Apuntes científicos desde el MIT

Apuntes científicos desde el MIT

Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.

Sobre el autor

Pere Estupinya

. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
Sígueme en Facebook o a través de mi web pereestupinya.com.

Libros

S=EX2 S=EX2
En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.

El ladrón de cerebros La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores. El Ladrón de Cerebros

Facebook

Una mujer galáctica

Por: | 28 de enero de 2009

Cuando entré en el despacho de Vera Rubin en la Carnegie Institution de Washington DC, lo primero que vi fue una reproducción del diagrama que la convirtió en una de las astrónomas más reconocidas del siglo XX. “¡Ésta es la fotografía de Andrómeda con la que usted descubrió la materia oscura del Universo!”, exclamé. “No, no, no, no… yo no descubrí la materia oscura”, replicó. “Yo observé que las galaxias giraban de una manera totalmente inesperada según las leyes de Newton y Kepler. Esto se interpretó como la primera evidencia de que la materia oscura existía, y continúa siendo la hipótesis más factible, pero también podría ser que arrastráramos un error fundamental en las ecuaciones que utilizamos para describir el movimiento de los cuerpos celestes….” Vera Rubin es una mujer encantadora. A sus 80 años continúa investigando a diario en una institución científica donde todo el mundo la venera, y sorprendiéndose de que alguien pueda mirar al cielo nocturno sin sentir deseo por conocer la estructura del Universo. La materia oscura del Universo Cuando a mediados de los años 60 Vera Rubin empezó a medir la velocidad de rotación de las estrellas de la galaxia Andrómeda observó algo muy extraño: las situadas en los extremos giraban casi a la misma velocidad que las más internas. ¡Esto no tenía sentido! Las zonas centrales de la galaxias tenían una densidad de materia muy superior, y según las leyes fundamentales de la astrofísica, allí las estrellas deberían rotar mucho más rápido. Su primera reacción fue pensar que las mediciones estaban equivocadas, o que Andrómeda tenía un comportamiento anómalo. Sin embargo, cuando analizó otras galaxias espirales y vio que en todas ocurría lo mismo (la velocidad de rotación de las estrellas no disminuía a medida que se alejaban del centro), se dio cuenta que algo importante no encajaba... La publicación en 1970 de sus inequívocos resultados agitó a toda la comunidad cosmológica: si las estrellas en el exterior de las galaxias giraban a la misma velocidad que las centrales... eso implicaba que debían estar rodeadas de la misma densidad de materia! Pero... ¿qué materia? Los astrónomos continuaban viendo que las zonas externas estaban más vacías... En los años 30 Fritz Zwicky ya había postulado que el universo podía estar plagado de una materia oscura desconocida que afectara al movimiento de las galaxias, pero los datos de Rubin fueron la prueba experimental de su existencia. Lo sorprendente del caso es que no se podía tratar sólo de planetas, meteoritos, u otros cuerpos que permanecían ocultos a los telescopios porque no emitían luz; la cantidad de materia requerida para que las observaciones de Rubin encajaran con las leyes físicas era de tal magnitud, que debía estar constituida por algún tipo de partícula absolutamente desconocida. Desde entonces el análisis de clusters de galaxias y fenómenos como las lentes gravitacionales han confirmado que el 21% del Universo está formado por un tipo de materia totalmente diferente a la que conocemos, y cuya naturaleza continúa siendo un misterio. “Me extraña mucho que en 40 años los físicos de partículas no hayan averiguado ya qué es esta materia oscura. Me resulta muy, muy extraño”, dijo Vera Rubin. “Pero parece que están cerca de conseguirlo, ¿no?. Lisa Randall en Harvard me explicó que sobre la energía oscura van perdidísimos, pero que para la materia oscura ya tienen muchos candidatos, y probablemente con el LHC podrán comprobar si está constituida por neutrinos, WIMP’s… o cualquier otro tipo de partícula…”, contesté. La ventaja de conversar con alguien que ha vivido la historia de la ciencia en primera persona es que te puede responder “Eso llevan diciéndolo desde hace 30 años. Precisamente a principios de los 80 asistí a un congreso en Harvard donde dijeron que en 5 años lo sabrían con total seguridad. Lo mismo oí varias veces en los 90, también en el 2000, y hace unos meses aquí en Washington DC. Y continúan igual de perdidos. Vale la pena que entiendan qué es la materia oscura pronto, porque algunos científicos ya empiezan a desconfiar de que realmente exista, y buscan otras explicaciones a los fenómenos que observamos.” Ciencia en primera persona Me cuesta horrores recortar las dos horas que pasamos charlando sobre cómo ha cambiado la astronomía en los últimos 100 años, sobre la probable construcción de telescopios en la luna, sobre su doctorado con Gamov, sobre exoplanetas, y sobre su convicción de que existen civilizaciones inteligentes esparcidas por el Universo. “Nuestra galaxia tiene 200 mil millones de estrella, y sabemos que existen como mínimo 200 mil millones de galaxias. No importa de cuantas maneras quieras combinar los elementos químicos. Me sorprendería muchísimo que no hubiera seres parecidos a nosotros, y muchos otros tipos de vida, en un Cosmos tan descomunal”. Tampoco puedo dejar de comentar alguna de sus anécdotas como mujer científica. Cuando Vera Rubin empezaba su carrera, en el telescopio californiano de Mount Wilson sólo aceptaban hombres con la excusa de que no había baño para mujeres. Ella pedía hora en nombre de su marido, también científico, y utilizaba el telescopio como si nada. Se ve que un día colgó un recorte de papel con figura de mujer en la puerta del cuarto de baño y dijo “Mirad! Ya hay servicios de mujeres!”. También explica que su primer contacto con la revista Nature fue enviarles una carta al director quejándose de una oferta laboral que decía textualmente “las mujeres igualmente cualificadas recibirán un 20% menos que los hombres”. No la publicaron. No niega que el machismo en ciencia haya mejorado muchísimo, pero recuerda que al inicio de su carrera pensaba que una vez jubilados los científicos machistas de 70 años, la nueva generación de jóvenes que empezaban a trabajar con mujeres tendrían una actitud completamente diferente. Y no fue así en absoluto. Hay personas que te inspiran, y Vera Rubin sin duda es una de ellas. Supongo que a tod@s os ha ocurrido que cuando conocéis a alguien “especial”, sentís la necesidad de contárselo a aquellos de vuestros amig@s que sabrán apreciarlo. Para mi es un lujo poder compartir en este blog la satisfacción de haber estado con alguien que en su octava década de vida continúa apasionándose por el conocimiento científico y es capaz de decirte de un tirón “en la primera década del siglo XX descubrimos que el universo se expandía, en los años 20 que nuestro sol no era el centro de la vía láctea, en los 30 que había galaxias fuera de la nuestra propia, en la década de los 40 y 50 aprendimos a interpretar las ondas que nos llegaban del espacio, en los 60 descubrimos la radiación de fondo de microondas, en los 70 la materia oscura, en los 80 vimos que en el centro de cada galaxia había un agujero negro, en los 90 llegó la energía oscura y la expansión acelerada del Universo, y esta primera década del siglo XXI está siendo la explosión de los planetas extrasolares. Ha sido un gran siglo, y no hay ninguna razón para imaginar que esto vaya a parar…”

