Aprovechando hoy la apertura para profesionales de ARCOMadrid, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid (15-19 Febrero 2012), empezamos un recorrido por la feria enfocado en algunas de las propuestas centradas en los nuevos medios y relacionadas con la tecnología.
El stand de la Fundación Telefónica propone una interesante selección con los proyectos galardonados en la edición 13.2 de los Premios Vida, una iniciativa surgida en 1999 para promover los mejores proyectos artísticos realizados con conceptos y técnicas de vida artificial.
Se puede ver Naked on Pluto, de Marloes de Valk, Aymeric Mansoux y Dave Griffiths galardonado con el primer premio, un videojuego online, que parodia el carácter insidiosamente invasivo de las redes sociales. El juego, un ejercicio de ecología social en acción, descubre las prácticas semiocultas de los grandes fagocitadores de datos como Facebook y Skype, exponiendo el jugador al acoso de 57 robots que intentan capturar sus datos personales.
El segundo premio, Ocular Revision del estadounidense Paul Vanouse, un proyecto que propone recuperar la visión más holística de la biología, que se promovía en el mundo científico antes de cartografiar el genoma humano en forma de código. Vanouse ha construido un aparato de electroforesis circular, en vez que rectangular, de modo que el ADN no se desplaza linealmente de un lado al otro del aparato, sino desde la circunferencia hacia el centro. El resultado es la visualización del ADN como un flujo o una floración en vez que un código. "Más allá de la creación de mapas heterodoxos, el proyecto encierra una crítica, ya que invierte los objetivos de la cartografía mundial del genoma humano y su utilización para la clasificación racial", indica el artista.
Cesar Harada, hijo del conocido escultor japonés Tetsuo Harada, ha ganado del tercer premio con Protei, un proyecto colaborativo para la construcción de una serie de embarcaciones robóticas autónomas de código abierto, que cuentan con una estructura capaz de actuar en las catástrofes medioambientales y en especial modo en los vertidos de petróleo.
Harada, que lleva años investigando diversas formas de arquitecturas marinas, tiene previsto diseminar estos mecanismos en los mares de todo el mundo, para contribuir a la limpieza de materiales contaminantes y desechos humanos.
Cierra la selección una mención honoraria, Transducers de Verena Friedrich, una instalación que imita la maquinaria y los procedimientos de la investigación biocientífica, formada por un conjunto de dispositivos de vidrio tubular fabricados a medida y suspendidos verticalmente, a la altura de los ojos. El componente nuclear de cada uno de los tubos de vidrio —dispuestos de manera que los espectadores puedan desplazarse entre ellos y experimentarlos desde todos los ángulos— es un único cabello humano. Cada uno de estos «transductores» de vidrio contiene también un conjunto de dispositivos mecánicos diminutos, formado por un disparador y un lector fabricado a base de placas de circuitos impresos personalizadas y dotadas de componentes electrónicos, así como los medios necesarios para producir una respuesta vibratoria audible basada en la lectura del ADN capilar. Los especímenes biológicos generan así un paisaje sonoro en el que, al deambular entre los transductores, se oyen vibraciones exclusivamente únicas que contribuyen a esta polifonía de cabellos humanos. Los visitantes pueden regalar sus propias muestras codificadas para futuras exposiciones y registrar la donación en un archivo consultable. En este mantra de estética pseudocientífica, el cabello se encuentra literalmente instrumentalizado como un repositorio de la identidad. La instalación funciona metafóricamente en varios niveles interrelacionados, combinando los criterios de medición ortodoxos de las salas limpias de los laboratorios con el misticismo de los santuarios religiosos que albergan reliquias sagradas, y el zumbido de estas máquinas perfectamente precisas transmite la frágil singularidad de los despojos humanos.
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