Apuntes científicos desde el MIT

Apuntes científicos desde el MIT

Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.

Sobre el autor

Pere Estupinya

. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
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Libros

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En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.

El ladrón de cerebros La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores. El Ladrón de Cerebros

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Easterly vs Sachs: ¿sirve de algo la ayuda al desarrollo?

Por: | 15 de marzo de 2010

¿Qué es más efectivo; repartir gratuitamente redes antimosquitos a los poblados africanos aquejados de malaria, o hacerles pagar un precio mínimo, simbólico, para que las valoren más y terminen utilizando correctamente? (…) ¿Cómo lo puedes averiguar?

Ayer domingo por tarde varios miembros del foro Zorba nos reunimos en club de lectura para debatir el libro “The White Man’s Burden” (la carga del hombre blanco), en el que William Easterly critica agriamente la manera como los países ricos están pretendiendo ayudar a los más pobres. Su queja principal: el dinero se despilfarra y no llega a quien realmente lo necesita. No está solucionando problemas básicos, y nadie asume responsabilidades de lo fatal que se han gestionado billones de dólares en ayuda al desarrollo durante los últimos 60 años. ¿Cómo puede ser que tanto tiempo y dinero después todavía estén muriendo 3.000 niños al día por la picadura de un mosquito? se pregunta Easterly. No es un arrebato simplista de alguien que desconoce las problemáticas intrínsecas de los países africanos. Más bien todo lo contrario; este economista que ha estado toda su vida vinculado a la ayuda al desarrollo, actualmente es profesor de la Universidad de Nueva York, y trabajó durante 16 años en el Banco Mundial antes de que la publicación de su primer libro “The Elusive Quest for Growth” provocara su marcha, más bien acusa a los actuales líderes de ser ellos los que parecen no saberlo.

El principal blanco de sus críticas son los –según él- grandilocuentes y utópicos Objetivos del Milenio impulsados por las Naciones Unidas y dirigidos por Jeffrey Sachs; alguien convencido de que la pobreza extrema en África se puede erradicar con mucho más apoyo económico y una buena estrategia técnica. Sachs y Easterly protagonizan la lucha más encarnizada –instigada más bien por el segundo- sobre cuál es la manera más eficiente de sacar de la pobreza a los más pobres de los pobres (the poorest of the poor). Planners y Searchers: Dos visiones aparentemente antagónicas

De Jeffrey Sachs ya hablamos hace meses tras su visita al MIT. Sachs asegura que en su grupo de más de 300 expertos, los científicos saben muy bien cómo mejorar los nutrientes del suelo, los médicos cómo detener la mortalidad infantil, y los hidrólogos cómo hacer llegar agua potable a las comunidades. Se trata de actuar con contundencia y recursos. Debemos mejorar las técnicas agrícolas y fertilizar suelos, proveer agua potable, dar redes contra la malaria a todos los que estén expuestos, antiretrovirales contra el HIV, escuelas con comida gratita a los niños, desparasitamiento anual, proveer de electricidad a hospitales y escuelas... Muchos países africanos están atrapados en un Poverty Trap (trampa de la pobreza), y lo que necesitan es que les demos un Big Push (gran empujón) para sacarles de esta dinámica y que pueda empezar su desarrollo. “Está en nuestras manos”, dice en su libro El fin de la Pobreza; es el gran reto de nuestra generación. Y tras muchos estudios y esfuerzos, sabemos cómo hacerlo. El plan está diseñado, ahora lo que falta es muchísimo más dinero para poder conseguir los Objetivos del Milenio.

