Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.
Sobre el autor
Pere Estupinya. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
Sígueme en Facebook o a través de mi web pereestupinya.com.
Libros
S=EX2 En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.
La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores.
El Ladrón de Cerebros
Ayer mismo estaba en la playa de Miami con Daniel, y me preguntó: “¿te has fijado de donde viene la brisa?”. “Sí... Del mar hacia la tierra, como explicaste anoche en la introducción de tu charla sobre cambio climático”.
Este ingeniero químico murciano, master en gestión medioambiental, doctor por la Universidad de Manchester en ‘aerosoles, contaminación atmosférica y cambio climático’, y actual miembro del departamento de cambio climático de la división de Latinoamérica del Banco Mundial en Washington DC, continuó: “Ocurre así en todas las zonas costeras; el Sol calienta más rápido la superficie terrestre, hace que el aire caliente suba, y el más fresquito de mar venga a reemplazarle. Lástima que debamos regresar hoy, porque esta noche notarías el efecto contrario: la costa se enfría más rápido que el agua, y como consecuencia la brisa nocturna siempre es en dirección tierra-mar. ¿No te habías dado cuenta?”.
Disfruté de dos días en Miami, porque su activísimo Centro Cultural Español me pidió coordinar un ciclo de conferencias científicas en el que investigadores españoles consiguieran demostrar que la ciencia puede ser tan hermosa e interesante como el arte, la literatura, o el cine, y merezca formar parte de cualquier programa cultural.
El Centro se volcó en el proyecto, y la charla de Daniel Mira Salama encandiló a los asistentes. De ella, extraigo tres gráficos que merece la pena no olvidar.
Hasta los topes de CO2
Daniel señala el valor actual de CO2 en la atmósfera, y dice: “El registro instrumental es inequívoco. La concentración de CO2 en la atmósfera está aumentando de manera alarmante en todo el planeta. De no cambiar sustancialmente nuestro modelo de desarrollo, se podría duplicar el máximo histórico de los últimos 800.000 años. Esto tendría consecuencias devastadoras sobre el planeta”.
800.000 años es el registro de tiempo que los paleoclimatólogos han conseguido medir perforando los hielos de la Antártica y analizando las burbujas de aire atrapadas en sus diferentes capas. Como veis en la pantalla, ha ido fluctuando, pero en ningún momento de este período se pasó de 300ppm (una medida de concentración denominada partes por millón). Debido a la quema de combustibles fósiles ahora estamos en 380ppm, y se podría llegar a 700ppm antes de finalizar el siglo.
2ºC de aumento, como mínimo
En esta imagen Daniel muestra el rango de aumento de temperatura global que sufriremos en las próximas décadas, según diferentes escenarios (colores). “El consenso científico es que aun parando de golpe todas las emisiones, la temperatura global del planeta aumentará todavía un mínimo de 2 grados centígrados respecto la de 1990. Los escenarios más pesimistas (seguir con el ritmo actual sin controlar emisiones de gases de efecto invernadeo) indican subidas de temperatura de hasta 6 grados”.
Durante su charla mostró otra fotografía (abajo) impactante por dos motivos: 1- la estrechísima relación entre aumento de CO2 y temperatura a lo largo de la historia. 2- La diferencia de temperatura (medida en la Antártica) entre los períodos de glaciaciones y los más cálidos de los últimos 400.000 años es de escasos 10ºC.
EEUU debe ser el primero en actuar
Más impresionante todavía: los valores de emisiones per cápita.
“Las responsabilidades no están equitativamente distribuidas. Como media el ciudadano estadounidense es el que más CO2 emite del mundo, y con abismal diferencia”, explica Daniel señalando un mapa en que una flecha negra distingue la discreta posición de España.
La conclusión es obvia: Sin duda todos los países industrializados deben procurar disminuir sus emisiones. Pero quien está éticamente obligado a empezar y de manera enérgica es EEUU. La cumbre de Copenhague se prevé tensa, pues cualquier acuerdo al que se llegue sólo será efectivo si EEUU reconoce su nefasta situación actual, su responsabilidad acumulada, y se compromete a actuar.
