Miguel Mora

Sobre el autor

es corresponsal en París, antes en Roma y Lisboa, fue redactor en la sección de Cultura y la Edición Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1992, y es autor del libro ‘La voz de los flamencos’ (Siruela, 2008).

#NoNosVamosNosEchan

Por: | 28 de marzo de 2013

  2111-merkel-allemagne-europe_0
Dijo Mariano Rajoy el otro día en París que si la PAH sigue acosando a los diputados de su partido, España se puede convertir en un país invivible. El problema del presidente del Gobierno es que no sabe, o prefiere no saber, que es su brutal política de recortes, ejecutada con un celo desmesurado y una saña ideológica –visible en el famoso “que se jodan”, que deja a Angela Merkel convertida en una enfermera de cuidados paliativos-, la que ha hecho del país un lugar insufrible y una lanzadera de emigrantes.

Acaba de llegarme por correo electrónico la convocatoria parisina de la campaña internacional “NoNosVamosNosEchan”, organizada desde España por la asociación Juventud Sin Futuro. Explican que son un colectivo de españoles que vive en París, y que se han adherido a la campaña “con el fin de denunciar que la falta de oportunidades en España está forzando a miles de jóvenes (y no tan jóvenes) a emigrar al extranjero”.

El 7 de abril, a las 16.30 horas, harán una protesta en la plaza de Trocadero, donde realizarán una performance para llamar la atención “de forma original sobre la difícil situación que viven los jóvenes antes y después de abandonar España”.

Ese mismo día se llevarán a cabo acciones similares en Europa y América Latina, en ciudades como Toulouse, Lyon, Montpellier, Londres, Berlín, Bruselas, Ámsterdam, Dublín, Copenhague, Ginebra, Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile, entre otras.

La nota explica que Juventud Sin Futuro es un colectivo de jóvenes que surgió en abril de 2011, y que “desde entonces, su trabajo ha consistido en visibilizar la situación de precariedad de la juventud en el ámbito laboral, educativo y social”.

Si la revolución que tanto temen -¿o quizá anhelan secretamente para poder sofocarla a gusto?- algunos gobernantes cuaja algún dia en Europa del sur, no será porque no haya habido señales del descontento y la frustración que producen la miseria, la destrucción del Estado de Bienestar y la inseguridad –la vital, y no la jurídica, como le gusta pensar al jefe del Gobierno-.

Si llegara la revuelta por fin -y cada día que pasa parece más raro que aun no haya llegado-, los únicos responsables serán los defensores y los ejecutores de esta política económica desalmada, ruin y desestabilizadora; los que no se atreven ni a pronunciar el nombre de los amigos y compañeros de partido que participaron en el saqueo; los que no exigen, pudiendo hacerlo, responsabilidades políticas a quien las debe poner sobre la mesa; y los que están socavando la democracia a base de gobernar para los bancos y dar la callada por respuesta cuando se les pregunta por los presuntos delitos que, en el mejor de los casos, toleraron sin imponer los controles necesarios para evitarlos.

La legitimidad que dan las urnas no basta para investir al ganador de legitimidad eterna. Vencer unas elecciones no equivale a una bula papal. Sobre todo, cuando ese gobernante no solo no cumple el pacto programático con sus votantes sino que lo incumple, a sabiendas, de forma sistemática, opaca y desleal.

Si además arrastra una previsión de un 27% de paro (el doble entre los jóvenes), y se dedica a organizarse viajes para ver un partido de fútbol a costa del erario público mientras millones de ciudadanos -y niños- están condenados al hambre y la pobreza, y se le ocurre definir a algunos de esos ciudadanos como “antidemocráticos”, lo menos que puede esperar es que le hagan no uno, sino varios escraches al día.

Desde París, cuna de la Revolución, la cosa parece, por usar su frase favorita, meridianamente clara. El punto de ebullición está cada vez más cerca. Y sí, claro que da un poco de miedo pensar que puede haber un estallido social. Pero más miedo da –y sobre todo más vergüenza- que la carnicería que Berlín nos ha animado a realizar se prolongue aun más en el tiempo y en la intensidad.

Con Chipre sin bancos ni economía; Portugal cantando otra vez el Grandola Vila Morena; Grecia en coma profundo y sin respirador; Italia sin Gobierno ni esperanzas de cambio real, España sumida en el miedo y  la pena negra, Francia desprovista de aliento, ideas y coraje, y la señora Merkel castigando a los pecadores mientras espera sentada su reelección, el panorama es, más que desolador, un polvorín.

¿Nuestras mal llamadas élites sabrán, quizá, a dónde conducen los experimentos con cobayas humanas?  Lo que a buen seguro ignoran es cuánto va a tardar el Quimicefa en explotarles en las manos. Quizá estén a tiempo de rectificar. O quizá Goldman Sachs saque de algún cajón un informe que diga que no hace falta, que necesitamos "más madera".

