Miguel Mora

Francia y España: tan cerca, tan lejos

Por: | 26 de enero de 2014

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Los Pirineos fueron durante siglos una barrera espiritual y física infranqueable. Los viajeros románticos franceses y la II República española derribaron el muro durante unos segundos, y luego la dictadura franquista multiplicó por dos la vieja altura simbólica de la cordillera. Durante cuatro décadas, las fronteras solo parecieron permeables para los maquis, los exiliados, los emigrantes, Semprún y Ben Barek, los pistoleros, los niños pijos de Madrid, la gauche divine de Barcelona y los gitanos del Somorrostro. Pero Francia y España seguían separadas por un muro de incomprensión, desde la envidia de abajo al racismo de arriba.

La democracia y la Unión Europea cambiaron esa percepción. España salió del páramo, creció y se enriqueció; Felipe y Mitterrand aprendieron mal que bien a convivir y a decidir quién era el enemigo; Almodóvar sedujo a crítica y público en Cannes y París, Sarkozy fue condecorado por Zapatero, este se convirtió en un modelo para el desacreditado socialismo caviar, y los camareros de París empezaron a ser simpáticos -es un decir- con los españoles, y sobre todo con las españolas.

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Ahora, la crisis económica, la política Goldman Sachs y el miedo a la miseria han vuelto a cerrar las puertas y las cabezas. España se desliza por su rampa nacional-católica e italianizante, democristiana para los amigos y berlusconiana para todos los demás: un presidente plasmado; impunidad creciente de las mafias político-cajeras; medios cada vez más sumisos con el poder; instituciones bajo mínimos de fiabilidad; ley Fachardón y aborto confesional; Santa Teresa y la Blanca Paloma, al frente de la política social; ataques cotidianos a la justicia y a la separación de poderes, con los fiscales ejerciendo de abogados defensores de los mandarines -y sobre todo de las mandarinas-; una familia Real rota, sorda y llena de secretos; Marhuenda y la telebasura, privatización exprés del Estado de Bienestar; Liga del Norte catalana, Del Nido al talego, Rosell ya veremos y los amigotes pidiendo indultos y poniendo las barbas a remojo.

Mientras, la rica Francia de Le Président Casqué (con casco), que duplica el PIB de su vecino sureño, camina sin pulso ni duende hacia ninguna parte y rumia su evidente pero paradójica decadencia -ya la quisieran algunos- entre inquietantes señales años treinta, adobadas con unas gotas de cinismo imperial y de machismo démodé, y con un élan zapaterista (liberaliación del aborto, ley del fin de vida) como cortina de humo y único gesto realmente progresista.

Por lo demás, tenemos que anotar un ministro de Hacienda socialista con cuenta secreta en Suiza -fue cesado-; un director del FMI acusado de violar a una camarera -fue defenestrado-; y un presidente de izquierdas que engaña durante dos años ¡a su novia! y se deja cazar yendo en moto a un apartamento de la calle du Cirque, situado a 140 metros del Elíseo. Luego, en vez de pedir perdón por la exhibición de torpeza, da una conferencia de prensa de tres horas en la que reivindica su derecho a tener una vida privada y anuncia un volantazo a la derecha y un regalo de 30.000 millones a la patronal. Y para celebrar tutto quanto, se va a Roma a besar el anillo del Papa. 

Entretanto, las élites y al menos una cuarta parte de la población se abandona a los peores instintos de la extrema derecha; aplauden la persecución sistemática de los gitanos, incluso en excursiones escolares; caen en la islamofobia y el antisemitismo a partes iguales; y todo el poder del Estado se pone al servicio de un ministro que decide censurar a un humorista negacionista y perturbado...

Europa vive definitivamente tiempos feos. Hay 80 millones de pobres y casi 30 millones de parados. Los jóvenes españoles llegan en masa a Francia para buscarse la vida. La Cruz Roja de París cada vez encuentra más españoles sin techo y sin un euro en el bolsillo. Los franceses se quejan más que los españoles, aunque se ayudan menos porque el Estado todavía se encarga, y aprovechan el pinchazo de la burbuja para comprarse casas baratas en Alicante...

Los Pirineos ya no existen. Los Alpes, tampoco. La política acaba en Davos, y el sueño  europeo de Merkel, Draghi, Lagarde y sus palmeros da una inmensa pereza. Lo que antes parecía casi un paraíso se parece cada vez más al averno.

Y dicho esto, ahí va un cantecito de Don Enrique Morente.

  

 

 

Hay 10 Comentarios

Hola, amigos. Todos tenemos derecho a nuestros más y a nuestros menos. El flamenco es un aporte cultural muy valioso y lleno de sentido como expresión de buena parte de nuestra alma. Y los toros y las tapas y hasta la Virgen del Rocío. Lo malo es este tinglado pepero repleto de chorizos y butifarras. Todos se tenían que haber ido ya entre los silbidos y los abucheos de la concurrencia. España no se merece un gobiernio tan indigno y hortera. Todos tenían que haber renunciado ya y no seguir adelante con sus mentiras y sus estadísticas falaces. Toreros, flamenco, cante jondo, folclorismo y encierros de San Fermín, pero ante todo, tendríamos que dar un espectáculo de una clase polìtica honesta y responsable. Todo el folclor llega a ser un poco ridículo cuando falla lo fundamental: honestidad y competencia en el manejo de los asuntos de gobierno. Pero en esto seguimos como cuando los franceses enviaron a los cincuenta mil hijos de San Luis.

