Joaquin Roy

Sobre el autor

Joaquín Roy es Catedrático Jean Monnet “ad personam” de Integración Europea y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami. Es Licenciado en Derecho (Universidad de Barcelona) y Doctor por la Georgetown University (Washington DC). Nacido en Barcelona, reside en Estados Unidos desde la administración Johnson.

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Enigmas y consecuencias de la muerte de Oswaldo Payá

Por: | 23 de julio de 2012

La trágica muerte de Oswaldo Payá, el dirigente de la disidencia cubana con más impacto internacional, en compañía del colectivo de las Damas del Blanco, presenta algunas notables incógnitas. Una son los datos fríos y objetivos del accidente de tránsito que acabó con su vida, detalles que en el momento de redactar esta nota no están suficientemente aclarados. La otra dimensión está acaparada por las consecuencias de la muerte del líder de tendencia democristiana, tanto en el seno de la oposición al régimen, como en el interior del mismo. Ambos temas están íntimamente relacionados. Paya-cuba

          El misterio inicial acerca de los hechos, y su inmediata interpretación por parte de su familia y otros opositores, ha sido ya amplificado comprensiblemente por amplios sectores del exilio. El accidente, según estas fuentes, habría sido provocado. La embestida brutal de otro vehículo, por lo tanto, estaría impelida por sectores interiores del país. En un régimen donde impera una seguridad impresionante, donde los delitos de menor y alta cuantía son raros y no hay núcleos que puedan ser calificados como “crimen organizado”, un accidente provocado de tal manera que pudiera ser calificado de asesinato premeditado solamente podría ejecutarse por decisión o tolerancia del gobierno.

También podría ser reflejo de tensiones interiores y la agresión habría sido ejecutada por una corriente de de acción hiperactivista, más allá del “espíritu revolucionario” que todavía impera en la cúpula del poder presidida por Raúl Castro, Raul_castro_ruz_cuba_022408[1] inmerso en una apariencia reformista. En suma, tanto si el accidente se trata de un ataque frontal como si es producto de la “disidencia” interna “revolucionaria”, el más perjudicado a corto, mediano y largo plazo es el propio régimen, al que no le conviene verse señalado con las manos todavía más manchadas de sangre.

Hay que tener en cuenta que la aparición de las diversas variantes de la “disidencia” ante el regimen, a la que no se puede considerar como “oposición”, ya que este papel pertenece a organizaciones con agendas de índole decididamente política, benefició (por darle un calificativo práctico) paradójicamente al propio régimen. Su tolerancia (corregida periódica y selectivamente con arrestos y prisión) le servia al gobierno para presumir de un liberalismo en realidad inexistente. El hecho de que los propios dirigentes disidentes, especialmente los más conocidos, tuvieran cierta libertad de movimiento le servía al castrismo de coartada. Recuérdese que el propio Proyecto Varela, inspirado por Payá, presentado en el contexto de la visita de Jimmy Carter en 2002, por que se proponía la aplicación de la propia constitución en la liberalización del régimen, no fue respondido por una represión sumaria, aparte de la declaración del parlamento cubano de considerar la “revolución irrevocable".

La publicidad de las acciones de algunos líderes (Damas, el mismo Payá, Elizario Sánchez Santacruz, algunos socialdemócratas) eran moderadamente represaliada con restricciones interiores y prohibición de viajes al exterior, pero en esos casos no se cruzaba una sutil línea roja en el vecindario del asesinato, prisión, “desaparición”. La excepción fue la desproporcionada medida de 2003 con las sentencias contra más de setenta opositores, que a la larga fue considerada como una contraproducente, con el desenlace de la liberación con el apoyo de la Iglesia y el gobierno español.

Ante novedosas medidas de reprimenda por parte de algunos gobiernos extranjeros, la Unión Europea y sobre todo el gobierno español, además de la sistemática política de las sucesivas administraciones norteamericanas, el régimen cubano contestaba con un calculado diente por diente. La Posición Común inspirada por el gobierno de Aznar en 1996 proporcionó al régimen cubano la pretendida aparición del “segundo embargo”. Si las decisiones de la UE en el 2003 implicaban la invitación a los disidentes a las fiestas nacionales en las embajadas, el régimen contestaba con el boicot, en lo que se convirtió en la llamada “guerra del canapé”. Si las diplomacias europeas expresaban deseos explícitos de visitas a la disidencia, el castrismo no contestaba al teléfono y se generaba una ruptura virtual del vínculo diplomático. Al final, el diferendo se resolvía por contactos directos, efectivos y discretos, con la consiguiente canalización de ayuda. El papa Benedicto XVI se adhirió a ese pacto. Un hipócrita modus vivendi era la solución. Lahabana-cat

