A mediados de los años 80 el psicólogo de Harvard Daniel Wegner realizó un experimento que tuvo gran impacto en el estudio de la relación entre nuestra mente consciente e inconsciente.
Wegner pidió a un grupo de voluntarios que durante 5 minutos fueran expresando en voz alta cualquier cosa que pasara por sus cabezas, pero evitando con todas sus fuerzas pensar en un oso blanco. Durante la prueba, cada vez que en su mente apareciera un oso blanco, debían tocar una campanilla situada frente a ellos.
Terminada la prueba les pidió que se relajaran, que se distrajeran, hablaron de diferentes temas… y al cabo de un rato les dijo: “ahora vamos a repetir el mismo proceso, pero sin necesidad de inhibir el oso blanco. Id diciendo lo que de manera libre pase por vuestra mente, y si por lo que sea aparece un oso blanco, simplemente tocad la campanilla”.
A continuación Wegner reclutó un grupo equivalente de voluntarios y repitió el experimento, pero invirtiendo el orden de instrucciones. Primero se les dijo “vais a pasar 5 minutos explicando lo primero que pase por vuestras cabezas, y tocaréis esta campanilla cada vez que penséis en un oso blanco. Pero no os preocupéis por inhibirlo ni fomentarlo, dejad fluir vuestra mente en lo que queráis”. Después les pidió repetir la prueba, pero esforzándose en no pensar en el oso.
Los resultados fueron muy significativos: Cuando al primer grupo de voluntarios se les pidió pensar libremente tras haber hecho el esfuerzo de suprimir al oso blanco, el oso apareció de manera muchísimo más frecuente que en el segundo grupo cuando pensó sin haber inhibido antes al oso.
La conclusión fue obvia: el esfuerzo por intentar suprimir un pensamiento determinado hace que vaya reapareciendo con más fuerza y frecuencia.
El experimento de Wegner tenía limitaciones metodológicas, pero se ha replicado varias veces en diferentes contextos y siempre se observa el mismo efecto: esforzarse en evitar pensar en algo que nos preocupa, disgusta o incomoda, no suele hacerlo desaparecer sino todo lo contrario; lo hace más recurrente.
Se ha visto que en momentos de estrés o depresión el efecto es todavía mayor, y algunos piensan que puede ser uno de los mecanismos involucrados en las obsesiones.
Las implicaciones son muy interesantes pues podrían sugerir que estando a dieta o queriendo dejar de fumar –por ejemplo-, evitar a toda costa pensar en cigarrillos o en ese postre prohibido que tanto nos gusta, puede ser peor que simplemente permitir que llegue, fluya y se vaya de nuestra cabeza. ¿Ocurre lo mismo con los pensamientos sexuales?
Si quieres olvidar una fantasía sexual, piensa en ella
La sexóloga e investigadora Laura Sánchez-Sánchez de la Universidad de Almería ha realizado varios experimentos para su tesis sobre formación de fantasías sexuales.
En un primer estudio tomó a 80 voluntarios y pidió a la mitad de ellos que eligieran una palabra asociada a una práctica sexual que consideraran “adecuada” (eso depende de cada uno, pero ejemplos podrían ser “coito” o “felación”) y a la otra mitad que eligieran una “inadecuada” (como “incesto” o “exhibicionismo”).
Entonces les pidió a todos que elaboraran mentalmente una fantasía sexual a partir de esa palabra durante un par de minutos. Pasado este tiempo les distrajo con juegos de asociar palabras en parejas tipo “león-domador”, y a continuación, la mitad de cada uno de los dos grupos recibió la instrucción de suprimir cualquier pensamiento relacionado con la fantasía sexual y la otra mitad de concentrarse en ella.
Después de ello Laura les pasó un test de asociación de palabras para detectar cuán presente estaban esas fantasías en sus mentes y observó que, efectivamente, tras intentar inhibir la fantasía aparecía un “efecto rebote” que la hacía mucho más frecuente, y que dicho efecto rebote era más persistente en las fantasías “inadecuadas” que las “adecuadas”.
Laura matiza que términos como “anal”, “masoquismo” o “orgía” pueden ser inadecuadas para algunos y adecuadas para otros, pero asegura que intentar evitar un pensamiento sexual inadecuado lo hace más presente que pasar un rato pensando en él.
De hecho, Laura comparó el efecto de palabras sexuales y no sexuales (como “viajar”, “pelear”, “reír” o “traicionar”), y vio que el efecto rebote era muchísimo mayor en las sexuales. Es decir, intentar suprimir un deseo sexual nos genera más obsesión que intentar inhibir otros placeres, como por ejemplo una comida determinada.
Conocí a Laura durante el Congreso Europeo de Sexología celebrado en septiembre de 2012 en Madrid, cuando estaba presentado sus resultados preliminares con escáneres de fMRI para analizar la activación de áreas cerebrales involucradas en la supresión de fantasías.
Consultada hace escasos días, Laura explica que uno de los responsables del efecto rebote de los pensamientos suprimidos es el área prefrontal dorsolateral, cuya función -entre otras- es la atención ejecutiva (buscar y atender aquello que se le pide). Esta área se activó mucho más durante el intento de suprimir la fantasía sexual prohibida que al concentrarse en ella, sugiriendo que quizás para eliminarla el cerebro primero tiene que buscarla y eso la estaría trayendo a nuestra mente una y otra vez.
Conclusión: si pasas unos minutos esforzándote en suprimir una fantasía sexual aparecerá después más a menudo en tu mente que si pasas esos minutos concentrado en ella.
Laura cree que este exacerbado efecto rebote de las fantasías sexuales “no permitidas” puede estar detrás del origen de fetichismos, obsesiones e incluso parafilias. Y no es un tema baladí, pues la mayoría de terapias dirigidas a corregirlas se basan justo en luchar por quitarlas de la cabeza, cuando quizás es mejor permitir que aparezcan y se vayan libremente.
Para poner a prueba esta hipótesis, en otra de sus investigaciones Laura Sánchez seleccionó a 134 personas que participaban en un taller de educación sobre fantasías sexuales, e intentó aportarles una visión menos patologizante de la vivencia de sus fantasías, desmitificándolas, dejando claro que no son más que pensamientos, y aclarando que el hecho de tenerlas no implica que se quieran llevar a cabo en la realidad. En un seguimiento posterior se vio que el taller produjo cambios positivos en la actitud hacia las mismas, y la investigación fue premiada en un congreso.
Controlar nuestros pensamientos es mucho más difícil que nuestros actos, y quizás deberíamos ser más condescendientes con nuestro judeocristiano “no pecarás de pensamiento, palabra, obra y omisión”, dejando al menos tranquila a nuestra mente si no queremos que coja un “efecto rebote” y ponga en riesgo la palabra y la obra.
Contacto: [email protected] / Twitter: @Perestupinya / Facebook Group
Web: www.pereestupinya.com / www.elladrondecerebros.com
Hay 9 Comentarios
La chica 1X2: Raquel Pomplun
La chica WyQ se convierte en la chica 1X2
Raquel Pomplun, la futbolista Playmate
De amateur en las redes sociales, a Playmate del año 2013
http://www.warrantsyquinielas.com/p/la-chica-1x2.html
Publicado por: Warrants_1X2 | 15/09/2013 23:14:14
Interesante artículo. Y la verdad es que es normal, siempre pensamos hasta la obsesión en las cosas que nos prohiben. Es la naturaleza humana.
http://dispositivos-moviles.com
Publicado por: Javier | 15/09/2013 18:08:31
A Wegner, esta señora y miles de la misma profesión, cómo les gusta elaborar lo que no existe ! Son unos aprendices de magos fallidos o fallados. Ellos sabrán. Qué invento el sexo! Porque como tal no existe. Los seres humanos cuando se sienten atraídos por alguien, en el caso de que sus sentimientos despierten y florezcan, AMAN con toda la potencia de su Ser. Que tenemos los humanos algunos órganos mas receptivos o sensibles que otros, no los convierte en el Punto principal. Como humanos evolucionados también somos seres altamente selectivos. De ahí que, muy difícilmente nos sentimos atraídos hacia otro ser capaz de despertar en nosotros esas maravillosas potencias que solemos llamar AMOR. ¿Que sabemos si son unos miligramos de oxitocina,unas variaciones de adrenalina o de cualquier otra hormona especialmente elaborada por nuestro organismo quien nos está determinando emociones, sentimientos, admiraciones hacia el otro ser?
Publicado por: Beatriz Basenji | 14/09/2013 23:53:44
Otra: soy médico, y con bastantes años de experiencia. Si quiero, tras, aplicando mi mejor ciencia, que mi paciente se tome la pastilla que considero más adecuada y además intentar con alguna esperanza lejana que modifique sus hábitos para, siempre respetando su estilo de vida lo máximo posible, porque se está vivo para algo, le aseguro que ese tipo de técnicas van a fracasar de forma radical y, encima, conseguiré fama de gilipollas. A veces, compartiendo la cultura de la gente e intentando entrever algo de su comportamiento, que está influído por su historia, colectiva y personal, consigo apuntarme alguna pequeña victoria.
Publicado por: nessie | 14/09/2013 21:35:12
Yo creo que ha titulado usted mal su blog: debería ser "aputes positivistas desde el MIT" o "Apuntes psicologistas desde etc." Por supuesto, una cosa es el psicologismo y otra la psicología . Es el psicologismo lo que ha justificado prácticas como las de los manicomios decimonónicos o de buena parte del siglo XX. El intento de reducir al ser humano a matemáticas o a ciencia empírica tan es viejo que la refutación ha comenzado ya en el siglo XIX, y se ha hecho por parte de personas con una gran formación científico matemática, como son Husserl o Bergson. Despierte y lea, al principio cuesta un poco pero luego se va viendo más claro. Una pista: el agua es siempre agua, se la puede volver a su estado inicial. Un ser vivo, y más una persona, jamás: tiene historia.
Publicado por: nessie | 14/09/2013 21:25:43
Je je. Sí, Tarzán, si lo buscas, desde luego que lo encuentras, pero a veces si no lo buscas también lo encuentras. No te ha pasado nunca? Mira los trabajos de los dos autores con quien ha publicado esta chica el artículo que se ve en la imagen. Jesús Gómez ha colgado una página donde aparecen algunos muy interesantes.
Publicado por: Juan López García | 14/09/2013 13:49:44
Todo esto deberían tenerlo en cuenta aquellos que eligen el celibato.
Publicado por: RR | 14/09/2013 13:44:30
La teoría que está detrás de todo eso, lo que hace que funcione, se pueda investigar con rigor y sea útil para el tratamiento psicológico es el análisis del comportamiento (terapias contextuales funcionales, más concretamente).
Ejemplo: http://dialnet.unirioja.es/servlet/ejemplar?codigo=145301
Publicado por: Jesús Gómez Bujedo | 14/09/2013 13:16:23
Si lo buscas lo encuentras, no necesariamente quitárselo de la mente lo redobla
Publicado por: Tarzán | 14/09/2013 12:25:32