Apuntes científicos desde el MIT

Apuntes científicos desde el MIT

Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.

Sobre el autor

Pere Estupinya

. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
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Libros

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En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.

El ladrón de cerebros La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores. El Ladrón de Cerebros

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La infelicidad del maximizador

Por: | 28 de julio de 2008

Es sábado por la tarde y sales de tu casa dispuesto a comprar un jersey azul que no cueste más de 50 euros. Llegas a la primera tienda, revuelves un par de mostradores, y… vaya! Ahí está! Un jersey azul más o menos como el que te habías imaginado. Por 47 euros. Te lo pruebas y… bueno... no es la prenda que más te favorece del mundo, pero no está nada nada mal. Es lo que andabas buscando, y en sólo 5 minutos. ¿Qué haces? ¿te lo compras? O por el contrario piensas: “Que me lo guarden un par de horas. Ojearé más tiendas a ver si encuentro otro con un azul más bonito, o un poco más barato, o que me siente mejor… y si no lo encuentro, volveré a por este.” Si te lo quedas, tu personalidad encaja en la categoría de “satisfiers”; personas que cuando encuentran algo que ya cumple sus expectativas, dejan de contemplar otras opciones. En cambio, si tu talante es más inconformista y necesitas conocer el máximo de alternativas para conseguir siempre “la mejor” posible, entonces quizás eres un “maximizer”. Evidentemente esta clasificación es difusa, y decenas de otros factores influirán ese sábado en tu decisión de zanjar rápido el asunto del jersey o no. Pero en general… Cuando escucháis la radio en el coche ¿cambiáis frecuentemente de emisora aunque lo que suene no os desagrade? A pesar de estar satisfechos en vuestro trabajo ¿estáis pendientes de que aparezca una oportunidad mejor? ¿os cuesta elegir regalos para un amigo? ¿inviertes mucho tiempo en el súper comparando etiquetas y precios? ¿sois muy exigentes con vuestras parejas? ¿os gustan las listas de rankings estilo “los 10 mejores … del año”? Estas son algunas preguntas del test que aparece en este viejo artículo del psicólogo Barry Schwartz (autor del libro “the paradox of choice ”). Con él puedes averiguar tu grado de satisfier, o si para tu desgracia formas parte del 10% de maximizadores extremos que él ha encontrado en US. Barry Schwartz ha estado investigando cómo influye la cantidad de opciones disponibles frente a una elección, y ha concluido que: 1-pasarse de exigente genera infelicidad, y 2- tener muchas opciones puede ser peor que disponer de pocas. Los maximizers son menos felices La gallega Amalia fue la única persona que me confesó abiertamente ser una satisfier. En general solemos definirnos como maximizers, y no lo consideramos algo negativo en absoluto. No lo es. Si sabemos controlarlo… Efectivamente el maximizador acabará encontrando un jersey más bonito, un trabajo mejor valorado, o escogerá el restaurante más bueno de la ciudad turística que visita. ¿Le hace esto más feliz? No siempre. Barry Schwartz ha comprobado que cuando más esfuerzos (tiempo, coste económico, sacrificios personales) inviertas en una decisión, más exigente te volverás con ella. Y lo peor de todo, más arrepentimiento sentirás en caso de que no cumpla tus expectativas. ¿Qué pasa cuando le salen bolitas al jersey? Si has dedicado 5 minutos a comprarlo no será ningún trauma desterrarlo al fondo de un cajón. Pero si eres un maximizer e invertiste toda una tarde, la decepción por “haberte equivocado” te corroerá por dentro. La insatisfacción permanente es otra trampa. Puede ser disfrazada de “estímulo para mejorar”, pero en el caso del maximizador extremo llega a ser traumática. Nunca se siente satisfecho. Terminará siendo la líder