El “eneamigo” es una nueva realidad que ha cogido fuerza en estos últimos tiempos de marcado individualismo, y define la relación con las personas a título individual o grupal. El concepto de
“eneamigo” básicamente se refiere al
uso que se hace de las personas del entorno, que pueden ser amigos o enemigos según las circunstancias cambiantes. Por ejemplo, la juventud de Valencia puede ser enemiga si se manifiesta en contra de los recortes que le afectan, pero al mismo tiempo puede ser amiga cuando apoya al Papa Benedicto XVI en su visita a la ciudad; a lo mejor hubo jóvenes que estuvieron en las dos concentraciones, pero da igual, en una fueron enemigos y en otra amigos. Otro ejemplo son los jueces, que pueden ser amigos cuando fallan a favor de tus propuestas o enemigos cuando lo hacen en contra, la idea no es cuestionar o destacar la acción de un juez o Tribunal, eso siempre ha ocurrido, sino presentar al conjunto bajo la sospecha o el reconocimiento según interese en un momento determinado. Algo parecido sucede con los medios de comunicación, que pasan de ser garantes de la pluralidad y la libertad, a ser los instrumentos de la manipulación y la conspiración cuando las informaciones cuestionan sus actuaciones, y de nuevo se hace a través de la generalización, no de la crítica concreta.
Es el camuflaje en la mirada, la realidad es la misma, las personas no cambian, pero se ven de forma completamente distinta según la mirada se tiña de un significado o de otro.
Antes ocurría exactamente lo contrario, las posiciones, las ideas y las personas estaban perfectamente definidas y situadas en un lugar concreto del cual era muy difícil cambiarlas. La frase que resumía esta situación era aquella tan repetida por George Walter Bush, y que luego tantos otros pronunciaron:
“Conmigo o contra mí”, decían. Y si estabas en un lado eras amigo y si te situabas en el otro eras enemigo, daba igual porqué lo hicieras y lo que llevaras a cabo con posterioridad, la etiqueta te identificaba y quedabas marcado para siempre dentro de un grupo, como se marca al ganado. Todo era parte de una
estrategia dirigida a redefinir las identidades sobre elementos superficiales y claramente influenciables que iniciaron los neoconservadores norteamericanos, para
buscar la identidad por contraste en lugar de hacerlo sobre elementos propios y definidos y así
aumentar la sensación de miedo e inseguridad. La táctica era sencilla, se tomaban algunas referencias genéricas y a partir de ellas para saber quién era uno
lo importante era dejar muy claro lo que no se era. Por ejemplo, yo no sé lo que soy cuando digo que soy patriota, pero sé muy bien que estoy en contra de los inmigrantes, de la multilateralidad en las relaciones internacionales, de determinadas religiones…
Todo estaba claro y cada uno en su sitio. Todos sabían lo que no eran y, por tanto, lo que eran al no serlo, y, de este modo, todos estaban donde tenían que estar.
Sin embargo, la rigidez de estos planteamientos neoconservadores perdió fuerza cuando el contraste de la amenaza se difuminó, y cuando la experiencia mostró los diferentes colores y tonos de la realidad.
Ya no se podía colorear con las ideas, por lo que se cambió de estrategia y se pasó a camuflar las miradas otorgando significado a las situaciones y a las personas según las circunstancias, daba igual que un día fueran una cosa y al día siguiente la contraria, lo importante era que en los dos días se hacía un crítica al otro y una reivindicación de la posición propia.
Es parte de la
negación de las ideologías que se intenta imponer en el momento actual. Ahora lo que importa son los hechos y lo que se busca es el apoyo funcional del voto, no del compromiso, pues
el compromiso exige reciprocidad y participación, y eso molesta a quien quiere imponer sus decisiones, pero también sus ideas y sus valores en una clara exaltación de la ideología, pero de su ideología. Por eso dijo Rajoy en una entrevista en la SER el 4-4-11 que iban a hacer un programa para que lo votaran la mayoría de los españoles, que había que “
terminar con el soy del Beti manque pierda”.
Todo vale según me sea útil, la única ideología es el poder bajo mis referencias, y por ello se puede ser “el partido de los trabajadores” y hacer una reforma laboral contra los trabajadores, o estar a favor de la igualdad y criticar a las mujeres y al feminismo como causantes de una violencia de género estructural… O lo ocurrido ayer mismo en el Congreso con la comparecencia del Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que ha pasado de reconocer que pudo haber algún “exceso policial” (21-2-12) a identificar a los estudiantes con radicales violentos que atacan a la policía.
Son los “eneamigos”, hoy amigos, mañana enemigos, da igual el planteamiento ético y la coherencia, lo importante es que en los dos días se obtiene algún beneficio al considerarlos de forma contraria.
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