Me enorgullece presentaros la primera colaboración de la bióloga Miriam Peláez en este Blog. Actualmente Miriam es la editora del programa REDES de TVE, y una vez al mes irá compartiendo con nosotros sus principales reflexiones extraídas de este legendario espacio de divulgación científica. Os dejo con la primera. Gracias, Miriam. “Hoy en día, si no haces ciencia con una máquina de un millón de dólares, si no estás secuenciando el genoma de alguien, si no manejas células madre o no trasplantas algo, nadie se dirige a ti, ya que no eres un verdadero científico”. La irónica frase la pronunció Robert Sapolsky , neurobiólogo de la Universidad de Stanford durante su charla en la Ciudad de las Ideas , jornadas celebradas en Puebla, México, a principios del mes de noviembre del pasado año, bajo el lema “No creas todo lo que piensas”. Se trataba de un gran acontecimiento en América Latina, que reunió a unas cuarenta mentes pensantes entre científicos, filósofos, escritores, músicos y politólogos para abordar frente al gran público cuestiones básicas sobre el ser humano y su posición en el mundo; un festival de ideas para promover nuevas formas de pensar. Uno de los debates que más éxito tuvo allí fue el de las religiones. En un auténtico ring se enfrentaron dos grandes ateos, como Daniel Dennett y Michael Shermer , con un gran estudioso de la religión – John Esposito - y un acérrimo defensor del cristianismo –el investigador Dinesh D’Souza . No hubo peleas ni grandes tensiones, pero los sucesivos rounds fueron de peso: cada uno expuso sus argumentos y todos tuvieron la ocasión de atacar los del contrincante. Ambos bandos se atribuían hitos como la democracia o la transmisión de la moral, y achacaban al otro tragedias humanas como las perversas guerras. En este intenso debate quedaron patentes los miedos que todavía perduran en los religiosos hacia la ciencia y el progreso. Ya es hora de que caigan estos miedos; y este post es otro grano de arena para tumbar los prejuicios que vienen de ámbitos conservadores. Y, como dijo Dennett en Puebla: “Es demasiado tarde para la religión; la humanidad ha crecido”. Volviendo a la intervención del neurobiólogo y amigo de los babuinos Robert Sapolsky, me alegra citarlo aquí por dos razones: una es el aprecio que nos despertó en el equipo de Redes las dos veces que fue entrevistado por Eduardo Punset , director y presentador del programa de La2 de TVE. La otra razón es que su frase viene muy bien para introducir esta primera intervención en el presente blog, surgido de las estimulantes experiencias con la comunidad científica de mi excolega Pere. Efectivamente, no hacen falta caras y sofisticadas tecnologías para hacer ciencia. Quizá son ese tipo de investigaciones las que han dado lugar a las más fervientes críticas, desde las religiones sobre todo, hacia la ambición del ser humano por tratar de jugar al creador. La ciencia puede subir al hombre a un elevado pedestal de orgullo, pero también puede mostrar las miserias humanas, las más banales y las más abrumadoras. Entre los varios centenares de científicos que han pasado por Redes, hay algunos que marcan, como lo hizo Sapolsky. Otro, para muchos, fue Sir Michael Marmot, Profesor de Epidemiología y Salud pública en el University College de Londres, desde donde destapó una alarmante peculiaridad de nuestra vida en sociedad. Marmot dirigió un estudio , realizado entre los funcionarios de la administración pública británica, que acabó demostrando la importancia, no sólo de la pobreza, sino sobre todo de la posición en la jerarquía social en el riesgo de padecer determinadas enfermedades. Las conclusiones del estudio, llevado a cabo durante varias décadas, mostraban el efecto en la salud de la sensación de control sobre el trabajo y la vida en general. A partir de estudios científicos como este, se pueden poner en marcha políticas sociales que incluyan buscar la implicación de la gente en la organización de la comunidad en la que viven. Y perseguir así la mejora de las condiciones de vida y la salud de la población. Redes ha sido a menudo la plataforma para dar a conocer otros estudios que, como el de Marmot, indagan en los defectos humanos. La violencia, la discriminación y los patrones de segregación espacial fueron profundamente analizados por la antropóloga brasileña Teresa Caldeira , de la Universidad de California en Berkeley. Su investigación la llevó a buscar y medir el aumento de la violencia en ciudades de Brasil, averiguar las causas y consecuencias en el tejido social, y definir los cambios sociales en el seno de ciertas comunidades urbanas. Gerd Gigerenzer , del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano de Berlín, lleva más de veinte años examinando nuestros mecanismos de toma de decisión. En su paso por Redes dejó bien claro que el ser humano no acaba de confiar en su intuición y cree que sólo a través de la razón y el análisis minucioso se alcanzan los mejores resultados. A menudo, unos pocos factores pueden llevarnos a tomar una decisión más ventajosa que si evaluamos todos los pros y los contras. Al empeñarse en creer lo contrario, es fácil caer en la insatisfacción y la frustración. Hay muchísimos otros buscadores de carencias o debilidades humanas que utilizan para ello el método científico. Sus objetivos no suelen requerir costosas máquinas, ni tecnología punta, pero sí una objetiva mirada sobre la realidad. Y es que la ciencia no sólo se ocupa de montar estaciones espaciales, manipular genes, predecir el clima o construir máquinas átomo a átomo. Si todos estos logros en curso alzan al ser humano a la altura de un ambicioso creador, otros avances de la ciencia lo desnudan y le devuelven la humildad. Así que no sólo las religiones dan motivos para ser mejores personas y buscar un futuro más agradable. Aquéllas han señalado las debilidades y defectos humanos, pero han dejado las soluciones en manos de la fe… tan frágil a veces. La ciencia constata y mide esas miserias, trata de descubrir sus orígenes y de ayudarnos a ser mejores… pero creyendo en nosotros mismos.