de la empresa, o el mejor vestido de la fiesta… pero le costará disfrutar de sus logros, y en seguida empezará a pensar patológicamente en los siguientes retos. En llegar más lejos todavía. El grupo de Schwartz ha encontrado una correlación directa entre el grado de maximizador y la propensión a la depresión. En los maximizadores, la sensación de decepción tras una pérdida es mucho más intensa que el bienestar generado por las ganancias. Menos es más Si, es la frase de Mies Van der Rohe, pero en el contexto del artículo se refiere a que tener muchas opciones para elegir no siempre es positivo. La clave está en la sensación de pérdida sobre lo que has rechazado. Imagínate que en un concurso ganas un viaje a Mallorca. Perfecto, no? Pues te vas a Mallorca. Y si llueve, mala suerte. Imagina ahora que te dan a escoger entre un viaje a Mallorca, un fin de semana en Praga, una visita a Londres, y tres o cuatro opciones más. Si en seguida lo ves claro no hay problema. Pero si empiezas a dudar y a analizar minuciosamente todos los factores, por insignificantes que sean… puedes terminar en Mallorca pensando en lo que te estás perdiendo al rechazar Praga. Si encima eres un poco mazimizer y llueve en tu viaje, te echarás las culpas por no haber contemplado los pronósticos para esa época del año. Si después de una elección aparece el indeseable arrepentimiento, olvídate de disfrutar enteramente de la opción que hayas elegido. Otra consecuencia negativa del incremento de opciones es el efecto bloqueo que producen. En un estudio (ya citado en un post anterior, perdón) encuestaban a personas por la calle y como compensación les daban a escoger entre 1.5 dólares o un bolígrafo valorado en 2 dólares. El 75% escogía el boli. Luego, a otro grupo de transeúntes les ofrecían 1.5$, el bolígrafo de 2 dólares, o dos bolígrafos de un dólar cada uno. La mitad se quedaba con el dinero. Tener dos opciones parecidas compitiendo entre sí creaba un cierto efecto bloqueo que inducía a preferir la otra alternativa, aunque quizás era peor. Consejos Soy de los que piensa que todos sabemos equivocarnos solos, y eso de las “consejos para una vida mejor" me da un poco de grima, pero aquí os dejo las lecciones que sugieren los autores del artículo: Escoger cuando escoger: cuando una decisión no es crucial, deberíamos esforzarnos en limitar nuestras opciones. No visitar más de 4 tiendas, por ejemplo, si no tienes que lucir el jersey en ningún evento superespecial. Aprender a aceptar el “ya va bien”: fijarnos un objetivo y cuando lo consigamos, dejar de pensar en “algo todavía mejor” Despreocuparse por lo que te estás perdiendo: Todo tiene partes buenas y malas. Cuando eliges, a veces continúas pensando sólo en las buenas de lo rechazado, y en las malas de lo que te has quedado. Evita esta tortura. Controla tus expectativas: Si empiezas un trabajo o una relación convencido de que todo va a ser perfecto y nunca habrá ningún tipo de problema, la llevas clara. Tienes todos los números de padecer desengaño. Apunte personal Cuando empecé mi Fellowship de periodismo científico en el MIT me dijeron: “tienes acceso a todo el MIT y Harvard. Puedes asistir como oyente a todas las clases que quieras”. La selección fue un estrés. No había manera de reducir el listado a 4 o 5 asignaturas. Al final la incompatibilidad de horarios eligió, pero durante mis dos primeros meses de estancia en Cambridge no me sentía relajado. Era un lujo, pero me notaba extremadamente celoso de mi tiempos y exigente con las clases, seminarios, entrevistas… constantemente tenía en mente todo lo que me perdía mientras asistía a una charla menos buena de lo que me había imaginado. Un día recordé este artículo leído tiempo atrás. Lo volví a ojear, y consciente de mi ligera tendencia maximizadora, modifiqué mi actitud. Igualmente cambié algunas asignaturas que no me convencían, y autoengañado o no, disfruté las nuevas mucho más.

