Apuntes científicos desde el MIT

Apuntes científicos desde el MIT

Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.

Al cerebro le gustan los catálogos

Por: | 20 de abril de 2009

- Texto redactado por Miriam Peláez, bióloga y editora de redes-tve -
A nuestro cerebro le gusta y necesita crear categorías, y lo hace para todo: cuando conoce a una persona nueva la clasifica en un grupo, bien sea racial, religioso, económico, cultural… Pero también necesita otorgar etiquetas a las situaciones y a los objetos. Eso no quiere decir que la manera de clasificar y ordenar haya de seguir una lógica coherente, no; muchas veces se trata de divisiones absurdas, pero que resultan útiles a nuestro cerebro para reconocer, aprender y reaccionar la próxima vez que se encuentre con otro elemento de la misma clase en el futuro. Y no siempre sale a cuenta esa “manía” de catalogarlo todo, o por lo menos podríamos decir que puede llevar a confusión y errores. Afortunadamente, la experimentación y la verificación empírica pueden ayudar a escapar de esos errores. Pongamos algunos ejemplos: Genético / ambiental Dentro del estudio de las características y propiedades de un individuo, se ha tendido a distribuirlas en las que vienen determinadas por el ambiente y las que son atribuidas a la herencia genética. El eterno debate nature vs nurturenature vs nurture. ¿Qué implicación tiene en la capacidad creativa de una persona su combinación de genes y cuánto intervino el entorno que vivió en su infancia? ¿Qué importancia tiene la genética en la tendencia a la adicción de un individuo?, ¿interviene más el ambiente que conoció el feto en el útero materno, o quizá influyó decisivamente el contexto vivido durante la adolescencia? Durante muchos años, el debate permaneció en esa dicotomía. Ahora es difícil reducirlo a eso. Los genes no son nada sin la intervención del entorno y éste actúa sobre el genoma dejando sus marcas físicas, que pueden ser incluso heredables. De eso nos habla en particular la epigenética, como pudisteis leer en la entrevista a Manel Esteller en un post anterior . Es el segundo código, el que liga nuestro código genético conocido hasta ahora -hecho de secuencias de bases en el ADN- al entorno. Nuestra alimentación, el aire que respiramos, las actividades que realizamos, los sentimientos que nos invaden, y un sinfín de vivencias alteran los genes sin afectar al ADN a nivel de su secuencia, pero sí interviniendo en la forma de expresarse. Así que se acabó el dividir genes y ambiente. Están tan ligados y mezclados que no podemos trazar frontera clara entre ambos. Natural / artificial Cuando el cerebro categoriza coloca además muy a menudo una valoración o connotación. En el caso de la separación de lo que nos rodea entre lo que sería natural y lo que denominamos artificial, hay un claro regocijo por lo que proviene de la naturaleza. Parece que tiene que ser necesariamente bueno. Lo artificial, y por lo tanto generado y creado por la mente y la acción humanas, no suele conllevar las alabanzas de sano o beneficioso. Me vienen así a la memoria las palabras de David Barash, psicólogo de la Universidad de Washington que pasó por Redes hace unos meses junto a su mujer Judith Lipton, psiquiatra y coautora con su esposo de “El mito de la monogamia”. El libro repasa las costumbres de la vida en pareja de numerosas especies animales, incluyendo la humana, claro está. De momento sólo podemos decir que no hay nada, según las últimas investigaciones, que lleve a la conclusión de que la monogamia es un comportamiento natural. Aquí, natural se refiere a algo que llevamos con nosotros, inscrito de alguna forma en nuestros genes de un modo bastante sólido como para que tendamos a ser monógamos. Y según las palabras de Judith, “la monogamia es posible, como el arte, pero no es natural; es más natural un modelo sexual en el que la gente encuentre una pareja, haga promesas que luego rompa, se produzca un abandono, a alguien se le rompa el corazón, luego se hagan más promesas, haya más corazones rotos… lo natural es una retahíla de corazones rotos”. En este caso una actitud no natural puede resultar más beneficiosa para la vida en una sociedad como la nuestra. En ocasiones la gente se refugia en lo natural, bien sean terapias, alimentación o comportamientos. Y muy a menudo resulta absurdo; lo natural puede ser igual o más perjudicial que lo artificial, que lo adoptado o nuevo. Hay una tendencia a pensar que lo natural nos corresponde más, por formar parte de la naturaleza lo conocemos mejor y podemos controlarlo. Nada más lejos de la realidad. Y es esta una dicotomía, la de natural o artificial, que nos hace caer en decisiones sin fundamento. Normal / anormal Como el cerebro necesita etiquetar, también ha de tener referencias, para poder comparar, para poder orientarse. La referencia de lo normal es básica y es una gran norma a emplear para evitar riesgos y para vivir en sociedad. Es reconfortante estar en la normalidad, aunque de vez en cuando convenga salir de ella un rato. Pero en ciencia, y sobre todo en lo que puede concernir a la investigación médica, hay que tener cautela para decidir qué es normal y qué no. Una triste anécdota viene a demostrarlo. La separación entre normal y anormal llevó en el siglo XIX a una decisión dramática para miles de personas. Se empezaba a estudiar el misterioso SMIS (“síndrome de muerte infantil súbita”), que afectaba a algunos bebés: morían durante la noche sin razón aparente para desconsolada sorpresa de los padres. Una vez hecha la autopsia los médicos compararon con la anatomía de bebés normales. Y ahí estaba la trampa: quiénes eran los bebés normales. En aquel momento, a finales del XIX, los médicos disponían de cuerpos para autopsias que provenían de las esferas pobres y desfavorecidas de la sociedad. Al analizar los bebés muertos de SMIS y compararlos con los bebés normales, algo destacaba: su timo -órgano implicado en la maduración de las células del sistema inmunitario- era significativamente mayor. Pero lo que no se sabía en aquella época era que el estrés, como el que podía sufrir la gente pobre debido a sus condiciones de vida y alimentación, a las enfermedades que padecían, podía reducir el tamaño de su timo. De esta forma, se concluyó que el síndrome de muerte súbita del lactante se debía al tamaño excesivo del timo y se optó por irradiar la zona de la garganta y el pecho de los recién nacidos para evitar el crecimiento del órgano por encima de lo normal. En consecuencia, fue irradiada también la tiroides, glándula reguladora del metabolismo y situada en la garganta, no muy lejos del timo. Y así fue como miles de personas, que fueron irradiadas en los primeros meses de vida para prevenir el SMIS, murieron años más tarde de cáncer de tiroides. Y todo por haber considerado como normal algo que no había sido suficientemente analizado. No podemos evitar catalogar, desde nuestro vecino al chocolate que comemos o la última ley aprobada por el gobierno… pero quizá debamos hacerlo con algo más de fundamento y pensarlo dos veces antes de poner etiquetas. Así eliminaremos unas cuantas barreras de en medio a la hora de movernos en este complejo mundo.
Miriam Peláez

