El Banco Mundial en Washington DC recibe diferentes cuotas de dinero de sus 186 países miembros, y lo invierte en países en desarrollo de tres maneras diferentes: con préstamos a bajas tasas de interés, con donaciones para proyectos en ámbitos como la educación, salud, infraestructuras o gestión ambiental, y realizando estudios técnicos para entender mejor las causas de la pobreza y cómo afrontarla.
Walter Vergara es ingeniero Lider del Departamento Ambiental del Banco Mundial para Latinoamérica. Me resultó tremendamente interesante visitarlo y conocer la perspectiva de alguien que debe integrar toda la información científica respecto al calentamiento global, tener en cuenta cuestiones económicas y vaivenes políticos, y terminar tomando decisiones sobre en qué y cómo invertir capital.
Es muy fácil vociferar a favor de una medida sobre otra, quejarse de que todo está fatal, exigir máximos, o decir sin sentir responsabilidad que tampoco hay para tanto. Pero cuando tienes frente a ti un presupuesto y te toca priorizar proyectos, o asesorar a un país sobre qué política medioambiental debería seguir, necesitas tener un muy buen sentido global de la realidad.
Un primer mensaje me quedó muy claro. A excepción de Brasil y México, la mayoría de países en Latinoamérica no deben preocuparse tanto por reducir emisiones de CO2. Adelante con la eficiencia energética y fuentes renovables siempre que se pueda, sin duda, pero la mitigación es responsabilidad fundamental de los países más industrializados. Lo que debemos apoyar rápidamente en el resto son las medidas de adaptación para minimizar los impactos del cambio climático. Porque otro mensaje está claro: la situación no mejorará. Quizás algún día se consiga reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, pero a efectos prácticos, debemos asumir que la temperatura media del planeta va a continuar aumentando progresivamente por buena parte de este siglo. No hay una sola estimación seria que diga lo contrario.
Centrándonos en Latinoamérica, esto conllevará huracanes y eventos climáticos más abruptos, problemas en zonas costeras por aumento del nivel del mar, redistribución de enfermedades tropicales… pero un informe técnico editado por Walter Vergara y publicado el pasado Junio por el World Bank define claramente cuales son los 4 ecosistemas de Latinoamérica más vulnerables al cambio del clima, cuyos daños tienen consecuencias más preocupantes para la región, y a los que debemos empezar a prestar atención inmediata.
Deshielo de glaciares en Los Andes
Cuando decimos que la temperatura media del planeta aumenta unas décimas, debemos entender que este aumento no es uniforme; en algunas zonas es considerablemente mayor. En las montañas de Los Andes esas décimas de grado modifican la vegetación, esto afecta al régimen de vientos, y a consecuencia el calentamiento de zonas altas es mucho más rápido. La cubierta de hielo en los glaciares de Los Andes ya lleva tiempo en constante retroceso. Esto conlleva una pérdida de zonas húmedas, menor disponibilidad de agua para la agricultura, generación de electricidad, e incluso el consumo humano. Para la mayoría de estos problemas se podrían encontrar soluciones técnicas de adaptación (¿quién éticamente las debería pagar?); más difícil es evaluar la pérdida de integridad de los ecosistemas, desaparición de especies endémicas, y cambios en patrones de lluvias que pueden afectar a otras áreas de la región.
Colapso de Corales en el Caribe
Los océanos capturan CO2. Más dióxido de carbono en la atmósfera conduce a una acidificación de los océanos. Hay áreas como los arrecifes coralinos tremendamente sensibles a estos cambios. En zonas del océano remotas, donde no llega la pesca ni la actividad humana, se ha constatado que los corales ya están desapareciendo por causa directa de esta acidificación. El calentamiento de las aguas del Caribe es una grave amenaza añadida para los corales. Si la temperatura supera un cierto límite podría conllevar su colapso completo.
No pienses que tampoco hay para tanto. Los corales alojan al 25 % de especies marinas, y muchas más dependen de su riqueza biológica. Son imprescindibles para el ecosistema y la protección de las costas. La desaparición que ya están sufriendo en el Caribe afectará a la pesca, al turismo, y a la vulnerabilidad de las costas. Se esperan fuertes impactos medioambientales y económicos.
Otro detalle. Debido a su complejidad, su pérdida es irreversible.
Humedales del Golfo de México
La salinización y el hundimento están afectando seriamente a las zonas húmedas del Golfo de México. Si a esto le añadimos la posible subida del nivel del mar, los pronósticos son preocupantes. Los humedales del Golfo de México son básicos para las aves migratorias y riqueza de sus ecosistemas, pero también para la pesca, la agricultura, la regulación de régimen hídricos y la mitigación de eventos climáticos. Las costas de todo el planeta están en general amenazadas, pero el valor biológico y económico de los humedales del Golfo de México hace que sean considerados uno de estos 4 hotspots (puntos calientes) del clima en la región, y por tanto una de las áreas prioritarias a proteger con medidas de adaptación.
Amazonas convertido en Sabana
Obvio que no ocurrirá de un día para otro, pero el proceso de “savanización" parece haber comenzado. No hay consenso científico sobre el ritmo al que puede avanzar. Las previsiones apuntan a una pérdida de entre el 20 y el 80% de la selva amazónica en este siglo. Esto sería uno de los impactos más catastróficos del cambio climático, tanto por la imperdonable pérdida de biodiversidad que conllevaría, como por las consecuencias que tendría en el propio sistema climático global.
En todos estos casos, no podemos esperar a ver si alguien consigue frenar el cambio climático. Sería utópico pensarlo. Tenemos que empezar a proteger estas zonas. Una frase del proyecto del World Bank dice textualmente “La región es una prioridad en la agenda de adaptación al cambio climático. Es obvio que pocos otros impactos rivalizan con las consecuencias del colapso del Amazonas, la desertificación de Los Andes, y la destrucción de los arrecifes de coral. La falta de estrategias de adaptación podría hacer los costos de estos impactos mucho mayores”. ¿Quién debe pagarlo? Muchos países están sufriendo las consecuencias de un cambio climático que ellos no han provocado.