Viejas Nuevas historias. Parásitos manipuladores

Por: | 23 de julio de 2008

¿No hemos hablado todavía de parásitos? ¿Cómo puede ser? Es uno de mis temas preferidos! Descubrí estas criaturas asombrosas grabando un programa de REDES en el departamento de parasitología de la Universidad de Valencia, después leí entero el libro “Parasite Rex ” de Carl Zimmer, terminé escribiendo un artículo donde hurgaba en sus inverosímiles ciclos de vida, y desde entonces son uno de mis temas recurrentes en conversaciones apasionadas sobre ciencia. La última de ellas hace unos días en un reencuentro informal de amigos. Hablamos del parásito que devora la lengua de algunos peces, se engancha a sus agallas y actúa como si fuera una nueva lengua. Allí afincado va quedándose parte de la comida que el pez ingiere. Discutimos el complejísimo ciclo de vida del plasmodium responsable de la malaria, de los diversos tipos de gusanos intestinales que existen, de los que se reproducen solos y de los que copulan permanentemente, del tripanosoma que descontrola el reloj biológico de tu cerebro y provoca la enfermedad del sueño cuando la mosca tse-tse lo introduce en tu cuerpo, de parásitos multicelulares que viven dentro de una única célula como el que causa la triquinosis, y del curioso origen etimológico del vocablo para-sitos. En serio que me quedé pensando porqué a estas alturas de blog no había escrito un post sobre parásitos. Quizás era porque en los últimos meses no he recibido información nueva sobre ellos. Pero… ¿es este motivo suficiente? Lo reflexionaremos al final del post. Ahora dejadme que aborde el aspecto que más sorprendió a mis compañeros: la facultad que algunos parásitos poseen para modificar el comportamiento de los animales que los hospedan. El control mental lo diseñaron los parásitos Hay unas hormigas que cuando están parasitadas suben a lo alto de la hierba para permitir que una vaca se las coma. El parásito necesita madurar en el hígado del rumiante, luego viajar a su intestino para reproducirse, y allí liberar huevos por las heces. Las hormigas son el vector que completa el ciclo permitiendo que el parásito regrese al hígado de la vaca.¿No os lo creéis? Mirad este video en el que un hongo parásito hace que la hormiga suba también a lo alto de una hoja para que cuando el hongo emerja de su cabeza pueda expulsar las esporas desde más alto:

Más curioso todavía: Cuando el parásito “sacculina granifera” infecta el cuerpo de un cangrejo macho, secreta unas hormonas feminizantes que le hacen comportar como si fuera una hembra. El cangrejo se dirige hacia la arena, hace un agujero y adopta la posición de expulsar larvas. Pero salen las del parásito, claro. También hay un crustáceo llamado “Gamarus lacustris” que se alimenta en las orillas de los ríos. Cuando aparece un pato se escapa rápidamente, claro. Pero cuando está infectado de una larva que sólo se reproduce en el cuerpo de las aves, hace todo lo contrario; sale del agua y se deja devorar por los patos. Algo parecido ocurre con el parásito por el que a las embarazadas os dicen que no estéis en contacto con los gatos… “Alucino con el toxoplasma” (Luismi al despertar de la siesta) La mayoría de nosotros, y con total seguridad los que hayáis convivido con gatos, tenéis el Toxoplasma Gondii enquistado en algunas de vuestras células. No os preocupéis, no es peligroso. Sólo causa problemas si vuestro sistema inmunológico se deprime por el SIDA u alguna otra patología, o no esté todavía desarrollado como en los fetos. En estos casos es recomendable alejarse de los gatos, ya que son el único animal donde este parásito se reproduce. Lo saben los médicos, pero no los ratones, sobretodo cuando están infectados. Atentos al dato: los ratones infectados con Toxoplasma Gondii pierden el miedo a los gatos. Va en serio, el parásito viaja al cerebro y de alguna manera afecta al comportamiento de los roedores para que no eviten ser cazados por los felinos. Manuel Berdoy de la Universidad de Oxford realizó un experimento muy sencillo: En una especie de jeroglífico puso orina de gato en un rincón. Los ratones normales evitaban a toda costa acercarse a ese lugar. En cambio, los infectados pasaban por allí sin ningún inconveniente. Viejas Nuevas historias Recuerdo explicar esta historia hace 2 - 3 años en el piso de unos amig@s tras leer este artículo del genial Sapolsky . En la habitación contigua al salón Luismi despertó de la siesta, y se ve que somnoliento todavía escuchó durante unos minutos la curiosa conversación. Apareció con legañas diciendo algo cercano a “Ostras, Ostras… alucinante lo del toxoplasma! Qué fuerte tío… ”. Algo parecido ocurrió durante el reencuentro que comenté al inicio del post. Y es que divagar por historias científicas aparentemente intrascendentes también tiene su gracia, aunque no sean “actuales”. De hecho, durante la conversación nos fuimos por las ramas con temas tan antiguos como el impresionante experimento con el que Eddington probó la relatividad general de Einstein, o las esterilizaciones que se realizaron a principios de siglo en nombre de la eugenesia. Anteayer comentaba con un amigo comunicador científico que solemos estar muy preocupados por explicar siempre nuevas historias, y nos olvidamos del montón de viejas que son excelentes y todavía permanecen desconocidas para el gran público. Hoy en este blog inauguramos la sección “Viejas Nuevas historias”.

Fiesta Química en el ESOF

Por: | 20 de julio de 2008

Estoy en Barcelona atendiendo al ESOF (European Science Open Forum): Varios centenares de investigadores europeos, académicos, políticos, periodistas… reunidos discutiendo asuntos técnicos y sociales alrededor del mundo de la ciencia. Lo más noticiable, el número de registrados, anuncios varios… ya aparecerá en otros medios. Y los debates o reflexiones abiertas que nos puedan interesar, los trataremos más adelante. Son atemporales; no hay prisa. Para lo que a continuación os consultaré, un poquito de celeridad si que me iría bien… Pero antes, os muestro un vídeo descubierto en el stand de la comisión europea que me ha encantado: La “Chemical Party”!, donde los elementos se relacionan siguiendo las leyes del mundo atómico:

Lo suyo es que cada uno juegue a interpretar lo que ve en el video. Yo luego os doy mi versión, pero vuelvo a interrumpir la lectura coherente del texto con la consulta que os mencionaba antes: Mañana participaré en una sesión donde tengo que dar mi perspectiva sobre los blogs como herramienta de comunicación científica. Me gustaría preguntaros a dos niveles. A los que leéis blogs: “¿qué os gusta del formato blog, qué os desagrada, qué ventajas veis respecto otros formatos, qué limitaciones,…? Por otra parte, sé que entre vosotros hay bloggers excelentes. Querría también escuchar vuestras opiniones críticas al respecto, anécdotas, ejemplos, o algo curioso que os haya sucedido e ilustre el enorme potencial que tienen los blogs. Me encantaría poder citar algunos comentarios de este post en la mesa redonda de mañana. Mi guión particular del video: “El neón es muy noble, pero peca de arrogante y autosuficiente. No se relaciona con nadie. Está tan satisfecho con sus orbitales rellenos de electrones, que es prácticamente imposible que le puedas quitar uno. Y mucho menos que acepte uno que a ti te sobre! Como veis en el video, no hay buena química entre el neón y el hidrógeno. En cambio, el carbono sólo piensa en compartir de manera covalente sus 4 electrones despareados. Si le ofreces dos brazos formará un enlace doble bien estrecho. Pero si eres un átomo de hidrógeno y te conviene compartir único electrón con él para así rellenar tu orbital s no te preocupes, te cogerá igual. Eso si, que no te importe su promiscuidad… no parará hasta tener 6 electrones en sus orbitales p. El Zinc baila sólo el pobre… no es que vaya de sobrado como el neón. Él sí que está dispuesto a relacionarse, pero le cuesta un poco reaccionar… no resulta tan atractivo como otros elementos. El ión de sodio tiene exactamente lo que el de cloro necesita. Hacen una pareja excelente, que además intensifica el sabor de tus platos: Juntos forman la sal común (El cloruro de sodio). Su enlace iónico es tremendamente estable, pero si las cosas se diluyen, y la electricidad pretende interferir, una simple electrolisis es capaz de distanciarlos bruscamente. Los átomos de oxígeno se apañan perfectamente entre ellos. Como tienen 2 electrones de valencia más que el carbono, formando un doble enlace con un compañero ya están en la gloria. El hidrógeno tiene que emplearse muy duro para separarlos. No es algo espontáneo, que les salga de forma natural, tiene que poner mucho esfuerzo y energía extra… eso sí, cuando se carga la amistad entre los dos oxígenos y logra separarlos, sólo las plantas y algunas bacterias pueden volver a unirlos. Al potasio no le importa disolverse en agua cuando está cargado positivamente, pero si se encuentra en estado metálico la odia de manera extrema. No la puede ni ver. Saltan chispas entre ellos. Asegúrate de no juntarlos, porque si entran en contacto explotan y pueden incluso incendiarte el laboratorio..." ¡Pero vaya fiestón de lo más nerd que me estoy imaginando! A cada invitado le toca ser un elemento químico específico y actuar en consecuencia. Buenooooo… esto con los freaks de Cambridge arrasa!

Pilas para cargar tu memoria... la del cerebro!

Por: | 17 de julio de 2008

Lo que os presento hoy puede ser tomado como una broma o como los primeros estadios de una tecnología potencialmente revolucionaria. Considerado en plan jocoso, se trata de pegar una especie de pila de 9 voltios a tu frente mientras estás estudiando. La electricidad que transmite a una zona de tu cerebro podría hacer que memorizaras de forma más efectiva. “Parece pura guasa” fueron las palabras que utilizó Roberto cuando me envió por mail este artículo aparecido en el MIT Technoloy Review . Pero quizás podríamos tomárnoslo un poco en serio… el aparatito ha sido aprobado por la FDA , y un grupo de neurocientíficos de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU han comprobado que los individuos cuya área dorsolateral del cortex prefrontal se estimulaba eléctricamente mientras aprendían listados de palabras, recordaban más vocablos que el grupo control sin “ayuda externa”. Los investigadores no concluyen nada definitivo todavía. Éste es uno de los experimentos preliminares en un estudio muchísimo más completo que pretende comprobar si la TDCS (Estimulación Transcraneal por Corriente Directa ) puede realmente potenciar el aprendizaje. Se sabe que una leve corriente eléctrica es capaz de aumentar la actividad neuronal. En los años 60 se utilizaba electricidad para mejorar el estado anímico de personas con desórdenes psiquiátricos, e investigaciones más recientes han demostrado que incrementa la función motora y la fluencia verbal. Ahora el equipo del NIH está activando un área específica del cerebro relacionada directamente con la planificación y memorización. Tienen la sólida sospecha que esta técnica podría ser aplicada para mejorar el aprendizaje de personas sanas. Los investigadores aseguran que este procedimiento es más “suave” que la TMS (Estimulación Magnética Transcraneal ), un método que utiliza campos magnéticos para estimular áreas específicas del cerebro de manera no invasiva. La TMS lleva aplicándose durante décadas con resultados muy positivos en el tratamiento de algunas depresiones, rehabilitación de áreas lesionadas tras accidentes cerebrovasculares, o incluso migrañas. De hecho, en Harvard conocí a un neurólogo español experto en TMS (os lo presentaré más adelante) y le envié la noticia para que me diera su opinión. Me dijo: “nosotros también la estamos utilizando. Yo no apostaba demasiado, pero está dando resultados muy interesantes. Vale la pena continuar haciendo estudios”. Mejorar el Cerebro Si contextualizamos un poco el caso concreto que planteaba el artículo del Tech Review, vemos que se enmarca bajo la delicada idea de intentar potenciar los cerebros sanos. El cambio de paradigma es el siguiente: ir al médico no sólo cuando estás enfermo para que te devuelva a la “normalidad”, sino ir también cuando estás “normal” para que te mejore. Ya lo hacemos con el cuerpo a base de gimnasios, cirugía y sustancias químicas. Ahora parece que le toca el turno al cerebro; y en un grado bastante superior del que supone tomar café… El fármaco Ritalin se prescribe a los pacientes con Trastorno por Déficit de Atención (TDAH), pero la revista Nature publicó el pasado Abril unos datos muy significativos: una de cada cinco personas que tomaban Ritalin no tenían ningún problema de salud; lo consumían para mejorar su rendimiento intelectual. La mayoría eran académicos y científicos. Lo mismo pasa con el fármaco Provigil, recetado en principio a los personas con problemas de sueño excesivo. Y es que los límites del cerebro no están tan claros. Jorge Luis Borges imaginó a Funes el memorioso, un personaje de ficción con una memoria tan desarrollada que no podía olvidar nada de lo que percibía. Era un desdichado, y terminó volviéndose loco. Pues resulta que alguien “parecido” existió en la realidad. El Ruso Solomon Shereshevskii era capaz de recordar discursos enteros palabra por palabra. Su memoria era extraordinaria, y fue sujeto de muchos estudios científicos. Seguro que Shereshevskii ya nació con un cerebro diferente, y quizás alguien normal nunca podrá adquirir su capacidad de recordar, pero eso no quita que nuestras conexiones neuronales no sean absolutamente maleables. Recuerdo un artículo que hablaba sobre las mejoras cognitivas que provocaba el ejercicio físico. Un estudio del año pasado demostró que el ejercicio aumentaba la neurogenesis en áreas del cerebro relacionadas con la memoria y el aprendizaje. Cuando corres llega más oxígeno al cerebro, pero también aumentan los niveles de ciertos factores de crecimiento neuronales y de una proteína llamada BDNF que dirige el desarrollo neuronal en el hipocampo. Es decir: la actividad muscular genera de manera indirecta una serie de sustancias químicas que afectan al rendimiento del cerebro. No parece imposible que algún día se plagie este mecanismo (o cualquier otro) y se induzca de forma directa. Quien sabe si los universitarios del futuro tomarán pastillas antes de estudiar, o repasarán la lección con cascos que les vayan estimulando eléctricamente el cerebro. Lo que sí está claro es que la idea de potenciar las capacidades de los cerebros normales más allá del esfuerzo ya no es sólo una ilusión. Se ha empezado a investigar. Adeás, parece que candidatos a utilizar estas opciones cuando estén disponible de forma segura no faltarán, ni compañías que se ilusionen con un número tan alto de clientes potenciales tampoco. Y es que por muy complejo que sea el cerebro, todo indica que la posibilidad de mejorarlo significativamente está ahí, esperando a que la tecnología nos lo permita.

