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Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.
Pere Estupinya. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
Sígueme en Facebook o a través de mi web pereestupinya.com.
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En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.
La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores.
El Ladrón de Cerebros
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Combinemos el listado de Science con los 10 principales avances científicos del año, la selección de Nature sobre lo más relevante ocurrido en el mundo de la ciencia, y nuestra propia percepción acumulada entre las líneas de este blog, para hacer un repaso científico del 2010. Anticipo: ya sé que os motivan más la neurociencia, cosmología, debates medioambientales, o las curiosidades sobre la conducta humana; pero si nos toca valorar qué disciplina se encuentra en su momento más álgido, ésta es la genética.
Física y Universo: No cayó ninguno de los grandes interrogantes
2010 fue un buen año para la física. Science consideró descubrimiento más importante del año la creación en marzo de la primera máquina que se comporta siguiendo las leyes de la cuántica. Los favoritos en las apuestas eran el genoma del Neandertal y la célula sintética de Venter, pero por su valor conceptual y aplicaciones futuras, esta diminuta lámina de aluminio enfriada casi al cero absoluto que puede estar quieta y en movimiento a la vez se llevó de manera inesperada el principal reconocimiento. Curiosamente, el Instituto de Física británico relegó este artilugio a la tercera posición, priorizando que el CERN lograra atrapar físicamente 38 átomos de antihidrógeno, y que por primera vez se haya podido medir la composición de la atmósfera de un exoplaneta. Son tres avances técnicos muy importantes, que quizás nos lleven a ordenadores cuánticos, comprender la antimateria, y detectar signos de vida fuera de la Tierra. Pero todavía son estadios intermedios. En 2010 no nos llegó aún el bosón de Higgs, ni partículas de materia oscura, ni dimensiones ocultas, ni alguno de esos interrogantes que tanto ansiamos responder. Continuamos expectantes ante tales misterios.
En este blog, por ejemplo, Alan Guth desde el MIT nos justificó que las matemáticas serían quienes nos mostrarían el origen del Universo.
Y visitamos la NASA para aprender a distinguir los agujeros negros supermasivos de los pequeñitos, y sorprendernos de que los astrofísicos no sepan todavía porqué estalla una supernova.
Neurociencia: Técnicas prometedoras
Algo parecido ocurre con el estudio del cerebro. Science no incluye ningún avance neurocientífico en su lista, y Nature sólo menciona los progresos de esa nueva tecnología capaz de activar y desactivar neuronas específicas con luz azul llamada optogenética, y de que tanto hemos hablado en este blog. Consultados nuestros neurocientíficos Miquel y Vicky, confiesan que “nada ha sido la bomba”. Quizás los primeros resultados positivos de fármacos para el autismo, y eso sí, el desarrollo de nuevas tecnologías como la ya citada optogenética, nuevos sensores de calcio, virus que infectan circuitos neuronales específicos, o prometedoras técnicas invasivas para estudiar cerebros de rata y ratón in vivo.
Ritmo lento… pero constante. En Colombia nos encontramos al gran neurocientífico Rodolfo Llinàs quien nos dijo que “ya olía sangre” en desentrañar las bases fisiológicas de la conciencia. Y descubrimos que descodificar las señales eléctricas de nuestro cerebro para mover objetos con la mente, ha pasado de la ciencia ficción a los catálogos de regalos en aviones.
Cambio Climático: Año de transición; la ONU al borde del colapso
Científicamente, nada ha cambiado respecto al cambio climático. Políticamente, no sabemos. El año empezó con malos augurios tras el fracaso de Copenhague, los errores del IPCC, y el escándalo de los correos hackeados. Se empezó a dudar muy en serio del modelo multilateral de la ONU, y se pronosticaba que Cancún iba a ser una nueva decepción que forzaría un cambio en la manera de afrontar políticamente el problema. Al final, en Cancún no se produjo un acuerdo vinculante, pero sí se llegó a un pacto que –con mucha prudencia- recobra la esperanza en que se avance en buena dirección.
Mientras se buscan maneras de mitigar el cambio climático, Daniel nos ha ido contando desde su sección proyectos específicos en Belice, los Andes, Bequia o Dominica, para adaptarse a unos cambios en el clima que sus habitantes no han provocado.
Recortes en la ciencia española
Tras varios años de línea ascendente, la crisis hizo que en 2010 la ciencia española viviera un fuerte descenso presupuestario. Y ya hay anunciado un recorte del 7% para 2011. Los ánimos de la comunicad científica española están muy mermados; especialmente el de los jóvenes. No es sólo la contratación lo que está en peligro, sino el plan básico de que el conocimiento pueda generar riqueza a la sociedad. Sin duda la ciencia española necesita reajustes internos, pero no hay la sensación de que se estén haciendo de manera selectiva. Ni Alemania ni EEUU han recortado sus presupuestos en CyT frente a la crisis. España sí, en una decisión que representa una de las temáticas científicas del año.
Genética: Genoma de Neandertal, ADN sintético, y más
Difícil escoger. Craig Venter se excedió anunciando su célula con ADN sintético como creación de vida artificial, pero sin duda será uno de los hitos científicos que quedará inscrito en los libros de texto. El otro, la secuenciación del genoma del Neandertal, mostrando que los europeos llevamos entre un 2-4% de genes neandertales en nuestro ADN.
Y no aparece en ninguna lista porque se publicó el pasado jueves; pero el análisis genético que estableció a los Denisovanos como un nuevo tipo de homínido que coexistió con Neandertales y Sapiens, llegando también a cruzarse con ambos, debe ser considerada una de las noticias científicas del año. Además, simboliza perfectamente esta explosión de las nuevas técnicas de secuenciación genética aparecidas en 2006. Sin ellas, no se habría logrado el genoma del Neandertal ni estudiado el de los Denisovanos. Por eso la revista Science incluye en su listado a la genómica de nueva generación. Y todavía deja espacio para mencionar el descubrimiento de genes asociados a enfermedades raras.
Un año muy activo en el campo de la genética, pero que también ha presentado dudas respecto las aplicaciones en medicina. Cuando en junio de celebró el décimo aniversario de la secuenciación del genoma humano, aparecieron quejas de que a nivel médico no se habían cumplido las expectativas. Aquí
De lo que más insistieron durante la beca de periodismo científico que disfruté en el MIT; fue en mantener siempre un espíritu crítico sobre la propia ciencia.
A los cienciahólicos nos fascina la ciencia porque nos descubre espacios de la realidad que de otra manera quedarían ocultos. Mirando de noche al Universo las estrellas nos parecerían estáticas y nunca llegaríamos a saber que transitando a Saturno existe un satélite llamado Titán con atmósfera de metano y volcanes expulsando hielo. Ni averiguaríamos que el resfriado nos lo produce un virus cuya intención es multiplicarse pasando lo más desapercibido posible, siendo nuestro propio sistema inmunológico quien nos provoca dolor de cabeza para que nos quedemos en casa y picor en la garganta para que allí acudan todas sus defensas. Y nos continuaría pareciendo un misterio que cuando cortes cierto gusano por la mitad, las células de una parte sepan que allí deben empezar a construir una cola y las de la otra una cabeza.
Yo reconozco que mi vocación por comunicar -y con la que empezó este blog- es idéntica a la vuestra cuando salís de una película fabulosa y empezáis a recomendarla a todo el mundo. O cuando descubrís algo que os sorprende y enseguida buscáis compartirlo con vuestros amigos.
Si estoy una tarde en el Whitehead Institute de Boston y unos científicos me muestran gusanos con dos colas o con dos cabezas, conseguidos tras ser cortados habiendo previamente activado o inhibido un gen específico, por la noche corro a contarlo a cuantas más personas mejor. Y si logro conversar sobre biología sintética con Craig Venter, historia de la psicología con Noam Chomsky, o cosmología con Alan Guth; pues es el equivalente a vociferar que he hecho un partidillo de futbol-sala con Messi o que Lady Gaga ha bailado para mi.
Por eso, cuando escribo “El ladrón de cerebros ” selecciono las historias más interesantes y los cerebros científicos más sabios que he podido robar. Sabemos que la ciencia tiene sus entrañas, y nuestro objetivo no es idealizarla, pero también somos conscientes que nadie quiere visitar un museo que exponga obras de arte mediocres, ni te atreves a ofrecer vino mal a tus comensales para que así sepan apreciar el bueno. Quieres que disfruten con la ciencia, y transmitir el optimismo que -sinceramente así lo creo- es parte intrínseca de esta actividad destinada a conocer mejor el mundo y construir una mejor sociedad.
Aún así, no quieres rehuir ese espíritu crítico del periodismo, y en diferentes capítulos escondes unas sutiles pinceladas que transmitan una visión más realista de las interioridades de la ciencia. Las preguntas recibidas en entrevistas durante estas semanas de promoción sobre el spray para enamorar, hacen que aquí os enumere algunas:
No exageremos con la psicología evolutiva
Claro que nos resulta revelador constatar cómo la selección natural ha ido conformando nuestras mentes además de nuestros cuerpos, y hace que ya nazcamos predeterminados a repetir una serie de reacciones emocionales o conductas sociales. Explorar los orígenes de nuestra naturaleza más íntima es apasionante. Pero frente a la oleada reciente de “toda nuestra conducta actual se justifica por las condiciones en que vivieron nuestros ancestros” (léase: a las mujeres les atraen los coches deportivos porque son el equivalente a la espalda que permitía traer a casa muchos recursos de la sabana; o el amor dura 4 años porque es el tiempo que el bebé necesitaba de ambos progenitores para ser cuidado), recogemos las críticas de gran parte de la comunidad científica que vienen a decir: “Esto te lo has inventado. Es una hipótesis que encaja, pero no has realizado un único experimento para demostrarla. Además, eso de que la información genética no ha cambiado en los últimos 100.000 años está muy en entredicho”.
¿Merece la pena viajar a Marte?
Antes incluso de que McCain y Obama fueran elegidos como precandidatos de sus respectivos partidos, infiltrándome en la NASA y robando cerebros pronostiqué aquí en este blog que el próximo presidente de EEUU –fuera demócrata o republicano- iba a retirar el plan aprobado por Bush de viajes tripulados a Marte. Cuando Obama lo hizo casi dos años más tarde se culpó a la crisis económica, pero en “El ladrón de cerebros” recojo argumentos de historiadores, ingenieros y sociólogos de la ciencia, hasta concluir que la culpa realmente fue del poco sentido real que tiene planear enviar humanos a pisar el planeta rojo.
Science y Nature no son la Biblia
Fantástico el estudio científico que demostraba que las revistas científicas de mayor índice de impacto como Science, Nature, o New England Journal of Medecine, en realidad contenían más errores y estudios retirados que otras consideradas inferiores. Éste aparentemente inesperado fenómeno ocurre porque se publica más en función de los resultados que de la metodología seguida. Tema de discusión profundo en el mundo científico. De hecho; se argumenta que seguir sólo lo publicado en Science o Nature nos transmite una imagen distorsionada de la ciencia. En “El ladrón de cerebros” investigamos también las presiones que llevan a algunos investigadores a maquillar sus resultados.
Neuromarketing y otras neuromodas
La revolución que están generando las técnicas de neuroimagen es espectacular. Por primera vez podemos ver el funcionamiento del cerebro en vivo. Y no sólo el de los enfermos o lesionados, sino el de personas sanas en actividades cotidianas. Esto ha abierto grandes expectativas y campos de investigación. Por ejemplo, es muy fácil distinguir si a tu cerebro le gusta o no le gusta lo que estás viendo, haciendo o probando. Puedes detectar fácilmente alguien con predisposición a la pederastia, o constatar que tu cerebro muestra más satisfacción cuando te dan a beber un vino caro que uno barato. Aún cuando intercambien los precios, y la sugestión engañe incluso la actividad de tus neuronas. Interesantísimo. Pero también es justo reproducir la confesión de una neurocientífica diciendo que “el 90% de los estudios que se publican con fMRI y comportamiento están mal hechos, tienen pocas muestras, o sacan conclusiones exageradas”.
Demasiado escudados en la ciencia básica
No albergamos ni la más mínima duda de la enorme trascendencia que tiene la ciencia básica y la investigación libre. Pero ¿trascendencia para qué? Pues para que saque sus frutos del rincón más inesperado, y que la sociedad que invierta en ella salga beneficiada. Por eso el ingeniero y premio Príncipe de Asturias del MIT Robert Langer defendía a capa y espada la ciencia básica, pero también nos decía: “yo quiero recorrer el camino entero”. Su camino no se detenía en la publicación del artículo científico, sino en la patente. Por eso tenía ya casi 600, y generaba tanta riqueza al MIT, al área industrial de Boston, y a EEUU. Un espíritu que podría impregnar parte de las instituciones y comunidad científica española; ya que tenemos muy buenos defensas, pero faltan goleadores.
Dignidad frente los robots emocionales
Mis propios botones darwinianos se activaron cuando Leonardo me miró fijamente con sus grandes y redondos ojos oscuros. Alguna de mis neuronas espejo debió activarse porque a pesar de ser un robot, empaticé con su capacidad de expresar emociones como si fuera un ser vivo. Pasa a casi todo el mundo. Un adelanto tecnológico que promete ser ofrecido como mascota a personas mayores, o en hospitales, participar en la educación de niños, o en actividades más “recreativas”. Sería injusto dejarnos llevar sólo por este tecnoentusiasmo desmesurado, y no transmitir las opiniones de sociólogas de la tecnología como Sherry Turkle del MIT, valorando cómo dichos robots pueden afectar a nuestra integridad y autenticidad. No es necesariamente una crítica; simplemente –como socióloga, pero desde dentro del mundo de la ciencia- se hace unas preguntas diferentes a las de los investigadores.
El spray de ocitocina para enamorar
Aquí fui víctima de la misma trampa de “la amnesia de fuente” que recojo en un capítulo de “El ladrón de cerebros”. Explico las investigaciones que relacionan a la hormona oxitocina con la sensación de apego entre madre e hijo, pareja, o incluso relaciones sociales, y cito con tono jocoso el spray de oxitocina que ha creado una empresa, como ejemplo de hasta dónde pueden llevarnos las investigaciones científicas. El texto deja claro que no le doy crédito. Pero el mensaje “si te rocías con un spray de oxitocina tendrás más éxito en tu flirteo”, es más poderoso que “una empresa vende un spray de oxitocina para ser más exitoso en tu flirteo, pero en realidad es un camelo”. Oyes lo segundo, pero horas después tu cerebro se queda con lo primero. Es “la amnesia de fuente”. En varias de las entrevistas que he participado durante estos días me han preguntado por el fabuloso spray de oxitocina para enamorar, y me toca decir que de lo que estamos enamorados es de la ciencia, pero no a ciegas.
“El ladrón de cerebros” no esconde su predilección por pasar tiempo con las mentes más locuaces, y compartir lo mejorcito de lo mejorcito de la ciencia actual. Sería absurdo de otra manera, y por eso confío que podrá hacerte disfrutar con sus aventuras. Pero si lo lees con atención, podrás ver que no se dedica sólo a repetir lo que le cuentan.
Además, está convencido que nada de esto reduce nuestra admiración por la ciencia. Al contrario; la hace más humana, cercana, e interesante. Hay más historias que contar.
Una célula viva es una máquina. ¿O no? Depende.
Es una máquina en el sentido que no hay nada mágico en su funcionamiento. Su carcasa es de proteínas y lípidos en lugar de metal, está programada por ADN en lugar de chips electrónicos, se comunica internamente por señales químicas en vez de eléctricas o mecánicas…, pero en definitiva; se comporta, mueve y reacciona ante estímulos como una máquina bien sofisticada.
Pues si es una célula es una máquina; nada impide pensar que podamos diseñar, programar y construir artificialmente de nuevas con las funciones específicas que nosotros queramos. Esta visión más drástica de la biología sintética nos la expresó aquí mismo el ingeniero del MIT Drew Endy, diciendo que sus estudiantes llegarían a diseñar microorganismos sintéticos de la misma manera que los estudiantes de ingeniería eléctrica estaban ahora diseñando transistores.
Pero una célula no encaja con la idea que tenemos de “máquina” en el sentido que se construye a sí misma, se autorepara y se autoreplicla gracias a que su mecanismo no es simple y dirigido sino complejo. Las células contienen una enorme complejidad intrínseca de elementos interactuando entre sí y generando propiedades emergentes que se escapan a la idea convencional de máquina primero diseñada y luego creada. Para un biólogo sintético, constatar esta complejidad es bueno y malo a la vez. Malo porque hace más difícil el sueño de crearla de novo, pero bueno porque te permite aprovechar su robusteza adquirida tras miles de millones de años de evolución. Si en el mecanismo de un reloj falla una pequeña pieza, todo al garete. Si ocurre con una célula, el sistema se ajusta y reorganiza. Esto es lo que nos contaba Luis Serrano del PRBB de Barcelona, cuando difería de la aproximación de ingeniería de Endy y abogaba por avanzar en biología sintética más guiados por la prueba y el error que por el diseño bajo planos y fórmulas.
Sea como sea, todo lo que habíamos oído hasta el momento en este vertiginoso campo de la biología sintética experimental era sobre células individuales.
Hasta esta semana, cuando el grupo de Ricard Solé publicó en la revista Nature un artículo mostrando que habían conseguido ensamblar y programar un grupo de células para que respondieran de manera dirigida ante unas instrucciones determinadas. Estamos hablando de redes de computación biológica. Tenía que visitar a Ricard. Las levaduras que han modificado genéticamente responden a estímulos de manera controlada, expresan instrucciones en forma de señales químicas, y sobre todo, están interconectadas. Esto es algo que destaca Ricard Solé, recalcando que el origen de la multicelularidad es uno de los grandes misterios científicos por resolver. ¿Aplicaciones de esta red de células capaz de tomar decisiones (computar)? Ya se diversificarán hacia industria, tejidos artificiales, regulación de moléculas en el propio cuerpo, descontaminación... Por el momento se trata de construir las bases que lo harán posible. Y sin duda, el hecho de conseguir poder programar circuitos celulares en lugar de células individuales es un salto que merecía la primera mención de las noticias científicas de la semana.
Proyecta los turrones que comerás por Navidad, y adelgazarás
Investigación mucho más ligera, pero publicada ayer en Science y que puedes aplicar directamente a tu actividad cotidiana. Científicos estadounidenses sugieren que si te imaginas repetidamente estar comiendo un plato determinado, perderás apetito sobre él, y terminarás comiendo menos cantidad cuando lo tengas delante. Es decir; no visualices el chuletón perfecto o la bandeja de deliciosos turrones en la mesa frente a ti, porque evidentemente te abrirá el apetito. Represéntate a ti mismo atiborrándote de ellos, y de esta manera, según dicen haber confirmado experimentalmente, reducirás las ganas de comerlos.
Alternativa a la amniocentesis
De Science nos llegaba también una noticia que podrá afectar a la práctica clínica: La posibilidad de detectar y analizar el material genético del feto directamente desde la sangre de la madre. Así se reduciría el mínimo riesgo de lesiones que conlleva la amniocentesis. Desde hace tiempo se conoce que en la sangre de la madre hay flotando fragmentos de ADN de su futuro hijo; pero los avances en secuenciación genética han posibilitado ahora crear mapas completos, y en el caso concreto del estudio publicado, descubrir que un feto será portador del gen de la talasemia.
Hay acuerdo sobre el clima en Cancún
Es pronto para hacer valoraciones, pero la cumbre de Cancún acaba de terminar con un acuerdo firmado por todos los países a excepción de Bolivia. A falta de detalles, a priori parece muy buena noticia. Seguro que no contentará a todo el mundo, y por descontado que nada queda solucionado, pero sí se intuye como un desbloqueo de las negociaciones y un paso adelante significativo. Escucharemos reacciones los próximos días.
Críticas a Penrose, y a la vida de arsénico
Pero el revuelo científico de los últimos días ha sido la avalancha de críticas que ha recibido el anuncio de la NASA sobre microorganismos sustituyendo su fósforo por arsénico, que la semana pasada presentamos como algo casi revolucionario. Se ve que la metodología de laboratorio era tan pobre, que a falta de confirmar resultados, hay dudas de que el arsénico encontrado sea contaminación en lugar de arsénico realmente integrado en el ADN y moléculas de ATP. La negativa de los autores del estudio a discutir sus resultados fuera del ámbito de las revistas científicas ha avivado la polémica. Interioridades de la ciencia. También han contradicho la idea de Roger Penrose sobre el universo cíclico. Ya sonaba a elucubración para vender su reciente libro; pero los cosmólogos que han revisado los datos no encuentran ninguna señal que indique la existencia de un universo anterior al nuestro, como Penrose anunciaba. Vaya vaya… la ciencia también parece un sistema complejo con propiedades emergentes y mecanismos de autoorganización…
Durante una entrevista esta semana presentando “El ladrón de cerebros ” me preguntaron por qué me gustaba tanto la ciencia.
Claro que es una fuente de curiosidades, siempre logra sorprenderte con algo nuevo, y es la herramienta más valiosa que tenemos para mejorar el mundo. Pero cuando la ciencia hechiza de verdad es cuando te das cuenta de todo lo que desconoceríamos sin ella.
Miras al cielo nocturno y ves un fascinante panorama estrellado. Pero te pones las gafas de la ciencia y descubres planetas con atmósferas de metano, agujeros negros en el centro de las galaxias, antimateria, supernovas, una energía oscura que está alejando aceleradamente esos focos de luz que a ti te parecen estáticos, y te explica los procesos de fusión nuclear que hacen brillar a tu propio Sol.
Luego te cuenta que esa energía llega a la Tierra y unos pigmentos en las plantas son capaces de aprovecharla para construir unos enlaces de carbono, que cuando tú te los comes rompes para recuperar dicha energía original de nuestra estrella.
El Universo de lo diminuto… puedes construir microscopios cada vez más potentes, pero es la investigación científica la que te permitirá entender el funcionamiento de una célula, cómo se guarda la información en el ADN, si cuando te enamoras sube la oxitocina o al revés, qué tipo de quarks constituyen un protón, y si existen 11 dimensiones ocultas que nuestros sentidos no logran ver. La ciencia te descubre que no hay nada mágico en que un kilo y medio de carne arrugada en el interior de tu cabeza pueda albergar todos tus sentidos, emociones, memorias, identidad, y gobierne todos tus actos conscientes e inconscientes. Es capaz de mostrarte tu pasado evolutivo desde millones de años antes que pudieras tener algún registro, y te convence de que no es la fe la que mueve montañas sino las placas tectónicas. Nada de esto sería de nuestro conocimiento sin la ciencia. La ciencia es el verdadero wikileaks de la naturaleza. La manera que tenemos para descubrir sus secretos más íntimos.
Fijémonos por ejemplo en la que ha sido noticia científica esta semana: unas bacterias capaces de sustituir el fósforo de sus células por arsénico. Presta un poco de atención, porque es espectacular (*): Sabrás que las moléculas que forman tus células están formadas básicamente por átomos de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, azufre y fósforo. Son los pilares fundamentales de la vida. El fósforo, en concreto, es un componente básico del ADN y de unas moléculas que actúan como mensajeros de energía llamados ATP. El arsénico es un átomo de propiedades muy similares al fósforo, pero un poco más grande. Y resulta tan tóxico justamente porque al ser tan parecido al fósforo, tu cuerpo lo confunde, y lo intenta absorber e incorporar a su maquinaria celular; desbarajustándola. Pues bien, resulta que existen bacterias viviendo en ambientes extremos con gran cantidad de arsénico a su alrededor, que han aprendido a tolerarlo. Pero lo que publica la revista Science esta semana es que un grupo de investigadores han cogido estos microorganismos del lago californiano Mono Lake, los han puesto a crecer y reproducirse en un medio donde poco a poco iban añadiendo más y más arsénico, y –alucina- obtuvieron bacterias cuyas moléculas de ADN no tenían nada de fósforo y todo era arsénico. Desde un punto de vista bioquímico, es asombroso. La vida es mucho más maleable de lo que nos imaginamos, no requiere unas condiciones tan estrictas, y cada vez parece más claro que el Universo debe estar repleto de ella. Lástima que a principios de semana la NASA creó unas expectativas desorbitadas al decir que convocaba una enigmática rueda de prensa “para comentar un hallazgo en astrobiología que tendrá impacto en la búsqueda de pruebas de vida extraterrestre”. Durante un par de días se estuvo especulando con el descubrimiento de vida en Marte o Titán, o de la existencia aquí en la Tierra de una rama de la vida completamente diferente a la que conocemos. No fue nada de eso, y al contrastar realidad con expectativas se generó cierta decepción. Pero a pesar de eso; es sin duda un descubrimiento excepcional. (*) (nota del 8/12 a pie de página)
El resto de noticias científicas de la semana, menos la última, se ven menores al lado de estas.