El valor biológico de la justicia

Por: | 23 de enero de 2009

El experimento empieza con dos monos en sendas jaulas contiguas. Uno de ellos tiene acceso a una palanca con la que acerca a la vez una galleta para él y otra para su compañero. Hasta aquí todo normal; siempre que el investigador coloca en el dispositivo una galleta para cada mono, el que tiene la palanca la utiliza y ambos consiguen el mismo premio. Ahora lo curioso: si el investigador pone una galleta frente al mono con la palanca, pero 3 frente al individuo pasivo, el que tiene el control se enfada y no realiza ninguna acción. La situación le parece tan sumamente injusta, que prefiere no obtener su premio si eso implica que gracias a su trabajo un aprovechado se quedará con el triple sin ningún esfuerzo a cambio. Cada vez que explico este experimento se inician suculentas conversaciones. No os lo conté antes en el blog porque cuando lo oí durante una charla de Marc Hauser todavía no estaba publicado en una revista que le otorgara la supuesta “veracidad científica”, pero los geniales comensales con los que compartí cena ayer me convencieron con un simple “¿y…?”, más el complemento perfecto que necesitaba. Y es que tenían toda la razón del mundo. El estudio se las trae… Recuerdo haber leído acerca de chimpancés enfureciéndose si por una misma acción a un compañero le daban un premio superior al suyo, pero llegar a sacrificar de tal manera su propio beneficio es algo relativamente inesperado. Sobre todo porque esto en principio no debería estar favorecido por la selección natural. El altruismo y el rencor son aspectos peliagudos en el estudio de la naturaleza humana. Trivers en los años 70 estableció que el altruismo podría haber evolucionado para favorecer la reciprocidad dentro de los grupos de primates sociales, pero algunos consideran esta colaboración como un egoísmo encubierto en el que la ayuda está condicionada a un beneficio futuro. Sea como sea, sí tiene sentido evolutivo. Sin embargo, realizar una acción que suponga un coste para nosotros sin que eso implique ninguna recompensa, es algo que no encaja en los esquemas de la selección natural. Entre dos monos, uno rencoroso que no come la galleta y otro más cándido que sí se la come sin importarle que un desconocido obtenga tres a cambio, el que tiene más posibilidades de sobrevivir en la selva es el que vaya mejor alimentado. Una explicación a este comportamiento sería que para el buen funcionamiento del grupo es muy importante penalizar las injusticias y asegurarse de que nadie se beneficia en exceso del trabajo de los demás, pero tal “razonamiento” parecía demasiado sofisticado para los primates. El estudio de las galletas induce a pensar que la mala sangre que sentimos cuando alguien sale beneficiado en demasía de una situación que consideramos injusta, aunque no nos afecte directamente, puede estar bien arraigada en nuestra herencia evolutiva. Evidentemente, da para mucho más. Nosotros anoche, tras darle vueltas y vueltas a las implicaciones de este experimento, el formidable Mikel Urmeneta me dijo “¿pero y esto por qué no lo has explicado en el blog?!”. “Es que no se si son macacos, chimpancés, tamarinos, bonobos… ni si les daban galletas, nueces o plátanos… ni el porcentaje exacto de monos que no accionaba la palanca… y ni siquiera tengo una triste fotografía para ilustrarlo.” “Nada de esto debería ser un inconveniente!”, replicó sabiamente Mikel mientras cogía un papel, rotuladores, y compartía su arte con la ciencia.