Por estos motivos la interpretación de que el accidente ha sido parte de un guión redactado por la dictadura cubana y ejecutado por sus agentes no se sostiene lógicamente. Tal medida, tanto de probarse como de quedar colgada en las sospechas, solamente tendría una victima (aparte del propio Payá y su compañero pasajero): el régimen presidido por Raúl. Las acciones de la disidencia no se pueden comparar en peligrosidad para la supervivencia del régimen con la gravísima crisis económica, delicada situación social con la tenaz (re)aparición de las clases sociales, los huracanes y la dependencia de las ayudas del régimen de Hugo Chávez, en precario estado físico y afectado de interrogantes políticos. Pero, de confirmarse la interpretación de la confabulación y connivencia del régimen, tal estupidez política apuntaría a una extrema debilidad interna del propio sistema, de consecuencias impredecibles. 

En cuanto a las consecuencias de la propia desaparición de Payá, es obvio que el movimiento de la disidencia ha perdido un sólido pilar, que disfrutaba de un prestigio insuperable. Que el Parlamento Europeo (dominado, hay que decirlo, por el sector del Partido Popular que cobija al democristiano) le concediera el Premio Sajarov y que el régimen castrista le permitiera viajar a Estrasburgo y otras Paya-uecapitales europeas, no son nímios detalles. Surge ahora con mayor fuerza la pregunta de si los diversos núcleos de la disidencia tienen el potencial de convertirse en sólidos grupos políticos que algún día sean llamados “partidos”. Se ignora cuál puede ser el futuro del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), sin su líder natural.

No tienen una labor fácil, especialmente si persisten la infiltración del propio régimen y la división interna, lógica consecuencia de la variedad de corrientes ideológicas. Con un mundo exterior (sobre todo el europeo) precisamente atenazado por la estupefacción de los ciudadanos hacia la ineficiencia de los partidos políticos, el futuro de la disidencia en Cuba está más que nunca sujeto a los esfuerzos interiores

Trasfondo de la crisis

Por: | 20 de julio de 2012

En Barcelona, preparando el regreso a tierras americanas, con la agenda de rigor compuesta por conferencias y cursos, intento poner algunas ideas en orden para explicarles a los residentes del nuevo continente el trasfondo de lo que está pasando en España. Este es un modesto ensayo, sujeto a modificaciones y correcciones, según  marchen los hechos. Francisco_Silvela[1]

En primer lugar, conviene recordar que por lo menos tres generaciones en España no recuerdan, en sus vidas o en la memoria familiar, una crisis tan densa, hiriente y a todas luces incomprensible. Francisco Silvela,  pensador del crepúsculo del siglo XIX y presidente del gobierno, dijo en agosto de 1898, tras el desastre colonial, que España se había quedado “sin pulso”. En cierta manera, esta sensación es palpable hoy, sobretodo en el gobierno, a pesar de las drásticas medidas de recortes adoptadas. Esta sensación es solamente corregida por las protestas diarias en diversas ciudades, que han ampliado los focos de “indignados” de desempleados crónicos. El resto está anonadado, incrédulo, y apenas irritado por la catástrofe financiera que vive el país. Más que indagar sobre los detalles técnicos del drama y las soluciones que se proponen con urgencia, conviene meditar sobre el origen y transfondo.

          Aunque existen semejanzas con otros países europeos, en España el origen de la enfermedad actual se puede rastrear en la evolución de la sociedad en las décadas posteriores a la Guerra Civil, con una base detectable en todo el siglo XX. En cada familia se tiene en la memoria el recuerdo de lo contrario del dicho popular. En lugar de “todo tiempo pasado fue mejor”, en España la brutal realidad es que todo anteriormente fue peor para la mayoría.

En contraste, desde hace un cuarto de siglo, quizá coincidiendo con el ingreso de España en 1986 en la entonces llamada Comunidad Europea, nunca en toda la historia de España y sus antecedentes, desde el Imperio Romano, tantos habían vivido mejor durante tanto tiempo. Simultáneamente, se recordaba, directamente o por referencias, que los padres y abuelos habían pasado penurias duras y que millares de coterráneos de sus abuelos habían tenido que emigrar a otras tierras, de donde solamente una minoría habían regresado convertidos en acaudalados “indianos”.