A mí me gusta el flamenco, la cultura árabe. Soy europea sobre todo y franqueo los Pirineos varias veces al año para visitar a mis amigos o a mi hija que vive allá.
¡Olé! para Don Entique Morente.

gran tema de don Enrique para cerrar el post.

Cómo me gusta el flamenco y esos quejios saliendo del corazon

No me gusta el flamenco. Nunca le grito a nadie y no me gusta que me griten, y detesto el patetismo y que la gente hable a gritos de su pena. En cuanto a París, es un estado de ánimo, y como tal es independiente de que exista o no París en realidad, y de lo que sea en un momento histórico dado. La llamada islamofobia, pues es que los gabachos nos llevan cincuenta años de ventaja, saben ustedes, y cuando nosotros vamos, ellos ya han ido y han vuelto varias veces, y saben con quién se puede vivir y con quién no. Islamofobia es un término capcioso. Es como llamar tabaquismo al hábito de fumar. Una petición de principio. Alguien podría preguntarse por qué en la patria de los droits de l´homme et du citoyen están hasta los cojones de la intolerancia musulmana. Pero para éso hay que ser objetivo y dejar de ser progre, y no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio.

Hay cosas en las que tiene razón el texto como la infranqueable distancia entre ambos paises vecinos. En otras no tanto, porque es muy facil poner en una lista todo lo malo de un pais y compararlo con todo lo bueno de otro, pero como digo siempre: ni los europeos son tan buenos ni los españoles somos tan malos.

Sobre Holland y la política, cabría destacar que desde que salió elegido su economía y Francia va en picado, su estilo es el zapaterismo, con esto no hace falta que de más pistas.

Por otra parte sus éxitos económicos y sociales de los que se benefician actualmente nada tienen que ver con el gobierno actual, entiendo que es algo que no hace falta ni discutir.

Francia goza de una gran cobertura social desde hace bastantes años, osea que no se trata de comparar la españa casposa que tenemos aqui (PP) con el PSOE frances, porque ellos si siguen a este paso, van a tener que pasar la tijera como en españa a este ritmo..

Y, además, su presidente, con esa pinta de Hormiga Atómica que tiene, liga más que toda la izquierda española que ha sido educada en colegios religiosos, salvo los destripaterrones de IU.

@ Publicado por: Rinconete | 27/01/2014 15:58:05
Yo no me siento igual. En la playa, no hablo fuerte, no molesto a los vecinos con una radio a tope, me molestan los chiringuitos ilegales, me averguenza la vulgaridad ambiente. Y... por encima de todo, salgo a la calle a manifestar cuando pisan mis derechos.
Soy hispano-francés y lo q veo cuando voy a visitar a la familia y amigos da asco y me entristece.
Unas élites indolentes, ignorantes y arrogantes, aguantadas por una ciudadanía inculta y ovejera,. capaz de soportar, sin inmutarse, cientos de casos de corrupción en los tribunales, indultos bananeros, recortes sociales...
Si me gusta el sexo y no me esconde detrás de ninguna monja. Si reivindico mis diferencias y las libertades. Si, respeto la vida privada de los demás. Si creo en la justicia social y la defiendo.
No. No somos iguales.

Rinconete, un beso bajo este sol del mediterrâneo!

Ha sido muy bueno reconocernos distintos durante muchos años, para bien o para mal.
Diferentes, españoles, portugueses, italianos, franceses, alemanes, suizos, austriacos, ingleses, daneses y demás naciones de la vieja Europa.
Caldo de cultivo de una cultura milenaria, que se ha cocido y condimentado con un poco de cada una de las naciones que la conforman.
Lo de mirar por encima del hombro han sido desvaríos de épocas de hambres y atrasos, de sufrimientos, de imperativos sobrevenidos.
Superándose al vernos casi idénticos, tomando el sol y una cerveza fría en cualquier playa.
Ante el reto de seguir siendo cada cual único y diferente, a la hora de fabricar y crear riqueza.
Desde el trabajo.
Bajo este sol de Europa, y al abrigo de sus playas mediterráneas, sabiendo vivir.
Y liberándose de las ataduras y servilismos de diferencias inútiles.

Un relato pirenaico para empezar la semana con algo ligerito. Os dejo "Hotel Los Ibones",
http://loscuentostontos.blogspot.com.es/2012/09/hotel-los-ibones.html
Después de los cuatro primero párrafos de la introducción, empieza el cuento.
Que os guste.

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Sobre el autor

es corresponsal en París, antes en Roma y Lisboa, fue redactor en la sección de Cultura y la Edición Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1992, y es autor del libro ‘La voz de los flamencos’ (Siruela, 2008).

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