Hay 9 Comentarios

La Ciencia avanza constreñida por la prepotencia de la "Ciencia normal" y seducida por cantos de sirenas de los supuestos "nuevos paradigmas". Paradójicamente muchos paradigmas novedosos que han demostrado ser válidos, han debido esperar mucho tiempo a obtener la bendición. Desconozco el alcance de la epigenesis como nuevo paradigma pero le deseo suerte.

lo mejor es la "pareja de ocho" :P

Notable. Lo increible sería si toda la metodología de enseñanza se hiciera de acuerdo a esas consideraciones. Quizá la teoría de Chomsky dentro de poco quede obsoleta a raíz de esos descubrimientos.

neurobilogia, genetica, epigenetica, siquiatria, y definiciones que goviernan nuestra cultura social y cientifica. interesante y jugoso este post.

Desde el momento en que aparecieron seres dotados de movimiento, surgió la necesidad de controlar ese movimiento en función de los elementos del entorno, es decir, había que acercarse a los elementos biológicamente positivos (comida, agua,....) y alejarse de los negativos (depredadores..) Catalogación muy incipiente

Hey!!! Felicidades!!

Como dice Manel Esteller en una entrevista en SINC: "La epigenética es que es una disciplina especialmente joven, por lo que no conocemos todos los factores epigenéticos implicados. Por ejemplo, los fármacos epigenéticos han mostrado muy poca toxicidad y factores secundarios, por lo que en ese sentido son fármacos muy prometedores. Otras limitaciones han sido las aplicaciones bioinformáticas, muy importantes para el estudio de epigenomas. Si el estudio del genoma humano estuvo en parte limitado porque no sabíamos cómo almacenar ni procesar toda la información, para el del epigenoma, que es más complejo (tenemos un solo genoma pero unos 150 epigenomas), la bioinformática ha de ser mucho más potente".

La catalogación "cartesicana" es muy util ya que el número de catgorías y separaciones se simplifica muchísimo, pero está claro que tiene sus problemas ¿Una "caltalogación difusa" sería un modelo de catalogacíon para eviar testo problemas? ("caltalogación difusa" , catalogacíon basada en lógica difusa, son un conocimento más claso de esta "difusión"). Es curioso, pero esta catalogación difusa está ya en nuestro lenguage habitual (parte de la falta de precisión que suele tener parace proceder de aque los conceptos son algo "dufusos") . Lel Lenguaje de la ciencia actual es muy cartesiana y dicotómica (si/no, onda/par´ticula, vida/muerte). Aunque el poner en duda las laivedez de las dicotomías y tiene su historia (Tao te Ching ). Un problema grande si se utilizara este enfoque de catalogación difusa sería que en sus comenzos la modelizacón maerática de, po ejemplo, fenómens físicos, sería muy compleja, creo.

Las teorías epigenéticas siguen mencionándose en este blog como un hecho indiscutible y están muy lejos de serlo. Tal y como Richard Dawkins ha explicado muy bien (ver enlace a video abajo), para que los efectos epigenéticos sean relevantes para la teoría evolutiva global tienen que producir cambios permanentes que se transmitan a lo largo de un número indefinido de generaciones (no llega con que se transmitan a una o dos generaciones y luego desaparezcan). Los experimentos epigenéticos son sin duda interesantes pero, hasta que se pruebe este extremo (algo que hasta ahora no se ha hecho), deberían aplazarse todas esas afirmaciones grandilocuentes, que pueden muy bien quedarse al final en agua de borrajas, como tantos otros intentos históricos de introducir algún componente lamarckiano en la evolución. Por otro lado, el que el comportamiento humano sólo puede explicarse teniendo en cuenta una conjunción inextricable de factores genéticos y ambientales es sin duda correcto, pero lo es sin necesidad de que la epigenética lo sea en absoluto. El enlace al video de Dawkins: http://www.youtube.com/watch?v=37u-VkSYKFE

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

TrackBack

URL del Trackback para esta entrada:
https://www.typepad.com/services/trackback/6a00d8341bfb1653ef0162fef68334970d

Listed below are links to weblogs that reference Al cerebro le gustan los catálogos:

Sobre el autor

Pere Estupinya

. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
Sígueme en Facebook o a través de mi web pereestupinya.com.

Libros

S=EX2 S=EX2
En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.

El ladrón de cerebros La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores. El Ladrón de Cerebros

Facebook

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal