Si pide pizza 'on line' comerá más que si usa el teléfono

Por: | 09 de mayo de 2014

Telefono1

                                                                                               © Gloria Rodriguez

La tecnología tiene sus trampas. No les estoy descubriendo ninguna novedad, y tampoco lo hago si les revelo que caemos en ellas con una facilidad y frecuencia inusitada. Lo he pensado cuando he leído que desde q pedimos que nos traigan la pizza a casa a través de una Web o de una app comemos mucho más y experimentamos más con el menú que cuando lo hacíamos por teléfono o íbamos directamente al mostrador del Pizza Hut

Aunque esta vez no hay un estudio académico que avale estas conclusiones, son los propios gerentes de sitios de venta de comida a domicilio los que reconocen cierto sesgo del diseño y la usabilidad que les favorece.

Al parecer cuando pedimos comida por teléfono lo hacemos casi de memoria, tenemos nuestro menú de siempre en la cabeza y no arriesgamos mucho más. Además, queremos quitarnos la llamada de en medio cuanto antes. Los que no piden de memoria se ayudan con esos flyers minúsculos que dejan los restaurantes en el buzón, unos papelillos con una letra diminuta y millones de caracteres difíciles de leer. Así que va uno a lo de siempre.

Sin embargo, cuando nos sentamos en el ordenador a pedir comida lo normal es que nos encontremos una Web razonablemente bien diseñada donde se muestra el menú entero, a veces con fotos y ofertas que saltan ante los ojos. El asunto es que parece que leemos más o las fotos nos abren el apetito. Lo que cuentan a la revista FastCompany los encargados de sitios tan populares como Domino Pizza es que nos ponemos creativos y pedimos entrantes o platos de los que no sabemos ni el nombre. Claro, los estamos leyendo en la Web. 

Si el pedido se hace desde un dispositivo con pantalla táctil la gula nos domina: mejores diseños, mejores fotos ... en fin que nos ponemos las botas. "Las pantallas animan a la gente a probar platos nuevos del menú, y a pedir mucho más",  asegura a la revista Joe Sheetz, CEO de Sheetz, una cadena estadounidense de comida a domicilio con más de 450 establecimientos. 

Además, apunta que los pedidos digitales disminuyen los errores en la cocina, y por tanto las quejas y devoluciones de los clientes. Algo parecido apuntan desde otras cadenas que dicen que los pedidos por teléfono son poco fiables porque o el cliente no habla bien, o el dependiente no escucha, o hay mucho ruido en el momento de la llamada. 

Sheetz, cuya clientela es rural (sus franquicias suelen estar en muchas estaciones de servicio), tuvo su prueba de fuego cuando introdujo en el menú varias bebidas cuya base era el café expreso. Según cuenta Sheetz muchos de sus clientes no habían sucumbido a las especialidades del Starbucks. Así que  era todo un desafío. Para seducir a su clientela conservadora colocaron las nuevas bebidas en sitios prominentes de la pantalla con descripciones cortas, claras y fáciles de leer. Lo mismo hicieron con los nuevos ingredientes y acompañantes de sus sándwiches tradicionales. "Los primeros sorprendidos al ver cómo aquella gente mezclaba sabores y pedía cosas hasta entonces desconocidas para ellos fuimos nosotros". 

Por su parte, el servicio de comida a domicilio on line Eat24 con sede en San Francisco también tiene la misma percepción. Amir Eisenstein, su director de marketing asegura a FastCompany que las diferencias entre ordenar comida on line y off line son enormes. "Por ejemplo, si ordenas una pizza por teléfono seguramente pedirás una pizza familiar y un refresco. Pero cuando vas a la Web tienes delante el menú entero, entonces la gente se deja tentar por los aperitivos, las ensaladas y otros platos que normalmente no suelen pedirse por teléfono. Los clientes pasan más tiempo viendo el menú cuando van a la Web y como resultado piden más comida que si llaman por teléfono". 

En Eat24 también han segmentado el consumo por dispositivo, y aseguran que los que hacen su petición a través de una app del móvil gastan más que los que piden desde el ordenador, y que todo el que ordena a través de su app  pide más comida que los que se quedan en la Web. 

Desde Dominó Pizza aseguran que el 40% de sus pedidos se hacen desde ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas. Y sus argumentos son similares a las de otras cadenas de venta de comida on line. La gente tiene acceso al menú completo y se anima a salirse del camino trillado. "Antes lo único que se necesitaba era el número de teléfono y pensar qué pizza te apetecía, ahora la gente ve otras opciones y pide sándwiches o pizzas especiales y más elaboradas", dijo un portavoz de la compañía que también ha visto incrementar sus pedidos on line

En resumen, parece que ordenar de memoria y por teléfono ayuda a ahorrar y a comer menos, mientras que pedir con el menú desplegado ante los ojos en cualquier pantalla y haciendo click en las opciones apetecibles abre el petito, activa la memoria y por todo ello, bastante más caro.  

Conclusión: si usted está a régimen conserve el método tradicional de pedir la pizza por teléfono, rápido y apenas sin articular, y cuelgue inmediatamente. 

Hay 2 Comentarios

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Pues me siento identificado, desde q veo las fotos x internet varío mucho mas el pedido.

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Antigurú

Sobre el blog

Agotada de la alta concentración por metro cuadrado de gurús de las redes sociales, en este sitio se levanta un muro de contención: Todos somos torpes y primerizos en la jungla digital. No hay expertos. Eso, al menos, es lo que enseñan en la Universidad de Stanford, donde se ha inventado casi todo y nadie se proclama gurú de nada. Este es, pues, un lugar para reírse de los tropezones en Internet. El viernes abrimos consultorio. Pregunte sin piedad, porque más temprano que tarde todos tendremos nuestro minuto de miseria digital.

Sobre la autora

Karelia Vázquez

es periodista. Escribe en El País Semanal desde 2002, y en Marie Claire, desde 2005. Es la primera española que obtiene una beca J. S. Knight en la Universidad de Stanford (California), que le permitió, entre otras cosas, vivir una temporada en Palo Alto, el Dorado de las nuevas tecnologías, comprar en el mismo supermercado que Mark Zuckerberg y compartir plaza de garaje con los chicos de Facebook. También ir a clases de Clifford Nass, Clay Shirky, Evgeny Morozov y otros -esta vez sí- gurús de la era digital. Es autora del blog “Vivo entre Google y Facebook”, porque así era literalmente. Ha sido cobaya de variados experimentos extremos en Internet, y este blog no pretende ser ni más ni menos, que eso: Un sitio para radicales.

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