En España, en suma, hasta muy recientemente, la inmensa mayoría vivía precariamente, comía deficientemente, se cobijaba en hacinamientos, se vestía con harapos, era analfabeta, y se movía en carros tirados por mulas, luego en ferrocarriles humeantes. Todo comenzó a cambiar al principio de los 60, gracias a la confluencia de tres factores, de origen contrastivo: el Plan de Estabilización por el que se despojó de la autarquía, la llegada de inversiones y del turismo, y la emigración del exceso de fuerza laboral a otros países europeos, con la consiguiente recepción de remesas.       Thumb.large.noticia_9660[1]  

El escenario se trocó ostensiblemente. No fue un despertar de repente, ya que al principio de los años 60 se detectaba ya un cambio notable con el crecimiento de la clase media y las mejoras de las condiciones de la clase trabajadora, sobretodo la urbana, Primero fueron los pequeños automóviles, a imitación de los disfrutados por italianos, luego el uso universal de frigoríficos y aparatos domésticos de limpieza y cocina. Luego, de estar sujetos al realquiler en casa ajena o apretujados con familiares, las nuevas generaciones de españoles se dedicaron con pasión a conseguir una vivienda propia, superando en pocas décadas en ese status a alemanes y noreuropeos, que nunca abandonaron la tónica del alquiler. Es más: no bastaba con una morada urbana, sino que la escalada del estatus ascendería a disfrutar de una segunda residencia.

Es comprensible que esa espectacular mejora de nivel de vida fuera considerada como un justificado premio por el esfuerzo tanto de los accedían a los escalones laborales como de sus padres. En gran parte se había conseguido por el empleo múltiple, la jornada extendida, y luego por la incorporación de la mujer a las filas de trabajo en proporciones inconcebibles en el pasado. En resumen: a los españoles nadie les había regalado nada ni habían heredado masivamente fortunas familiares. Si habían accedido a empleos públicos se los habían ganado en un pulcro sistema de oposiciones que, al menos entonces, solamente estaba moderadamente impregnado de corrupción, de tinte político.

El llamado Estado de Bienestar, que se había posicionado en España cuando maduraba el siglo XX, de sus remotos orígenes europeos (no de inspiración comunista, sino de Bismack, nada menos) fue apuntalado y reforzado institucionalmente por el franquismo como un mecanismo más de asegurarse la dócil adhesión de la sufrida población, que en unos primeros años se había plegado al control de régimen por el miedo de la guerra y la represión. De tener un sector primario de proporciones descomunales, basado en la agricultura y la ganadería, España pasó en pocas décadas en convertirse en un modesto poder industrial y luego predominantemente basado en los servicios.    

La democracia, renacida en 1976 con la desaparición de Franco, reforzó ese modo de vida. La instalación en la UE fue exitoso, tanto en la dimensión política como económica, superando la media de PIB. España, por fin, no era diferente, como había dicho el lema franquista. Se había convertido en la novena potencia económica del planeta, el tercer destino turístico, y presumía de mayor donante de ayuda el desarrollo en América Latina, donde sus inversiones habían superado a sus socios europeos e incluso a Estados Unidos. Seguían surgiendo artistas de fama mundial y sus deportistas conquistaban trofeos y medallas de alcance planetario. El español era la “primera segunda lengua” del mundo.

En ese contexto, al tener al alcance el crédito fácil proporcionado por el Mercado Unico y la implantación del euro, la fiebre consumista fue brutalmente irresistible. La economía, basada predominantemente en la construcción (el “ladrillo”), estalló como una burbuja de jabón multicolor, con una fuerza más contundente que en otros países.  885555a[1] La caída fue fulminante. La intervención o el rescate (¿diferencia meramente semántica?) será una medicina amarga, difícil de digerir. Como tras el 98, se deberá recuperar el pulso, aunque sea por la contundencia de la protesta.

