Quizás no todos sepan que probablemente la más importante colección de arte electrónico de España se encuentra en Cataluña y precisamente en las oficinas de la sede central del grupo empresarial Ticnova de Reus (Tarragona). La Colección BEEP, que reúne obras de artistas tan destacados como Eduardo Kac, José Manuel Berenguer o Marcela Armas, está dirigida por Vicente Matallana, fundador de la productora madrileña LaAgencia y su patrocinador es el empresario Andreu Rodríguez, presidente de Ticnova. Hace casi diez años que Rodríguez lleva forjando su colección a través del galardón ARCOmadrid/BEEP de Arte Electrónico, un premio de adquisición, dotado con 15.000 euros, que este año celebra su novena edición en la feria ARCOmadrid (del 16 al 23 de febrero).
“Nuestra implicación con el arte digital tuvo un punto de no retorno cuando creamos junto con Arco el premio adquisición ARCOMadrid/BEEP”, explica al Silicio, Rodríguez. En estos años su iniciativa, pionera en España, ha dado lugar a uno de los premios más destacados del circuito internacional, que además constituye una importante oportunidad para una generación de artistas y un sector que todavía queda al margen de los verdaderos intereses del mercado del arte. Al galardón pueden optar todas las obras que se exponen en el marco de ARCOmadrid y que implican el uso de nuevas tecnologías o arte electrónico de forma significativa, lo cual favorece la presencia de este tipo de obras en la feria madrileña. A pesar de que muchos tachan el evento de conservador, apuntando a la ausencia de arte digital y electrónico, no deja de sorprender que en la pasada edición el jurado tuvo que elegir el ganador entre más de 80 candidaturas.
Actualmente las obras de la Colección BEEP se exponen en la sede central del grupo empresarial Ticnova de Reus aunque desafortunadamente el espacio no está acondicionado para recibir visitantes. “La colección está abierta al público en la medida en que lo está una empresa privada”, confirma al Silicio, Vicente Matallana asegurando también que el próximo año y con motivo del 10º aniversario se desarrollará un plan para instalar todas las obras y realizar visitas guiadas del fondo. “Esto es un gran reto ya que no todas las piezas son fáciles de instalar e integrar en el espacio de la empresa”, asegura Matallana. Se refiere a instalaciones como Brainloop de Janez Janaša y Independent Robotic Community de Ricardo Iglesias y Gerard Kogler, aunque destaca que ahora mismo se pueden ver cinco obras maestras del arte electrónico: The Ekmrz Triology de Ubermorgen, Fascinum de Christophe Bruno, Nature Morte de Charles Sandison, Expanded Eye de Anaïsa Franco y The Perpetual Storytelling Apparatus de Julius Von Bismark y Benjamin Maus.
La historia de la Colección BEEP empezó en 2006 cuando Eduardo Kac ganó la primera edición del premio con Time Capsule. “Es una instalación que reúne fotografías, radiografías y vídeos de cuando el artista brasileño se implantó quirúrgicamente un microchip en la pierna”, recuerda Rodríguez, hablando de la memoria histórica de aquella acción, pionera en el campo del bioarte. Time Capsule tomó forma en noviembre de 1997 en el centro cultural Casa das Rosas de São Paulo (Brasil) donde en directo, emitido por televisión y por Internet, Kac se implantó en una pierna un microchip digital. El artista, que todavía conserva el artefacto en su cuerpo, se convirtió así en el primer ser humano portador de un implante electrónico que contiene parte de su memoria histórica y fotografías que documentan la vida de su familia en la Europa de los años previos a 1939.
La última obra, galardonada en la edición 2013 de la feria ARCOmadrid, fue Nature morte, una lograda reinterpretación de una vanitas barroca desde la mirada de las nuevas tecnologías, firmada por el artista escocés Charles Sandison. Nature morte, presentada por la Galería Max Estrella de Madrid, forma parte de un conjunto de piezas que reflexionan sobre el lenguaje como producto de la evolución. Convencido de que el idioma es nuestra interfaz con la realidad, Sandison trabaja con programas informáticos, creados por él mismo y controlados por algoritmos de dinámica molecular, que generan palabras y las dotan de vida. En el caso de la obra premiada, el artista utiliza un cuarteto de Byron, que hace referencia al carpe diem, el disfrute del instante, en una escultura audiovisual generativa, y por lo tanto siempre distinta, que incluye elementos de la literatura, el romanticismo y la textualidad, además de una profunda reflexión sobre los nuevos medios.
Evidentemente estamos hablando de obras que representan una viva imagen de la escena electrónica contemporánea, así que en base a los criterios de adquisición estipulados tienen que ser cedidas cuando son requeridas para alguna exposición internacional. “Nos piden préstamos continuamente. Por ejemplo, Luci del catalán José Manuel Berenguer es una pieza muy solicitada”, admite Rodríguez, que ha decidido dar mayor impulso a su proyecto creando la New Art Foundation, una fundación dedicada al arte tecnológico. La iniciativa, aún más valiosa por el momento de crisis en que se produce, tiene el respaldo del Colegio Oficial de Ingenieros Informáticos de Cataluña, las universidades Oberta de Cataluña, Politécnica de Cataluña y Ramón Llull, además del laboratorio de investigación ASCAMM de Barcelona.
“Más que nunca necesitamos que en Cataluña surjan iniciativas con vocación de convertirse en referentes internacionales”, asegura Rodríguez destacando como la Fundación concentrará su campo de actuación en el fomento de la creatividad y la producción de obras, así como en la investigación y difusión de las problemáticas y peculiaridades del arte tecnológico. “Además la Fundación se encargará de facilitar los contactos y las infraestructuras para que el área económica y de desarrollo pueda llevar a cabo sus objetivos, garantizando la sostenibilidad del proyecto a través de la exhibición de obras y contribuyendo a la creación de un mercado”, continúa el empresario, que descubrió su pasión por el arte gracias a su esposa, la artista multidisciplinar francesa Marie-France Veyrat. “Nos acercamos a la creación a partir de nuestro entorno más próximo y empezamos a adquirir obras abstractas, sobretodo de artistas catalanes. Sin embargo, muy rápidamente el universo creativo que estaba naciendo alrededor de las nuevas tecnologías, que además son nuestro ámbito de trabajo, captó todo nuestro interés”, concluye Rodríguez.
Mientras tanto, a la espera que el próximo año se establezca un marco idóneo para presentar al público las obras de la Colección BEEP, su director Vicente Matallana insiste en el aspecto pedagógico interno, que tiene la instalación de las obras en la sede de Ticnova. “Para mí, este fue un tema muy complicado incluso de asumir, debido a que las obras no se encuentran en unas condiciones ideales de exhibición. Pero luego he comprendido el punto de vista de Andreu Rodríguez al hacer que las obras estén integradas en el entorno laboral de la empresa. En un grupo tecnológico como Ticnova es muy importante que los empleados se sientan partícipes del proyecto y de otra visión más ambiciosa, en el buen sentido, de la tecnología”, concluye Matallana.
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