© Gloria Rodríguez
Es una verdad establecida que no serás nadie en Internet hasta que no tengas un troll bien colocado. Uno insistente, agresivo y con incontinencia verbal. Nunca sabrás quién es pero él parecerá controlar cada movimiento de tu vida. Se diría que no tiene otra cosa mejor que hacer. Pero sí, tiene más trabajo. Casi nadie es suficientemente importante para tener un troll en exclusiva. Los trolls reparten su energía entre varias personas y trabajan horas extra.
Varios estudios han examinado los efectos de la entrada de un troll en un foro o debate de cualquier naturaleza. Empiezan a trolear y, a fuerza de insultos y de incitar a la discordia, consiguen polarizar a la audiencia que no tarda en enzarzarse en una discusión que pone punto final a cualquier intento de discusión medianamente reflexiva.
La psicología lleva tiempo preguntándose quiénes son estos individuos. Si acaso son personas normales, con su trabajo y su familia que se transforman bajo lo que algunos expertos han dado en llamar el Efecto Internet. Esta teoría afirma que algunos usuarios entran en una especie de delirio de grandeza, fuerza y poder cada vez que se conectan a la red. Una vez desconectados vuelven a ser quien eran. Así, sin aparente solución de continuidad.
El efecto Internet explicaría también que alguien que es comprador compulsivo on line no lo sea fuera de la red, o que un ludópata digital nunca haya pisado un casino en su vida analógica. Está descrito en la incipiente literatura médica que se escribe sobre nuestros comportamientos digitales. Elias Aboujaode, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford es uno de sus defensores. Según explica en su libro Virtually you (Norton&Company, 2010), a más horas vividas en el ciberespacio menos vulnerables seríamos al efecto Internet.
Si hacemos caso a esta teoría, cuando nos sentamos frente al ordenador nos ponemos el disfraz de la personalidad on line, (e-personality, la llama el psiquiatra Elias Aboujaoude). Este personaje respondón y desinhibido está dominado por cinco fuerzas psicológicas, A saber:
- Grandiosidad: El sentimiento de que cuando estamos conectados el cielo es el único límite que hay sobre nuestras cabezas.
- Narcisismo: Tendemos a pensar en nosotros mismos como si fuéramos el centro de gravedad del universo digital.
- Oscuridad: La Red alimenta nuestro lado más morboso.
- Regresión: Todos nos comportamos como adolescentes.
- Impulsividad: Nos abandonamos a merced de nuestros impulsos.
Según el psiquiatra estadounidense, todos estamos expuestos en algún grado a sufrir transformaciones cada vez que nos conectamos a Internet.
Pero un estudio más reciente explica el fenómeno de los trolls de un modo menos sofisticado. Viene a decir en pocas palabras que los trolls son malas personas y punto. Con rasgos "maquiavélicos, sádicos, narcisistas y psicópatas". Su título parafrasea aquella canción de Cyndi Lauper: Girls just wanna have fun (El estudio se llama Trolls just wanna have fun, Los trolls solo quieren divertirse).
El trabajo, firmado por Erin Buckels y un equipo de la Universidad de Manitoba consiguió identificar a un 5,6% de posibles trolls entre toda la población estudiada. Lo hicieron de un modo simple, preguntando qué era lo que más disfrutaban de Internet. El 5,6% calificado como candidato a troll marcó, entre varias opciones como "hablar con otros", "debatir asuntos de interés", "hacer amigos", etc. , la de que disfrutaba “ejerciendo de troll” y "troleando". Así, por lo claro.
Los autores creen que sus datos confirman que los trolls son una minoría de los usuarios de Internet.
El siguiente paso fue examinar y comparar el comportamiento de estos individuos con tablas que medían estos cuatro rasgos de la conducta: Psicopatía, Maquiavelismo Narcisismo y Sadismo, y vieron que, excepto el rasgo narcisista, el resto de los atributos se manifestaba casi todo el tiempo cuando estos personajes se paseaban por Internet.
Según los autores, los trolls son, sobre todo, sádicos. Por ejemplo, todos contestaron afirmativamente a estos supuestos: "Me gusta trolear a la gente en los foros", "Me divierte molestar a los otros en los juegos en red" o "Mientras más pura y bella es una cosa más satisfacción siento en estropearla".
Aunque los rasgos maquiavélicos y psicópatas estaban presentes de algún modo en las personalidades que se consideraron trolls en el estudio, el sadismo era el rasgo predominante. Y no tienen otra intención, aseguran los autores, que buscar diversión. Es decir, que la teoría de no alimentar al troll es correcta. Si uno responde al ataque troll solo estará poniendo más diversión en su juego.
"Ambos, los trolls y los sádicos, sienten un disfrute con la angustia ajena, y lo que buscan es pasárselo bien ... Internet es su patio de recreo", escriben los autores.
Hay 1 Comentarios
La foto es bien bonita. Es lo único chulo del artículo. Todo el mundo con dos dedos de frente y algo de experiencia sabe que los trolls no existen, son inventados por las propias webs para animar el cotarro. Nada como una invasión de hoygans en una web para aumentar los clics y los ingresos por publicidad.
Publicado por: Warp | 19/02/2014 12:44:09