Autofotóvoros es una instalación robótica, protagonizada por unos dispositivos electromecánicos dotados de fototaxia positiva, es decir una condición que les obliga a dirigirse hacia la luz. La obra es uno de los resultados de las investigaciones del artista y compositor José Manuel Berenguer, el único español presente en la exposición de arte electrónico EFRC - Entornos Ficcionados para Realidades Complejas comisariada por Juan Carlos León y que participerá también en el festival dedicado a los nuevos medios LabSurLab, ambos en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito (Ecuador). Un nuevo ejemplo de la escena creativa latino-americana que, en este momento, se puede considerar única al mundo, capaz de proporcionar a sus creadores unos apoyos, no necesariamente sólo económicos, muchos mayores de los que gozan los artistas españoles, tal y como demuestran proyectos de la envergadura de la sonda SEFT-1 de los mexicanos Iván Puig y Andrés Padilla Domene, que reseñamos ayer.
Autofotóvoros es una de los dos instalaciones electrónicas del artista catalán José Manuel Berenguer, que reflexionan sobre la organización espontánea y la aparición de fenómenos emergentes complejos. “Esta instalación se basa en la teoría de la Psicología Sintética de Valentino Braitenberg, en la cual los vehículos robóticos muestran comportamientos que un observador externo podría clasificar como producto de estados emocionales tales como temor, vergüenza, indecisión, paranoia, odio y venganza, entre otros”, explica Berenguer.
La instalación está formada por una comunidad de 21 pequeños animales robóticos, dotados de largas patas, que se comportan como organismos dotados de razón, al ser capaces de organizarse colectivamente en el espacio, de forma espontánea, en presencia de alguna fuente de luz.
“Los Autofóvoros son unos dispositivos electrónico-mecánicos, dotados de la capacidad de dirigirse por sus propios medios hacia las fuentes de luz más brillantes de su entorno. Una actitud que sin embargo conlleva unas desventajas, ya que en la inexorable búsqueda del objeto de su deseo son capaces de destruirse a sí mismos en la, a menudo peligrosa, empresa de alcanzar la luz que tanto ansían”, indica el artista. Cada cambio de luz, los robotitos de Autofotóvoros compiten entre ellos, enredando sus largas patas mientras luchan para conquistar un espacio vital.
La segunda instalación de Berenguer es una versión ‘ecuatoriana’ de la célebre Luci, multipremiada obra propiedad de la Colección Beep de Arte Electrónico. Luci se inspira en el fenómeno lumínico de las luciérnagas de Kuala Selangor (Malaysia), un evento que Berenguer ha reinterpretado artística y poéticamente a través de una instalación interactiva. Así como en la naturaleza estos insectos generan un fenómeno lumínico, que con el tiempo condiciona el ritmo de destellos de una entera colonia, las 64 luciérnagas electrónicas de Berenguer son un organismo vivo que reacciona a las condiciones lumínicas del entorno, organizándose armoniosamente: Incluso son capaces de coordinar su actividad lumínica por breves periodos de tiempo, hasta que unas luciérnagas rebeldes consiguen separarse del control de la colonia, generando micro grupos, que acaban destellando en la oscuridad, ajenos al ritmo de los demás, e imponiendo una nueva pauta dominante.
Desde el caos surge la armonía y mientras las luciérnagas artificiales van coordinando el ritmo de sus destellos, emiten también unos chasquidos que interpretan de manera sonora el proceso de acoplamiento lumínico. Unos ruidos que nos permiten penetrar en lo desconocido de la materia, ya que en la experiencia sensorial es más difícil percibir el momento del acoplamiento lumínico con la vista que con el oído.
La Luci de Quito ha sido realizada con la colaboración de José Dukeyro Ayala, Patricio Ortiz, David Sandoval, José Eduardo Toral y Carlos Vargas.
José Manuel Berenguer tiene una larga trayectoria como compositor experimental y artista plástico con un especial enfoque en el arte electrónico centrado en las dinámicas sonoras que se plasman en obras cuyas temáticas incluyen cuestiones relacionadas con la filosofía, la historia de la ciencia y los límites del lenguaje. Es también docente y fundador e director de la Orquestra del Caos, un colectivo interdisciplinario de artistas especialmente orientado al desarrollo de proyectos relacionados con la música experimental y arte sonoro.
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