Aquí estamos Venter y yo a finales del 2007 en Harvard tras la presentación de su libro:
- “Oye Craig, ¿eso que dijiste antes de crear vida artificial iba en serio o era un farol?”
- “Tu espera un par de años y verás…”
- "No lo entiendo... ¡¡¡pues si yo soy un genio!!!"
Quizá a estas alturas ya habréis oído de todo sobre la célula con ADN sintético creada por Craig Venter. Pero es cierto; no podíamos dejar de comentar este hito –porque sí lo es- en el blog. Revisemos los aspectos principales, y compartamos impresiones.
La noticia
Craig Venter secuenció primero el genoma de una bacteria muy simple, luego sintetizó en el laboratorio una copia haciendo pequeños cambios, introdujo este ADN sintético en otra bacteria de características ligeramente diferentes, y logró que el nuevo ADN se adueñara de su maquinaria celular y empezara a dividirse convirtiéndose en el primer ser vivo cuyo material genético completo ha sido creado artificialmente. (O “cuyo padre es un ordenador”, como el propio Venter dijo en rueda de prensa)
¿Es un logro tan espectacular?
¡Desde luego! Me desconciertan algunos científicos diciendo que el impacto mediático está sobredimensionado y es fruto de un marketing eficaz. Enseguida les daremos la razón en que no es una sorpresa y algunos aspectos se han exagerado; pero si esta noticia científica no merece estar en primera página, que me digan cual sí.
¿Se puede considerar vida artificial?
Eso, a la larga, no lo decidimos ni tu ni yo sino el consenso de la comunidad científica. Y la mayoría de compañeros de Venter en el campo de la biología sintética dicen que no es suficiente con sintetizar un cromosoma entero e introducirlo en una célula que mantiene todo su engranaje. Será vida artificial cuando alguien consiga diseñar de novo más elementos, y a poder ser cualitativamente diferentes de lo que ya existe en la naturaleza. La bacteria con ADN de Venter quedará registrada en los libros de historia como un paso intermedio valiosísimo hacia la vida artificial, o sintética, que algún día llegará.
¿Es revolucionario?
No. Revolucionario es cuando te cuentan algo inesperado, y que rompe con toda una línea de pensamiento. Como descubrir que el Universo se expande de manera acelerada o que –más recientemente y a menor escala- todavía tengamos ADN de neandertal en nuestro genoma. El hito de Venter es la consecución de algo dificilísimo de hacer, pero que los científicos sabían que era factible y el propio Venter llevaba anunciado desde hace tiempo. Tras escucharlo hablar en Harvard en 2007 escribí textualmente en el blog: “Su idea es conceptualmente sencilla: primero identificar el número mínimo de genes que un microorganismo necesita para sobrevivir. Luego sintetizar base a base este genoma e introducirlo en una célula hospedadora. Entonces el material genético empezará a generar proteínas, y poco a poco transformará esa célula en una nueva criatura.
Por si sólo esto ya sería –será- uno de los hitos científicos más trascendentes de la historia de la biología”.
Por eso me hace gracia tanta reacción política y premura en pedir informes y exigir regulación. Porque los científicos ya llevaban esperándolo desde hace tiempo, y por otro aspecto.
¿Tendrá un gran impacto a nivel práctico?
Lo tendrá y mucho, pero no a medio plazo. Éste es uno de los hechos más controvertidos y por el que se acusa a Venter de buscar popularidad (yo lo percibo más como alguien con espíritu pionero). En la práctica, la bacteria que ha “creado” Venter podría haber sido “creada” mucho más fácilmente con ingeniería genética convencional. Y esto continuará siendo así durante muchísimo tiempo. Lo novedoso es el método, no el resultado final. Sintetizar un ADN enterito y conseguir que sea viable en una célula hospedadora es ser un genio, una demostración de poder técnico, pero queda lejos que esta aproximación de Venter sea más eficiente que otras estrategias en biología sintética. Es como lograr por primera ver el éxito de codificar información cuánticamente en una partícula subatómica, y ver lo que te falta para construir un ordenador cuántico más potente que uno convencional.
Patentes y propiedad intelectual
En este blog criticamos las patentes genéticas cuando una compañía descubre un gen humano de importancia biomédica y bloquea los tests predictivos o la investigación. Pero este caso es diferente, y se podría asemejar más al diseño de alimentos transgénicos. Es realmente biotecnología, y parece más difícil de justificar que una empresa privada no pueda reservarse derechos sobre su invención. De esta bacteria concreta presentada por Venter no se le dará la patente porque es una copia; pero si algún día logra diseñar genes nuevos que otorguen funciones nuevas –objetivo de la biología sintética-, y crear un organismo realmente original que sea más eficiente produciendo biocombustibles o sintetizando fármacos, evidentemente sí será patentable.
Es peliagudo, y quizá lo ideal sería que los gobiernos –interfiriendo lo menos posible- siempre pudieran guardarse la última palabra y establecer un “hasta aquí hemos llegado” pensando en el bienestar de la población.
¿Hay motivos éticos y preocupaciones de seguridad a considerar?
¡Claro que sí! No por el avance de Venter, que como ya hemos dicho no es más peligroso que otras herramientas de biotecnología. Ni por el cansino “jugar a ser Dios”. Sino por la constatación del vertiginoso avance y enormes riesgos potenciales de una tecnología que podría escapar de nuestro control. No se trata de ser conspirativos ni catastrofistas, pero sí exigir cautela y reflexión sociológica. La publicación de pensamiento liberalista –y esta vez simplista- “The Economist” defendía la obertura y la autorregulación interna de los propios científicos porque así “si aparece un problema enseguida se podrá encontrar una solución. Y si un patógeno puede diseñarse en un ordenador también podrá lograrse una vacuna”. Algunos no estamos de acuerdo. El grado de libertad que se le debe dar a una ciencia cada vez más poderosa es una de las discusiones más profundas e interesantes que pueden emerger del socialmente impactante avance presentado por Venter.