Spray de oxitocina para enamorar

Por: | 17 de enero de 2009

Poco a poco la oxitocina se está asentando como “la hormona del amor”. Varios estudios han demostrado su influencia en el apego de las madres hacia sus hijos, en la solidez de las relaciones de pareja y en la confianza que nos generan otras personas. Hasta tal punto, que quizás algún día nos rociaremos con oxitocina para conseguir establecer vínculos más fuertes en nuestras relaciones sociales. ¿¿algún día??... ¡Pues si ya se puede comprar por Internet! Os presento el maravilloso… Liquid Trust! (confianza líquida) Un spray creado por la compañía estadounidense VeroLab con el que tus clientes o amistades te percibirán como en una persona mucho más de fiar! Traduzco del apartado de instrucciones de su web: “Construye relaciones instantáneamente en sólo tres simples pasos: 1- Aplícate Liquid Trust mientras te vistes antes de una reunión importante, o de salir por la noche a conocer gente 2- Todo aquel con quien te encuentres detectará de inmediato y de manera inconsciente la oxitocina humana que llevas encima 3- Sin saber porqué, los que te rodean sentirán una fuerte confianza hacia ti. No se puede explicar, pero tu sabrás que Liquid Trust está haciendo su magia!” Impresionante… ah! Y también podéis comprar la nueva fórmula enriquecida con feromonas para -textualmente - “conseguir mujeres que estaban fuera de tu alcance” (chicas, no parece haber versión para vosotras…) Ok, ok, me lo estoy tomando un poco a cachondeo… y la idea detrás del producto sí tiene una base científica respaldada por investigaciones serias. Demos un repaso rápido a los principales estudios que han convertido a la oxitocina en la hormona del amor y la confianza. Todo empezó hace unos veinticinco años cuando un grupo de científicos se encaprichó en averiguar porqué unas ratitas de campo determinadas llevaban una vida enteramente monógama (algo muy extraño entre los mamíferos), y en cambio otra especie otra especie muy parecida a ellas no formaban ningún tipo de apareamiento permanente. Los investigadores ya sabían que la oxitocina se segregaba durante el parto y estaba muy relacionada con el apego que sentían las madres hacia sus hijos. Y también sabían que se liberaban grandes cantidades durante las relaciones sexuales, especialmente en el momento del orgasmo. Ligando estos dos conceptos pensaron que la oxitocina podría estar relacionada con la unión monógama entre las parejas de ratoncillos. Para confirmarlo hicieron dos experimentos: primero inyectaron oxitocina en los cerebros de los ratones promiscuos, y observaron que empezaban a formar enlaces estables. Luego bloquearon el efecto químico de la oxitocina en los ratones monógamos, y éstos dejaron de ser fieles a sus parejas. Posteriormente se descubrió que una hormona muy parecida a la oxitocina, la vasopresina, estaba íntimamente relacionada con la conducta fiel de los ratones machos. En los monógamos el gen que codificaba los receptores de vasopresina se expresaba mucho más, y en una zona específica del cerebro en la que los polígamos no tenían tales receptores. Estimulando la expresión del gen AVPR1A, los científicos consiguieron que los machos promiscuos se comportaran como sus primos fieles. Los humanos también tenemos este AVPR1A, pero hay dos variedades distribuidas por la población, una más activa y otra menos. El año pasado un grupo de investigadores suecos dijo que los hombres con la versión menos activa del gen tenían el doble de posibilidades de ser solteros, y de sufrir más crisis matrimoniales en caso de casarse. (pregunta: ¿os lo creéis?) Pero un poco antes de todo esto se empezó a pensar que si la oxitocina estaba relacionada con el apego de madres a hijos y entre las parejas, quizás también tenía un efecto en el resto de relaciones sociales. Varios estudios demostraron que sí, que los índices de oxitocina estaban relacionados con la confianza que nos genera otra persona. Quizás el experimento más famoso fue el que publicaron unos investigadores suizos en 2004 donde vieron que la administración intranasal de oxitocina hacía que confiaras más en los desconocidos: A los participantes en el estudio les pedían que invirtieran dinero en el proyecto de un desconocido, y vieron que daban un 17% más a los que habían sido rociados con oxitocina que a los rociados con un análogo neutro. Este estudio y otros que parecen confirmarlo son la base del spray con que hemos abierto el post. Qué será lo siguiente…