William Easterly viene a decir: ¿más dinero todavía? ¿dónde está todo el que ya os habéis gastado en seis décadas? Ha servido para bien poco. ¿Cómo puede ser que 2.3 billones de dólares después todavía haya niños muriendo porque no reciben medicinas que cuestan 12 céntimos? Si fuera tan fácil, ya lo habríais conseguido. ¿Cuándo aceptaréis que vuestro enfoque tradicional de hombre rico que se empeña en hacer grandes planes y decirle al pobre qué es lo que necesita, no funciona? El poverty trap es una leyenda que lleva repitiéndose desde décadas, y los Big Plans utópicos han hecho más mal que bien. Cuando decís “nuestra”, pecáis de la arrogancia inconsciente del hombre blanco que trata al pobre como si fuera un ingenuo que no sabe qué necesita. Salir de la pobreza está en sus manos, no en las tuyas. Sácate de encima esta actitud de mesías que va a salvar el mundo. No busques expertos técnicos de fuera sino a gente dentro del país. Apóyales a que sean ellos mismos quien se ayuden. No impongas planes ni propongas soluciones en su nombre. Ve y pregúntales qué necesitan. Se constructivo y trabaja con un enfoque de abajo a arriba en lugar de con grandes planes top-down.

La ayuda al desarrollo ha solucionado algún problema específico, pero la pobreza sólo puede atajarse trabajando de abajo a arriba, y reformando poco a poco las estructuras sociales, económicas y políticas locales. Estimula el mercado desde la base, sáltate a los gobiernos cuando detectes la mínima corrupción, trabaja a nivel local, con gente local, y no tengas prisa en eliminar la pobreza de golpe, porque las prisas no han funcionado. Y por favor, asegúrate de que el dinero llegue a quien realmente lo necesita.

Desde luego, hay mucha gente y organizaciones trabajando desde esta perspectiva. Dales más recursos a ellos en lugar de gastarlos en burocracia y gobiernos corruptos.

Sé un Searcher (buscador) en lugar de un Planner (planificador), diferencia Easterly en su libro. Los planificadores conciben la pobreza como un problema técnico que sus expertos son capaces de solucionar. Deciden qué es necesario y lo aplican con una mentalidad occidental deciden qué es necesario. Los buscadores averiguan qué necesita la gente, y les ayudan a que ellos lo implanten. Asumen que no hay un plan que pueda eliminar la pobreza, sino que se debe ir construyendo poco a poco. El no-plan alternativo de Easterly

Aunque te pueda parecer lógica esta visión crítica de William Easterly, y venga apoyada por el innegable hecho de que la fuerte ayuda al desarrollo impulsada desde los años 50 no ha dado los resultados que prometía, su visión también tiene muchas críticas. La principal: hace una caricatura injusta de los Planners y organismos internacionales. Easterly obvia que las cosas han mejorado mucho en los últimos años, los profesionales están mucho mejor capacitados e informados de lo que él deja entrever, y la ayuda al desarrollo cada vez es más eficiente y está evaluada. Sachs argumenta que en realidad no hay debate porque… está haciendo justamente todo lo que Easterly solicita! Además, Easterly habla de cambiar el enfoque y de que los Objetivos del Milenio no sirven para nada, pero no ofrece alternativas. Él mismo reconoce que ese no es su objetivo.

Abstracto, lo se. Si quieres atajar un problema de salud ¿te traes a médicos y tecnología del exterior que salve más vidas en primera instancia, o sigues un proceso más lento que involucre a la gente local desde el principio y sea más eficiente a largo plazo? Si un gobierno es corrupto ¿continuamos trabajando con él o buscamos la manera de saltárnoslo? Si quiero mejorar la producción agrícola ¿traigo expertos y tecnología de fuera o ayudo a que los locales se desarrollen? Si necesitan redes antimosquitos ¿cojo a voluntarios que las repartan gratis, o les hago a ellos partícipes del proceso de distribución y venta? Planteado en términos generales, quizás un Planner se sentirá más inclinado a lo primero y un Searcher a lo segundo, pero la realidad es que a la práctica estas categorías se diluyen y la situación concreta que afrontes marcará cuál es la mejor actuación a seguir. Y aquí es donde puedo sigilosamente colar algo de ciencia que justifique este post.

En el prólogo de su libro Easterly argumenta que regalar redes antimosquitos no es eficiente, porque quien la recibe gratis no le da valor y las termina utilizando para otros fines. En cambio, si las incorporas a su sistema como si fuera otro bien, las subvencionas para que sean muy baratas, y haces que paguen una cantidad módica, conseguirás implantar de verdad su uso. Éste es un punto clave que se podría aplicar a más aspectos, y en el que la posición de Planners y Searchers podría diferir.

