Apuntes científicos desde el MIT

Apuntes científicos desde el MIT

Este Blog empezó gracias a una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston, donde pasé un año aprendiendo ciencia con el objetivo de contarla después. Ahora continúa desde Nueva York buscando reflexiones científicas en otras instituciones, laboratorios, conferencias, y conversando con cualquier investigador que se preste a compartir su conocimiento.

Sobre el autor

Pere Estupinya

. Soy químico, bioquímico, y un omnívoro de la ciencia, que ya lleva cierto tiempo contándola como excusa para poder aprenderla.
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Libros

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En esta nueva aventura científica que recorre desde laboratorios y congresos de medicina sexual hasta clubs de sadomasoquismo o de swingers, Pere Estupinyà nos ofrece la obra más original y completa que ningún autor hispanohablante haya escrito nunca sobre la ciencia de la sexualidad humana.

El ladrón de cerebros La ciencia es la aventura más apasionante que puedas emprender.
En El Ladrón de Cerebros, Pere Estupinyà se infiltra en los principales laboratorios y centros de investigación del mundo con el objetivo de robar el conocimiento de los verdaderos héroes del siglo XXI —los científicos— y compartirlo con sus lectores. El Ladrón de Cerebros

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El encuentro/copeo con nuevos y viejos amigos hace unas semanas en Boston empezó con el físico Eduardo Granados explicándome que en su grupo de óptica y electrónica cuántica del MIT habían creado un dispositivo láser que permitía mover los electrones a voluntad de un orbital atómico a otro. Son los primeros en el mundo en conseguirlo. Ahí es nada. A mi me dice un científico esto, como quien no quiere la cosa, y dejo de pestañear durante 10 minutos mientras le escucho con barbilla caída y boca semiabierta.

Lo que publicaron el pasado Agosto en Nature Photonics es el diseño de un generador de láser de pulsos ultracortos, que hacen luego interaccionar con otros láseres y pasar entre ciertos gases para con todo este ajetreo generar un láser final de una frecuencia extremadamente alta que actúa como una cámara ultrarrápida de 10 attosegundos (10-18) de resolución (un electrón tarda 151 attosegundos en dar la vuelta a un núcleo de H). Con este laser se puede seguir el movimiento de electrones individuales (aquí seguro que no estoy afinando, pero Edu me dijo textualmente “algunos frikean con que midamos la energía de cada electrón con tanta precisión temporal sin perjuicio del principio de incertidumbre de Heisenberg, pero en realidad no lo contradecimos”), ver por ejemplo cómo se está disociando una molécula de Hidrógeno (H2), e incluso acelerar electrones y dirigir reacciones químicas.

Vendría a ser el primer sintetizador de luz del mundo (hace unas semanas el Max Plank alemán construyó el segundo), que permite crear láseres con la forma de onda deseada (no necesariamente sinosuidal) y campos eléctricos con la forma de luz adecuada a cada experimento.

Monos que pagan por sexo

Yo quería seguir hablando de esta flipada y comprender mejor el fenómeno. Pero las biólogas de Harvard Ana y Alicia se empeñaron en querer discutir algo mucho más banal y superfluo (es lo que tiene Harvard respecto al MIT) como la prostitución en macacos. Es decir, si los monos pagan por tener sexo.

Se ve que en el 2005 un investigador de Yale estaba intentando familiarizar a monos capuchinos con el uso del dinero. Les daba una especie de monedas plateadas y les enseñaba a intercambiarlas por diferentes tipos de frutas. En los experimentos se veía cómo los monos “negociaban”, daban más monedas por unas frutas que otras, y no llegaban a ciertos tratos injustos. Pero en un momento sucedió algo sorprendente: un mono ofreció sexo a otro a cambio de unas monedas, que inmediatamente después fue a cambiar por frutas. De hecho en un estudio más reciente se observó que los machos desparasitaban a las hembras si estas después les ofrecían sexo, y que el tiempo el tiempo de desparasitamiento variaba en función de la cantidad de hembras en el grupo. Otro primatólogo observó una hembra bonobo acercarse y “ofrecerse” a un macho que llevaba dos ramas de caña de azúcar, tener un ratito de sexo, e irse con las ramas sin que el macho protestara. “Evidencias” de que intercambiar sexo por otros favores tiene su origen evolutivo (ehem).

Homosexualidad en el reino animal

Si la prostitución era algo natural o no nos llevó a discutir hasta qué grado la homosexualidad era habitual en el reino animal. Saqué yo el tema por una conversación semanas antes en San Diego con el biólogo español Ignacio Martínez explicándome cómo se podían feminizar a moscas drosophila machos con sólo alterarles un único gen que se expresa en el cerebro. Se ve que es un proceso muy bien estudiado, y machos y hembras intercambian patrones de cortejo y apareamiento con una simple manipulación genética (aquí hay videos de contenido sexual explícito entre moscas lesbianas y machos haciendo el trenecillo).

Mi duda era si eso podía ser considerado realmente homosexualidad, o más bien era una confusión. Es decir; quizás la mosca gay percibía a quien tenía enfrente como una hembra. ¿estaría la “confusión” detrás de algunos apareamientos macho-macho o hembre-hembra que a veces vemos en el reino animal? Si fuera así, no se podría decir que la homosexualidad fuera tan natural.

La pregunta quedaba en el aire por falta de información, pero encontró respuesta hace un par de semanas cuando curioseado visité la exposición “Sex Lives of Animals” en el Museo del Sexo en NY, guiado por su director Mark Snyder. Cuando ves los videos de hembras bonobo frotándose los clítoris de izquierda a derecha con el único objetivo de darse placer mutuo, leones macho con toda esa cabellera y fortaleza copulando aun teniendo hembras a su disposición, jirafas macho con los cuellos acaramelados, pingüinos, bisontes, y un sinfín de casos documentados de encuentros sexuales frecuentes entre animales del mismo género, te das cuenta que sí; que la homosexualidad es algo absolutamente presente en la naturaleza. ¿Importa?

La ética nada tiene que ver con nuestra carga biológica

Esta es parte de la discusión que tuve comiendo hace también unas semanas con el reconocido filósofo Peter Singer . Le había invitado para charlar de derechos de los animales y ética de la experimentación animal, pero le inquirí también hasta qué punto el argumento de si algo “es natural o no” resulta válido para clasificar moralmente dicha acción. Respuesta contundente, que es la que esperaba: Ninguno. Cero. Absurdo. Criticar la homosexualidad o cualquier otra conducta porque no sea “natural” (que sí lo es) es de las imbecilidades más grandes que se pueden espetar. Cuando alguien con mentalidad conservadora te diga que “ser gay no es natural” respóndele “¿Tú eres tonto o qué?”. Más allá de que sea una opción o un instinto natural… ¿qué importa eso para juzgarlo éticamente? La ética no tiene que ver nada con las instrucciones genéticas con que nazcamos. La ética la creamos nosotros culturalmente, y desgraciados seríamos si no modificáramos los instintos que la evolución dejó en nuestros cerebros.

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Deja de nevar en Nueva York. Se termina la reclusión que me condujo a recuperar estas reflexiones casi olvidadas. Me voy a ver primates disfrazados por Halloween.

El salario de los científicos “ricos”

Por: | 25 de octubre de 2011

No me preocupa especialmente lo que cobren los investigadores, pero he aquí una historia que me pareció curiosa:

Como yo trabajé en el departamento de comunicación de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (Organismo que gestiona los 31 mil millones de dólares que el gobierno de EEUU dedica a investigación en biomedicina), una amiga de Boston me preguntó: “oye, voy a empezar mi tercer año de postdoctorado en un proyecto de biomedicina financiado con una beca del NIH. ¿tu sabes cuanto debería ganar? Creo que me pagan poco…”

Respuesta fácil: “Según las tablas oficiales que están colgadas en Internet… alrededor de unos 43.500 dólares al año”

“Lo sabía! Debo pedir a mi jefe un buen aumento de sueldo”, replicó mi amiga alemana Katrin A, diciendo que no llegaba ni al nivel con ningún año de experiencia.

Paralelamente, la vallisoletana Ana F me hizo una consulta parecida: “una compañera –venezolana; Katherine M- está aplicando a una plaza en el NIH. Le ofrecen $61.000/año y cree que es poco. La plaza es para administración pero ella tiene un doctorado y experiencia previa. ¿Tú sabes si debería cobrar más?”

Respuesta fácil de nuevo: En EEUU los niveles de los funcionarios públicos van del GS-1 al GS-15 en función de nivel formativo y experiencia. Si tienes un doctorado, como mínimo eres un GS-11. Y según las tablas oficiales un GS-11 con cierta experiencia cobra al menos $62.000/año. (Realmente es lo mínimo; alguien con doctorado suele ser GS-12 o 13 y cobrar considerablemente más)

Conclusión: el mismo científico con el mismo nivel formativo, si trabaja como investigador postdoctoral en el NIH cobra $43.500/año, y si lo hace en la parte administrativa de su departamento $62.000/año (un 43% de aumento!).

Para rizar el rizo, $43.500/año corresponden a un funcionario de nivel GS-7; un recién licenciado. Y otra amiga –estadounidense; Allyson C- que a sus 25 años terminó el máster de Science Writing en el MIT mientras yo era Knight Fellow, empezó a trabajar en el departamento de comunicación del National Eye Institute del NIH clasificada como GS-13 (mínimo de $85.500/año) No se si estos patrones se repiten en otros países, ni si es más justo o menos. Hay situaciones bastante peores. Pero aquí está el dato, y como de costumbre dejo las valoraciones y discusión en manos de los comentaristas.

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El cuarto dedo del Pterosaurio

Por: | 19 de octubre de 2011

Si vienes a NY empápate de arte en el Metropolitan y el MOMA, arriésgate con museos y galerías más alternativos, escucha jazz en directo, pasea por los mercados de China Town, sal de fiesta por el Lower East Side, camina con los ojos y cerebro bien abiertos, acércate al east village a saludar, y sube al Empire State si te apetece. Pero no dejes de ir al Museo de Historia Natural. No te lo puedes perder. Sacrifica el Moma si es necesario. Pero pásate una mañana entera explorando todas sus salas y exposiciones. Sobre todo las que a priori no te llamen la atención. Rasca aunque no pique, y detente a reflexionar ante los pequeños detalles que logren despertar tu curiosidad. Te acompañarán de vuelta tras tus vacaciones y los comentarás durante meses con todos tus amigos.

Como descubrir que las alas de los reptiles voladores del Jurásico se originaron por la elongación del cuarto dedo de su mano. Fíjate si no en la foto de arriba. ¿Ves el primer hueso cortito que sale del hombro? Es el equivalente a tu húmero. La articulación donde se dobla hacia arriba sería tu codo. Los siguientes dos huesos pegados son radio y cúbito, y allí donde distingues esa especie de fino hueso sesamoideo dirigido hacia atrás empieza propiamente la mano. ¿aprecias esa especie de garra en el punto más alto del fósil con tres muñones? Son tres falanges. Los tres dedos de la mano. El cuarto es todo lo que viene a continuación; un hipertrofismo casual que favoreció la aparición de alas sin plumas en unos reptiles no dinosaurios que poco tienen que ver evolutivamente con las aves actuales. Quizás por el recubrimiento membranoso te recuerden más a las de los murciélagos. Pero tampoco. La alas de mamíferos como el murciélago, aves como el colibrí, insectos como la mariposa, o reptiles prehistóricos como los pteosaurios, todas aparecieron de manera independiente en la historia evolutiva de la vida en la Tierra.

Impresionado me quedé por el cuarto dedo de los ya extintos pterodáctilos. No te olvides de la ciencia ni cuando vengas a NY.

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Soy clitoriano

Por: | 12 de octubre de 2011

“Esto es un orgasmo!”, me dice el neurocientífico Barry Komisaruk señalando la pantalla de su ordenador en la Rutgers University de New Jersey.

Barry lleva años escaneando cerebros de mujeres mientras se estimulan sexualmente con el tronco y cabeza inmovilizados bajo el fMRI. En su último estudio, publicado la semana pasada en el Journal of Sexual Medicine, comprobó que las zonas del cortex sensorial que se activan durante la estimulación clitoriana, vaginal y cervical (ineptos! No me refiero a la nuca sino la parte más profunda de la vagina que está en contacto con el útero) es diferente (os ha impactado lo de “cervical” eh… sé lo que os estáis preguntando con gotita de sudor cayendo por la frente… ) es diferente en las tres áreas.

Y no sólo eso; cuando a las mujeres que participaron en el estudio se les pidió estimular sus pezones, se observó que además de las áreas de la corteza sensorial correspondientes al tórax también se activaban las de los genitales. Según Barry esto es consistente con los casos de mujeres teniendo orgasmos con simple estimulación del pezón, y corrobora también que el cerebro experimenta de manera diferente un orgasmo por excitación predominantemente clitoriana, vaginal o cervical.

Esto último tiene su controversia científica. Le expliqué a Barry el caso de otro investigador en fisiología del sexo que en su momento me había defendido que eso del orgasmo vaginal no existía; que en realidad todos eran clitorianos porque lo que se consigue con la penetración no es más que estimular la parte interna del clítoris.

Barry respondió que efectivamente era cierto, pero que había un matiz muy importante: los nervios que mandan señales al cerebro procedentes de la parte exterior del clítoris, de la pared frontal de la vagina, y del cérvix son diferentes. Y la prueba más palpable son los estudios que él mismo había realizado con mujeres paralizadas por lesión de espina dorsal. Esas mujeres no notaban sensación física alguna ni en piernas, caderas, abdomen o clítoris, pero sí en la parte más interior de la vagina. En sus experimentos algunas incluso alcanzaban el orgasmo. Eso se convirtió en uno de los principales descubrimientos en la carrera de Barry Komisaruk: El nervio vago (que conecta el cerebro con diferentes órganos internos sin pasar por la columna vertebral), alcanzaba también la parte más interna de la vagina y estaba involucrado en la estimulación sexual.

En resumen, el pudental nerve es el que transmite la información desde el clítoris y pene hacia el cerebro. Según Barry Komisaruk, el orgasmo masculino y el femenino por excitación de clítoris deben ser muy parecidos. Además de involucrar los mismos nervios, los mismos circuitos de dopamina, segregar oxitocina, activar el sistema autónomo simpático… en su libro “La ciencia del Orgasmo” Barry cita un estudio donde se pidió a hombres y mujeres describir sus orgasmos, para ver si unos jueces eran capaces de clasificarlos son sólo la descripción. No lo consiguieron.

Pero más allá del clítoris la cosa se complica (por suerte para vosotras). Desde el interior de la vagina otro nervio, el pélvico, también transmite información al cerebro. Y los nervios vago e hipogástrico hacen lo propio desde el cuello uterino o cérvix. En encuestas, las mujeres describen los orgasmos donde se estimulan varias áreas a la vez como más intensos y complejos.

Aquí tú no llegas. (No me refiero a tamaño y habilidades hombretón). Quiero decir que tú no puedes disfrutar de esta diversidad de orgasmos que tienen las mujeres por –entre otras cosas- estimulación de diferentes nervios. Bueno… depende! Quizás sí tienes una manera de alcanzar el nervio vago e hipogástrico aprovechando su enervación en la próstata… pero eso depende de la combinación de curiosidad y atrevimiento de cada uno… ;)

Ordenaremos estas ideas y continuaremos hablando de ciencia y sexo con el interesantísimo y simpatiquísimo Barry. Repetiré visita. Todavía nos tiene que explicar sus curiosísimos experimentos relacionando placer y dolor, o el poder analgésico de la estimulación vaginal (aun y sin placer; sólo por contacto). Entre muchas otras historias apasionantes. Una de ellas la leeréis en muchos sitios a mediados de noviembre. Pero poco a poco, que en esto del sexo no se debe ir con prisas…

(no hace falta decir que estas investigaciones serán útiles para comprender mejor trastornos como la falta de deseo o la anorgasmia… el reto aquí será también ver qué podemos aprender que no sabíamos… ¡ay la curiosidad científica!)

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El País

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