Entendemos la ciencia como una construcción humana, con sus virtudes y sus defectos. Nos maravillan sus proezas y aceptamos sus limitaciones. Somos conscientes de su poder y le pedimos que nos ayude a crear un futuro mejor. Admiramos su fabulosa capacidad para interpretar nuestro mundo, pero sabemos que no puede hacerlo sin una visión humanista. Por eso nos identificamos con esta Tercera Cultura que no aísla ciencias y letras, sino que promueve espacios de diálogo entre las diferentes áreas de conocimiento. Hablamos sin complejos de cómo la ciencia se relaciona con la sociedad, se involucra en la toma de decisiones políticas y participa en la creación de una única cultura que intenta comprender el mundo desde una perspectiva multidisciplinar. La revista SEED:Science is culture es un claro exponente de esta filosofía. Precisamente en su número de diciembre incluye el artículo “El futuro de la ciencia es el arte” en el que aborda uno de los ejemplos más representativos de esta renaciente tercera cultura: la interacción entre ciencia y arte. Las veces que he explorado los vínculos entre estas dos formas de conocimiento me ha parecido detectar cierta asimetría. El arte siempre se ha dejado inspirar por los nuevos descubrimientos e interpretaciones científicas sobre el Universo, la vida y la naturaleza humana; y en todo momento ha aprovechado las tecnologías emergentes para ensayar nuevas formas de creación artística. La ciencia, en cambio, valora el arte como forma de expresar información a otros niveles que no le permite su lenguaje. Pero salvo notables excepciones, ha sido más reticente a permitir que el arte se inmiscuyera en el proceso de investigación. El interés renovado e intenso que tienen los científicos por la metodología artística es un fenómeno relativamente nuevo. Conscientes de los grandes beneficios que el acercamiento entre ciencia y arte puede aportar, en los últimos años han florecido espacios en los que se posibilita un encuentro real entre científicos y artistas. El Media Lab del MIT es un buen ejemplo de centro que cuenta con equipos, proyectos, y espacios diseñados bajo este planteamiento extremadamente multidisciplinar. Pero también en España se están realizando iniciativas muy interesantes, además con la vocación de alcanzar al resto de la sociedad. Dejadme que como pequeño ejemplo de diálogo entre científicos y artistas os muestre un reportaje que produje con el realizador Ramon Balagué para el programa REDES en el Museo de Teruel, donde se mostraba la exposición “Tejidos. -3.200.000 + 2005”. En el vídeo participan el paleoantropólogo Alejandro Pérez Ochoa y el artista y comisario de la exposición Juan Luís Moraza. El artículo de la revista SEED añade una nueva dimensión. O por lo menos, un planteamiento más radical: la ciencia necesita al arte. El proceso científico se está volviendo demasiado reduccionista. Va generando capas cada vez más profundas de conocimiento, ahondando en los detalles, con campos cada vez más especializados, y eso le hace correr el riesgo de perder de vista el sentido global de sus descubrimientos. En algunos casos los científicos pueden investigar sin entender realmente hacia donde. La visión más holística e integradora del arte ofrece a la ciencia una nueva lente con la que observarse a sí misma, y una fuente de inspiración para el propio proceso científico. Las diferentes metodologías de creación artística en las que se juega con el azar, se utilizan lenguajes diversos, se permiten estados alterados de consciencia, planteamientos instintivos, se fomenta la comunicación libre y sin restricciones en un ambiente que promueva la creatividad, pueden desembocar en un tipo de planteamientos que quizás los científicos ensimismados en su reducido mundo no se hubieran planteado. Las hipótesis culturales provenientes de los artistas están inspirando preguntas que conducen a nuevas vías de investigación no contempladas por la ciencia estándar.
Pero la gran aportación del arte al futuro de la ciencia es evitar que se distancie demasiado de la sociedad. La ciencia progresa a un ritmo y complejidad que nos impide entender las interioridades de la física cuántica, la biología molecular o la neurología. Sin embargo no debemos renunciar a que se nos ofrezca un gran retrato integrador. Queremos recibir los conceptos fundamentales que emergen de esta fantástica fuente de conocimiento que es la ciencia, y que impregnen a la cultura popular. Pero para ello, la jerga y las restricciones del método científico muchas veces representan una limitación. En cambio, la creatividad artística puede aportar su maestría a la hora de generar metáforas, analogías, paralelismos, representaciones, que nos ayuden a hacer tangibles ideas abstractas. Está claro que lo hará de forma imperfecta, pero los artistas llevan mucho más tiempo dedicados a expresar y comunicar que los científicos. Sin ninguna duda, la interacción entre unos y otros es beneficiosa para ambas partes, y para los que queramos escucharles. Esta fusión entre ciencia y arte es sólo un ejemplo del acercamiento imprescindible que debe producirse entre la cultura científica y la humanista. Quizás la figura del sabio renacentista es utópica en la tan especializada sociedad actual, pero sin duda la tercera cultura deja obsoleto al intelectual clásico desinteresado en la ciencia, e incomunicados a los investigadores que no utilicen en cierta medida las herramientas del mundo de la literatura, la historia, la filosofía o el arte. Salud y cultura para el 2008, p e r e
Hay 4 Comentarios
Al que le apasiona el saber no distingue entre ciencias, letras, humanidades, técnicas... Por eso cualquier iniciativa que conduzca a esa tercera cultura es bienvenida. Tercera cultura es ... cultura. Lo otro son sólo partes de la cultura. Aprovecho para volver a reivindicar que los periódicos incluyan las noticias sobre ciencia (aún escasas) en la sección de cultura y no de sociedad, junto a los sucesos y los cotilleos.
Publicado por: Anónimo | 03/01/2008 1:08:11
Me temo que nuestro amigo Pere está cediendo a los estereotipos raídos de científicos locos/distraídos. Un científico que se dedica a la investigación (algo muy diferente, por ejemplo de un ingeniero que calcula estructuras) es también un "artista" en el fondo. Por otra parte, es igual de difícil entender la teoría de la relatividad que un cuadro de pintura abstracta de Kandinsky. Muchos científicos tienen aficiones artísticas, particularmente música, en fin, que el estereotipo no es cierto, por supuesto. Creo que Pere, ahora que estás en un ambiente "privilegiado", podrás comprobarlo tú mismo. Feliz Año!
Publicado por: Sid desde San Antonio, TX | 01/01/2008 17:24:43
Si los cientificos utilizaran solo el cerebro se buscarian todos otro trabajo. Ciencia y arte parten ambos del corazon, o de las mas profundas pasiones del ser humano. El cientifico necesita mucho corazon para sonyar con posibles hipotesis, y mucha pasion para llevarlas a cabo contra viento y marea. Tambien necesita algo de cerebro para demostrar sus locuras, claro. Igual que el artista, que precisa de una buena tecnica para plasmar sus ensonyaciones. Arte y ciencia llevan a diferentes resultados pero parten de la misma pasion humana por explorar y crear algo nuevo.
Publicado por: Mike san | 31/12/2007 18:58:03
Saludos. Si lo pensamos, ciencia y arte siempre han ido cogidas de la mano. Existen multitud de ejemplos; la influencia de la ciencia en Julio Verne, Gaudí y la física, los pintores clásicos y la química…aunque nadie mejor que Leonardo da Vinci como ejemplo de fusión entre estos dos mundos. Mas recientemente los avances de la tecnología nos abren multitud de posibilidades. Hace poco salió en la tele una empresa que realizaba fotografías artísticas utilizando la secuencia de ADN que nos hace diferentes de los demás. Tampoco olvidemos el auge de exposiciones como “Art Futura” y los nuevos sonidos en la música. De todas formas la ciencia nace en el cerebro y el arte en el corazón, y la tan necesaria objetividad en la investigación, no deja lugar a interpretaciones artísticas. Próspero año para todos.
Publicado por: Anónimo | 30/12/2007 10:12:35