El verdadero reto de este blog es gustar a las personas que no tengan necesariamente conocimientos científicos elevados, y al mismo tiempo resultar interesante para aquellos que forman parte del mundo de la ciencia. En este sentido estoy encantado con la combinación de comentarios de todos los que estáis participando. En cuanto a contenidos pretendo hablar de ciencia sin complejos, asumiendo que no es ni aburrida, ni inasequible, ni está reservada a unos pocos investigadores encerrados en el laboratorio con una extraña perspectiva de la realidad que les rodea. La ciencia es una maravillosa e inestimable fuente de conocimiento, forma parte de la cultura de este nuevo milenio, y es capaz de interesar a un público amplio si somos capaces de comunicarla de forma atractiva. Dicho esto, procedo a contradecirme. Y lo hago porque además de exoplanetas, arqueas, neurotransmisores, laboratorios, ecosistemas y conducta humana, también me gustaría que se debatiera sobre los factores sociales que envuelven al mundo de la ciencia. Soy consciente que este post puede resultar menos interesante para aquellos que no estéis integrados dentro de la maquinaria científica, pero os prometo que no será la tónica habitual del blog. Una estancia transitoria Durante los 4 meses que he pasado en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en Washington DC y los 3 que llevo en el MIT de Boston, he conocido una gran cantidad de investigadores españoles. En toda conversación, tarde o temprano, aparece el tema del regreso a España. Pocos, muy pocos, confiesan tener un claro deseo de quedarse en Estados Unidos. La mayoría hablan de Juanes de la Cierva, Ramones y Cajales, Marie Curie… becas o contratos que les permitan volver a su país. Y se quejan. Se quejan de que la situación en España está mal, de que nadie les hace caso, y de tener un futuro incierto. Con total humildad, me gustaría ofrecerles este post para que expongan de forma constructiva su perspectiva de la investigación científica en España, y también nos explicaran por qué quieren volver, por qué se fueron, qué ventajas reales aporta investigar en el extranjero, porqué se les debería facilitar el regreso... Evidentemente sería ideal que el debate se enriqueciera con científicos que estén en España, con otros actores implicados en el tema, y con todo aquel que tenga datos, preguntas o comentarios a realizar. Rosa, la científica Dejadme que haga un retrato robot como introducción a los lectores menos familiarizados con el largo proceso que representa una carrera científica. Existen infinidad de perfiles diferentes, pero quizás el que os describo es el más habitual. Corregidme y disculpadme si me desvío demasiado de la realidad. Rosa terminó su doctorado en España a los 29 años. Las perspectivas de trabajo no eran muy alentadoras, y tenía miedo de estancarse si se quedaba en su Universidad. Sin una estancia en el extranjero sería muy difícil acceder a ciertos contratos de investigación. Rosa contacta con un científico que investiga sobre un tema relacionado con su tesis, solicita una beca, y se va a la aventura con cierto nerviosismo pero mucha ilusión. Sabe que nunca se arrepentirá de este paso. Por primera vez tiene un sueldo decente. Luego descubre que continúa cobrando menos que el técnico de su laboratorio, pero la experiencia es gratificante y dispone de mejores medios para investigar. Pasa el tiempo y llega la presión por publicar. Sin un buen artículo o dos como primera autora, lo tendrá más complicado para regresar a España. Lleva 2 años fuera, y se plantea quedarse un máximo de 5. Es consciente que laboralmente tendría más y mejores oportunidades allá donde se encuentre, tanto en la investigación como en la empresa privada, pero rechaza la idea de quedarse toda la vida en el extranjero. Rosa descubre este blog, y deja un comentario.