¿Están tan degradadas las selvas tropicales?

Por: | 13 de enero de 2009

Muchos biólogos y conservacionistas aseguran que la situación de los bosques tropicales es alarmante, y que la deforestación a la que los estamos sometiendo implicará una extinción masiva de especies y una radical disminución de la biodiversidad. Pero en el 2006 el científico de la Institución Smithsonian Joseph Wright publicó un artículo diciendo que dichas previsiones eran exageradas. En su trabajo argumentaba que el aumento de las áreas protegidas y la migración de la población rural hacia las áreas urbanas haría que la pérdida de especies fuera mucho menor. Este artículo, pero sobre todo la interpretación que algunos grupos y medios de comunicación hicieron de él, indignó a un gran número de científicos, entre ellos William Laurance , para los que decir “no hay para tanto” significaba obviar la dramática realidad que estaban observando día a día en sus investigaciones. Para intentar llegar a un consenso sobre la situación real de las selvas tropicales se reunieron ayer Wright, Laurance y varios expertos más en el simposio “¿Sobrevivirán las selvas tropicales? ” que acogió el Museo Smithsonian de Historia Natural en Washington DC. Sí hubo puntos de encuentro. Una primera conclusión fue que efectivamente los mensajes catastrofistas empezados a difundir en la década de los 80 pecaron de alarmistas; la disminución radical de especies que se pronosticó en los siguientes 20 años que no se ha producido. Sin embargo, eso no implica que la situación de las selvas tropicales no sea grave. El propio Wright matizó que su “no hay para tanto” había sido malinterpretado, y reconoció sin tapujos que existe una clarísima pérdida de habitats acompañada de extinción de especies. Pero para él la verdadera gran preocupación que debemos afrontar es el cambio climático. Efectos del calentamiento global La media de los veintitantos modelos climáticos utilizados por el IPCC pronostica un aumento de temperatura en las áreas tropicales de 3ºC antes de que termine el siglo. Esto no hará desaparecer las selvas, ya que no habrá menos precipitaciones, pero las consecuencias en la biodiversidad pueden ser graves. Las especies que viven en los trópicos están adaptadas a una temperatura estable que apenas fluctúa entre invierno y verano. Algunos animales se podrán adaptar a los desequilibrios que supondrá un aumento de temperatura, pero quizás muchos de ellos no logren hacerlo, ni resistirán la llegada de especies invasoras, como un hongo que ya está arrasando a las ranas de Centroamérica. Joseph Wright lo dejó claro: la temperatura aumentará más en los polos que en los trópicos, pero la gran pérdida de biodiversidad tendrá lugar en las selvas. “Ponemos mucha atención en los osos polares, pero todavía están entre nosotros. En cambio en los últimos años han desaparecido 165 especie de ranas”. No bajar la guardia William Laurance también reconoció al cambio climático como el principal reto que debemos afrontar, pero insistió en que las políticas de reforestación y conservación de hábitats todavía son insuficientes. Las áreas tropicales continúan en retroceso constante. Las medidas de protección deben intensificarse con mucha más ayuda internacional, ya que los beneficios de mantener las selvas en un estado saludable son globales, y de ninguna manera los países afectados pueden hacer frente solos a estos programas de conservación. Laurance reconoció que la pérdida de biodiversidad sufrida en los trópicos quizás es menor de la que se predijo, pero presentó unos datos contundentes sobre el ritmo al que se están degradando las selvas y desapareciendo especies, que en ningún caso conducen a un “no hay para tanto”. El director del Museo Smithsonian, Cristian Samper resumió la situación como “preocupante pero optimista”. Quedan viejas amenazas que abordar como la caza ilegal, la deforestación, la agricultura intensiva, la abundante tala selectiva de árboles, las explotaciones mineras… y aparece en escena el turbador fantasma del calentamiento global. Pero se detecta una concienciación y predisposición política a atajar la protección del medioambiente como una obligación imprescindible del siglo XXI. No podemos permitir que sea de otra manera. Justo el domingo, en un contexto diferente, leí la siguiente frase de Martin L. King: “La principal amenaza del mundo no son las acciones de la gente malvada, sino la pasividad de la buenaLa principal amenaza del mundo no son las acciones de la gente malvada, sino la pasividad de la buena”.

Acupuntura: ¿Tienes alma de escéptico, médico o científico?

Por: | 07 de enero de 2009

Justo antes de Navidad asistí en el NIH a una conferencia sobre los efectos fisiológicos de la sugestión impartida por Wayne Jonas, actual presidente del Samueli Institute y exdirector del Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa , el instituto del gobierno de EEUU que se dedica a investigar científicamente qué hay de bueno, neutro y malo en la medicina tradicional y las terapias alternativas. Una de los estudios que Wayne Jonas mostró fue un ensayo clínico randomizado sobre la eficiencia de la acupuntura como terapia para el dolor de espalda crónico en la zona lumbar (una dolencia cuyo tratamiento convencional es poco satisfactorio). Se dividió a 1162 pacientes cuyo historial médico reflejaba un mínimo de 8 años de dolor de espalda en tres grupos. Al primero se le aplicó 2 sesiones de 30 minutos de acupuntura por semana durante un par de meses, siguiendo los principios de la medicina tradicional china. Al segundo se le hizo exactamente lo mismo pero con acupuntura “falseada”; aunque los pacientes creían que recibían un tratamiento normal de acupuntura, los pinchazos se realizaban de manera superficial, y en puntos que los expertos reconocían como inactivos. El tercer grupo siguió una terapia convencional con medicación y tabla de ejercicios. Atentos a los resultados …: Los dos grupos que recibieron acupuntura, tanto la verdadera como la falseada, experimentaron el mismo grado de reducción del dolor de espalda…, ¡casi el doble que con la terapia convencional! Las conclusiones son obvias: los pinchazos estratégicos para conectar meridianos y equilibrar el yin y el yang no parece que sea el elemento clave para quitar el dolor de espalda… sin embargo sí hay “algo” en la acupuntura (podría ser un efecto placebo más poderoso, pero no se sabe todavía) que hace que funcione en este caso específico. ¿Vosotros qué haríais? Wayne Jonas dijo que depende del día y la piel del profesional en la que se mete tiene diferentes sentimientos. Me gustaría preguntaros en cuál de estos posicionamientos os identificaríais: - El Escéptico: Este estudio demuestra que la acupuntura no tiene sentido. Si pinchar al tuntún conlleva el mismo efecto que las sesiones conducidas por un experto, la base sobre la que se sustenta la acupuntura no es sólida, y por tanto no debería ser aplicada. - El Médico: Yo lo que quiero es mejorar la calidad de vida de mis pacientes. Viendo este estudio, si me encuentro con una persona cuyo dolor de espalda lumbar no cesa con el tratamiento convencional, y me pregunta por la acupuntura, no le desanimaré en absoluto. (ver post antiguo sobre el uso deliberado de placebos por reumatólogos estadounidenses para tratar el dolor) - El Científico: wow!, qué interesante… yo lo que quiero es averiguar qué está pasando! Sin duda aquí está actuando algo que desconocemos y merece mucho la pena ser investigado. Discutid vosotros, yo me voy al laboratorio o a buscar más información sobre el tema. Sé que las categorías son artificiosas y se admiten múltiples combinaciones. Y en ningún caso pretendo insinuar la postura de un perfil profesional determinado…, utilizo estos términos sólo como una referencia “para entendernos”. Si tuvierais que identificaros con una de las posturas descritas (escéptico, médico o científico) ¿Cuál escogeríais? Será interesante leer argumentos sólidos de gente que ya haya reflexionado otras veces sobre el tema, pero también oír las reacciones espontáneas de aquéllos que no forméis parte activa del mundo de la ciencia. No os inhibáis!

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal