© Gloria Rodríguez
Se lleva contar que uno se ha ido de Facebook, o que ya no entra, o que lo desprecia y ningunea. Fíjese que digo contar, y no largarse de verdad, cerrando la cuenta y dando un portazo. Las cifras que exhibe el negocio de Marck Zuckerberg no indican una desbandada de usuarios, más bien una estabilización. Ahora se dice que Facebook es lo que fueron en su día las Páginas Amarillas, si quieres ser encontrado es el mejor sitio donde estar.
La peor desgracia que le ha podido acontecer a Facebook es que entre los adolescentes sea visto como un sitio de adultos. Es decir, viejuno. Un lugar donde están sus padres, ¡horror!, haciéndose los graciosos con otros brontosauros como ellos. Un sitio donde hay que escribir, ¡horror!, y donde hay que leer ...con lo fácil que es colgar y ver fotos, etiquetar y poner emoticonos.
Para Zuckerberg, exponente global del éxito económico anterior a los 30 años y responsable de la marginación de todo ser humano mayor de 35 en las empresas tecnológicas, debe ser un castigo divino que su invento sea considerado un clásico. Ya no es "cool" estar en Facebook, lo "cool" es pirarse. O contar que uno se va (sin irse).
"La nueva aristocracia es la que no tiene Facebook", dice Emma Roig en el último número de la edición española de Vanity Fair. Y esto es lo que le faltaba a la red social, convertirse en un símbolo de estatus. Si quiere usted fardar de clase social empiece por cerrar su cuenta de Facebook, luego cree un club No Facebook. Y cuando se le llene de trepas, ambiciosos que quieren pertenecer a la aristocracia de los No Facebook, y la tendencia se convierta en una vulgaridad, proclame la muerte de la tendencia, y vuelva al redil de Zuckerberg. Quizás haya hecho historia.
Claro que sobran las razones para irse ... también para quedarse. Mucha gente que está pensando en desertar alude razones de privacidad o el reciente escándalo de espionaje de la NSA. También dicen que están aburridos o que sus contactos solo comparten información que no les interesa, por ejemplo, de gatos y bebés. Pero por las cifras que da Facebook, 1.200 millones de usuarios activos en abril de 2014, no parece que mucha gente esté huyendo desesperadamente de sus garras, ni siquiera que hayan dejado de entrar en masa al sitio, aunque mantengan sus cuentas abiertas.
Supongo que habrá aumentado el número de mirones que no interactúa y tampoco comenta. Gente discreta que lo hace más que nada para que nadie vaya a acusarlos de pertenecer a esa club tan vulgar llamado Facebook. Todos queremos ser la nueva aristocracia.