Pero, ¿Cómo sabemos quien tiene razón? Lo que dice Easterly parece lógico, pero también podríamos argumentar que ese desinterés por lo gratuito es algo bastante occidental. Buscar respuestas en la ciencia

Hay gente que se aleja a consciencia de las ideas predeterminadas, y tiene otras herramientas para testar hipótesis: los científicos. También en este blog conocimos a Esther Duflo, economista del Poverty Action Lab del MIT, y pionera en el desarrollo de estudios randomizados que ayuden a guiar las medidas contra la pobreza. Se trata de emular a los estudios clínicos y poner a prueba qué medidas son más efectivas. Coges varias escuelas y a unos alumnos les das libros, a otros desayuno, a otros les desparasitas… les sigues durante un año y ves qué medida a sido más eficiente.

Al grano. Uno de los estudios que hizo el J-PAL comparó dos tipos de intervenciones : dar las redes gratuitas, y hacer pagar un mínimo. Tuvo todos los otros condicionantes bajo control, y observó la evolución de las medidas en diferentes aspectos. En el fondo, el planteamiento es parecido a comparar diversos tratamientos para ver cuál es más eficiente frente a una enfermedad. En el estudio de las redes antimosquitos, no se encontró diferencias en el uso por parte de quienes las habían recibido gratis y los que habían pagado precios bajos. Ambos las utilizaban de maneras parecidas. En cambio, por muy ínfimo que fuera el coste, hacía que menos gente las adquiriera. Esto era consistente con algunas teorías psicoeconómicas explicando que por irrisorio que sea el precio, hay una diferencia enorme entre gratis y casi-gratis. En definitiva, la conclusión final del estudio fue que distribuir redes gratuitamente podía salvar más vidas que hacerlas pagar.

Sería arrogante pretender que, simplemente por tratarse de la aproximación más científica, es lo único que debemos considerar. Es sólo una información más. Estos estudios tienen detractores quejándose de sus altos costes, de si resultan éticos, y de si sus resultados son realmente extrapolables. Pero los randomized trials aplicados a pobreza están en pleno auge. Prometen ser una herramienta tremendamente útil para conocer mejor las problemáticas del mundo en desarrollo, y seguir intervenciones más efectivas para quizás lograr que esta sea realmente la primera generación que erradique la pobreza extrema. Imposible no es.

Patentes para o contra la salud

Por: | 10 de marzo de 2010

Imagina que vas al médico y le dices:

“Mira, que mi madre y mi abuela sufrieron cáncer de mama, y una amiga me ha dicho que debería mirar si tengo mutados los genes BRCA1 y BRCA 2, que se ve están relacionados con éste y otros cánceres... Es eso cierto?”

Doctor: “sí, sí, sería muy conveniente hacerte las pruebas… pero el test cuesta 3500 dólares”

Tu: “¿tanto? Por qué es tan caro?”

Doctor: “Porque estos genes están patentados desde 1995, y los análisis sólo puede hacerlos una compañía al precio que ellos dicton.”

Esto ocurre en EEUU La compañía se llama Myriad Genetics, fue fundada por los investigadores de la Universidad de Utah que descubrieron las mutaciones BRCA 1 y 2 en 1993, y en estos momentos se enfrenta a una demanda judicial impulsada por dos organizaciones de lucha por los derechos civiles: ACLU,y la Public Patent Foundation (PUBPAT). Los abogados de ambas organizaciones argumentan que los genes humanos no son algo que pueda ser patentado, y si se hizo en su momento fue porque la legislación todavía no estaba desarrollada. Pero esto debe ser rectificado de inmediato por el bien de la población.

La demanda fue presentada “en nombre de investigadores, consejeros genéticos, pacientes, grupos de soporte al cáncer de mama, y asociaciones científicas representando a 150.000 genetistas, médicos y profesionales de la salud”. Si el juez les da la razón, puede sentar un importante precedente que afectaría a las miles de patentes genéticas aprobadas por la U.S. Patent and Trademark Office (PTO), y que dan derecho a sus titulares a impedir que alguien investigue o haga tests con “su” gen específico.

¿Qué os sugiere esta situación? Antes de responder en términos de protección de propiedad intelectual, tngamos en cuenta que no estamos hablando de un videojuego o una obra musical, sino de hacer negocio con una información que puede salvar vidas. ¿Deberían limitarse los derechos de aquellas compañías que han invertido capital privado para encontrar genes asociados a enfermedades?

Sé lo que estáis pensando: En otros lugares del mundo hay problemas de acceso a medicamentos básicos muchísimo más dramáticos que éste. Pues vayamos a ellos. Alejémonos del caprichoso mundo desarrollado y adentrémonos en el espinoso asunto de las patentes en la industria farmacéutica.

Inconvenientes de las Patentes Farmacéuticas

Éste es el territorio de Judit Rius, abogada de la organización no gubernamental Knowledge Ecology International (KEI) y profesora adjunta en la Facultad de Derecho de la Georgetown University.

Quedamos para que me explicara las 3 semanas que pasó como voluntaria en hospitales de Santo Domingo ayudando en el drama de Haití, pero terminamos hablando del tema que es experta y por el que ha viajado por medio mundo: buscar alternativas al sistema de patentes que compensen a la industria farmacéutica, pero resulten más justas con la sociedad.

Se trata de promover la innovación médica en áreas de salud prioritarias y garantizar el acceso a los más necesitados. Y para ello, la propiedad intelectual y los derechos exclusivos deben dejar de ser el único mecanismo que incentiva a una empresa a invertir en investigación.

¿Cuál es el problema fundamental que pervierte la innovación en el desarrollo de nuevos medicamentos? Uno tan claro como éste: El coste de la investigación se recupera con el precio final en las ventas.

Te puede parecer obvio que así sea, pero olvídate del músico que gana su jornal vendiendo CDs. La responsabilidad social de la industria farmacéutica es diferente. Y la manera en que está organizado el sistema de patentes actual conlleva una serie de consecuencias negativas:

a) Enfermedades olvidadas: No hay incentivos económicos suficientes para investigar en enfermedades que afectan desproporcionadamente a países en desarrollo sin capacidad de pagar precios altos por los medicamentos. Ejemplos: herramientas de diagnostico para la tuberculosis, o tratamientos para la enfermedad del chagas.

b) Las farmacéuticas gastan mucho más dinero en marketing y promoción que en I+D. En EEUU, hasta el doble según este estudio reciente.

c) Existe mayor interés económico en retocar fórmulas y patentar productos secundarios sin mejora terapéutica importante, en lugar de fármacos que afectan a pocos individuos, o a países pobres, y requieran altos costes de innovación.

d) Muchos medicamentos se comercializan a precios demasiado altos para ser asequibles a pacientes y gobiernos, incluso del primer mundo.

e) Enfermos de Sida en países en desarrollo no pueden acceder a medicamentos más efectivos de segunda y tercera generación porque las patentes bloquean la producción de genéricos.

En fin, si otorgamos derechos exclusivos a las compañías farmacéuticas para recuperar los costes de la innovación, su comportamiento en el mercado tiende a ser monopolista, imponiendo barreras a la competencia para retardar la entrada de productos genéricos en el mercado. En Europa, la Comisión Europea se ha percatado del problema y el funcionamiento del sector farmacéutico con el objetivo de “averiguar por qué las farmacéuticas no fabrican medicamentos innovadores y por qué no aparecen genéricos alternativos más baratos".

No perdamos la perspectiva: Los beneficios que la farmacología moderna ha aportado a las sociedades desarrolladas son inconmensurables. No albergamos duda alguna sobre ello. El reto actual es que ocurra lo mismo en los países en desarrollo.

Pero para conseguirlo, no puede ser gestionada como cualquier otra actividad económica cuyo objetivo es maximizar beneficios, ni regirse sólo por leyes proteccionistas de incentivo a la innovación. Debe contemplar otros valores.

Tampoco somos ingenuos. El sector privado es de lejos más eficiente que el público. Y si no hay beneficios a la vista, tampoco hay investigación previa. Los incentivos económicos son imprescindibles. La cuestión es: ¿de dónde vienen? Si proceden sólo del precio de ventas, la misión de “garantizar el acceso e innovar en medicamentos para quienes más lo necesitan” se pervierte a favor del “para quienes más puedan pagarlo”.

Myriad Genetics debe ser compensada por su contribución al hallazgo de los genes BRCA1 y BRCA 2. Pero sin pasarse, y no necesariamente otorgándole un monopolio.

El punto clave según Judit Rius y muchos otros especialistas es contundente: desvincular los costos de la innovación al precio final de mercado. Y para ello, debe haber una alternativa al sistema de patentes como mecanismo para promover la innovación.

Atención: no estamos hablando de eliminar las patentes por completo. Las farmacéuticas pueden continuar patentando crecepelos o sobrecitos contra los síntomas del resfriado y hacer su negocio, faltaría más. Pero en asuntos importantes de salud pública a escala global, se necesita otro modelo.

Premios en lugar de Patentes

Hay varios modelos en discusión. El concreto en que trabaja Judit con el think tank K es el de Premios en lugar de Patentes.

La idea es sustituir el monopolio de las patentes por un sistema de premios o recompensa a la i+D que, sin perjudicar la economía de las farmacéuticas, dirija la investigación hacia donde más se necesite y cambie la distribución de presupuestos entre marketing/investigación. Por ejemplo: crear fondos dirigidos a innovar en una problemática concreta y premiar a la industria que lo consiga. Luego el conocimiento se hace público, varias empresas producen genéricos, y los precios bajan. Nadie dice que sea fácil, pero lo que sí está claro es que el sistema actual de protección basado en patentes no incita a este fin. Debe ser revisado.

Es un cambio de paradigma importante en un país como EEUU donde la salud es vista como una oportunidad de negocio y el precio de los fármacos es pagado por los que tienen la mala suerte de necesitarlos.A escala global ocurre algo parecido. En definitiva, se trata de repartir la suerte si realmente creemos que eso es lo más ético.

Priones en tu cerebro

Por: | 04 de marzo de 2010

Esto sí es avanzarse a las noticias y acercarnos las ideas científicas que se está cociendo en los principales laboratorios del mundo:

Recordareis los priones como unas extrañas proteínas con propiedades infecciosas que causaban la enfermedad de las vacas locas. Nosotros ya los habíamos olvidado, pero los investigadores no.

Miquel Bosch, nuestro neurocientífico del Massachusetts Institute of Technology (MIT), nos explica que los priones podrían tener un papel muchísimo más relevante y completamente inesperado en el funcionamiento interno del cerebro. Escuchemos a Miquel:

LA REVOLUCIÓN DE LOS PRIONES, por Miquel Bosch ¿Qué pasaría si os dijera que lo más profundo de vuestra mente está, en realidad, hecho de priones? Pero, bueno -me contestaríais algunos/as-, los priones… ¿no eran los causantes del mal de las vacas locas y su equivalente humano, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob? ¿No eran esos agentes infecciosos formados únicamente por proteína, sin material genético, ni ADN, ni ARN? Efectivamente –añadiría yo-, pero puede que sean mucho más que eso. Puede que sean sólo la punta del iceberg de un nuevo mecanismo molecular que revolucionará la biología de arriba a abajo. Podrían llegar a explicar la causa de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson y podrían darnos algunas pistas para su curación. Y no sólo eso. Una provocativa hipótesis sugiere que podrían ser una parte esencial de lo más íntimo de nosotros mismos: nuestros recuerdos. Vayamos por partes.

Prionoides y enfermedades neurodegenerativas Stanley Prusiner resolvió en los años 80 uno de los misterios más inquietantes de la historia de la medicina, y lo hizo con una sorprendente hipótesis: la existencia de los priones.