Nature destaca la medición de la atmósfera de un planeta rocoso 6 veces mayor que la tierra. Al pasar por delante de su estrella, la atmósfera del planeta absorbe parte de la luz, y con lo que nos llega, podemos intuir su composición. No han afinado a determinar sus componentes exactos. Creen que vapor de agua e hidrógeno. Pero es un paso importante: Desde que hace unos 15 años se descubriera el primer planeta extrasolar, su número ha ido en aumento hasta sobrepasar ya los 500. Los primeros –más fáciles de encontrar- eran grandes y cercanos a su estrella; pero menos interesantes. Las técnicas se hicieron más precisas hasta detectar planetas rocosos parecidos a la Tierra. Luego faltaba que estos planetas estuvieran en lo que llaman zona habitable. Pero el paso clave será analizar la composición de su atmósfera para ver si hay algo que no encaja en un mundo inorgánico y detectamos de manera indirecta que contiene vida.
Nature publica también una extraña asociación entre pérdida de biodiversidad y aumento de enfermedades infecciosas. La relación parece demostrada por varios ejemplos, y el mecanismo insinuado es que las especies que sobreviven son mejores portadores y transmisores de virus.
New England Journal of Medecine nos sugiere eliminar pan, pasta y otros carbohidratos si no queremos recuperar el peso perdido tras hacer dieta. Un estudio seleccionó 773 voluntarios que habían perdido 11 kilos en 2 meses, los dividió en cinco grupos, y les pidió seguir un tipo de alimentación diferente a cada uno de ellos. El contenido en grasas era bajo, y común a todos ellos. Lo único que cambiaba era la proporción de proteínas y carbohidratos. El resultado fue contundente: más proteínas y menos carbohidratos era la mejor combinación para mantener la pérdida de peso.
Las vergüenzas del cambio climático en Wikileaks
Poco hemos oído de momento sobre la cumbre del cambio climático en Cancún. Algún progreso en cuanto a deforestación, actitud beligerante de ciertos países, y noticias sobre los millones de muertes que podría causar el cambio climático. Pero lo gordo, revelador, y vergonzoso, sale de wikileaks. Se puede seguir en este especial de The Guardian, o en este gran trabajo de Rafael Méndez en El País: los cables diplomáticos revelan una visión casi unánime de que Copenhague fue un fracaso descomunal, presiones de EEUU a gran cantidad de países para que respalden su propuesta de pacto que en realidad decepcionaba a todos, representantes europeos reconociendo que Europa fue excluida y maltratada pero que para ser constructivos era mejor acallar las críticas a EEUU, una falta de esperanza absoluta en que algo de provecho pueda emerger de Cancún, quejas por la actitud poco constructiva de países como Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua o Ecuador –y propuestas de marginarlos-, serios reparos sobre las promesas y datos ofrecidos por China, división en Europa sobre la estrategia de negociación, y profundas dudas en si este modelo de cumbres multilaterales es el mejor modelo a seguir. Es lamentable. El presidente del consejo europeo Van Rompuy llegó a tildar la cumbre de Cancún como “La pesadilla en Elm street II”.
No puedo evitar citar que en “El ladrón de cerebros” termino el bloque dedicado al cambio climático diciendo: “en el momento que escribo estas líneas, desde un país cuyo despilfarro energético es absurdo, todo lo que veo, oigo, y leo me parece una pesadilla que se repite”. Si Cancún se salda con un nuevo fracaso, puede haber revolución. De hecho, quizá mejor que así sea. Algo no es siempre mejor que nada. Está visto que deberemos continuar confiando en los científicos y su capacidad de desentrañar más secretos de la naturaleza. (*) Nota del 8/12: Parece que no sólo la NASA exageró en la propaganda previa a la presentación del estudio, sino que además la investigación contiene fallas metodológicas importantes. Buenas críticas en Slate y en Amazings .
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