Las contradicciones del embargo de Estados Unidos contra Cuba

Por: | 15 de julio de 2012

    La llegada del “Ana Cecilia”, un pequeño carguero con bandera de Bolivia (que no tiene mar) de conveniencia, a La Habana, procedente de Miami, se ha insertado en la historia tormentosa de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El detalle novedoso es que la carga se compone básicamente de donaciones del exilio cubano a sus familiares. Así se suavizará la presión de los vuelos fletados desde varias ciudades de Estados Unidos, y se reducirá considerablemente el coste.  Buque-habana

     En ese contexto, se habla ya de las expectativas referentes a que el presidente Barack Obama llegue a poner término al embargo. No es la primera vez que se comenta ese aparentemente irrealizable proyecto, ni será la última. A ambas partes, el embargo les sirve de coartada. A Washington, como reliquia asequible de su hegemonía en Latinoamérica; a La Habana, convirtiendo el ”embargo” en “bloqueo”,  como excusa por las carencias socioeconómicas del régimen. 

    Desde un ángulo europeo-español, ya nadie en Miami se acuerda de las esperanzas que el cambio de gobierno en España levantó en el núcleo del exilio cubano en Miami. Algunos creyeron ilusoriamente entonces que el nuevo gobierno del PP conseguiría endurecer la política de la UE hacia Cuba. Ciertas apuestas provocó entonces el nuevo ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel García Margallo cuando prometió enmendarle la plana a su antecesor Miguel Angel Moratinos, en su tozudez por eliminar la Posición Común de la UE sobre Cuba. Así se condiciona un “pleno” trato de la relación comunitaria a la ejecución de una serie de medidas aperturistas por parte del régimen cubano.

    Desde 1996 en que el entonces presidente José María Aznar consiguió la aprobación de esa medida (única ante países latinoamericanos), que no es ni “posición”, ni “común”, se ha desarrollado un interminable ballet a ambas orillas del Atlántico en el que el gobierno cubano ha brillado con luz propia al equiparar la “posición” con el embargo norteamericano. Así ha intentado demostrar que se enfrenta a “dos imperios” y poder justificar numerosas carencias en los terrenos económico y social, y justificar el mantenimiento del férreo sistema dictatorial. Ningún gobierno europeo ha puesto trabas a sus empresas que operan en Cuba ni ha obstaculizado las vacaciones de sus ciudadanos en la isla. Pero el anuncio de García Margallo nos ha recordado la pervivencia de la “posición”, con pleno agradecimiento del régimen cubano.        

    Ya nadie tampoco se acuerda de que en plena campaña de primarias republicanas en Estados Unidos se reabrió una polémica tradicional. En busca de votos necesarios, el congresista fundamentalista Newt Gingrich prometió que de ser elegido reactivaría la “ley Helms Burton”, como una sentencia de muerte del régimen cubano. No se sabe bien si se refería al título III, que es una amenaza contra los inversores extranjeros en Cuba, o el II, que ha sido calificado como una nueva Enmienda Platt, que codifica el final del embargo a la terminación de la dictadura. Si Gingrich se refería al III, habría estado resucitando una potencial guerra comercial con la Unión Europea, catástrofe que han evitado Clinton, Bush y Obama al suspenderlo sistemáticamente desde su aprobación en/ 1996. Si pensaba en el II, resultaría repetitivo, porque está teóricamente en efecto, ya que es una imposición codificada a contra Cuba para eliminar el embargo, pendiente de la drástica democratización.

    Es cierto que la vigencia del embargo evita que el atraque de un insignificante buque mercante, en unos muelles no lejos del lugar donde explosionó el acorazado Maine en 1898, rebase límites USSMainegeopolíticos. Emblemáticamente el acontecimiento comparte también el escenario con el sitio desde donde meses después fueron repatriados miles de soldados mandados a la guerra que se debía luchar “hasta el último hombre y la última peseta” (según el presidente del gobierno Cánovas del Castillo, antes de ser asesinado). Uno de los mismo muelles del puerto habanero estuvo rediseñado hace no pocos años para cobijar cruceros de la línea Costa (la del Concordia), a la que Washington consiguió ahuyentar porque es propiedad de una compañía norteamericana con sede en … Miami.          

    Pero, resulta que, a pesar del embargo y sus suplementos, Estados Unidos se ha convertido en el sexto socio comercial de Cuba, mediante el subterfugio de la venta de mercancías bajo el pago en “cash”. En importaciones cubanas solamente está superado por Venezuela, la Unión Europea, Canadá, Brasil y China. En exportaciones, solamente superan a Washington China, Canadá, la Unión Europea, Venezuela y Guyana. En alimentos, Estados Unidos ya es el primer proveedor de Cuba.

          Ya está lejano el aniversario en 2009 del medio siglo de vida de la Revolución  Cubana. Entre finales de enero y primeros de febrero pasados apenas se recordaron otros cincuenta años desde que Cuba fue expulsada de la OEA en sonado cónclave celebrado en Punta del Este.  Al final de unas febriles negociaciones recabando votos, Dean Rusk consiguió la “colaboración” de Papa Doc de Haití, gracias al pago de la construcción de un aeropuerto en Puerto Príncipe. Pero la factura de gastos del negociador norteamericano también incluyó un par de dólares para el desayuno, un taxi, y… 5.000 dólares de un almuerzo. El caso es que desde entonces, los hermanos Castro tienen como gran orgullo la expulsión. En un reciente intento para su reingreso, todos los protagonistas del hemisferio estaban de acuerdo… excepto Cuba y Estados Unidos.

    Unos días después, el 3 de febrero de 1962, Kennedy firmaba una ley, basada en legislación de la Primera Guerra Mundial referida a un embargo contra el “enemigo”, en la que se daba el toque final a un embargo total contra Cuba, que hasta entonces había sido escalonadamente parcial, desde los años de Eisenhower. Así Washington había respondido a cada una de las provocaciones de Cuba con respecto a la confiscación de propiedades.

    Esta decisión se enmarcó en una cómica maniobra de Kennedy, que revela sus debilidades por la buena vida. Unas horas antes de firmar un nueva escalada del embargo parcial en pleno 1961, poco tiempo después de Bahía Cochinos, ordenó a su secretario de prensa Pierre Salinger que le comprara mil cigarros puros habaneros. Legalmente hablando, no rompió la ley.

KennedyPor su parte, Castro había “ayudado” a Washington en las represalias, ya que justamente mientras se preparaba la invasión de Bahía Cochinos, se declaró marxista de toda la vida. Igual hizo en 1996 cuando la ley Helms-Burton no estaba segura de recibir el voto congresista y decidió derribar las avionetas de Hermanos al Rescate, que se habían aventurado en lanzar panfletos sobre La Habana. Clinton respondió de acuerdo con la partitura. En el contexto de las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, seguro que uno de los testigos externos sabrá sacar ventaja: Raúl Castro. No tiene el lastre de elecciones.

    Pero, en resumidas cuentas, se duda que Obama dé un paso osado antes de la disputa electoral ante Romney. Nada tiene que ganar con el riesgo y, por ahora, algo que perder en pasar a la historia como el primer presidente norteamericano que claudicó ante los Castro, especialmente mientras Fidel esté vivo. Una vez desaparecido éste, su hermano o su sucesor pueden abrir un nuevo escenario para terminar la farsa. Quizá para entonces, en lugar de un modesto buque de carga, llegue un ferry desde Cayo Hueso (como en los viejos tiempos) con automóviles Honda y Toyota (fabricados en territorio de Estados Unidos), que sustituyan a los Lincoln, Cadillac y Chevrolet, que hacen las delicias de los estupefactos turistas en el insólito parque temático del centro de La Habana. Autos-en-La-Habana

Paraguay: la integración latinoamericana en crisis

Por: | 01 de julio de 2012

 

          Como uno de los flecos de la crisis por la destitución de Fernando Lugo Lugo presidentecomo presidente paraguayo, su colega uruguayo, José Mujica, se apresuró a proponer el ingreso de Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia en MERCOSUR. El dicho popular español (“éramos pocos y parió la abuela”) nunca ha tenido mejor sentido. No es la primera vez que recientemente Mujica ha acaparado los medios de comunicación. Ante las dificultades de MERCOSUR por completar su precario sistema de integración, el presidente uruguayo declaró que “MERCOSUR estaba mal, pero la Unión Europea, peor." Uno se pregunta de qué le podían servir a los sufridos exportadores e importadores, tanto europeos como mercosureños, este consuelo al enfrentarse a un esquema “perforado” como un queso de Gruyere por decenas de excepciones a la libre circulación de bienes en lo que se llamó en su fundación “Mercado Común” y ha sido incapaz de conseguir una mera unión aduanera que colme los deseos de la UE para formar un imposible acuerdo. En fin, volvamos a la crisis paraguaya.

          Con la velocidad del rayo (replicando al método expeditivo con el que el Senado paraguayo defenestró al antiguo obispo), los mandatarios de MERCOSUR, bajo la batuta de Cristina Fernández, decidieron suspender en sus funciones y privilegios de membresía a Paraguay, y la misma propuesta se hizo en el seno de UNASUR. La presidenta argentina añadió que el rapapolvo al nuevo gobierno de Asunción no incluía sanciones económicas, ya que eso significaría castigar al pueblo paraguayo. Al parecer, la suspensión solamente se refiere al funcionamiento jurídico del ente de integración, que incluye también al monstruo Brasil.

Además, se anunció que estas medidas equivalían también al ingreso automático y efectivo de la Venezuela IMG_6616
dirigida todavía por el convaleciente Chávez. Este proceso había estado congelado durante casi desde el principio que el dirigente venezolano decidió dar un portazo en el seno de la Comunidad Andina, como represalia por las veleidades de Colombia y Perú al coquetear individualmente con la Unión Europea y Estados Unidos, en la consecución de sendos acuerdos de libre comercio. Como un elefante en la cacharrería, Chávez se autoinvitó a MERCOSUR, acompañado por su Alianza Bolivariana, pero no contó con la resistencia de un sector del Senado paraguayo y las expectativas de ese país a recibir ”compensaciones”. Además, aunque no se dijo nunca en público, Venezuela exigía por su parte ciertas ventajas que chocaban con los intereses de futuros socios mercosureños. Desde Bruselas se observaba este espectáculo con estupefacción, con el resultado de que el pragmatismo de la UE aceleró la negociación con Colombia y Perú, además de la firma de otro acuerdo con Centroamérica, la gran ganadora de la confusión desde la cumbre de Madrid en 2010. 

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Todo depende de cómo evolucionen las medidas iniciadas por Argentina y de cómo las sigan sus socios. Por de pronto, la crisis ha pillado con el pie cambiado a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, que mientras sobrevivía el impasse de las dificultades del ingreso de Venezuela se sacaba de encima una patata caliente. Los intereses de Brasil en Paraguay son cuantiosos y los numerosos residentes “brasiguayos” abogan por el reconociendo de Federico Franco. Tal decisión para una política exterior que, sea el que sea en el poder, siempre responder a los intereses de Brasilia, es problemática y en nada puede beneficiar a la consolidación del precario MERCOSUR, en el que por otro lado Brasil nunca ha creído desmedidamente, más allá de las declaraciones grandilocuentes. Lo que fue un invento del argentino Raúl Alfonsín  y el brasileño José Sarney para apuntalar sus recién renacidas democracias y dejar de competir en los sectores tecnológico y de recursos energéticos, ha oscilado entre la frustración y la irrelevalencia.

Por si estos percances de MERCOSUR fueran pocos, simultáneamente con la crisis paraguaya se anunciaba la renuncia del también brasileño Samuel Pinheiro Guimaraes, al que noticias de prensa identificaban incorrectamente como Secretario General de MERCOSUR.  En realidad era hasta ahora Alto Representante de MERCOSUR (,una especie de "upgrade" reciente del Presidente del Comité de Representantes Permanente), un cargo de representatividad exterior, de perfil y atribuciones confusas, que por su sonoridad recordaba al inaugurado por Javier Solana en la UE, y por otro como uno de los lugartenientes del Secretario General de la ONU, con mandados precisos y frecuentemente sin impacto efectivo. Sin aparente relación a la crisis paraguaya, oficialmente Pinheiro dimitió advirtiendo (en su último informe) que "si no hay un compromiso firme de los presidentes el Mercosur podrá sobrevivir siempre claudicante y no se transformará en un bloque de países capaz de defender y promover, con éxito, sus intereses en este nuevo mundo que surgirá de las transformaciones y crisis".

Por otra parte, el error del cargo dramatizaba doblemente el hecho de que MERCOSUR posee una “Secretaría General”, sin un Secretario General. Este cargo, presente en todas las organizaciones internacionales que se precien, había quedado reducido desde su fundación a un mero “Director” de una Secretara Técnica que coordina una burocracia, por otra parte modesta, sita en un lugar privilegiado de Montevideo, ocupando el antiguo edificio del Parque Hotel , Parque una joya del “art deco” montevideano. Los que allí mandan, por delegación de los presidentes que diseñan y controlan todo el procfeso, son los representantes permanentes de cada uno de los países miembros. Adosado al edificio todavía funciona un casino, futura (¿cuándo?) sede de los parlamentarios de MERCOSUR. Se especula si algún día trabajarán allí los representantes paraguayos. Menos mal para MERCOSUR que la UE está peor, aducirá Mujica. 

 

 

 

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