El kuru era una enfermedad que se transmitía entre los miembros de una tribu indígena de Nueva Guinea siguiendo el mismo patrón que una infección. Daniel Gajdusek había descubierto que los contagios tenían lugar durante los rituales caníbales en los que mujeres y niños se comían los cerebros de los fallecidos. Pero no había manera de detectar ningún virus, ni bacteria, ni bicho alguno que explicase el contagio. ¿Qué era entonces lo que se propagaba y causaba la infección? Prusiner aplicó la máxima que Sherlock Holmes usaba en la resolución de sus casos: “Cuando se han eliminado todas las opciones, la que queda, por improbable que parezca, tiene que ser la cierta”. Y lo que quedaba eran simplemente proteínas.

Entonces ¿cómo puede una estructura proteica duplicarse, infectar y perpetuarse en el tiempo? Imaginaos un cajón donde guardáis todos vuestros calcetines limpios y bien dobladitos. Una noche os despistáis y metéis un par de calcetines sucios y mal doblados en ese cajón…y a la mañana siguiente aparecen todos los calcetines mal doblados y entrelazados en una maraña espesa.

Así es como actúan los priones. Los priones son cadenas de aminoácidos que pueden plegarse en dos conformaciones diferentes: la buena, que suele ser soluble, y que le proporciona a la proteína su función (como catalizador, como ladrillo estructural, la que sea); y la mala, que suele ser insoluble, pegajosa y con tendencia a agregarse con ella misma. Lo peor de la forma mal plegada es que posee la fastidiosa habilidad de reclutar a las formas bien plegadas, convertirlas a la forma aberrante y apilarlas en conglomerados que van creciendo con el tiempo. La rotura de estos agregados sería el equivalente genético de la replicación del ADN, puesto que cada pedazo se convierte en una semilla para el crecimiento de otro agregado.

Algunos científicos están proponiendo que este mecanismo no es exclusivo de las enfermedades priónicas (cuya incidencia es muy baja: un caso por año por millón de habitantes) sino que podría ser un mecanismo biológico más general que explicaría algunas patologías neurodegenerativas mucho más frecuentes. Enfermedades como las de Alzheimer, Parkinson o Huntington tienen en común la aparición de agregados proteicos dentro o fuera de las neuronas.

No se sabe si son la causa o la consecuencia de la muerte neuronal, pero se empieza a sospechar que estos agregados pueden expandirse por el cerebro siguiendo el mismo mecanismo que los priones, es decir, pervirtiendo y secuestrando las proteínas en agregados auto-perpetuantes. Ojo, esto no significa que estas enfermedades se transmitan entre personas, ni mucho menos. Pero cada vez hay más evidencias de que, en el caso del Parkinson, estos agregados pueden saltar de una célula a otra, expandiendo lentamente la “infección” por todo el cerebro. Por este motivo, estas proteínas empiezan a ser conocidas como prionoides.

Lejos de asustar al personal, si esta nueva perspectiva se confirma nos abrirá todo un abanico de posibilidades terapéuticas nuevas con las que atacar estas patologías. Se podría intentar frenar tanto la formación, como la rotura o el transporte de estos agregados, confinando así la expansión del daño neuronal y retrasando la evolución de la enfermedad.

La memoria priónica del caracol de mar

Pero la revolución de los priones no acaba ahí. Eric Kandel formuló en 2003 una teoría aún mucho más radical. La idea, ya propuesta unos años antes, es tan sugerente y surrealista que, de ser cierta, supondrá un punto de inflexión en la manera como entendemos los principios básicos que rigen nuestra mente. El problema es que hasta ahora ningún otro laboratorio que no sea el del propio Kandel ha publicado datos que la apoyen. Aún así, no puedo evitar contárosla, aunque todavía diste mucho de ser demostrada.

Kandel recibió el premio Nobel en 2000 por sus trabajos pioneros sobre los mecanismos moleculares de la memoria. Y lo hizo investigando un animal que, a pesar de su simplicidad, goza de una buena memoria: el caracol de mar Aplysia californica. Gracias a él y a otros investigadores sabemos que los recuerdos se graban mediante los cambios moleculares que tienen lugar en las conexiones sinápticas entre neuronas. Pero una de las incógnitas aún no resueltas es entender cómo se conservan estos cambios durante meses y años cuando, en realidad, las proteínas que componen las sinapsis se reciclan cada pocos segundos o minutos.

Para contestar esa pregunta decidieron investigar una proteína llamada CPEB, conocida por su capacidad de regular la síntesis de nuevas proteínas. Enseguida, su postdoc Kausik Si se dio cuenta que esta proteína poseía una región con una estructura anómala. Solo conocía otra clase de proteínas con el mismo tipo de anomalía: los priones. Y de ahí surgió la idea: ¿podría ser que esta proteína actuara como un prión, y la conformación pegajosa fuese en realidad la que conserva la información? Una vez potenciada una sinapsis, CPEB se convertiría a la forma priónica, y ésta se auto-perpetuaría en el tiempo gracias a su capacidad de contagiar esta conformación a las formas “sanas” y secuestrarlas en un agregado. Este agregado, lejos de ser nocivo, sería el responsable de aumentar la tasa de síntesis proteica y de “recordar” durante años que esa sinapsis había sido potenciada. En 2003, Kandel y Si demostraron que, efectivamente, esta proteína posee propiedades de prión, pero lo hicieron en células de levadura. Quedaba por demostrar que algo parecido pasaba en células neuronales y que eso realmente contribuía a almacenar información. Kandel habló entusiasmado de esta teoría en el último Congreso de Neurociencias de 2009 en Chicago. Pero no había publicado nada nuevo al respecto desde 2003. Asistí más tarde a una conferencia de Susan Lindquist, experta en plegamiento de proteínas del MIT y coautora del trabajo de 2003, pero no mencionó nada sobre esta teoría. Mal vamos –pensé-, nadie se la cree, ni sus mismos codescubridores. Ya la daba por muerta hasta que el mes pasado apareció un artículo de Si y Kandel en la revista Cell, aportando pruebas del mecanismo priónico de CPEB en neuronas de Aplysia. Demuestran que si se interfiere en la formación de los agregados, las neuronas del caracol tienen serios problemas para almacenar recuerdos.

Es realmente un gran paso adelante. Ahora queda por ver si lo mismo que pasa en el caracol marino ocurre también en el cerebro humano. ¿No sería un hallazgo asombroso que los priones, considerados hasta ahora como maléficos portadores de infecciones, sean en realidad los portadores de nuestros recuerdos, y por tanto, de nuestro propio yo? Lo apasionante de la ciencia es precisamente esto: cuando creías que lo entendías todo, aparece alguien y le da la vuelta a tus creencias más fundamentales como a un calcetín.

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PD. Por cierto, a todos aquellos que estéis cerca de Madrid este sábado 6 de Marzo y que penséis que España debería apostar seriamente por la ciencia y el desarrollo tecnológico como futuro motor económico y como principio ideológico, os animo a que os paséis por la Plaza Colón a las 12:00 y os suméis a la manifestación que ha sido convocada por varias asociaciones de investigadores españoles bajo el lema “Investigar es invertir en futuro”.

Miquel Bosch
Picower Institute, MIT

La Sinfonía de la Ciencia *Updated*

Por: | 01 de marzo de 2010

(Actualizado a 2 de marzo)

En realidad colgar este video es una prueba para comprobar si debo seguir las lecciones de Malcolm Gladwell en su “Inteligencia Intuitiva”, o seguir los consejos que el experto en behavioral economics Dan Ariely esgrime en “Las trampas del deseo

Se admiten conjeturas, pero dentro de 24-36 horas explicaré en este mismo post a qué me refiero con tal divagación.

Mientras tanto, disfrutad de este fabuloso video, comentadlo, y enviádselo a aquellos/as que logren emocionarse con la poesía de la realidad.

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2 de marzo (día y medio después). Aclarando la digresión:

Intuición vs Racionalización

El domingo a media tarde recibí el video y me encantó. De verdad; quien me lo envió hizo el favor de no aumentar mis expectativas diciendo que era maravilloso, y el impacto fue todavía mayor. Casi me emocioné al escuchar algunas frases.