En los próximos meses lo veremos. De momento, encomiéndense a sus santos, sus vírgenes y sus peinetas quienes puedan y crean. Y los otros, cuidado con los escraches que los carga el diablo. O el Opus Dei.


El desahogado

Por: | 27 de marzo de 2013

Hollande-RajoyRajoy y Hollande, en el Stade de France. REUTERS.

Mariano Rajoy está hecho de corcho. Le resbala por completo lo que le pregunten. Si le hacen un escrache, pone cara de bueno y sale por peteneras. Si le insisten, se canta y se baila por farrucas. Si le molesta algo, sube un poco la voz y acusa a los otros de antidemocráticos.

Le digan lo que le digan, el hombre sereno no entra al trapo y se remite a su mantra: "Ya dije lo que tenía que decir en una intervención pública" (se refería, sí, a la de la pantalla de plasma).

Rajoy es lo que antes los castizos llamaban "un desahogao". Su única consigna es tragar y callar, no dar explicaciones ni decir más mentiras de lo estrictamente imprescindible, no nombrar nombres innombrables, recurrir a obviedades de manual ("haremos lo que tenemos que hacer"), disimular hasta el fin la evidente situación de chantaje en la que se encuentran tanto él como su partido (según creen el 80% de los votantes del PP), dejar que el tiempo pudra o confirme las acusaciones, y esperar a que escampe.

Su actitud no demuestra el menor respeto por la prensa ni por los periodistas, salvo cuando los necesita para hacer pasar algún mensaje. Don Mariano tiene un cuajo infinito, mucho más grande, aunque en un estilo más sosegado y galaico, que el del propio Silvio Berlusconi, el gran maestro del Partido Popular Europeo desde que Aznar cediera al pluri-imputado milanés el sitio que le quitó al PNV.

El martes, en París, se vio muy claro que a Rajoy solo le interesaba el partido (de fútbol), e incidir sobre dos o tres cuestiones; la primera, condenar los escraches de los movimientos contra los deshaucios, a los que acusó de ser antidemocráticos y de querer convertir a España en "un país invivible" -supino ejercicio de cinismo, cuando es su propia política la que obliga a emigrar a la gente, y cuando en vez de quemar los bancos y hacer la revolución esos ciudadanos ejemplares decidieron contener su desesperación y presentar una Iniciativa Legislativa Popular que el Gobierno intenta ignorar-.

Segundo mensaje: defender la seguridad jurídica -de los bancos, esos santos que dieron hipotecas a la gente para que se comprara casas-.

Y tercero, enviar un pacato mensaje de malestar a Alemania, recordando que el caso de Chipre es único en su especie y que los ahorradores no deben pagar los rescates bancarios.

Por lo demás, la conferencia de prensa conjunta con Hollande, quien no tardó ni un segundo en desmentir las fantasías animadas del portavoz de La Moncloa (ver post anterior) al abrir el turno de palabra diciendo "esta reunión es excepcional porque estamos aquí para ver el fútbol", fue el ejemplo vivo de la actitud profundamente berlusconiana que Rajoy ha decidido adoptar ante los ciudadanos que esperan una explicación plausible y razonada sobre la aparente podredumbre financiera del PP.

Cuando se le recordó que lleva desde diciembre (tres meses) sin hablar con la prensa en España, que la cúpula de su partido no se reúne desde hace semanas, que más de 20 años de financiación del PP están hoy bajo sospecha y bajo investigación judicial, que el señor Bárcenas tiene, o tenía, al menos 38 millones de euros en Suiza, que su antecesor, el señor Sanchís, fue imputado ayer, y que quizá su pertinaz silencio contribuye a aumentar las sospechas de los ciudadanos y a debilitar la democracia, el presidente respondió, textualmente, lo siguiente:

"Muy bien. Yo manifesté mi posición en publico pocos días despues de que apareciesen algunas noticias a las que usted se ha referido y además en una intervención en abierto (sic) que fue seguida por todos aquellos que quisieron. Esa es mi posición y la he dejado meridianamante clara. A partir de ahí, el partido político que yo presido, el Partido Popular, ha entregado sus cuentas al Tribunal de Cuentas, ha hecho una auditoría interna, y a partir de ahí estamos a lo que decidan los tribunales de Justicia como procede en cualquier Estado democrático y de derecho como es el nuestro".

Trasladado al lenguaje berlusconiano, sería, más o menos. "Yo no he pagado nunca por estar con una mujer. Yo soy un Casanova. Yo adoro el placer de la conquista. Las fiestas del bunga bunga eran noches totalmente normales, animadas charlas entre amigos. Son todo inventos de los fiscales y los jueces comunistas". Al menos aquello tenía más gracia.

De momento, Rajoy conserva el respeto por el poder judicial, al que, ciertamente, resulta difícil acusar de comunista sin que a uno lo tomen por loco. Y ahora que el buen juez Ruz va a acaparar la titánica tarea de desentrañar las cloacas del PP, el desahogo del presidente será, si cabe, todavía mayor.

Paciencia, pues, que ya escampará.

 

 


 

¿Vendría Rajoy a París si no hubiera fútbol?

Por: | 25 de marzo de 2013

R-RAJOYY-large570

El viaje del presidente español, Mariano Rajoy, a París, donde se entrevistará con François Hollande en el Elíseo antes de presenciar en directo el partido que la selección nacional de fútbol juega en el estadio de Saint Dennis contra Francia, "responde a una invitación del presidente francés", y no tiene que ver con la conocida pasión futbolera del presidente, asegura un portavoz de Moncloa.

Según este portavoz, “el partido es una anécdota, el detonante que sirvió para buscar una fecha y para que los presidentes acudan juntos al partido, como hizo Hollande con Angela Merkel hace poco”.

Una diferencia fundamental es que la presencia de los dos líderes en el amistoso Francia-Alemania estaba prevista desde varios meses antes, ya que era uno de los actos que conmemoraba el 50º aniversario de la reconciliación franco-alemana, mientras que los detalles del viaje de Rajoy han sido organizados hace solo unos días, según dijeron a este diario fuentes diplomáticas.

Aunque La Moncloa dice que el “viaje de trabajo fue pactado hace dos o tres semanas”, el Elíseo confirmó que Hollande invitó a Rajoy durante el último consejo europeo, celebrado el 14 y 15 de marzo. Moncloa admite que Hollande y Rajoy se encontraron en privado durante ese consejo, y aunque resulta raro que los presidentes se vean otra vez diez días después, insiste en que la visita no tiene que ver con el partido sino "con unas relaciones bilaterales muy fluidas y constantes”, y con el hecho de que “hay buena química entre los dos presidentes”.

A la pregunta de si la visita se habría producido igualmente de no haberse disputado el partido en París, el portavoz responde: “Entiendo que sí”.

El viaje de Estado y estadio, único acto oficial previsto en la agenda del jefe del Gobierno español para esta semana pre-vacacional -como se ve en la página ‘web’ de Presidencia- sigue según Moncloa el formato habitual de los viajes bilaterales del presidente, tanto por el equipo que le acompañará como por la celebración de “un encuentro y una conferencia de prensa conjunta”.

Rajoy se verá con Hollande en el Elíseo a las 18.30, y luego ambos darán la rueda de prensa y se irán juntos al partido. Entre los temas a tratar, dice Madrid, "el crecimiento y el empleo en Francia, España y Europa; el apoyo mutuo en la negociación de la política agrícola común (PAC) durante la pasada discusión de los presupuestos europeos, y la situación en Siria y Malí".

El portavoz de La Moncloa añade que con Rajoy viajarán "sus asesores habituales”, aunque no precisa la identidad de los acompañantes del presidente. Sobre los costes del viaje, Moncloa tampoco tiene “los datos exactos”, aunque explica que se llenará el Falcon pequeño (modelo 900) del ministerio de Defensa, de 14 plazas. “Por ahorrar, el presidente viaja en ese avión desde que se inició la legislatura -salvo a reuniones de alto nivel-, y esta vez no hay gastos de hotel porque la delegación no pernoctará en París”, dice el portavoz.

Según un cálculo a vuela pluma, el viaje costará a los contribuyentes en torno a 15.000 euros. Defensa factura a los altos cargos de la Administración por el uso del Falcon 900 unos 2.500 euros por hora de vuelo. Calculando cinco horas de viaje –dos y media por trayecto-, el precio será de 12.500 euros. Fuentes oficiales apuntan que el traslado sería más caro si la delegación viajara en línea regular o en avión privado.

En efecto, en este último caso, según indica el presupuesto solicitado a una empresa española de alquiler de aviones privados, el coste del trayecto en Falcon 900 se elevaría hasta 19.100 euros. Si a esa cantidad se le quita el beneficio industrial del 15%, el coste es de 16.200 euros, algo más que el oficial porque a las horas de vuelo y el alojamiento de la tripulación -media jornada de hotel- hay que sumar las tasas de aeropuerto, de las que los aviones presidenciales están exentos, y el sobrecoste del combustible.

Pese a las explicaciones de Moncloa, algunos diplomáticos españoles dudan de la utilidad de la visita y creen que Rajoy y Hollande han tratado de camuflar el objetivo real del viaje: ver juntos el partido. Un diplomático cree que “combinar una entrevista bilateral con un partido de fútbol distorsiona las relaciones bilaterales, porque pone al deporte en un plano igual o superior al de la política”.

Otra fuente añade que la visita "es un baldón para la imagen de seriedad que el Gobierno intenta dar en Europa. Mientras Rajoy exige enormes sacrificios a los ciudadanos, y presume de rigor presupuestario y de marca España, parece una frivolidad que viaje a París para animar a La Roja”.

Editado (lunes, 20.55): ¿Será por dinero? La Roja se aloja en el hotel Bristol, uno de los mejores del mundo. A la altura del equipo, desde luego. ¿Pero, y del país? ¿No habría nada más baratito?

 

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal