Autopsia

Autopsia

El blog “Autopsia” es una mirada. Sólo una mirada y las palabras que deja como rastro para volver.
No creo en la inocencia de la casualidad. Hoy es más fácil crear una nueva realidad a la que mirar que enfrentarse a la existente, por eso tenemos que “ver por los propios ojos”, aportar nuestra mirada y compartirla.

Yo como hombre opino que las mujeres decidan

Por: | 17 de julio de 2014

YO-OPINO-TU DECIDES-MLA 2014
Soy hombre, y como tal no puedo quedarme embarazado;
por tanto, en ningún caso tendría la posibilidad de decidir interrumpir mi embarazo. Sí puedo ser padre a través del embarazo de una mujer y su maternidad, sin embargo, no puedo obligar a ninguna mujer a quedarse embarazada por muy fuerte que sea mi deseo de alcanzar la paternidad, salvo que utilice la violencia. Del mismo modo, tampoco puedo impedir a una mujer sea madre, a no ser que recurra de nuevo a la violencia; podré evitar que sea la madre de mis hijos, pero no que ella sea madre si así lo decide, por muy estrecho e intenso que sea el vínculo que nos una. Mi deseo de no ser padre no lo podría equiparar a la consecuencia de que ella no fuera madre, si así lo decide.

Todas las combinaciones sobre el embarazo y el papel de los hombres alrededor del mismo, pasan por el respeto a la decisión de las mujeres, en caso contrario estaríamos utilizando alguna forma de violencia para obligarlas a algo que ellas no quieren.

Y todas las combinaciones son posibles y respetadas excepto una: la decisión de una mujer embarazada de no ser madre a través de la interrupción del embarazo.

El argumento que se da es la defensa de la vida del embrión, pero las circunstancias de la realidad nos dicen que no es así, que en verdad la legislación que pretende reformar la actual “Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo” (LO 2/2010), sólo se dirige al embrión para controlar el cuerpo y la libertad de las mujeres. En caso contrario, esta u otra norma, deberían regular y proponer alguna medida sobre los más de 500.000 embriones congelados que existen en nuestro país como consecuencia de las técnicas de reproducción humana asistida, la mayoría de los cuales lo más probable es que terminen siendo no viables.

Del mismo modo, tampoco se hace lo suficiente para evitar la causa del aborto, que no es el capricho de algunas mujeres embarazadas, como se intenta presentar en un nuevo ataque hacia ellas, sino el trauma de un embarazo no deseado. Por ello no es casualidad que se silencie que en tan sólo un año la parte preventiva de la actual ley, haya conseguido una importante reducción del número de abortos, y que, según la OMS, sean los países con legislaciones más permisivas con la interrupción del embarazo donde menos abortos se producen.

No parece, pues, que el respeto a la vida del embrión sea la razón principal de la reforma de la legislación vigente. Todo apunta a que en realidad se busca imponer una determinada moral e idea de las mujeres sobre su rol de madres.

Si no se hace nada por evitar las circunstancias que dan lugar a la interrupción voluntaria del embarazo, y sí se hace para obligar a las mujeres a que continúen un embarazo no deseado, la conclusión es sencilla: desde esas ideas “ser mujer y maternidad” se entiende como una situación indivisible e inaccesible a la voluntad, y que, por tanto, no puede estar sujeta a la libertad de decidir de las mujeres, ni quedar al margen del significado que una parte de la sociedad, aquella que busca imponer su moral, da a esas circunstancias, a las cuales deben quedar sometidas todas las mujeres.

Un embarazo no deseado no dura nueve meses, se prolonga durante toda la vida... Y si una relación sexual no consentida es una violación, ¿qué es una maternidad no consentida...?

Yo, como hombre, pido que las mujeres sean libres para decidir sobre su maternidad, también tras un embarazo no deseado. Y lo hago en nombre de esa libertad que tenemos, hombres y mujeres, para decidir y actuar en otras circunstancias relacionadas con la maternidad y la paternidad sin obligar a nadie, ni imponer nuestros criterios y voluntad.

La libertad, la igualdad, la dignidad y el resto de los Derechos Humanos exigen su respeto en las personas que pueden verlos limitados, no la quiebra de los mismos en nombre de determinadas ideas y creencias particulares, totalmente respetables, pero sin que ese respeto pueda suponer su imposición al resto de la sociedad.

Si lo que se pretende es acabar con el aborto, lo que debe conseguirse es evitar los embarazos no deseados.

En consecuencia, Yo, como ciudadano y como hombre, quiero la Igualdad y la Libertad para las mujeres y los hombres de mi país, por ello pido que las mujeres decidan sobre su embarazo y la elección de ser o no ser madres. Ellas son tan responsables y capaces como los hombres para proteger y defender la vida y al resto de Derechos Humanos, pero sólo ellas son quienes pueden verse atrapadas de por vida en un embarazo no deseado.


Si te sientes identificado como hombre con este posicionamiento, o lo quieres defender como mujer, hazlo a través del hagstag #yoopinoquetudecidas

 

(A partir del 18 de julio, este blog "AUTOPSIA" estará en Wordpress http://miguelorenteautopsia.wordpress.com/ )

PIB, Putas y Ladrones

Por: | 22 de junio de 2014

PIB-PRETTY WOMAN
Me van a perdonar la expresión, pero ahora resulta que el PIB, o sea, el “Producto Interior Bruto”, esa referencia que nos dice cuánto valemos económicamente, está relacionado con ciertas actividades al margen de la legalidad, y no sólo con la formalidad de los contratos. Por lo que se ve, parece que el PIB se puede interpretar bajo dos referencias: como ese “Producto Interior Bruto” de la economía,  y como la “Brutalidad Interior de un País”, recogida sobre la referencia de la prostitución y determinadas formas de delincuencia que giran alrededor del tráfico de drogas, también el de personas para alimentar a la primera, y el contrabando.

Da la sensación que para algunos el “bienestar” significa “estar bien”; y qué mejor para “estar bien”, deben pensar desde esos planteamientos, que estar en los brazos de una meretriz y bajo los efectos placenteros de alguna sustancia cautivadora… Puede parecer una broma, pero el planteamiento es bastante  peligroso por su significado y por sus consecuencias. Pues bajo la idea de que “todo suma” se llega a la conclusión de que “todo vale”, y así pasamos de un “Estado del bienestar” a un “Estado de beneficencia” donde sólo pueden los que tienen, y a los que no tienen se les deriva a la caridad y a la ilegalidad, y de ese manera hacerlos más culpables.

Un país debería avergonzarse de su delincuencia y de la prostitución alimentada a través de la trata de mujeres explotadas laboral y sexualmente, no presumir de ellas. Sabíamos que las mafias internacionales y la criminalidad organizada estaban cambiando el tráfico de armas por el tráfico de drogas y personas, pero no pensábamos que se llegaría hasta este punto.

Y no sorprende que haya ocurrido cuando la crisis económica propiciada por un capitalismo depredador y agotado en su imaginación financiera, ha hecho que el negocio se vuelva sobre las propias personas para intentar arrebatarles parte de su dignidad y hacerlas así más sumisas. Hombres y mujeres han tenido que ceder en todo (en salud, educación, trabajo, dependencia, bienestar, sentimientos, tierra, tiempo, autoestima…) para continuar en la nada más fría y profunda. En ese pozo que han vuelto a cavar en la historia para ocultar el daño y los abusos, y de esa manera responsabilizar de su destino a las propias víctimas por medio de la invisibilidad y la negación; es lo que sucede con el franquismo, lo que afirman los terroristas sobre sus “objetivos”, o como responde una parte de la sociedad cuando se enfrenta a la violencia de género

Quien tiene el poder tiene “su solución”, y parte de esa solución pasa por culpar a las propias víctimas (del franquismo, del terrorismo, de la violencia de género… o de lo que sea, basta con que la agresión parte de una posición de poder). Por eso necesitan los pozos y las fosas, porque en ellos entierran la realidad y a las personas bajo las condiciones impuestas, y porque de ellos desentierran la amenaza y los miedos de siempre; unos miedos que pasan por la jerarquía, las clases, la desigualdad, y el destino como castigo.

Y por ello la historia se repite, porque no cambia, sólo aguarda su oportunidad para reaparecer. No es casualidad que sea en épocas de crisis cuando surgen esos fantasmas que la cultura, sus ideas tradicionales y valores sempiternos que guardan en la estantería de la necesidad hasta que entienden que hacen falta de nuevo. 

El ejemplo lo tenemos en lo que está ocurriendo. 

Los mensajes que hemos escuchado a lo largo de nuestra vida vuelven a cobrar actualidad, pero ahora suman en el PIB. Siempre hemos oído a hombres decir, “si le falta para comer a mis hijos, yo me pongo a robar”, y con ello nos enseñaban a ser hombres bajo esos valores y conductas. Pero también hemos oído la versión en femenino, que no iba de robos, precisamente… “si le falta comida a mis hijos, yo me meto a puta”, mostrando el camino de lo que una “buena mujer” debe hacer por sus hijos en caso de necesidad.

Las mujeres no deben robar ni los hombres prostituirse, entre otras cosas porque unas y otros no lo tendrían fácil. Las mujeres como ladronas se encontrarían con hombres que defenderían con fuerza y violencia lo suyo, tal y como les han enseñado; y los hombres como gigolós no tendrían tanta clientela en una cultura que juega con los espacios, los tiempos y los significados de las cosas y conductas.

Ahora vemos que el Estado no es inocente en todo esto tampoco. No lo es por promover esas conductas, ideas y decisiones, al construir y alimentar una cultura de desigualdad donde los roles de hombres y mujeres vienen condicionados por identidades construidas sobre los valores del androcentrismo, y donde los caminos están perfectamente dibujados para unos y para otras, incluso en los casos más graves de necesidad que surgen de las crisis. Y no es inocente tampoco, por ser receptor y beneficiario de esas actividades que suceden al margen de lo que debe ser la convivencia en igualdad, libertad y dignidad.

Y parece que el Estado “no lo hace mal del todo” cuando en la Memoria de la Fiscalía General de 2012, los robos con violencia e intimidación han aumentado un 14’5%, y los robos con fuerza en casas habitadas se han incrementado un 19’1%. Por su parte, las Organizaciones de Mujeres que trabajan en los entornos de la prostitución informan que hay más prostitutas, que cada vez son más jóvenes, y que cada vez hay más mujeres explotadas víctimas de trata entre ellas.

No es extraño que todo esto se traduzca en “producto interior bruto”, pues en definitiva representa la brutalidad que habita el interior de una sociedad producto de la cultura machista.

El hijo del Rey

Por: | 13 de junio de 2014

DON JUAN CARLOS Y DON FELIPE
El hijo del Rey no tiene padre, sólo antecesor,
lo cual no deja de sorprender. Una institución caracterizada por la continuidad de la sangre y la herencia de padres a hijos, sólo en ocasiones a hijas, llegado el momento prescinde del factor que hace posible la sucesión, y la paternidad queda perdida por los pasillos de La Zarzuela bajo el argumento de "no restarle protagonismo" al nuevo Rey, Felipe VI.

Hablando de ordinales, no es, precisamente, el sexto sentido, ese considerado tan femenino, el que caracteriza la decisión tomada. Don Juan Carlos debe ser padre antes que rey, y en un momento tan trascendente como es que un hijo adquiera la responsabilidad de la Jefatura del Estado no debería estar ausente, debería acompañarlo como padre, e incluso como antecesor en la corona.

Él, que le ha dado todo el protagonismo que tiene Don Felipe, es el heredero por ser su hijo, no por méritos propios, aunque ahora tenga muchos reconocimientos, no puede quitarle ninguno en una ceremonia; él que la ha dado lecciones de rey a domicilio para que llegara este momento, no puede faltar a su primera clase, y él, Don Juan Carlos, que consiguió que su padre, Don Juan, fuera rey sin reinar, y que ha logrado que él mismo siga siéndolo después de finalizar reinado, no puede ausentarse cuando su hijo comienza el suyo. No es una razón de Estado el que lo haga, sino de amor.

Cuando hablamos de una cultura patriarcal que toma lo masculino como referente universal para organizar la convivencia y darle significado a la realidad, hablamos de todas estas cosas que se han hecho y valorado a imagen y semejanza de los hombres,  de esos detalles de pelo en pecho y voz grave que relatan la historia y deciden qué es lo mejor. Y en las instituciones (civiles, religiosas y militares) de este universo masculino es donde se guardan, más que en ningún otro espacio, la esencia de esos valores e ideas androcéntricas. 

No es casualidad que durante siglos la sucesión monárquica haya sido sólo entre los hombres de la familia, y que la aceptación de las mujeres en la línea sucesoria viniera provocada por la defensa de los privilegios que se acababan en ausencia de varones, no de la mano de su reconocimiento. Las mujeres siempre han sido admitidas bajo criterios de necesidad no de reconocimiento. Por eso no debe sorprendernos que la figura del rey se presente fría y distante respecto a su hijo, a quien entiende más como un empleado que como tal hijo. Resulta curioso ver cómo la monarquía está dispuesta a renunciar antes a símbolos como la corona, el cetro  y el mantón de armiño, que mostrar los sentimientos y las emociones entre un padre y un hijo. Un rey debe ser fuerte, y todavía hay quien entiende las emociones como expresión de debilidad y como atributo femenino. 

La Reina Doña Sofía sí estará. Una madre no puede abandonar a su hijo en momentos como el teatro de Navidad del colegio, ni en su coronación como Rey. La madre debe estar para poner los sentimientos y las lágrimas que caracterizan a un país, aunque cada ciudadano y cada ciudadana tengan razones diferentes para sus lágrimas.

Si la Corona quiere mantenerse en la cabeza del pueblo, no sólo en la del rey, debe empezar por hacerse más humana a través de los sentimientos y la proximidad, los mismos que juntan a las familias alrededor de mesas camillas y las sientan en las butacas del salón de actos de los colegios. La divinidad de los monarcas y los glóbulos azules quedaron en los libros de historia, y hoy lo que hace grande a los líderes es su humanidad y la razón en sus decisiones, no la sinrazón de esconder la paternidad, y menos en nombre de un hijo.

Un padre nunca está de más ni puede restarle protagonismo al hijo o a la hija, si lo hace no será problema del padre ni del hijo, sino de quien así lo entiende. ¿Cuál es el mensaje que nos mandan con esta decisión, que el rey Felipe VI no va a participar en muchas de las actividades ni en la educación de la Princesa Leonor, que si lo hace le va a “restar protagonismo”?

Uno de los grandes problemas de la cultura de la desigualdad ha sido desplazar a los hombres de las tareas de cuidado y enseñarles a ocultar sus sentimientos a los hijos e hijas. El cariño y el afecto era para las madres, los padres debían basar su paternidad en la protección y el sostenimiento material de la familia a través del trabajo fuera de casa. Las emociones, la sensibilidad, las dudas, la inseguridad, el miedo… no eran propias de “hombres de verdad”, eso era cosa de mujeres o de “medio-hombres”. Por ello los hombres-hombres han caminado por la historia sin una mano que coger, sin un abrazo en el que refugiarse, y sin un beso que entregar… Todo su cuerpo y su alma debían estar disponibles para llevar una corona, un taxi, un camión, un fonendo, un tiralíneas, una pala o un pico… En esas cosas sí que es cierto que “todos los hombres son iguales”.

La paternidad afectiva ha sido un precio muy caro que los hombres aún pagan, pero muchos, en lugar de acercarse a la igualdad para ejercer las responsabilidades del cuidado y el afecto como lo hacen las mujeres, ahora se quejan y dicen que la sociedad los discrimina frente a las madres, sobre todo tras las separaciones y las decisiones sobre las custodias. Y resulta sorprendente que en lugar de resolver el problema de una manera definitiva, se embarquen en conflictos que sólo avivan el desencuentro. ¿Qué se puede esperar de una cultura que ha establecido la desigualdad de las mujeres fundamentalmente sobre el papel de madres y cuidadoras? Si se busca que la sociedad y las instituciones entiendan que la paternidad y la maternidad se desarrollan con la misma responsabilidad y obligaciones, como ocurre hoy día en muchos casos, habrá que cambiar los valores de la desigualdad que todavía vinculan a las madres con el cuidado, como vemos cada día a la hora de renunciar al trabajo para cuidar a la familia, y como se observa en las puertas de los colegios y en la sala de espera de las consultas de pediatría.

Queda mucho trayecto por recorrer, pero con la queja y los obstáculos que se intentan poner desde muchas posiciones no se va a recorrer antes, y debemos ser conscientes de que mientras persista la desigualdad continuarán sus manifestaciones, por eso hay que ir a sus raíces.

Hoy el debate sobre la Corona está abierto en nuestra sociedad, y la razón principal, revestida de múltiples argumentos, en su desubicación en el tiempo. Toda la estrategia que se busca desde la Casa Real es modernizar la monarquía, pero mal van si entienden que esa modernización pasa por apartar a un padre de un acto trascendente para su hijo.

Está claro que el próximo jueves día19 Don Juan Carlos rey no le va a restar protagonismo al Rey Felipe VI, pero nadie podrá evitar que  la mirada de Don Felipe se pierda por el hemiciclo intentando localizar a su padre, como tampoco podrán impedir que Don Juan Carlos busque una excusa en La Zarzuela para encerrarse en su despacho, encender la televisión y decir en voz baja, “hay que ver qué bien lo está haciendo mi hijo, su abuelo estaría orgulloso”.

Tú abdica, que yo me encargo de todo lo demás

Por: | 04 de junio de 2014

REY CORAZONESComo diría el mismísimo Joaquín Sabina, “para decir con dios a los dos nos sobran los motivos” Al Rey le sobran años, compromiso, presión, viajes, soledad, familia real, mensajes televisados, altares y tribunas, silencios, desfiles y credenciales, tropas que revisar y trapos sucios que lavar… de todo ello ha tenido de sobra. Y le faltan días, abrazos, compañías sin regimientos, aceras que caminar, filas y colas que esperar, hijos e hijas en lugar de herederos, llamarle reina a su nieta en vez de princesa… De nada de eso ha tenido suficiente.

Por su parte, al pueblo le sobran tronos intermitentes, coronas descorazonadas, palacios de cristal blindado, yates a la deriva, amistades peligrosas… Y le faltan espejos para mirarse, jardines en los que meterse, Coronitas con las que brindar, papeletas que resolver, príncipes de corazones, reinas de colores… y tantas otras cosas.

Si se observa despacio, en verdad no hay tanto desencuentro entre uno y otro, entre el pueblo y su rey, al final es más una cuestión de principios que de finales inesperados y sorpresivos… Y aunque han sido casi 40 años, su reinado se puede resumir en dos frases que pronunció cuando los micrófonos miraban para otro lado, y salió el plebeyo que todo rey lleva dentro, el que con frecuencia pone la cabeza sobre la que se deposita la corona. Una de ellas fue el “hablando se entiende la gente” que le dijo a Ernest Benach como un “hasta luego”, a sabiendas de que podría ser “hasta nunca” por parte de cualquiera de los dos; y la otra fue el “por qué no te callas” a Chaves, pura majestad en una cumbre borrascosa de palabras heladas y afiladas, como el granizo de la primavera que apedrea al verano que se acerca por el camino de los días.

Quizás por eso cuando la gente ha dejado de hablar y de entenderse, y cuando los silencios son más amenazantes y gélidos que esas granizadas de palabras precipitadas por las borrascas sociales y políticas, entonces el rey ha dicho me voy…

Me voy y dejo a mi hijo a cargo del negocio, que tiene más manejo con el Whatsapp y con el Twitter, esos nuevos medios llenos de silencios con los que se entiende la gente... Quizás piense que su hijo es el príncipe azul que tanto esperaba la democracia para emanciparse de un pasado, que hasta ahora no la ha dejado salir de casa más allá de las 10 de la noche, ni acudir a determinados lugares… Quizás sólo sea eso… No lo sé, pero lo veremos.

Hasta ahí todo bien dentro de la lenta lógica de palacio, lo que no queda tan claro es el momento, ni siquiera los motivos que ha barajado su majestad. Si uno aprende algo cuando mira las decisiones políticas de trascendencia, es que nadie da “puntadas sin hilo”, y cuando el rey de la monarquía “juancarlista” decide poner fin, no a su reinado, sino al propio “juancarlismo”, hasta ahora la única garantía real, y decide comunicar su abdicación una semana después de unas elecciones europeas que han agitado al sistema y a sus instituciones, dos semanas antes de un mundial que hará olvidarnos de todo menos del árbitro del último partido, unas semanas antes de que, quizás, imputen a su hija Cristina… Cuando todo eso está por suceder, y quizás algo más, no puede ser casual que un rey abdique, así, de repente y por boca de un Presidente de Gobierno. Alguien busca más que se olviden algunas cosas en lugar de que se recuerden otras.

Por de pronto las infantas dejarán de ser parte de la familia real, con lo cual no imputarán a uno de sus miembros, la juventud crítica con la monarquía se sentirá más cerca de su rey y de su “reina del pueblo”, y Rajoy estará muy contento cuando ha declarado que “este es el mejor momento” para la abdicación.      http://politica.elpais.com/politica/2014/06/02/actualidad/1401702157_721435.html

No creo en la sorpresa primaveral de una decisión tomada en enero, según ha declarado el propio rey, y tampoco pienso que se haya hecho por generosidad. Todo forma parte de unas circunstancias que no nos han explicado y que debemos conocer antes de que se dé nada por supuesto. La situación es extraña, quizás por ello se empeñan en explicar al mismo tiempo lo importante y lo irrelevante que es la figura del rey.

Alguien ha escrito un guión para el playback que estamos escuchando, pero no suena del todo bien, por ello deben explicarnos las causas reales de esta abdicación, y no taparlas con el boato de la coronación ni con la repetición de los goles de la selección.

Los tramposos y su vídeo trampa (Hombres al borde de un ataque de nervios)

Por: | 29 de mayo de 2014

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El vídeo podría titularse “Sexo, mentiras y cintas de video”, pero en lugar de jugar con la ficción, como ocurre con la película de Steven Soderbergh, el anuncio que recorre las redes sociales juega con la realidad para manipularla y darle un sentido diferente. Es lo que hace habitualmente el posmachismo, y por ello no es casualidad que el vídeo proceda del Reino Unido, uno de los países donde más organizado está.

El objetivo siempre es el mismo y el instrumento para alcanzarlo uno de los habituales. 

El objetivo busca desviar la atención sobre la violencia contra las mujeres, y desvincularla de los elementos culturales que dan lugar a ella a través de la desigualdad y de la figura del hombre como referencia encargada de mantener el orden que él decide, y de corregir aquello que se desvía de su criterio, incluso por medio de la violencia. Y para ello han jugado con un mensaje y unas circunstancias: el mensaje es presentar a los hombres como víctimas de las mujeres, y el contexto es un escenario público donde la pasividad y las sonrisas de la gente ante la agresión al hombre intenta demostrar la desconsideración de la sociedad ante esta violencia que sufren los hombres. La intención es clara, procurar romper con la idea de que la sociedad calla ante la violencia contra las mujeres, y afirmar que es justo al contrario, que su silencio es cómplice con la violencia que sufren los hombres por parte de las mujeres.

Todo ello se refuerza al final con un dato contundente obtenido, según el propio anuncio, del Office of National Statistics: el 40% de la violencia doméstica la sufren los hombres.

Todo muy objetivo en apariencia, sin embargo, está cargado de trucos y trampas para, una vez más, generar la confusión que necesita el posmachismo con vistas a que todo continúe como siempre, es decir, bajo las referencias de la desigualdad y con los privilegios en el lado de los hombres. No por casualidad la organización responsable de esta campaña, Mankind Initiative, tiene como uno de sus objetivos que las violencias sean consideradas y tratadas de la misma forma, sin distinción de quien la sufre, lo cual, como se puede ver, busca descontextualizar la violencia de género y todo su significado dentro de la cultura de la desigualdad, algo que, como pueden entender, beneficia a los hombres que la ejercen, no a las mujeres que la sufren. 

Mankind Initiative podía pedir recursos, ayudas de todo tipo, medios y personas para combatir la violencia que sufren los hombres, pero no tiene por qué hacerlo en contraste con la violencia de género. Además, dado su interés por la paz de los hombres, podía llevar a cabo alguna iniciativa en contra de la violencia que sufren los hombres de mano de otros hombres, que es la principal y la que más homicidios masculinos ocasiona. Pero eso parece quedar en un segundo plano, lo importante para ellos es la violencia que ejercen las mujeres.

Por eso manipula la realidad y actúa de ese modo, porque su estrategia busca borrar la palabra “género” y todo su significado con relación a la cultura androcéntrica que normaliza la desigualdad y la violencia contra las mujeres como parte de ella. Es la esencia de lo que defienden desde su organización, y clave del posmachismo. Si una organización sanitaria defendiera que se desarrollaran medidas y campañas a favor del cáncer de pulmón cuestionando las que se desarrollan contra el cáncer de colon sería muy sospechosa, por mucho que se basara en que el porcentaje del cáncer de pulmón representa el 23.2% del total.

Y como su objetivo tiene esa carga de perversidad necesita de campañas con trampa, como la que han presentado con el video en cuestión, para manipular y confundir a la sociedad. Veamos algunos elementos. VIDEO-Minuto 0-14

- Se busca un mismo escenario público para desarrollar las dos acciones, la de la agresión del hombre a la mujer y la contraria, la que lleva a cabo la mujer contra el hombre. Sin embargo, ese aparente espacio neutral se utiliza de manera diferente jugando con el montaje de la grabación para mezclar escenas, caras y actitudes de las personas presentes, así como tiempos diferentes, como si se tratara de un mismo momento lineal, cuando no es así. De hecho, si observamos la diferente intensidad de la luz del sol y de las sombras, y las distintas personas que hay en el escenario, se aprecia claramente que se tata de momentos diferentes que se presentan con continuidad temporal.  VIDEO-Minuto 0-47

- Otra cuestión es la presentación del video como una hecho global, es decir, como si todo hubiera ocurrido de manera natural y espontánea un día aislado en un momento determinado, sin explicar cuántos intentos han hecho falta y en cuántos escenarios diferentes se han grabado hasta dar con ese resultado.

- En el caso de la violencia contra la mujer, la idea que intenta mostrar el anuncio es que la sociedad responde contra la mujer atacada, pero en verdad la situación es muy diferente. No se trata de una respuesta “general” de las personas que presencian la escena, sino que son 5 mujeres, y al cabo de un rato, las únicas que defienden a la mujer agredida. Sólo al final, cuando ya está todo resuelto, se acerca un hombre. VIDEO-5 Mujeres defienden

- En el caso de la violencia contra el hombre, la pasividad de la sociedad se intenta potenciar con la sonrisa de las personas que la contemplan, que no sólo no hacen nada, sino que además el video busca mostrar que se burlan del hombre agredido. Sin embargo, ninguna de esas caras sonrientes se muestran junto a la agresión, sólo se pone la imagen de la cara con el sonido de fondo de la agresión de la mujer, algo que es fácilmente manipulable y que parece haberse hecho cuando comparamos el contraste de las sombras en los protagonistas de la violencia, que es intenso y marcado, y en las personas que se ríen, que apenas se percibe; indicando que se trata de momentos diferentes unidos por el montaje, algo que hace creer que el origen de las sonrisas está en la escena de la agresión. Lo mismo sucede con la mujer de rojo que aparece girando la cabeza, como si se dirigiera a la escena violenta y después sonríe, sin embargo la presencia de una chica sentada en la verja justo al lado de donde se produce la escena en la que la mujer agrede al hombre, revela que pasa y sonríe en un momento diferente a la agresión. Como se puede ver, todo indica que se trata de una manipulación para potenciar el odio contra las mujeres, pues son ellas las que, principalmente, se ríen del hombre atacado. VIDEO-Sonrisas

- El vídeo pretende mostrar la actitud pasiva de la gente como una respuesta exclusiva a la violencia que sufren los hombres, cuando en realidad es general a otras muchas escenas en las que se considera (con razón o sin razón) que la persona agredida tiene capacidad y recursos para defenderse. Un ejemplo, si la escena hubiera sido la misma, pero cambiando de protagonistas, con un padre agrediendo e insultando a un hijo de 17 años primero, y después el hijo agrediendo e insultando al padre, probablemente la reacción habría sido la misma. La gente habría defendido más al muchacho ante la agresión del padre, que al padre ante la agresión del hijo. Lo mismo habría ocurrido con una hija y una madre o con otras situaciones donde la relación de desigualdad condiciona la respuesta de la persona atacada. VIDEO-Mujer de rojo

- El posmachismo y Mankind Initiative ignoran que uno de los factores más importantes a la hora de utilizar la violencia y de reaccionar ante ella, tal y como demostraron los trabajos de Dibble y Strauss (1980), es la capacidad de generar amenaza y riesgo para la víctima. Dichos estudios demostraron que los hombres no se sentían amenazados ni en riesgo ante la violencia de las mujeres, incluso cuando estas portaban un arma de fuego; en cambio, las mujeres sí se sentían amenazadas por los hombres sin necesidad de que estos llevaran ningún arma o instrumento. Las simples manos de los hombres sirven para atemorizar y amenazar a las mujeres, de hecho, tal y como recoge el análisis de las sentencias de homicidios por violencia de género que realiza el CGPJ, el 33’5% de las mujeres son asesinadas por sus parejas o exparejas directamente con las manos.

Esta misma percepción de indefensión, no sólo respecto a las mujeres, también frente a otras personas que se ven como vulnerables, es la que lleva a actuar en su defensa, y por el contrario, no se actúa contra quien se percibe que tiene recursos para defenderse.

Como pueden observar, la manipulación del vídeo parece evidente y no es casual que se haga en el sentido de intentar mezclar todas las violencias para que, de ese modo, no se pueda avanzar en la prevención y abordaje de la violencia de género. Por eso la manipulación termina con el dato rotundo de la violencia que sufren los hombres: el 40% de la violencia doméstica es sufrida por los hombres, y para ello citan la fuente, concretamente el Office of National Statistics.

Pero cuando uno se va a la Web de dicha entidad y comprueba los datos, con independencia de que los porcentajes no coinciden del todo, algo en lo que no voy a entrar puesto que el anuncio no dice nada sobre cuál es el periodo de tiempo que utiliza para obtener el dato, lo que sí se aprecia es otra trampa propia del posmachismo.

Concretamente, lo que hace es mezclar todas las violencias que sufren los hombres y las mujeres en las relaciones íntimas, de manera que las mujeres sufren el 60% y los hombres el 40%, que es su mensaje, aunque callan lo del 60% de la violencia contra las mujeres. Sin embargo, la cosa tiene trampa.

Y tiene doble trampa. Por un lado, porque mientras que la mayoría de la violencia que sufren los hombres está dentro de las formas menos graves por sus características y circunstancias (intensidad, frecuencia, duración del ataque, combinación de diferentes tipos de violencia, utilización de objetos…), las mujeres sufren violencias más graves, entre ellas la violencia sexual en porcentajes mucho más altos. Y por otro lado, porque los datos del Informe del Office of National Statistics también habla de “violencia familiar”, no sólo de la pareja, y mientras que la mayoría de la violencia que sufren las mujeres  es ocasionada por hombres (fundamentalmente la pareja, pero también el padre, los hermanos u otros familiares), la que sufren los hombres dentro del contexto familiar no sólo la ocasionan las mujeres, y también es llevada a cabo por esos otros hombres (padre, hermanos y familiares). A pesar de ello, el vídeo habla de un 40% total intentando jugar para que sea interpretado como causado sólo por las mujeres.

Mankind initiative y el posmachismo están obsesionados con la violencia de género, no tanto con la violencia que sufren los hombres, por eso parecen estar al borde de un ataque de nervios ante los cambios sociales. Nunca han dicho nada ni han propuesto iniciativa alguna hasta que no se ha empezado a hablar y actuar frente a la violencia que sufren las mujeres como un problema enraizado en una construcción cultural desigual, de ahí el término “violencia de género”, y, curiosamente, salen en defensa de los hombres pidiendo que se actúe sólo contra la violencia que ejercen las mujeres, no contra la que producen otros hombres que, como hemos indicado, es la más frecuente y la más grave.

La Igualdad busca erradicar todas las violencias, pues pretende acabar con los privilegios de quienes se sienten en posiciones de poder y de quienes creen que el uso de la violencia es un instrumento más para resolver los conflictos que ellos mismos generan. Pero para alcanzar la igualdad hace falta corregir la desigualdad y sus manifestaciones, entre ellas la violencia de género, sin que ello sea incompatible con otras medidas y actuaciones dirigidas a las otras violencias y circunstancias que se traducen en discriminación. Pero tratando las circunstancias específicas de cada violencia, no mezclando medidas que no aborden las causas  y manifestaciones de cada una de ella, y que sólo sirvan como justificación política y social, no como solución.