Mi reacción inmediata fue compartirlo enseguida en el blog. Pero entonces pensé: ya ves… quizás no hay para tanto. Seguro que muchos ya lo habrán visto, éste no es el estilo del blog, no tengo ningún mensaje propio que añadir, rompe un poco la línea, siempre que se me va un poco la pinza alguien protesta, tenía pensado otros temas… Casi mejor lo twitteo, lo cuelgo en facebook, y suficiente.

Era un ejemplo clarísimo de dilema frente a la toma de decisiones: ¿hago caso de mi primera intuición, o de el posterior análisis más “racional”?

Opté por lo segundo. Pero camino al cine (no os perdáis Shutter Island), continuaba dándole vueltas a si debía haber seguido mis instintos.

Pensé en Malcolm Gladwell y su “Blink: por qué sabemos la verdad en dos segundos”. Gladwell es quien mejor ha popularizado el concepto de que debemos atender mucho más a las intuiciones dictadas por nuestro cerebro. El subconsciente no emite juicios rápidos al tuntún, sino basados en todas las experiencias y conocimientos que ha ido acumulando durante su aprendizaje, y percepciones subliminales que a tu consciente le pueden pasar por alto. No dejes que razonamientos posteriores te líen y bloqueen. Son menos importantes. Si tienes una intuición clara sobre un campo que dominas, síguela!

Pero luego recordé los estudios en economía conductual del psicólogo Dan Ariely y el libro “Predictably irrational” . En él explica los engaños sistemáticos que sufre nuestro cerebro a la hora de tomar decisiones. La tesis principal es que somos seres irracionales con tendencia a repetir una serie de errores cuando actuamos “sin pensar” guiados por engaños de nuestra percepción. Si somos capaces de reconocer estas artimañas de un cerebro no diseñado para pensar en el futuro y corregirlas, nos equivocaremos menos veces.

Hay muchos efectos perniciosos, pero justo uno de estos efectos es la valoración desmesurada de algo que te ha gustado. En un estudio con gente acudiendo en busca de pareja a un encuentro de citas rápidas, cuando luego pasaban un test para valorar a los recién presentados, solían predecir muy positivamente los aspectos desconocidos de los candidatos que les habían gustado. Aparte de reforzar la idea que no deberías casarte enamorado/a, quizás este efecto estaba detrás de mi enamoramiento del video.

De alguna forma, ambas posiciones parecían contradecirse. ¿debería haber seguido el consejo de Gladwell y hacer caso de toda la sabiduría acumulada en mi inconsciente y que se manifestaba en forma de intuiciones? ¿o confiar en Ariely y contemplar que mi percepción podría estar engañándome?

Había un término medio, y menos discordancia de la imaginada. La clave es tener en cuenta si eres un experto o no en el campo de la decisión que vas a tomar. Si pudiéramos extraer una regla sería: “Si tienes mucha experiencia, sigue tu instinto. Si no, dale algunas vueltas antes de precipitarte”.

Conclusión: llegué a casa por la noche -tras darle la paliza a mi acompañante que espero no quedara asustada- decidido a poner a prueba si yo tenía mucho o poco conocimiento sobre mi propio blog.

Sigo sin tener respuesta a ninguna de mis inquietudes (¿será por lo que dice Feynman en la canción que resulta más interesante tener interrogantes abiertos?). Sobre todo, recordando que Dan Ariely también habla de errores de precipitación en expertos con acceso a excelente información, pero que se dejan llevar por pánicos en mercados bursátiles, rumores… todo ello estudiado en detalle desde la perspectiva de las finanzas conductuales.

Diría, que en el caso concreto del video debería haber seguido a Gladwell y colgarlo sin tanta divagación. Pero como norma general… salvo en situaciones de supervivencia y reproducción, casi me inclino más a dejar reposar los juicios rápidos. Será que falta todavía mucho que aprender –por suerte- de la poesía de la realidad...

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