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Buenas noticias! Daniel Mira se ha convertido en un nuevo fichaje del blog. Dentro de poco empezará a hablarnos de cambio climático, y de sus futuros viajes por Perú, Bolivia, Ecuador, los Andes tropicales, o islas del pacífico como Santa Lucía, las Granadinas o Dominica. Desde allí nos explicará qué problemas medioambientales y socioeconómicos están sufriendo estos países a consecuencia del calentamiento global, y sobre todo, los proyectos de adaptación en que está trabajando para minimizarlos. Esperamos con ilusión su primera entrega sobre Dominica, y cómo hacer que no les toque retirar el loro de su bandera.
- Texto escrito por Victoria Puig, neurocientífica e investigadora del Picower Institute (MIT) -
La vida del científico es intensa. Viajes frecuentes, conferencias interminables, muchas horas en el laboratorio devanándote los sesos... ¿Cómo podemos aguantar este ritmo? Pues en mi caso con mi botiquín particular: pastilla para la jaqueca, tranquilizante en los viajes de avión, pastilla para que no me tiemblen la voz y las manos en las conferencias, pastilla para el jet lag… y cafeína, mucha cafeína. Lo cierto es que estamos acostumbrados a tomar todo tipo de estimulantes y calmantes para engañar a nuestra mente. Pero ¿qué hacen todos estos fármacos en nuestro cerebro? ¿Son seguros?
Smart Drugs
Muchos de nosotros nunca tenemos suficiente memoria, concentración y horas para realizar todo lo que pretendemos hacer. Los estimulantes cognitivos o ‘smart drugs’, son fármacos que alteran la actividad del cerebro potenciando nuestras capacidades mentales cuando se necesita una ayudita extra. Existen varios tipos de potenciadores cognitivos en el mercado, y su utilización se ha disparado en los últimos años. En estos momentos los estimulantes más utilizados son los siguientes:
CafeínaSe encuentra en altos niveles tanto en el café como en el té.
La cafeína inhibe a una fosfodiesterasa, lo que induce vasodilatación. Se conocen bien sus efectos anti-somnolencia y sus efectos secundarios, que afectan a los sistemas cardiovascular (palpitaciones), respiratorio y gastrointestinal (laxante).
Anfetaminas
Adderall y Ritalin son las más populares. Se prescriben comúnmente a pacientes con trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Aumentan los niveles de dos neurotransmisores esenciales para la concentración y la memoria: la dopamina y la noradrenalina, pero se desconoce el mecanismo exacto. Tienen serios efectos secundarios: alucinaciones, anorexia, problemas del corazón y adicción. Son inmensamente populares entre los universitarios americanos (se estima que en algunas universidades americanas hasta un 20% las consumen regularmente). Los estudiantes consiguen los medicamentos de forma ilegal, a pesar de que en Estados Unidos el tráfico de estos medicamentos puede conllevar penas de cárcel.Modafinil (Provigil)
Es el potenciador cognitivo de última generación, y el que está de moda.
También aumenta los niveles de dopamina y noradrenalina en el cerebro, pero al mismo tiempo afecta al sistema glutamatérgico, el neurotransmisor más utilizado por las neuronas.
Se utiliza ampliamente para tratar la narcolepsia, un desorden grave del sueño, y se ha demostrado que ayuda en el habla, la planificación, la concentración y la memoria.
Está todavía poco estudiado, y de momento no se han detectado efectos secundarios serios.
Además de estos compuestos, existen muchos otros que de una u otra forma mejoran las capacidades mentales. Un caso curioso es la nicotina de los cigarrillos, que ayuda en la concentración. Podéis encontrar una lista detallada aquí.
¿Son las anfetaminas y el modafinil realmente mejores que la cafeína? Varios estudios han sugerido que no. Además, se conocen poco los efectos a largo plazo de las ‘smart drugs’. Si además tenemos en cuenta los efectos secundarios conocidos y por conocer, la consumición de estos fármacos no es demasiado segura.
Entrenamiento Cerebral
Recientemente ha habido un ‘boom’ de productos informáticos que prometen mejorar las funciones cognitivas. ¿Quién no ha oído hablar de maquinitas para hacer sudokus o crucigramas en el metro? Hasta Nintendo y la Wii tienen aplicaciones para el ejercicio cerebral. El mercado del ‘brain fitness’ es muy importante actualmente, y sólo en 2007 generó 227 millones de dólares en Estados Unidos. Pero ¿qué ciencia hay detrás de todo esto? La evidencia de que el entrenamiento cerebral realmente funciona es muy limitada en este momento. Un estudio reciente realizado con personas de edad avanzada mostró que el entrenamiento no mejoró sus capacidades cognitivas, pero redujo el deterioramiento asociado con la edad. Otro estudio con niños con desórdenes en la atención mostró beneficios a nivel cognitivo. Sin embargo, no se conoce si esta mejora puede generalizarse a otras personas. Existe un grupo de científicos especialmente crítico con el entrenamiento cerebral, argumentando que hacer sudokus todo el día mejorará únicamente las capacidades cognitivas requeridas para esa tarea, es decir, que harás cada vez mejor los sudokus, pero que eso no tiene por qué beneficiar a otros aspectos de tu vida mental.
Dieta
Los suplementos nutricionales son también muy populares. Por ejemplo, se ha propuesto que las vitaminas B6 y E, así como otros compuestos (B12, folato, neuroesteroides), potencian la memoria. Lo cierto es que todos estos suplementos nutricionales se han estudiado muy poco y de forma poco rigurosa. Por lo tanto no está probado que realmente ayuden a las capacidades mentales.
Meditación
La meditación, al igual que los suplementos nutricionales, es otra técnica moderna ‘curalotodo’. De momento no hay evidencias científicas que demuestren que meditar beneficie a las funciones cognitivas. Pero hay varias investigaciones en curso en estos momentos, y habrá que esperar a las conclusiones. De todas formas, hacer meditación no puede más que aportar cosas positivas a tu cuerpo. Al menos te ayudará a reducir el estrés.
Ejercicio
Numerosos estudios han demostrado que realizar ejercicio es beneficioso para la salud mental, ya seas joven o mayor, estés en forma o sufras una enfermedad neurodegenerativa. Se ha demostrado que el ejercicio mejora especialmente funciones complejas como la memoria de trabajo o la planificación de tareas. También se ha demostrado que el ejercicio promueve el crecimiento de neuronas en el hipocampo, un área cerebral importante para la memoria y el aprendizaje.
En conclusión, parece que el ejercicio sigue siendo la mejor terapia para estimular tu mente. Pero esto puede cambiar en el futuro, ya que numerosas compañías farmacéuticas tienen varios fármacos en estudios clínicos que saldrán al mercado en los próximos años.
Pequeños, peludos… y listos
Por supuesto, todos los estimulantes cognitivos explicados anteriormente (con excepción de la meditación, seguramente) se han probado en animales antes de realizar los estudios clínicos con personas. Pero en la última década se ha dado un paso más con la generación de líneas transgénicas de ratones. Gracias a la ingeniería genética podemos diseñar ratones con funciones neuronales alteradas y estudiar si son más o menos inteligentes al realizar una batería de tareas que miden sus capacidades cognitivas. En estos momentos existen varias líneas de ratones que aprenden y memorizan mejor que los ratones normales. El problema reside en que algunos de estos ratones tienen problemas secundarios indeseables, como un aumento en la sensibilidad al dolor, aumento del miedo o problemas para olvidar cosas irrelevantes. Esto último es especialmente interesante: parece que el hecho de memorizar cosas con demasiada precisión interfiere con la habilidad de generalizar, de pensar de forma abstracta, y hace que los ratones tengan problemas para generar la estrategia necesaria para resolver la tarea. En cualquier caso, las investigaciones en ratones son importantes para comprender cómo funciona nuestra mente, y probablemente nos ayudarán a entender las bases moleculares de nuestra inteligencia.
Peligros relacionados con los estimulantes cognitivos
Está claro que los estimulantes mentales pueden ayudarnos enormemente en nuestra vida diaria. Pero su utilización indiscriminada está creando una gran polémica médica, ética y hasta filosófica.
En primer lugar por su dudosa seguridad. Es importante tener en cuenta que los potenciadores cognitivos tienen como diana al órgano más complejo y desconocido del cuerpo humano. Todavía hay pocos estudios que hayan analizado con rigor los efectos secundarios de los fármacos estimulantes tanto en pacientes como en personas sanas. Otro problema adicional es su prescripción a niños. No sabemos cómo los fármacos pueden afectar al desarrollo de sus cerebros a largo plazo, algo que por sí ya genera un conflicto ético.
Otro problema importante es la limitación de la libertad. Existen muchas personas forzadas a tomar medicación, lo que claramente restringe su libertad. Estas personas son, por ejemplo, niños, soldados y pacientes que son un peligro para sí mismos y para otros. En muchos países los soldados toman anfetaminas y modafinil para potenciar su estado de alerta. De hecho, en Estados Unidos los soldados están obligados por ley a tomar esta medicación si se les ordena. Por razones similares, es fácil imaginar un mundo en el que algunas empresas obliguen a sus trabajadores a tomar estimulantes. Un ejemplo hipotético sería un fármaco que permitiera a los cirujanos salvar a más pacientes. ¿Sería ético obligar a los cirujanos a tomar estos medicamentos antes de cirugías complicadas?
En cuanto a los niños, están al amparo de las decisiones que toman sus padres. De hecho, ya que la estimulación cognitiva en forma de educación en el colegio es obligatoria para todos los niños, ¿deberían los colegios exigir potenciación cognitiva a sus alumnos?
Otro problema grave es que los estimulantes de la mente pueden poner en peligro la justicia del sistema. El hecho de que algunos alumnos tomen estimulantes cognitivos y otros no lo hagan hace pensar si el examen en sí mismo es justo. Es como si en un examen en la universidad se permitiera a algunos alumnos tener una calculadora y a otros no. De hecho, es muy parecido al caso de dopaje en los atletas, que sí es ilegal. Por otro lado, si los estimulantes cognitivos son caros, sólo los alumnos ricos podrán comprarlos, aumentando aún más las ventajas que tienen con respecto al resto. ¿Debemos prohibir que los alumnos tomen estos fármacos para que los exámenes sean más justos?
Los estimulantes de la mente se prescriben a miles de personas con déficit cognitivo, pero también los toman miles de personas sanas de forma indiscriminada. De hecho, existe la denominada ‘psiquiatría cosmética’, personas sanas que toman fármacos (como el antidepresivo Prozac) para ‘sentirse mejor’. Estos tratamientos son muy populares en mujeres de edad avanzada. ¿Pero son realmente necesarios? Del mismo modo, ¿no sería recomendable reducir la cantidad de estrés en nuestras vidas y la carga imposible de trabajo a nuestras espaldas? ¿Y qué hay de nuestro espíritu de superación, de conseguir nuestros objetivos con esfuerzo? El tener fácilmente a nuestro abasto estas ‘ayudas cognitivas’ puede afectar a nuestra forma de ver el mundo y cambiar a nuestra sociedad de manera muy profunda.
“¿Has padecido alguna vez lepra? Gracias a la investigación con animales, nunca lo harás”.
Éste es el mensaje del cartel fotografiado en Boston de la campaña “Research Saves”, cuyo objetivo es concienciar a la población estadounidense sobre la necesidad de la experimentación animal en biomedicina.
En EEUU sólo el 52% de ciudadanos se declara a favor de utilizar animales en investigación científica, quizás por las persistentes campañas de asociaciones como PETA o Human Society, que se oponen a cualquier tipo de investigación animal diciendo que sus resultados no se pueden trasladar a humanos y, aunque así fuera, no resulta ético matar un animal para salvar una vida humana.
Lo segundo puede ser discutible, pero lo primero rotundamente falso, y los científicos están empezando a contraatacar activamente con campañas como la de Research Saves. Pero esta es la versión light y educativa que exponen al público. En realidad, están muy indignados y en sus discusiones internas se muestran cada vez más agresivos contra las asociaciones protectoras de animales. Empiezan a pensar que la mejor defensa es un buen ataque.
“Los activistas por los derechos de los animales engañan a la gente”
Lo dice textualmente un editorial publicado hace pocas semanas en la revista Journal of Neuroscience.
“Sus tácticas son vergonzosas, ilegales, inmorales, y el gobierno de EEUU las ha etiquetado de terrorismo”, asegura otra editorial en la misma revista, que denuncia las agresiones físicas, coches incendiados, destrozos en hogares, y amenazas de muerte que científicos de la Universidad de California han recibido por parte de extremistas defensores de los animales. Algunos de estos activistas consideran moralmente justificable asesinar a un científico que “torture” animales, promueven la quema de laboratorios, y reclaman derechos legales idénticos entre humanos y animales.
Según los artículos de SfN las amenazas y ataques también se han perpetrado en otros estados, y sobre científicos que cumplían con todos los protocolos establecidos por los Institutos Nacionales de Salud de EEUU. Al principio se ensañaron con quienes utilizaban monos, pero ya han comenzado a agredir a investigadores que trabajan con ratones.
Independientemente de estos casos extremos, los investigadores se quejan de que la opinión pública está distorsionada porque a la población sólo le llegan mensajes falsos y exageradísimas imágenes sacadas de contexto.
Dicen que falta una información objetiva. Y aquí, atención, empiezan a culparse a ellos mismos.
En la editorial reconocen que no pueden continuar con su actitud pasiva. Deben empezar a explicar muy bien porqué necesitan trabajan con animales, y las fuertes restricciones que cumplen respecto a su trato. Pero además, algunos sugieren abrir sus instalaciones al público y dejarle ver cuál es la realidad de la investigación animal. Otros opinan que no estáis preparad@s para verlo.
Yo he visto un mono encadenado de pies y manos con un electrodo insertado en su cabeza.
Fue en un laboratorio de neurociencia, hace un año y medio.
La imagen es impactante, y la sensación inmediata es de pena hacia el animal. Sin embargo, tras unos segundos ves que su cara no expresa sufrimiento alguno, y que tras el experimento responde con cariño al investigador amigo que ha estado cuidándolo durante varios años.
Yo saqué mis propias conclusiones de la experiencia, pero por lo menos tuve la oportunidad de hacerlo viendo el proceso completo.
Pedí al investigador hacer una foto del mono encadenado. Se negó, porque estaba terminantemente prohibido. Dijo que ante una imagen así se les echaría la gente encima. Repliqué que esa era la realidad, y que mi tratamiento iba a ser objetivo. No hubo manera.
La situación se repitió casi idéntica en un laboratorio diferente hace unos pocos meses.
Muy bien, no hay problema. Yo no explico lo que vi en el laboratorio, pero entonces no os quejéis si a la población sólo le llegan imágenes extremas y distorsionadas. El secretismo es sospechoso, y no os favorece.
Muchos somos los que confiamos en vuestras palabras y estamos convencidos de la necesidad de la investigación animal, pero no nos pidáis que os creamos a ciegas. PETA no lo hace.
Abrir o no de verdad los laboratorios al público es una de las discusiones activas dentro del mundo de la ciencia.
Las jornadas sobre información medioambiental organizadas por el Earthwatch Institute en el Smithsonian Environmental Research Center (SERC) han sido fantásticas, pero la verdad es que 4 días y medio encerrado en una casa del Gran Hermano en medio del bosque discutiendo sobre Cambio Climático te dejan –además de con una acumulación de trabajo enorme- con ganas de dirigir tu curiosidad científica hacia temáticas completamente diferentes.
Pero antes, dejadme contaros dos de los momentos que más reflexión conjunta generaron.
Soy consciente de que prometí ir informándoos de manera contínua y explicar más anécdotas sobre la encerrona. Al final el tiempo se me echó encima, pero si tenéis cuestiones, esta vez prometo participar activamente en los comentarios.
Ya adelanto que finalmente sí corrió el vino pero no hubo aproximaciones que pasaran del flirteo entre los/las habitantes de la casa (qué raritos somos los human@s; porque ganas sí se percibían…)
¿Cómo invertirías mil millones de dólares?
Después de haber discutido en profundidad las implicaciones medioambientales y socioeconómicas del cambio climático, se nos propuso el siguiente ejercicio: “Imaginad que sois las Naciones Unidas, un gobierno, o una ONG, y tenéis mil millones de dólares –suena mucho pero no es tanto- para invertir en una acción concreta e inmediata frente al cambio climático. ¿Por donde empezaríais? ¿en base a qué criterios habéis tomado la decisión? Hablamos desde energías limpias a control demográfico; de intentar mitigar el cambio climático o de priorizar la adaptación a sus inevitables efectos en las regiones más vulnerables; de responsabilidad frente a los países en vías de desarrollo o de interés directo de los ciudadanos que te han votado. Propongo pensar en ello e intercambiar opiniones, pues el esfuerzo de ponderar tu decisión te posiciona frente a la complejidad del problema, y en definitiva esta “hoja de ruta” debería ser el acuerdo a llegar en la próxima Cumbre de Copenhague.
Interpretación arbitraria de estudios científicos
Bert Drake tiene 73 años y está a punto de jubilarse tras pasar los últimos 23 años estudiando aspectos relacionados con el cambio climático y el flujo de CO2 en los ecosistemas.
No está influido por ningún lobby, no tiene intereses económicos, ni presión alguna en publicar trabajos que le den notoriedad. Transpira objetividad en sus opiniones, y representa a la perfección al investigador que lee de manera crítica todos los estudios y saca sus conclusiones a partir de los datos científicos más fiables. Además de un sabio, es encantador.
Nos acompañó por una área al lado del río Rhode donde han instalado una especie de pequeños invernaderos estancos donde monitorean el crecimiento de plantas con 700ppm de CO2 en el aire; una concentración el doble de la actual y a la que se podría llegar en unas décadas si continuamos con el ritmo actual de emisiones. Bert Drake demostró ya hace tiempo que las plantas aumentan su eficiencia en tales condiciones, y crecen más rápido y más anchas. Pero el pasado abril presentaron un estudio más sorprendente: estos niveles elevados de CO2 también estimulan el crecimiento de raíces, la actividad biogénica en el subsuelo, la acumulación de materiales, y contribuye a la elevación del suelo de los pantanos.
El autor principal de la investigación, Patrick Megonigal, aseguró que este efecto podría compensar el futuro aumento del nivel del mar. “Sólo en algunas zonas!”, se apresuró a matizar Patrick, mostrando su disconformidad en que sus resultados y los de Drake hayan sido utilizados por algunas fuentes negacionistas para minimizar la gravedad de los efectos del cambio climático.
Ambos reconocieron que sus estudios añaden un grado de incertidumbre y muestran lo compleja que es la tareas de prever la reacción de los ecosistemas al cambio climático, pero no albergan duda alguna que el el fenómeno es real, sus consecuencias son muy preocupantes, y debemos empezar a hacer algo al respeto de manera inmediata.
Este último aspecto es el que discutimos con Bert Drake ya calentitos dentro de la casa del Gran Hermano. “Yo apuesto por la energía nuclear”, nos dijo al más puro estilo Lovelock. Drake duda de que logremos reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera, pero según él, la manera más efectiva a medio plazo es la energía nuclear. Ya hemos debatido esto en otros posts. En seguida tras sus palabras aparecieron otras: gestión de residuos, costes económicos, proliferación... Drake se encogía de hombros reconociendo que eran aspectos no solucionados, pero pensaba que no eran tan graves. (Pensaba… al final, por fuerza recurrimos a la valoración subjetiva). Es obvio que Drake no tiene ningún interés en defender la energía nuclear, pero he estado con científicos que tampoco lo tienen y aseguran lo contrario. Las incertidumbres reaparecen… y a pesar de ello, cada vez es más urgente tomar decisiones. ¿Cómo lo hacemos? Pues por doloroso que sea, dejando de lado el carácter inconformista de la investigación científica. No podemos esperar más a que la ciencia nos de la respuesta; toca apostar ya. Uno de los momentos más tensos de las jornadas se produjo el último día cuando un científico repitió consabido “el problema es que los políticos no nos escuchan”. “Claro que os escuchan!” repliqué; “pero no necesariamente están obligados a haceros caso. Ni que el cambio climático fuera el principal problema del mundo…”. Algunos científicos andan demasiado ensimismados en sus datos, y parece que vivan en una sociedad utópica donde la razón siempre pueda imponerse. Recordé las palabras a la BBC de Steven Chu (Premio Nobel de física, experto en renovables, y recién secretario de energía estadounidense): "Como alguien muy preocupado por el clima me gustaría ser lo más agresivo posible, pero sé que siéndolo generaríamos demasiada oposición, y eso podría retrasar el proceso varios años”. Esta estrategia no se puede medir en el laboratorio.
La única mejora que sugerí en mi hoja de evaluación de las jornadas del Earthwatch Institute fue que, además de oír a científicos repitiendo los datos de siempre, ahora llegaba el momento de escuchar a gobernantes, empresarios y gestores acostumbrados a saltarse la paralizante incertidumbre y tomar decisiones prácticas. No pueden/deben excusarse más. A ellos les debemos exigir medidas y un acuerdo definitivo sobre el cambio climático el próximo diciembre en Copenhague.
8 concursantes periodistas científicos estamos encerrados durante 5 días en una casa en medio de los bosques del estado de Maryland.
El Earthwatch Institute nos ha llenado las neveras, empezado a mostrar los estudios medioambientales que realizan en este centro de investigación forestal, advertido que no podemos salir de la zona hasta el sábado, y ofrecido una charla introductoria sobre las bases científicas del cambio climático.
Inmediatamente después, el primer turno de cocina ha preparado la cena. A mi me tocará mañana. Pobrecitos. Somos 4 mujeres y 4 hombres, y a pesar de que disponemos de vino y cervezas (¿por qué la coordinadora ha dirigido la mirada hacia mi la cuando recomendaba moderación?), en esta versión científica de la casa del Gran Hermano no se prevén escarceos nocturnos, de momento. Todos se han ido a dormir, menos uno que abre su ordenador y empieza a escribir unas líneas a sus amigos.
No hemos roto el hielo todavía, pero el primer día ya se empiezan a intuir algunas de las personalidades típicas frente al cambio climático. Está el/la activista, convencido/a que las acciones individuales pueden transformar el mundo. Está el “enterado”, que leyó cuatro artículos y de verdad se cree saber más que los propios científicos. El/la “moderad@” sopesa constantemente pros y contras y es quien tiene una visión más realista de este asunto tan complejo, pero si esperamos a que aclare sus dudas la subida del nivel del mar ya se habrá tragado algunas ciudades costeras. Desde luego no hay ningún negacionista, pero sí alguien con cierto deje “conspiracionista” que ve manipulaciones e intereses económicos por todas partes. Para el “observador vivalavida”, estos 5 días prometen ser muy interesantes.
Sobretodo porque esta tarde mismo ya nos han puesto manos a la obra y acompañado al bosque a medir diámetros de árboles. No sólo aquí en montes estadounidenses, sino también en Europa, Brasil, China e India el Earthwatch Institute tiene parcelas de bosques completamente monitoreadas para ir controlando y comparando todos sus parámetros a lo largo del tiempo. Existen muchos más grupos científicos alrededor del mundo midiendo el grosor de árboles a 1.3 metros de altura. El objetivo es conocer el flujo de carbono; entre muchos otros indicadores que les permiten evaluar científicamente los efectos del calentamiento global. Os iré contando a medida que profundicemos en ello.
La charla científica posterior sobre cambio climático... la verdad, muy bien estructurada, pero lo de siempre. La ciencia ya no es lo más trascendente en el asunto del cambio climático. Ya ha expresado por activa y pasiva lo que tenía que decir; ahora son otros los que deben hablar claro y tomar decisiones. No dudamos de la correlación entre aumento antropogénico de gases de efecto invernadero y subida de la temperatura global, acidificación de los océanos por el incremento de CO2, deshielo de glaciares, eventos climáticos más intensos, sequías, aumento del nivel del mar... esto ya está pasando, sabemos que no lo vamos a detener ni que eliminemos de golpe las emisiones de CO2, pero que de las decisiones tomadas en los próximos años dependerá que el futuro sea más o menos halagüeño. Copenhague es clave. Y no es nada fácil.
De los libros, DVD’s, revistas, textos… que han puesto a nuestra disposición, me gustaría compartir un diálogo entre expertos publicado en The Guardian . Una postura proponía que el colapso del sistema era inevitable, casi necesario, pues resulta absurdo imaginar un crecimiento continuo que llegue a todas las personas del planeta. Hemos tocado techo, el cambio climático nos va a pasar factura, y el sistema económico no podrá reestablecerse sin un colapso previo.
Una réplica más positiva defiende que sí estamos a tiempo, pero introduce un factor interesante: cualquier solución que busquemos al cambio climático debe ser compatible con el progreso económico. No podemos poner en riesgo el sistema, porque nuestra calidad de vida no sería mejor a pesar de que el planeta estuviera un poco más frío.
¿quien debería abandonar la casa del Gran Hermano?