Miguel Mora

Sobre el autor

es corresponsal en París, antes en Roma y Lisboa, fue redactor en la sección de Cultura y la Edición Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1992, y es autor del libro ‘La voz de los flamencos’ (Siruela, 2008).

La venganza del paparazzo

Por: | 11 de febrero de 2014

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Pascal Rostain, paparazzo francés.

La presunta noticia era una bomba nuclear, demasiado espectacular como para ser revelada desde este lado del Atlántico con 24 horas de antelación: The Washington Post se aprestaba a publicar en su edición del martes que Barack Obama y la cantante Beyoncé tienen una relación amorosa, confirmando así los rumores que agitan a la prensa popular estadounidense desde hace algún tiempo.

El solemne anuncio fue lanzado el lunes por la mañana por Pascal Rostain, un conocido paparazzo francés, de 56 años, aprovechando una entrevista de promoción de su nuevo libro en la popularísima emisora de radio Europe 1. ¿La razón? Rostain decidió extender ese bulo para vengarse, según cuenta a este blog, de “la hipocresía de la prensa seria".

"Mañana vamos a asistir a algo enorme", afirmó muy serio Rostain en la radio, "el Post, un periódico que no se puede considerar canalla, va a publicar una noticia sobre la presunta relación de Obama y Beyoncé, y por supuesto hablará de ella la prensa de todo el mundo".

En apenas unos minutos, el periodista consiguió su primer objetivo: ser nombrado en los medios serios; y también el segundo: el bulo fue publicado por diversas webs francesas e internacionales, siguiendo la rutina de lo inmediato y lo sensacional (es decir, del antiperiodismo) que se ha puesto de moda en el siglo XXI: primero disparar, luego preguntar, y si nos equivocamos, ya lo corregiremos. Al fin y al cabo, si el papel lo aguanta todo, Internet es un pozo sin fondo en permanente re-edición, y nos pagan por recibir pinchazos, no por escribir el Quijote o por desvelar otro Watergate...

“No había noticia ni nada. Era solo un juego, una tontería, un n’importe quoi. Solo quería demostrar que los periódicos serios publican en Internet cualquier cosa sin verificarla antes”, explica Rostain, entre asombrado y divertido por el recorrido de su ocurrencia. “Y me parece que ha quedado claro que es así”.

En efecto, la inverosímil boutade del paparazzo -no porque un romance entre Obama y Beyoncé sea imposible, sino porque resulta raro que un fotógrafo reviente desde París un presunto scoop de The Washington Post- generó nervios en muchas redacciones.

Ayudó que primero fuera recogido por la página web de Le Figaro y de Le Soir, y después por algunas revistas semanales de información y del corazón, entre otras Closer. Enseguida, Obama y Beyoncé se convirtieron en TT en el Twitter francés.

Según afirmaba la nota de Le Figaro, quizá para dar solidez al falso, “dados su agenda y sus vínculos, sobre todo comerciales, con la prensa americana, no sería sorprendente que (Rostain) esté al corriente de lo que prepara The Washington Post”.

Poco después, algunas webs italianas y europeas se hacían eco del asunto, que finalmente fue desmentido por un portavoz de The Washington Post al Vanity Fair francés con una frase seca: "El Post no prepara ninguna información de ese tenor".

Pero la mentira ya era imparable. Y para añadir confusión, el sitio francés L'Internaute publicaba que Beyoncé ha desaparecido de las galerías fotográficas de la página web oficial de la Casa Blanca, donde es recibida con regularidad porque es amiga de la pareja presidencial. Incluso en la galería de la última toma de posesión del presidente demócrata no hay rastro de la cantante, que también actuó hace poco en la fiesta del 50 cumpleaños de Michelle Obama.

 

TopelementBeyoncé y su marido, Jay Z, con Barack Obama. Esta foto, publicada por el fotógrafo oficial de la Casa Blanca, Pete Souza, ya no se encuentra en el sitio de la presidencia de EEUU, según L'Internaute. 

Autor de numerosas exclusivas –descubrió la relación de Cecilia Sarkozy con Richard Attias en 2005, y la de Carolina de Mónaco con el tenista Guillermo Vilas años antes-, consocio de la Agencia Sphinx, y amigo a la vez de las exprimeras damas Carla Bruni y Valérie Trierweiler, Rostain afirma que al lanzar el bulo solo quería “denunciar a la prensa que ha denostado el trabajo de los paparazzis y de la prensa people después de que se publicaran en Closer las fotos de Hollande visitando a la actriz Julie Gayet”.

