Miguel Mora

Sobre el autor

es corresponsal en París, antes en Roma y Lisboa, fue redactor en la sección de Cultura y la Edición Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1992, y es autor del libro ‘La voz de los flamencos’ (Siruela, 2008).

Nostalgia de Vaticalia

Por: | 29 de septiembre de 2011

  Dsk -Señor Strauss-Kahn, tiene usted... eh... una... braguita en la cabeza.

-Es un parche, señora Chazal... Estoy intentando dejarlo...

 

Veintisiete días de mudanza y aterrizaje y una noche para pensar el título del blog. Ese es el margen que da el periodismo moderno al plumilla nómada. La web es éter, las direcciones URL duran un día de media si la cosa va bien, y si uno se para un segundo a tratar de entender algo para poder contar lo que pasa, quizá otro ha abierto un blog antes que tú y quién rayos va a leer dos blogs en un mismo día.

Así que aquí estamos, mitad en la piscina de El extranjero y mitad Paco Martínez Soria con la maleta y la gallina, admirando los pibones de ambos sexos que pululan por el barrio y metiendo las baguettes de tres en tres en el horno, lo que como entenderán impide toda clarividencia con los títulos.  

Aquí París es lo que se llama una piedra, ciertamente, pero la tormenta de ideas no ha dado para más. Hace calor, París es una fiesta de pieles multicolor, y tras tres años y medio de berlusconismo las neuronas se han ido marchitando. Pariscopio era chulo, pero la desinencia tiraba a plagiaria y tampoco es que la choza alquilada a módico precio (ya hablaremos un día de la inmobiliaria parisina) sea un submarino. París con aguacero era líquido y lírico, pero quizá demasiado obvio con la que está cayendo. Gabacherías iba a ser ofensivo casi con seguridad, y el punto ramoniano tampoco salvó a Pariserías. Por qué le llaman fromage iba a resultar demasiado largo y catetón. Tortilla a la francesa, comidista. Los tejados de París, cursilillo, copiota y anticuao. París sur mer un poco abstruso. Radio París demasiado identificado con lo viejo antifranquista. Playas bajo los adoquines, con su spleen 68ista, parece hoy un título de Eric Rohmer. Café Olé se pasaba de castizo, y Cuando París estornuda era tentador, pero un poco en la línea Anica la Piriñaca ("cuando canto bien me sabe la boca a sangre"). Por fin, A toda Bastilla tendía un poco a friki, como Pariseando y Parisismos. Sarkolandia podía gafar la anunciada derrota del prócer, Rockanroll Carla traía resonancias de los Beachboys. Y DSKando iba a dar obvios problemas de copyright y feminismo.

De manera que Aquí París, solo para certificar que la nostalgia de Vaticalia, neologismo y territorio, es infinita. Aunque lo cierto es que la integración está siendo fácil, porque se diría que a Francia le ha dado de repente por parecerse a Italia una barbaridad, o vicerveza, e incluso parece empeñada en superarla en emociones fuertes: Silvietto y Dominique, campeones del mundo ex aequo en acoso y derribo de damas, a pagamento o por las bravas... La derechona, dividida como allí en diversas escuelas de pensamiento y trinque: modalidad maletas africanas por parejas, modalidad tráfico de armas vía Pakistán con o sin timonel, modalidad empleos ficticios en los ayuntamientos de veteranos...

Pero ay, hay más. Las ex mujeres y legítimas, como quizá habrán sabido, están también en pie de guerra, salvo la sonriente paganini Anne Sinclair y la primera dama (ex)italiana. Resulta que la rubia princesa Helena de Yugoslavia ha acusado a su ex marido, íntimo del ex zar de Neuilly-sur-Seine, de traerse dinero a espuertas desde Ginebra para financiar la campaña de Balladur, de la que era jefe máximo Sarko. Otra amiga suya ha hecho lo mismo con su ex, a la sazón otro fidelisimo del inquilino del Elíseo. De momento nadie ha nombrado al presidente en el proceso, según el Elíseo, aunque claro, si era el jefe y no sabía lo que había en las maletas llenas de pasta casi queda peor que si lo sabía...

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