Darwin no explica el amor

Por: | 13 de julio de 2008

Antes de nada quiero agradecer los comentarios tan amables de la entrada anterior , y disculparme de antemano porque he escrito un texto en tono de reflexión, en lugar de continuar en la línea fresca y desenfadada que algunos me pedisteis. Lo haré, de verdad. Me tocó dividir en dos partes el post sobre ciencia y romanticismo porque experimenté una especie de esquizofrenia intelectual tras leer el extensísimo reportaje especial del TIME , el del NewScientist sobre oxitocina , y otros que hablaban sobre la perspectiva evolutiva del amor. Pasó que encontré mezcladas referencias a estudios que me gustaron muchísimo, con otros que me daban incluso repelús. Y es que a veces cuela todo dentro del mismo saco y se echa en falta una cierta crítica científica. No me malinterpretéis; yo adoro la ciencia, nos aporta infinidad de beneficios, debería estar más presente en la toma de decisiones políticas e individuales, es la verdadera solución a algunos de los problemas que nos acechan, y creo que los científicos merecen más reconocimiento social del que reciben. Además, es una fuente continua de novedades, y dejarte llevar mentalmente por ella resulta tremendamente estimulante. Pero cuando algo te apasiona, también te vuelves más quisquilloso. No es una contradicción. Imaginaos a ese experto en vinos que disfruta como nadie con los caldos de calidad, pero que considera horrendo un vino que nosotros catalogaríamos de aceptable. Varias veces durante el Fellowship del MIT me he sentido una especie de sommelier científico, disfrutando desmesuradamente en ocasiones, pero siendo cada vez más meticuloso con ciertas investigaciones que no me complacían. Y justamente uno de los campos que más incertidumbre me ha generado es la aplicación de la lógica evolutiva a la explicación de la conducta humana. Mi planteamiento humilde pero radical (y del que espero objeciones) es el siguiente: la famosa frase de Dobzhansky “Nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución ” se ha exagerado. No me malinterpretéis (II); evidentemente que además de nuestros cuerpos la evolución ha ido perfilando también nuestra mente para sobrevivir y dejar descendencia. Esto está por encima de cualquier duda. Pero cuando leo algunas de las historias que se escriben (incluido mías ), me parece desorbitado el peso que se le otorga a las condiciones en que vivieron nuestros ancestros. Por ejemplo, no me creo que hoy en día los hombres decidamos con quien compartir nuestra vida fijándonos en pechos y caderas anchas que indiquen alimento para las crías, ni las mujeres en hombros fuertes que permitan a los hombres cargar más comida en sus viajes por la sabana africana… y argumentar que la versión actual de la espalda ancha es el coche deportivo que indica status económico me parece todavía más simplista. Los genes no saben qué es el dinero, y si alguien decide dar importancia a los recursos en la selección de pareja, no veo que sea por un condicionante evolutivo inconsciente. Se dice que las mujeres son más fieles porque claro… ellas sólo pueden tener un hijo cada 9 meses y los hombres uno cada día. Y que evitan tener sexo en la primera cita porque sus genes les dicen que necesitan más garantías de compromiso. En la sociedad actual ya no tiene sentido. Y todavía me convence menos que el amor esté programado para durar 4 años porque éste es el tiempo idóneo para colaborar con las etapas críticas del desarrollo del bebé. Esto no es ciencia ni es nada. No niego que tengamos los mismos genes de nuestros ancestros y compartamos una predisposición a ser monógamos sucesivos, o a encontrar unos cuerpos más atractivos que otros. Mi opinión particular es que esto nos dice cada vez menos sobre la conducta del ser humano actual. Por lo menos de los que me rodean. Me da la sensación que la ciencia explica muy bien qué le pasa a un cerebro enamorado, pero la lógica evolutiva basada en la perpetuación de la especie queda tremendamente coja para justificar por qué nos enamoramos. Lo que ocurre es que las coherencias evolutivas resultan muy sugestivas, y cuando las explicas siempre generan un convincente “ah, claro”. Pero a veces les falta consistencia. Y no es una opinión aislada. En el potentísimo departamento de psicología de Harvard, con nombres como Pinker , Daniel Gilbert , Marc Hauser... investigan diferentes aspectos de la naturaleza humana. Hacen sus estudios de forma muy rigurosa, sacan sus conclusiones, y luego las hacen cuadrar con en el pasado evolutivo. Parece como si esto sirviera para aprobarlas. Pues bien, Marc Hauser hace lo propio con sus interesantísimas investigaciones sobre moralidad. Por eso me sorprendió muchísimo leer un escrito suyo titulado “Los límites del razonamiento darwiniano”, en el que aparecían frases como “En algunos asuntos específicos de la mente humana, he cambiado mi forma de pensar respecto al poder de la lógica darwiniana (…) He perdido la fe en el programa adaptativo para explicar o predecir algunos aspectos de nuestro pensamiento”. Steven Pinker en su nuevo libro dirá que estamos en la época menos violenta de la historia. Esto se podría interpretar diciendo que un cerebro educado nos libera de nuestros condicionantes genéticos, y de alguna manera nos hace más libres. Sé que la selección natural y sexual ha programado mis genes para concebir, que ellos me van indicando qué rasgos son atractivos, y que se ha inventado el amor para mantener la pareja unida. Nada en contra. Tenemos la confirmación química con las moléculas del primer post. Ahora bien, que esta programación inicial guíe a ciegas mi comportamiento, y sobretodo pueda explicar de quien me enamore o por qué, no lo creo. Prometo continuar el tema de forma más entretenida. Tengo a mano muchísimos estudios la mar de curiosos. Por ejemplo la información química que se intercambia durante los besos, o una investigación que relaciona las propinas de las stripers con su ciclo menstrual. Las que estaban ovulando conseguían 70 dólares la hora, las que no 50$, y las que tenían el período 35$. Los autores argumentaban que segregaban menos feromonas. Puede ser. Otros dicen también que las feromonas sincronizan el ciclo menstrual de las mueres que pasan mucho tiempo juntas, porque evolutivamente era mejor que todas estuvieran fértiles a la vez y evitar que sólo una monopolizara la atención de los machos… Pues quizás… Me duele criticar la ciencia, pero cuando quieres a alguien o algo (ciencia, cine, futbol, música..) y te defrauda, es difícil ignorarlo. Lo opuesto químicamente al amor no es el odio sino la indiferencia... Sin embargo he suavizado mi tono respecto lo que sentía el otro día cuando utilicé la exagerada palabra “patético”. Quizás habrá subido mi serotonina debido a que escribo desde Tortosa, mi pueblo, rodeado de familiares, amigos y jamón, e ilusionado en vísperas de una semana que empezará en Madrid, me llevará a Tarragona para participar en curso de verano de la URV , y terminará atendiendo al ESOF de Barcelona. Intentaré contaros todas las historias que pueda antes del regreso a los US.

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