“Violencia es violencia”, por supuesto, como “enfermedad es enfermedad”, “discriminación es discriminación”, y “abuso es abuso”, pero no es lo mismo una cirrosis que una encefalitis, ni una discriminación por las ideas que otra por el país de origen, ni un abuso laboral que un abuso sexual…  Por eso la violencia de género no es igual que la violencia que sufren los hombres, o los niños y niñas, o los ancianos, ni tampoco es lo mismo que la violencia terrorista, ni a ninguna otra, aunque en todas ellas se produzcan lesiones y homicidios. Cada una ha de ser abordada desde sus características diferenciales.

Por eso no es un error el vídeo del anuncio, Mankind Initiative y el posmachismo buscan más la confusión y que no se avance en igualdad, que la solución a la violencia que sufren los hombres, porque la desigualdad significa privilegios para los hombres. Esa es la razón de que no le guste el “género” y de que callen ante una cultura que acepta la violencia contra las mujeres, hasta el punto que, según el Eurobarómetro de 2010, el 3% de la UE considera que  la violencia contra las mujeres es “aceptable en algunas ocasiones”, y un 1% que afirma que es “aceptable en todas las circunstancias”.

Ante esa realidad el posmachismo y Mankind Initatitive no hacen ningún anuncio ni llama a la acción, tampoco pide donativos, como sí lo hace en el anuncio para lograr “sus objetivos”.

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Sobre las diferentes violencias: "La violencia no tiene género. El género sí tiene violencia": http://blogs.elpais.com/autopsia/2014/01/la-violencia-no-tiene-g%C3%A9nero-el-g%C3%A9nero-s%C3%AD-tiene-violencia.html

La suma de todos los miedos

Por: | 27 de mayo de 2014

SUMA TODOS MIEDOS
Europa se ha convertido en un lugar donde guardar todos los miedos que nos acompañan
como sombras que proyecta la realidad, una especie de casa encantada (encantada de conocerse a sí misma), donde los temores que la habitan nos hacen mirar por las ventanas para averiguar de dónde vienen los ruidos que se escuchan, cuando en verdad suenan en su interior.

Europa tiene miedo a dejar de ser Europa, pero tiene aún más miedo a serlo de verdad, por eso se ha convertido en una especie de confesionario donde cada uno va a contar aquello que es incapaz de decir en su país, o a pedir súplica por lo que ha hecho mal a la espera de encontrar el perdón de los sumos sacerdotes y sacerdotisas. De este modo la penitencia de los recortes no será excesiva, y el pecado de lo que la religión de la austeridad considera que es “vivir por encima de las posibilidades”, se puede redimir.

Quizás por ello Europa aún no ha sido capaz de salir de esa isla donde la trasladó el dios Zeus cuando la secuestró, y cree que puede hacerlo aumentando el territorio país a país para hacer de la isla un continente, sin dotar de un significado ni de elementos comunes su interior. Pero ese es su error. Europa es más un contenido que un continente, por eso será igual de pequeña aunque aumente el número de Estados Miembros de la Unión, como sigue siendo pequeño un bonsái con independencia de que el macetero que lo contiene sea cada vez más grande.

Europa sigue secuestrada por Europa, y lo curioso es que pide como rescate a la propia Europa… No se da cuenta de que quienes están llegando ahora a su interior no son los acompañantes ni la bella dama que situó la mitología griega en la isla de Creta, sino troyanos de la ultraderecha que crece en al ambiente oscuro y húmedo de la incertidumbre, la frustración, la impotencia, la indignación… para habitar el miedo original que acompaña a la idea de Europa.

Da la sensación de que más que un proyecto común, una referencia hacia la que confluir y unos elementos que compartir, la Unión Europea se creó con el miedo de quienes sentían sus economías amenazadas por grandes potencias y monedas lejanas, y que es ese miedo el principal factor que ha influido en su configuración y desarrollo. Por eso se han ido sumando países bajo criterios exclusivamente económicos, nada de políticas y derechos, de eso siempre habrá tiempo para no hacer lo suficiente. Y hoy, 57 años después de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), y 22 de Maastricht, esos elementos que llevaron a la decisión de unir las fronteras de los países que fueron el germen de la Unión Europea, continúan bajo las mismas referencias: el miedo y el mercado. 

La diferencia después de este tiempo es que hoy el miedo está dentro del Parlamento de la Unión, representado por los anti-europeístas y euroescépticos, y que el mercado se ha transformado en un mercadeo en el que lo que se compra y se vende son los propios Estados Miembros.

En 1992 Tom Clancy publicó su novela “La suma de todos los miedos”. El 24 de agosto de ese mismo año tuve la oportunidad de hablar con él en la Academia del FBI en Quantico, donde fue a dar una conferencia, y donde yo me encontraba desarrollando un proyecto de investigación. Tras la charla me firmó el libro y compartimos algunas palabras, me dijo que el miedo siempre se suma para restar capacidades y oportunidades…

Sólo hay que ver el resultado de las recientes elecciones al Parlamento Europeo para darnos cuenta de que aún no hemos superado el miedo inicial, ni lo haremos mientras dejemos que continúe siendo el miedo una de las referencias para decidir; y mientras los grandes partidos se asusten más de la Igualdad que de la violencia, la homofobia, el racismo, la xenofobia… y tantos otros males de nuestro tiempo que anidan allí donde el miedo llama al odio.

Se equivocan de “enemigos” y de estrategia. Los partidos van a Europa hablando de la política nacional, y luego, cuando ya todo está decidido, regresan a lo nacional hablando de Europa.

Mientras no cambiemos de perspectiva, Europa seguirá siendo una excusa y un problema, en lugar de una razón y una solución. Y eso exige entender a Europa como un contenido, ver el contenido como las personas que la habitan, y el proyecto común como la convivencia sobre unas mismas referencias que nos enriquezcan desde la diversidad y la diferencia, y nos hagan crecer, no sólo ganar.

Y para alcanzar esa meta, la pregunta que debemos hacernos no es “cuánta Europa queremos”, sino “qué Europa queremos”. Una vez que hayamos respondido a esa cuestión, lo demás será sencillo.

Homo sapiens, "mujer habilis" *

Por: | 20 de mayo de 2014

CAÑETE-VALENCIANO
Los “escarabajos llaman soles a sus hijos”, y los machistas llaman inteligencia a aquello que los hombres hacen… al menos es lo que se deduce de la “sabiduría popular”. La historia está llena de estas trampas que han venido a justificar lo que previamente se ha considerado como adecuado y correcto, nada es casual, por eso la repetición ha sido uno de los elementos que más definen la normalidad. 

Ya se sabe, “quien parte y reparte, se lleva la mejor parte”, y los hombres han diseñado una cultura androcéntrica en la que aquello que hacían ellos era lo importante, lo necesario, lo trascendente… lo inteligente. Lo demás lo podía hacer cualquiera, pero como no había nadie más, sólo hombres y mujeres, pues asignaron a las mujeres todas esas tareas asimiladas a base de repetición, cuyas circunstancias invariables llevaba a que se aprendieran sin mayor problema, sólo era cuestión de más o menos tiempo. 

El Homo habilis vivió hace  1’6 millones de años, pero para muchos hombres las mujeres nunca superaron ese periodo evolutivo, y hoy aparecen como el eslabón que demuestra que hubo un día en que todo el género humano pasó por esa parte de la cadena. Sus funciones no requieren inteligencia, sólo habilidad para llevarlas a cabo, por eso para ellos todo sigue como entonces.

Las declaraciones de Cañete no son una excepción; no lo son en él, que ya ha echado mano de ese tipo de argumentaciones, y no lo son en la sociedad, donde muchos hombres y mujeres siguen pensando que las mujeres no alcanzan el nivel ni la capacidad de los hombres, bien sea porque no pueden debido a “limitaciones propias de su condición”, o bien porque, aun pudiendo, sus “obligaciones” con la maternidad, el cuidado y el afecto… no deben hipotecarse para ocupar espacios que no les corresponden.

La trampa de esta cultura que toma lo masculino por universal ha buscado argumentos de todo tipo para mantener la desigualdad en el tiempo, y la biología ha sido su principal aliada al haber situado sobre ella la esencia de las funciones de hombres y mujeres. En los hombres la fuerza y la razón, en las mujeres la maternidad y las emociones, de ahí que insista tanto en todo lo relacionado con ese referente objetivo y palpable centrado en el cuerpo y en la mente de las mujeres. 

Una de las polémicas más serias en este sentido se produjo en febrero  de 2005, cuando Lawrence Summers, entonces Presidente de la Universidad de Harvard, sugirió que las diferencias entre el cerebro masculino y el femenino podían ser un factor para explicar la baja presencia de mujeres en el mundo de la ciencia. Por aquella época basó su planteamiento en el tamaño del cerebro (los hombres siempre a vueltas con el tamaño de ciertas partes anatómicas), el cual podía conducir a una inteligencia inferior. La polémica se zanjó con múltiples estudios y trabajos que demostraron que no había relación alguna ente el tamaño y la función cerebral, menos aún con la inteligencia, y que, de hecho, las funciones del cerebro masculino y femenino son muy similares.

Sin embargo, dichos estudios también demostraron la existencia de algunas diferencias estructurales, bioquímicas y funcionales entre los dos cerebros, por lo que muchos científicos se acogieron a ellas para mantener la teoría, no de la diferencia, sino de la superioridad masculina, a pesar de que la mayoría de estos estudios se hicieron con animales de laboratorio. ¿Ciencia?, no, cultura; que es la que da un significado previamente concebido.

Las diferencias en el funcionamiento cerebral son objetivas, por ejemplo, aquellas relacionadas con la respuesta emocional, con ciertas habilidades, o con algunas funciones cognitivas influidas por las hormonas sexuales, que pueden llevar, según algunos estudios, hasta conductas innatas en la selección de juguetes y juegos, así como a distintas formas en la manera de responder ante determinados estímulos. Las estructuras implicadas en algunas de estas diferentes respuestas funcionales del cerebro han sido relacionadas con la amígdala, el hipocampo, y con la liberación de serotonina, dopamina y adrenalina.

Todo ello demuestra la existencia de diferencias en el modo de percibir la realidad y de responder ante ciertos estímulos, especialmente relacionados con el estrés y las emociones, pero en ningún caso, como afirman la mayoría de los científicos, pueden servir para justificar desigualdades y, menos aún, discriminación sobre las mujeres. Por otra parte, estos trabajos  también indican que hay cerebros masculinos con conexiones similares a las del cerebro femenino, y viceversa; por lo que no se puede concluir que dichos hallazgos condicionan el comportamiento y la conducta global, y menos aún las identidades masculina y femenina.

La conclusión es justo la contraria, y lo que demuestran estas diferencias es la necesidad de contar con todos las capacidades humanas existentes para resolver los problemas que se puedan presentar en sociedad. 

Esa es la trampa principal, tomar todo aquello relacionado con las mujeres como inferior, no como diferente, y, en  consecuencia, no considerarlo en igualdad para enriquecer y mejorar a toda la sociedad y a la propia cultura que nos define.

Pero no es un error. Las consecuencias de la desigualdad para hombres y mujeres son objetivas, y mientras que los primeros viven su “superioridad intelectual”, económica, laboral, directiva, empresarial, profesional, académica… las mujeres la sufren doblemente: por tener que soportarla desde la injusticia que supone, y por no poder acceder a esos espacios en igualdad para desmontar los mitos y sus trampas. 

El ejemplo más cercano de que no se trata de un error lo tenemos en las reacciones a las declaraciones de Arias Cañete por parte de su entorno; no sólo no ha rectificado ni las ha criticado, sino que ha actuado como un coro para reforzarlas o matizarlas, pero siempre bajo su enunciado principal de la “superioridad intelectual” de los hombres sobre las mujeres.

Y es que, tal como dice otras de las referencias de la “sabiduría popular”, las cosas y las personas van “del caño al coro”, y ahora parece que lo hacen “del Cañete al corete” orquestado de voces.

 

* Tomado del capítulo: “Laberintos y neuronas. La trampa cerebral” del libro “Tu haz la comida, que yo cuelgo los cuadros” (Crítica, 2014)

Mujeres que matan

Por: | 15 de mayo de 2014

MUJERES QUE MATAN
El machismo los espera como si fuera el nuevo lanzamiento de un disco, un videojuego o alguno de los libros de Harry Potter… Hacen cola durante días ante las pantallas de sus ordenadores a la espera de que se produzca el “acontecimiento”, y cuando ocurre saltan a la calle de las palabras y a los teclados de la red, para lanzar sus gritos al viento en busca de alguna tempestad que los acoja.

Cada vez que una mujer asesina al alguien, da igual a quien sea y en las circunstancias en que ocurra el homicidio, su caso es utilizado para demostrar algo que nadie niega ni ha negado: el hecho de que las mujeres también utilizan la violencia y que pueden ser tan crueles como los hombres (http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/04/mujeres-asesinas.html). En cambio, desde esas mismas posiciones posmachistas, cada vez que se produce un homicidio por violencia de género y un hombre asesina a la mujer con la que comparte o mantenía una relación de pareja, el caso es utilizado para decir que las mujeres también son violentas, que ellas también matan, que muchos hombres son víctimas, que no hay por qué centrarse en una violencia…

Es decir, ocurra lo que ocurra, el mensaje desde estas posiciones siempre es el mismo, como ha sido el mismo a lo largo de la historia: las mujeres son malas y perversas, violentas y asesinas, manipuladoras y aprovechadas… 

Estas reacciones y argumentos demuestran de manera directa que la desigualdad no es una deriva incontrolada del tiempo, y que la violencia de género no es un accidente, sino todo lo contrario. Muestran cómo forman parte de la estructura sobre la que se definen las identidades de hombres y mujeres, y cómo a partir de ellas se distribuyen los diferentes roles y funciones, se abren y cierran espacios para desarrollarlos, y se establece la normalidad. Una normalidad desigual e injusta con los hombres y lo masculino como referencia, pero que a su vez permite que todo transcurra según el guión previsto, y que las conductas que forman parte de ella tengan su encaje según el significado que esa cultura androcéntrica les da. Por eso la violencia contra las mujeres ha formado parte de la normalidad, porque estaba considerada como un mecanismo corrector en las manos y en los pies de los hombres para que “sus mujeres” hicieran lo que se esperaba de ellas como buenas “esposas, madres y amas de casa”.

Esa es la razón que llevaba a muchas mujeres a afirmar lo de “mi marido me pega lo normal”, y a que hace unos días Pedro Ruíz, el párroco de Canena, dijera que “hace 30 años los hombres pegaban, pero no mataban” (http://www.eldiario.es/andalucia/desdeelsur/hostias-cura_6_257284298.html). Es decir, el peso de la normalidad impuesta por la cultura androcéntrica hacía que las mujeres estuvieran sometidas a sus roles, y que las desviaciones fueran corregidas de manera contundente con los golpes del buen marido vigilante, pero “nada más”. En cambio, ahora, como la Igualdad, el feminismo y todos los demonios que se quieran han alterado ese orden, pues la violencia ha aumentado y los homicidios  de mujeres han aparecido, y los presentan como consecuencia de unos cambios cuando en realidad es lo contrario. Los cambios y la transformación que se ha producido en la sociedad debido, fundamentalmente, a las mujeres, al feminismo y a la Igualdad, son los que abogan por una convivencia en paz, y quienes permanecen inmóviles y buscan mantener sus privilegios y la estructura que los protege hacen lo que han hecho siempre, pero adaptando su intensidad y objetivos a las nuevas circunstancias. De ahí la situación actual.

Estos mismos hombres y mujeres del posmachismo, tan preocupados ahora por la “violencia en general”, curiosamente no tanto por la violencia de género, y tan pendientes de seguir presentando a las mujeres como malas, perversas y asesinas, nunca han dicho ni hecho nada para acabar con la violencia hasta que se ha hablado de violencia de género. Ni nunca han dicho ni hecho nada para cambiar las referencias que lleva a esa identidad masculina enraizada en la dominación, sometimiento y en una violencia que también es dirigida contra otros hombres, puesto que la mayoría de los hombres son asesinados por hombres, no por mujeres. Pero parece que esto son matices que nada importan.

Por eso mezclan todas las violencias que ejercen las mujeres (contra hijos e hijas, contra hombres, contra personas conocidas  o desconocidas… da igual a quien la dirijan, todos los casos suman en la cuenta de la maldad de las mujeres). Y por esa misma razón, hablan de circunstancias, de alcohol, de “ataque de cuernos”, de contextos, de conflictos, de provocación… cuando son los hombres los que matan, especialmente cuando asesinan a una mujer.

Lo hemos dicho y repetido innumerables veces, y volveremos a decirlo y repetirlo cada vez que sea necesario: la violencia no tiene género, pero el género sí tiene una violencia específica construida sobre esas referencias culturales que lleva a los hombres a controlar a las mujeres, y a considerarse legitimados para agredirles cuando “les llevan la contraria”, o cuando tienen que devolverlas a la senda abandonada de lo que ellos decidan que debe ser una buena mujer, esposa, madre y ama de casa (http://blogs.elpais.com/autopsia/2014/01/la-violencia-no-tiene-g%C3%A9nero-el-g%C3%A9nero-s%C3%AD-tiene-violencia.html).

Por eso, en España y en todo el mundo, se habla y se sufre la violencia de género. Y por ello, en España y en todo el mundo, hay personas (la inmensa mayoría mujeres) que trabajan a diario por la Igualdad y para erradicar la violencia de género. Es la única forma de alcanzar la paz en la sociedad. La paz no es un armisticio, sino una forma de convivir que no se puede lograr si miles de niños y niñas crecen en hogares donde sus padres maltratan a sus madres.

Intentar mezclar todas las violencias, sus diferentes circunstancias y los distintos objetivos que persiguen, es no querer solucionar ninguna de ellas y dejar que todo transcurra como hasta ahora.

Y responsabilizar a las mujeres y a quienes trabajamos por la Igualdad de la transformación que busca una convivencia pacífica en sociedad, algo que también es bueno para los hombres, revela su interés en que nada cambie, y que persistan los mitos sobre la perversidad y la maldad de las mujeres... Aunque sea con nuevas estrategias y con nuevos cuentos.

Y es que ya se lo decía su madre al lobo al salir de casa, “¡Ten cuidado con Caperucita, que es mujer, joven y roja… Seguro que es feminista!”  “¡Y, además, te puede poner una denuncia falsa!”

Cuerpos, deseo y estereotipos

Por: | 11 de mayo de 2014

CUERPOS-ESTEREOTIPOS
Hombres y mujeres no percibimos lo mismo cuando miramos a nuestro alrededor,
es cierto que la realidad viene más condicionada por lo que nos muestran de ella, que por lo que conocemos  de forma directa desde nuestro mirador y su reducido campo de visión, pero lo que se muestra forma parte de lo que previamente se piensa.  

Un ejemplo muy gráfico de esta situación ha quedado recogido en la encuesta que realizó la marca Bluebella preguntando sobre cuál sería el “cuerpo perfecto” para hombres y mujeres. A pesar de las limitaciones de la encuesta, los resultados son muy gráficos en varios sentidos, y bien merecen un ejercicio de reflexión.

En primer lugar, porque las referencias consideradas para esculpir ese cuerpo perfecto sobre su propio sexo y sobre el otro, han sido tomadas a partir de personas “mostradas” a través de los medios de comunicación y el cine, no conocidas directamente en el entorno de las personas entrevistadas, algo lógico ante el tipo de preguntas, pero muy revelador de esa realidad expuesta por la que nos movemos con más facilidad que por las aceras de nuestro día a día.

Este primer resultado indica que el reconocimiento intersubjetivo, es decir, aquel que nos hace ser y comportarnos según creemos que los demás valorarán más nuestra forma de comportarnos y ser, pesa mucho en nuestras decisiones y aspiraciones. Pero también indica que las referencias comunes están construidas sobre los estereotipos tomados como válidos en cada momento, los cuales, al referirnos al cuerpo de hombres y mujeres, actúan como un molde rígido, no tanto para los cuerpos como para la mente y las ideas que sobre esos cuerpos existen en la sociedad: El tiempo cambia los atributos, pero no las ideas asociadas al tamaño, forma y demás características de los mismos.

Así se construye el deseo, un deseo hacia los demás, para ser reconocido o reconocida, y un deseo para sí mismo que busca sentirse bien sobre esas referencias. Por eso los estereotipos no se limitan a encasillar la realidad y a las personas, sino que condicionan todo lo que ocurre alrededor de ellos, tanto en el resultado como en el significado que se les da.

Esa relación entre deseo y estereotipos que la cultura establece respecto a los cuerpos queda reflejada en los resultados de la encuesta, y en lo que mujeres y hombres desean para sí y para el otro grupo.

Las mujeres esculpen su cuerpo a partir de otras mujeres “famosas” que se mueven en un rango de edad entre los 22 y los 50 años. Y la mezcla de todos los atributos “perfectos” a partir de cada una de las referencias nos da una mujer con una media de edad de 35’8 años, cuyo trabajo tiene relación con la estética, aunque no es el condicionante principal, pues la mayoría de las referencias tomadas son de actrices y en un caso, concretamente al decidir sobre el “pelo perfecto”, se hace de la vida social y política al elegir el cabello de Catalina de Cambridge. CUERPOS-ESTEREOTIPOS-Mujeres

Esas mismas mujeres ven el “cuerpo perfecto” masculino en un hombre muy parecido a su “mujer ideal”. La edad media a partir de todos los hombres tomados como referentes es de 35’2 años, el rango de edad se mueve entre los 20 y los 51 años, y son hombres que trabajan en ámbitos donde la estética no es prioritaria, fundamentalmente como actores y deportistas.

Los hombres, por su parte, construyen su cuerpo ideal sobre el de otros hombres "conocidos" que se mueven entre los 36 y 51 años, resultando un hombre con una edad media de 41’2 años que trabaja con la estética como elemento principal.

En cambio, estos mismos hombres crean el cuerpo de su mujer perfecta a partir de mujeres mucho más jóvenes, de hecho la mujer con mayor edad tomada como referencia es más joven que el hombre de menor edad que resulta un buen modelo para ellos. Son mujeres que se mueven entre los 27 y los 34 años, la edad media de esta mujer de cuerpo perfecto es 30’1 años, y el trabajo de la mayoría de ellas es el de modelo.  CUERPOS-ESTEREOTIPOS-Hombres

No parece que sean una casualidad estos resultados, más bien al contrario. Y mientras que las mujeres ven la “perfección” del cuerpo masculino en un hombre igual a ellas, con su misma edad, el mismo tipo de ocupación, y una estética similar, proporcional y realista; los hombres entienden que la “perfección del cuerpo femenino” está en una mujer 11 años más joven, modelo de profesión y con los elementos que sexualizan su cuerpo especialmente marcados.

La cosificación de las mujeres que con tanta frecuencia ocurre en nuestra sociedad empieza por sus cuerpos y termina en sus ideas y roles, en aquellas funciones, espacios y tiempos que deben ajustarse a lo que se espera de ellas. Muchos hombres todavía ven en la mujer “perfecta” más como una acompañante que como una compañera que aborde el día a día desde la misma posición, respeto, criterio y autonomía; de ahí que la publicidad y los mensajes que se mandan sistemáticamente incidan en esta idea de mujer objeto. De lo contrario, si no fueran exitosos esos mensajes, no se insistirían tanto en ellos, y menos aún para “vender un producto”.

Y todo ello tiene consecuencias negativas para las mujeres y para la sociedad, no se trata de una valoración cargada de “moralina”, ni una crítica a los gustos de nadie.  Uno de los elementos claves para que un agresor pueda construir una relación basada en la violencia de género, es decir, en una violencia caracterizada por el control y el sometimiento constante con agresiones puntuales más o menos frecuentes y de mayor o menor intensidad, es conseguir lo que los anglosajones llaman “deshumanización del objeto de la violencia”, que no es otra cosa que la “cosificación” de la mujer. Para ello la mujer es atacada sistemáticamente en sus elementos de identidad y en sus fuentes de apoyo externo (familia, amistades y trabajo), y queda reducida a lo que el maltratador decida por ella en un proceso que requiere tiempo. Cuanto más cosificada esté la mujer en la sociedad y más normal se entienda esa consideración, antes y de forma más rápida se producirá la cosificación particular que cada maltratador lleva a cabo para ejercer la violencia contra su mujer de manera habitual y cotidiana.

La prevención y erradicación de la violencia de género pasa por cambiar estos estereotipos machistas que muchos utilizan para cosificar a las mujeres, para presentarlas como “portadoras del caos”, o para justificar la violencia y las violaciones en nombre de los celos, la provocación… o cualquier otra idea al uso.

Allá cada uno y cada una con sus gustos y deseos, pero da la sensación de que la “idea de perfección” de las mujeres es más realista y sus "referencias" más compartidas. Los hombres parecen seguir peleándose con el tamaño del bíceps, pechos, caderas y otros atributos anatómicos… pero queda claro que es bajo lo que ellos consideran que gusta, no porque realmente resulte atractivo. Quizás por ello se explica por qué en los estudios sociológicos que se han hecho, tanto en adultos como en adolescentes, un 14’9% de los hombres piensan que el hombre agresivo es más atractivo, idea que sólo la comparte el 4’6% de las mujeres.

Hombres y mujeres no perciben lo mismo ni se ven del mismo modo, pero mientras que la visión de las mujeres es más realista y cercana a la realidad, con sus virtudes y sus defectos, muchos hombres parece que siguen creyendo que la realidad es aquella que ellos desean; quizás por eso recurran con tanta frecuencia a la fuerza, la violencia, las guerras… para intentar adaptarla a sus deseos, o para castigarla por no ajustarse a lo que ellos quieren.

El gobierno, la violencia de género y los menores

Por: | 29 de abril de 2014

MENORES-ACTUALa violencia de género no va dirigida contra los niños y las niñas, aunque la violencia de género afecta de manera directa a los niños y niñas que viven en el ambiente donde al agresor ejerce la violencia de manera sistemática contra la mujer.

Puede parecer una contradicción, pero no lo es, lo mismo que no es contradictorio afirmar que una cirrosis hepática produce alteraciones cardiacas como consecuencia de la hipertensión portal que origina, sin que se pueda decir que los problemas del corazón son una hepatopatía. El corazón sigue siendo el corazón, eso sí, afectado por la enfermedad hepática, y el hígado continúa siendo el hígado.

La reforma de la Ley Integral que ha propuesto el Gobierno a iniciativa de la ministra Ana Mato, viene cargada de intencionalidad ideológica y no aporta ningún elemento que mejore la protección de los niños y niñas que sufren los efectos de la violencia de género, ni tampoco la atención que requieren. Si el Gobierno pretende mejorar su protección y asistencia, lo que tiene que hacer es desarrollar los recursos que ya se contemplan, dar presupuesto y adoptar medidas para que por parte de las diferentes instituciones implicadas se adopten las actuaciones necesarias.

Analicemos la situación y su significado.

Las niñas y niños están protegidos e incluidos en la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, tal y como se puede comprobar en la redacción del articulado actual. De hecho, durante el Gobierno anterior se adoptaron multitud de medidas para proteger y atender a estos menores víctimas de la violencia de género, entre otras, el reparto del Fondo de Asistencia Integral entre las diferentes Comunidades Autónomas tomando en consideración la población de menores con el objeto de que se desarrollaran medidas dirigidas a esos niños y niñas. Lo cual demuestra que la Ley Integral no sólo permite proteger y atender a los menores, sino que además, cuando hay voluntad política, facilita que se haga.

La actitud del Gobierno al modificar el artículo 1 de la Ley Integral e incluir a los menores como víctimas tiene otro sentido. En primer lugar, supone un desconocimiento preocupante de la Violencia de Género por parte de quien debe de adoptar las políticas para erradicarla, lo cual hace dudar de que las iniciativas se dirijan adecuadamente.

La violencia de género es la que se ejerce contra las mujeres cono consecuencia de las referencias socio-culturales que llevan a los hombres a entender que es una forma aceptable para controlar y dominar a las mujeres, y de resolver los conflictos que se presenten en ese tipo de relación. Es una violencia contra las mujeres que podrá afectar a otras personas que convivan con ella o que no estén viviendo en el mismo hogar que la mujer a quien dirige la violencia el agresor, dependerá de la decisión e intencionalidad de él. Incluir en el artículo que la define a los menores es desviar la atención sobre el objeto y significado de esta violencia, y atender a una parte de las posibles consecuencias, no a todas, pues no considera a otras personas que también sufren las consecuencias de la violencia que los agresores dirigen contra las mujeres.

Bajo esa idea del Gobierno de relacionar la violencia con el escenario, ¿qué ocurre con las personas mayores que conviven en el mismo domicilio, fundamentalmente los padres o las madres de las mujeres agredidas, las cuales también sufren la violencia del maltratador?. ¿Y qué sucede entonces con otras personas que no conviven con la mujer maltratada, pero que también son foco de la violencia del agresor, como ocurre con hermanos, hermanas, amistades o, muy especialmente, con las nuevas parejas de las mujeres tras la separación?

En Degaña (Asturias) en mayo de 2011un maltratador asesinó a la pareja de su exmujer, al padre y a un hermano, e hirió de gravedad a la madre y a su exmujer (http://multimedia.laprovincia.es/videos/sociedad/20110523/hombre-mata-tres-familiares-pareja-hiere-esta-ultima-madre-22628.shtml). Todas fueron víctimas de la violencia de género, pero no porque ésta se dirija a cualquier persona, sino porque a la hora de hacer daño a la mujer, el agresor puede seguir diferentes opciones. Y aunque no es habitual que en unos mismos hechos se ataque a tantas personas, la agresión a los entornos de las mujeres maltratadas no es infrecuente, pues los agresores a la hora de hacer daño recurrirán a la estrategia que consideren más oportuna en el uso de la violencia, y a atacar a las personas que decidan. Y lo harán dentro y fuera del hogar, ya que no se trata de una violencia doméstica, sino contra la mujer.

Los niños y las niñas deben ser protegidos y asistidos atendiendo a sus circunstancias, lo cual exige un plus en ambas actuaciones, pero la violencia que sufren es parte de la violencia que el agresor dirige contra la mujer para dominarla y someterla. Establecer que la violencia de género se dirige contra las mujeres y los menores es desvirtuar sus motivaciones y objetivos y, en consecuencia, no abordar sus elementos específicos de cara a la prevención, a la atención y a la protección.

Y me preocupa esta modificación que ha hecho el Gobierno, porque no es necesaria para proteger y atender a los menores y, en cambio, sí distorsiona el significado de esta violencia que va contra las mujeres, algo que no es casualidad.

En septiembre de 2002 el Partido Popular, por entonces también en el Gobierno, rechazó la proposición de Ley Integral que presentó el PSOE, después en 2004 la apoyó al verse solo y con una situación social cada vez más grave, en parte por no haber sido abordada de manera integral. Pero poco después volvió a las andadas y empezó a reivindicar su idea de violencia doméstica o familiar en diferentes propuestas y planteamientos, hasta que en junio de 2011 el Congreso rechazó una Proposición de Ley en ese sentido presentada por la actual Secretaria de Estado de Igualdad, Susana Camarero. Nadie apoyó esta iniciativa, pues una cosa es la violencia que sufren las mujeres y otra la violencia que sufren sus hijos e hijas como parte de la misma.

La prueba del nueve de esta modificación ideológica de la Ley Integral está en las primeras declaraciones que hizo la entonces recién llegada ministra Ana Mato, cuando en la condena de los homicidios de dos mujeres, uno en Roquetas de Mar y otro en Marchena, ambos en diciembre de 2011, se refirió a ellos como "violencia en el entorno familiar".

Volver a esconder la violencia que sufren las mujeres en el contexto doméstico o familiar es perder la oportunidad para abordar sus causas y circunstancias, y con ellas evitar que se produzca y que los hijos e hijas la sufran.

¿Cuál va a ser la nueva propuesta del Gobierno, incluir a los abuelos y abuelas que convivan en el mismo domicilio, a las amistades que queden con cierta frecuencia con la mujer maltratada, a las parejas que inicien una relación con ellas...?

Si de verdad quiere proteger a los menores, a las mujeres y cualquier persona que pueda ser atacada por maltratador, lo que tiene que hacer el Gobierno es dejar de recortar en recursos y presupuestos en lugar de aumentar el número de personas diferentes que pueden ser víctimas de una violencia que va dirigida específicamente contra las mujeres. Hacerlo es como si decir que en una campaña contra la “gripe A” también se dirige contra la “hepatitis B” y pensar que por la simple referencia ya se es eficaz contra las dos, seguro que algunas medidas higiénicas pueden ser buenas para las dos enfermedades, pero el tratamiento de cada una exige medidas específicas.

Sobre el autor

Miguel Lorente

Miguel Lorente Acosta . Aunque parezca extraño, soy Médico Forense, también Profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Especialista en Medicina Legal y Forense, y Máster en Bioética y Derecho Médico.
He trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que llevó a que me nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género en el Ministerio de Igualdad.

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