“Me han llamado la FOX, la CNN, EL PAÍS y muchos medios extranjeros”, añade Rostain, “pero muy pocos franceses. Y es curioso, porque muchos han publicado la historia en sus webs sin hablar conmigo ni con The Washington Post, es decir sin contrastarla antes”.

Según el veterano reportero, la historia debe hacer reflexionar a los lectores que creen que el periodismo people es menos riguroso que el otro y no cumple una función social: “Los paparazzis levantamos historias, verificamos lo que publicamos y aportamos las pruebas, pero la prensa seria nos dibuja como unos canallas porque invadimos la intimidad. Mientras tanto, ellos publican los comunicados de los gabinetes de comunicación de los políticos sin tocar una coma, y defienden su derecho a la vida privada pero se aprovechan de nuestro trabajo”.

Sobre la privacidad de las personalidades públicas, Rostain tiene su teoría: “La intimidad está muy bien, es genial, pero los periodistas tenemos que contar historias. Mi carné de prensa es igual que los otros”, añade. “Los paparazzis nos hacemos preguntas e investigamos. A veces partimos de un rumor, como pasó con Hollande y Gayet. Si Obama y su mujer aparecen distanciados en una foto o en un acto, y hay un rumor sobre una relación de Obama con Beyoncé, los reporteros estadounidenses tratarán de confirmarlo y de publicarlo. Y todo el mundo hablaría de ello, porque sería un hecho político. No debemos olvidar a Kennedy y a Marilyn Monroe, a Clinton y a Monica Levinsky. Pueden ser presidentes de la primera potencia mundial, pero siguen siendo humanos”.

El asunto coincide con la visita oficial de Hollande a Estados Unidos. Rostain, que arrastra fama de provocador, recuerda que se le ocurrió la idea hablando con un periodista del Post sobre el caso Gayet. "Al explicarle lo que había pasado, le dije que era como si Obama tuviera un romance con Beyoncé, y pensé que la comparación serviría para que los franceses se den cuenta de que la privacidad de un presidente no existe".

El éxito de su fake recuerda al gran falsificador y justiciero periodista taliano Tommaso de Benedetti, que durante diez años publicó un centenar de entrevistas inventadas en diferentes medios de su país con escritores como Philip Roth, Mario Vargas Llosa o Derek Walcott, y con personajes como Joseph Ratzinger, Mijail Gorbachov o Noam Chomsky.

Su caso fue descubierto por Roth cuando una periodista de La Repubblica preguntó al escritor neoyorquino si era cierto que había hecho unas declaraciones criticando a Obama. Roth lo negó, comenzó a investigar, y sus agentes descubrieron que la lista de entrevistas falsas perpetradas por De Benedetti contenía también a autores como Laura Pérez Esquivel, Manuel Vázquez Montalbán y John Grisham. De Benedetti entrevistó de forma imaginaria hasta cinco veces a Roth. Y las cinco coló.

Nacido en Roma en 1969, casado, padre de dos hijos, profesor de Italiano e Historia en un instituto de enseñanza media, hijo y nieto de ilustres críticos literarios, De Benedetti se declaró "satisfecho" de su tarea cuando fue descubierto. "Estoy contento de ser el campeón de la mentira", afirmaba. "Creo que he inventado un género nuevo y espero publicar nuevos falsos en mi web y toda la colección en un libro, con prólogo, por supuesto de Philip Roth".

Su provocación quizá fue demasiado lejos. De Benedetti creó páginas falsas en Facebook de Vargas Llosa y un centenar más de autores, que le acusaron de suplantación de la personalidad. El maestro del embuste replicó que Facebook y las redes sociales son inseguras por naturaleza porque todo el mundo puede suplantar a otros.

Un par de años después, se supo que la NSA utilizaba a los gigantes de Internet para espiar masivamente en todo el mundo, incluso a sus aliados europeos.

A veces, como pasaba con Pericón de Cádiz y Chano Lobato, un buen embuste revela cosas que las verdades tapan. 

 

 

El País

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