por amargarle el día a nadie, pero cada vez que cargamos con el GPS a cualquier sitio o preferimos que el teléfono se haga cargo de un problema antes de pensar un poco, estamos generando datos que serán usados, no lo dude, y que nos harán menos libres. Yo también he dicho aquello de: "Que me espíen, yo no tengo nada que ocultar". Pero probablemente sea otra manifestación de pereza

Aún así, Larnier no sabe a quien culpar por nuestra pereza/pasividad digital. Solo le sorprende que hayamos cedido tanto terreno en tan poco tiempo. 

¡Buen Jueves!

Mujer romántica y soñadora, TINDER no es para usted

Por: | 03 de febrero de 2014

 

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                                                                                                   ©Gloria Rodríguez

 

Tinder llegó a nuestras vidas con la promesa de ser el único sitio para ligar, conocer gente, llamémosle X donde las mujeres se sentían a gusto. De hecho ostenta el privilegio de ser, al menos en Estados Unidos, la aplicación con estos fines más popular entre las chicas. Según un artículo  de The New York Times TINDER tiene algo que lo hace muy divertido para ellas y que no tienen otras apps como GRINDR o BLENDR. Aquí se nota que entre sus cuatro fundadores había una mujer, Whitney Wolfe se llama 

 

Tinder es una app disponible para IOS y Android que parece un juego. Nada es intenso ni demasiado serio, y solo hablas con la gente a la que antes has bendecido con un Like, el algoritmo te quita a los moscones del medio, y puedes otear el mercado mientras estás en la cola del supermercado, cocinas o ves la tele.

 

Tampoco hay que pensar demasiado, ni currarse un perfil, mucho menos vender la mejor versión de uno mismo. La aplicación utiliza la información de Facebook y celestinea siguiendo las preferencias por los grupos y aficiones declarados en la red social. Es decir, si un día, allá lejos y hace tiempo, alguien se hizo miembro de aquel grupo de nombre tan realista como gracioso:  Gente que parece normal y luego no bebe, o de aquel otro: Con escote y desparpajo nunca te faltará trabajo no debe esperar demasiado del algoritmo apareador de TINDER. Magos no son sus fundadores que viven en Los Ángeles y que por cierto, estrenaron su invento en una fiesta en la Universidad de South California. Vaya por delante que los amigos de Facebook no verán ni rastro de las andanzas en TINDER.

 

Por si fuera poco, el servicio es geolocalizado. O sea, el algoritmo busca solteros que estén en un radio de acción cercano. Se pueden rastrear  a 8, a 17 o a 200 kilómetros a la redonda, y puedes elegir el rango de edad.

 

Es tanto el trabajo sucio que TINDER hace por nosotros que la prensa estadounidense la considera "la aplicación donde los solteros perezosos se reúnen para mentir acerca de sus habilidades e intereses y, de paso sugerir, siempre sin exponerse demasiado, un encuentro sexual casual". Los lazy singles (así los llama la prensa anglosajona) son esos sujetos que se consideran a sí mismos una causa perdida, y una vez superadas las fases de Meetic y eDarling les da pereza hasta intercambiar una mirada, ya ni consideremos decir: "Hola, ¿cómo te llamas?" 

 

Una vez que está todo listo, el único trabajo por hacer es aceptar y descartar potenciales amantes. Si deslizas la foto a la izquierda deshechas al candidato, si la mandas a la derecha, lo sientas en lo que yo llamo el banquillo. Allí esperan hasta que se produzca el milagro, ¡un match! Entonces y solo entonces se abrirá un chat privado para romper el hielo. 

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La verdad es que el milagro del Match se produce con inusitada frecuencia, lo que tampoco es garantía  de absolutamente nada. Probablemente antes de completar el minuto de tener tu foto subida en TINDER ya hay varios Match a punto de consumarse, lo que solo puede ser señal de la existencia de usuarios ansiosos que no paran de darle al pulgar para agradar a todo el mundo y así ampliar sus oportunidades de ... llamémosle X. 

En este blog nos gusta vivir al límite y hemos enviado un comando a probar la experiencia TINDER durante un tiempo limitado que ahora no viene al caso precisar.

Esto es lo que hemos aprendido. 

. AQUÍ NO SE VIENE A BUSCAR EL AMOR

Busca un pseudónimo, no des la cara y diviértete. No creo que encuentres el amor en TINDER pero te lo vas a pasar muy bien. Si te interesa una relación sólida, si buscas a la persona con quien compartir tus sueños y el resto de tus días, ese alter ego con quien envejecer y compartir tiernos recuerdos en el ocaso de tu vida, solo podemos decirte una cosa: Estás en el sitio equivocado. Borra tu cuenta y haz como que esto nunca ha pasado. 

. ES ADICTIVO

Si necesitas un chute de autoestima este es tu sitio, y como todo lo que hace segregar adrenalina, TINDER engancha. Uno de los miembros del comando Antigurú lo ha definido como tener "un sistema operativo a medida" o “un asistente virtual como Siri que cada mañana te dice "Buenos Días, qué guapa eres" (en tu foto de perfil se presupone porque no han visto nada más de ti). La única misión de ese sistema operativo que se materializa en varios perfiles de chicos (aquí nadie juega limpio, vaya por delante) es hacerte sentir bien. Así que uno pasa el día con una sonrisa luminosa y un humor espléndido.  Además, solo hay que asomarse a la pantalla para ver cuántos Match esperan por tu generosidad. Cuando llegues a casa aún te quedarán candidatos por revisar. Era verdad aquello de que hay más peces en el mar. Uno se pone exigente y sibarita. 

. SE CUIDA LA ORTOGRAFÍA

Contrario a todos mis prejuicios, los candidatos cuidan la ortografía o tienen un dominio nivel experto del corrector del teléfono. Nos hacía mucha ilusión coleccionar erratas y disparates para luego enseñar a la audiencia cultivada y políglota de este blog, pero nada se ha podido encontrar. 

. ¡AY LAS FOTOS!

Hay de todo, pero algunas son incomprensibles. Veamos: 

Jesús (nombre falso) pone una foto de veinte personas. Nunca conseguimos saber quien era él. En la segunda foto (se publican unas cuatro por perfil) Jesús aparece en una mesa con otros cinco chicos. Seguimos sin saber quién era Jesús. Resultado: Descartado

David (nombre falso) Corre por la playa con el torso desnudo y melena al viento. No se requieren más comentarios. Resultado: Descartado

Alfonso (nombre falso) Romántica foto con una chica con la que parece mantener una relación. Quizás sea su novia o su esposa. Quizás sea que tenemos mucha imaginación en este blog. Todo es posible. La pregunta: ¿Por qué alguien que quiere ligar escoge como foto de perfil una imagen abrazado a su novia? Rarito. Resultado: Descartado.

(Aclaración: TINDER escoge por defecto la foto de tu perfil de Facebook pero puedes cambiarla y hacer una selección más sensata). 

Rodrigo: Romántica foto ataviado con un chaqué al lado de una chica vestida de novia.  Incomprensible. Resultado: Descartado. 

Manuel: Sudada y esforzada instanténea en un rocódromo. Exceso de fluidos corporales. Resultado: Descartado

PREGUNTAS FRECUENTES PARA INICIAR UNA CHARLA

. ¿Nueva por aquí? (La carne fresca se huele a kilómetros)

. ¿Dónde vives?

.¿En qué trabajas? 

. ¿Qué haces el viernes? 

. En una escala del 1 al 10, ¿cuánto te gusta el sexo? 

. ¿Esquías? (Suponemos que en verano cambiará a "¿Patinas?" "¿Montas en bici?", pero solo lo suponemos quizás se sigan interesando por el esquí).

MENTIRAS, PROFESIONES LIBERALES Y DEPORTES DE RIESGO

Se ha detectado una superpoblación de abogados y empresarios (la mayoría dice trabajar en empresas familiares dedicadas a la importación y a la exportación (¿?)). Este invierno todos esquían, como poco, en Formigal. Viajan y tienen negocios en Asia, lo cual les obliga a pasar noches enteras en vela porque deben participar en videoconferencias a altas horas de la madrugada. El comando Antigurú (integrado al menos por dos personas) no encontró un solo funcionario, tampoco un camarero o un teleoperador, y por supuesto, ningún parado. Recordamos que según los últimos datos de la EPA en España hay un desempleo del 25,8% ¿Qué pasa que no hay solteros desempleados? Creemos que alguien está mintiendo pero no nos atrevemos a mencionar nombres.

Aunque no pudimos hacer el experimento con la audiencia femenina, conocemos un caso sospechoso. Una chica dijo ser la heredera de un Principado en Asturias y aseguró que vivía en Londres y había viajado hasta Madrid solo por conocer a la media naranja que TINDER le recomendaba.

EL ASUNTO DE LOS AMIGOS COMUNES DE FACEBOOK

Una de las singularidades de TINDER es que ofrece un entorno que ya conoces, Facebook. Según explicaron sus creadores en un artículo publicado en The New Yorker moverse entre gente que comparte gustos y hasta amigos en Facebook da "seguridad", hace que la experiencia sea más "verosímil", reduce la sensación de estar quedando con un extraño y facilita los encuentros off line. Puedo decir que impone bastante saber que existen amigos en común con un potencial candidato. Y sé de más de una y uno que elimina perfiles siguiendo como único criterio los amigos que se comparten. Por ejemplo, si conoce a alguien del trabajo no, a alguien de la familia tampoco, y a un ex, ni hablar.  

PASAR A WHATSAPP o AL GTALK

Es un paso importante en el universo Tinderiano. Significa que podría haber una posibilidad de verse las caras en el mundo real. Fuera de TINDER los lazos se estrechan, hay más confianzas, y si hubo romance en algún momento quizás sea el momento de darlo por terminado. Algunos se quitan la careta y todo empieza a parecerse bastante más a la realidad. Mientras estás en TINDER el peligro de ser desechado está al alcance de un click, y la gente es más conservadora.  

LA QUÍMICA: La maravilla o la mierda de siempre

En un momento dado hay que verse las caras, y aquí los algoritmos no pueden ayudar. Se acabaron los sortilegios. Te gusta o no te gusta. No hay nada más que hacer. En esto TINDER es exactamente igual que otros portales, que reconocen que muchos de sus usuarios se frustran porque después de horas y días de cháchara virtual el cuerpo no responde. O no te gusta su olor, o no te gusta su voz o no te gusta como come. O, sí, te gusta todo y más, y entonces esta aventura amigos habrá tenido sentido. 


Si no, dispóngase a empezar otra vez desde el principio:  "Hola, ¿esquías?"

 

El País

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